sábado, 9 de marzo de 2013

Papa le Président

Grabado que representa al Presidente Alexandre Pétion (1770-1818)

Hurgando en la red en la búsqueda de algún tema mirandino que poner en esta bitácora, encontré un libro del que tenía vagas noticias. Se trata de una monografía de largo título Francisco de Miranda et Alexandre Pétion. L' expedition de Miranda; le premier effort de libération Hipano-americaine, le premier vagissement du panaméricanisme (Imprimerie Hérissy, Paris, 1955), por François Dalencour, autor de numerosos estudios sobre la historia de Haití. Ya descubrí dónde está en Caracas para su consulta. Un poco largo, pues consta de 325 páginas.  Es apellido me es familiar; Dalencour era el padre de Mlle. Carmen Dalencour, secretaria local en la Embajada de Venezuela en Puerto Príncipe desde los años 50 hasta 1991 cuando fue jubilada. Vivía cerca de mi casa en la Rue F. Dalencour (Musseau), a la derecha de la Route Panaméricaine (o Ave. John Brown) subiendo hacia Pétionville. Frente a su casa había un alto y hermoso tamarindo.

Alexandre Pétion de civil
Se me ocurrió entonces escribir algo sobre Anne Alexandre Pétion  (Alejandro Petión, como lo conocemos en Venezuela y que bien merece el título de Protector de nuestra independencia y libertad). A pesar de la admiración que le profeso desde niño, no tengo en mi biblioteca casi nada sobre este personaje, a quien sus conciudadanos llamaban cariñosamente Papa bon coeur. La mudanza de Puerto Príncipe a Ottawa fue como un naufragio en el que perdí mi biblioteca de temas haitianos (menos mal que ya me la había leído). Tengo Petión y Bolívar; cuarenta años (1790-1830) de relaciones haitiano-venezolanas y su aporte a la emancipación de Hispanoamérica (Ministerio de Educación, Caracas, 1970), por el historiador y diplomático Paul Verna. El libro de Verna no tiene desperdicio y lo comentaremos otro día.

Hoy hablaremos de Petión como persona de buen corazón, amante de la libertad , que fue como un padre para su pueblo. Tal día como hoy, en 1807 fue electo Presidente de la recién fundada República de Haití. El Diccionario de Historia de Venezuela (Fundación Polar, Caracas, 1997) le dedica una pagina entera a este personaje:
(...) En 1803, crea con Dessalines, en Archaie, la bandera nacional de Haití y es uno de los primeros signatarios del Acta de Independencia, la que fue proclamada el 1 de enero de 1804. En 1806, funda la República y da al país su primera Constitución. Elegido Presidente el 9 de marzo de 1807 y reelecto en 1811 y 1816, ocupó la primera magistratura de su país hasta su muerte en 1818. Demócrata sincero, partidario de la moderación, gobernó con patriotismo y desinterés. El pueblo gozó de libertad completa. Redistribuyó entre los campesinos, soldados y militares de todo rango las tierras del Estado y las propiedades de los colonos. Echó los fundamentos de la instrucción creando escuelas y liceos. Para combatir la esclavitud en el Caribe, hizo incluir en la Constitución de 1816 que "todo africano, indio, así como sus descendientes en las colonías que vendrían a establecerse en la República serían reconocidos como haitianos". Su bondad y filantropía eran conocidas por nacionales y extranjeros....
La historia oficial haitiana agrega algo más importante aún. Dicen que "las únicas lágrimas derramadas por su causa fue el día de su muerte". Tal era el cariño que le tenían sus conciudadanos a "Papá Buen Corazón". Se me ocurrió escribir sobre el Benefactor porque hace unos días vi en el perfil Facebook de un amigo una foto de otro Presidente haitiano que era su polo opuesto. Me refiero a François Duvalier, conocido como Papa Doc.

La leyenda al pie de la foto decía:
Dr. François Duvalier  "Papa Doc" (1907 - 1971)
Este Sr. cuando murió también era un "Buen Hombre" y merecía respeto, amaba a su pueblo como nadie... nadie debía burlarse de "Papa Doc" porque era un ser humano y la muerte de un ser humano se respeta, bueno, así dicen los hipócritas cuando muere alguien que hace daño...
Papa Doc debía ese apelativo cariñoso a su acción como médico durante las campañas de salud pública y saneamiento ambiental impulsadas por los gobiernos haitianos en los años 40. Esa fue la causa de su victoria electoral en 1957. Su gobierno fue un régimen de terror; familias enteras fueron exterminadas; la corrupción, la arbitrariedad y el abuso de poder campeaban, y corrieron ríos de lágrimas en todos los hogares haitianos. La represión no se limitó a los opositores sino que también llegó a sus partidarios que no lo amaban sino que le temían. Llegó a cambiarle los colores a la bandera nacional, sustituyendo el azul por negro, para manipular la creencias de los seguidores de vudú (aunque él no creía en eso, pero explotaba su imagen como Baron Samedi, el Loa de los cementerios y la muerte).

El temor que inspiraba era tal que aun después de muerto hacía temblar. Se cuenta que el día de su entierro, al doblar el cortejo procedente del Palacio Nacional, la Corte Suprema de Justicia y el Altar de la Patria, al cruzar en la esquina de la Rue de l'Enterrement hacia el cementerio, se levantó una tolvanera sobre el ataúd  Los dignatarios que lo llevaban en sus hombros, soltaron la caja y salieron corriendo mientras gritaban: "El Diablo vino a llevárselo". Pasada la ráfaga, el cortejo siguió su ruta como si nada hubiera sucedido.

La haitianos aún recuerdan con gratitud su Edad de Oro con Papa Bon Coeur y execran el momento en que llegó al poder Papa Doc y su horda de Tonton macoutes.



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