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sábado, 19 de octubre de 2013

Bodas negras / Obra macabra

Amanecer en el cementerio de los Hijos de Dios, por Nicolás Ferdinandov (1919)


OBRA MACABRA

Oye la historia que contóme un día
el viejo enterrador de la comarca:
Era un amante a quien, con saña impía,
su dulce novia le robó la Parca...

Todos los días iba al cementerio
a visitar la tumba de la hermosa;
las gentes murmuraban con misterio:
Es un muerto escapado de una fosa.

En una horrenda noche hizo pedazos
la losa de la tumba abandonada,
cavó la tierra y se llevó en sus brazos
el rígido esqueleto de su amada.

Y allá en su triste habitación sombría,
de un cirio fúnebre a la llama incierta,
sentó a su lado la osamenta fría
y celebró sus bodas con la muerta.

Ató con cintas los desnudos huesos,
el yerto cráneo coronó de flores,
cubrió la horrible boca con sus besos,
y le contó sonriendo sus amores.
Llevó la novia al tálamo mullido,
se tendió junto a ella enamorado,
y para siempre se quedó dormido
¡al esqueleto rígido abrazado!


Este viejo poema del padre Carlos Borges, es también, con algunas modificaciones, la letra de un famoso bolero hecho muy popular en América Latina, entre otros, por Julio Jaramillo. Se le ha atribuido erróneamente al cubano Julio Flores. En estos días, releyendo el libro Ternera y puerta franca (Planeta, Caracas, 2003), de Oscar Yanes encontré extractos de dos artículos del padre Borges sobre este poema y su historia, publicados originalmente en las revistas Atenas (1912) y La Lectura (1923). Mientras escuchamos a Julio Jaramillo, leamos lo que escribió el presbítero poeta, quien tenía un bajo concepto de estos versos:




Puente Anauco, Candelaria. Allí Manuel Díaz Rodríguez dió a conocer el Cancionero de H. Heine a Carlos Borges
Postal antigua
Tenía yo dieciocho años y era estudiante de jurisprudencia en la Universidad de Caracas. Manuel Díaz Rodríguez, algo menor que yo en edad, estudiaba entonces medicina. Ya habíamos sido condiscípulos en el Santa María durante los dos últimos años del curso filosófico.
Una de aquellas noches inolvidables, noches de íntimas confidencias en el puente Anauco, Manuel puso en mis manos el Cancionero de Heinrich Heine, traducido por Llorente. Hasta entonces yo conocía muy poco del gran poeta alemán. No obstante, la mala traducción, sus versos me encantaron.
Desde aquel día Heine fue el poeta de mis predilecciones y su amargo romanticismo ejerció en mi espíritu una honda influencia morbosa.
Canté, en versos lúgubres, amores fantásticos; en plañideras rimas, lloré supuestos infortunios; di serenata a las tumbas, en las del camposanto, bajo los cipreses melancólicos, bañados por la luna; y me afronté con los espectros, armado en punta en negro como un caballero de la muerte.
Carlos Borges
Fue entonces cuando, una noche de insomnio, con el título de Obra macabra, escribí en versos detestables cierta canción fúnebre que, atribuida a Julio Flores, tuvo la suerte de alcanzar una inmensa popularidad en toda la América española. No hay pueblo de Venezuela ni de Colombia donde no la canten mujeres románticas y trovadores de arrabal. Muchas veces la he oído en boca de lindas muchachas, al son del piano o la guitarra, en claras salitas caraqueñas y en las playas de Macuto bajo el palio de los uveros, como también en lejanas aldeas del interior, dolientemente acompañadas por el triste cuatro del llanero. En dos ocasiones, y con distintas músicas, sorprendióme el melancólico placer de escucharla, primero en La Habana, desde una azotea, y luego en México, cantada esta vez por una Loreley del arroyo, en la ignominia de un congal. Hace muchos años que, bajo el peregrino rótulo de Contestación de la canción Murió sin una lágrima, fue publicada anónima en ciertos aguinaldos navideños, editados en Caracas (...) Razón tiene el proverbio:"más vale caer en gracia que ser gracioso". El favor y la simpatía con que el público americano acogió tan pésimas estrofas, indudablemente se deben a la paternidad putativa de Julio Flores. El nombre del poeta querido transformó en brillantes luciérnagas los oscuros gusanos de mis versos. Por mi parte, jamás llegué a publicarlos. En mil ochocientos noventa y tres di copia de ellos a don Julio Calcaño, junto con otras composiciones que me pidió para el segundo tomo del Parnaso venezolano. Después hice dos copias más que entregué a los señores Agustín Silva y Gerónimo Maestre. No sé quién fue el primero en dar a la luz pública las referidas lamentables estrofas, pero es lo cierto; mis fúnebres tenebrionas volaron en la prensa, desde su nativo surco, orillas del Guaire, hasta México y la Argentina.
Alguien me asegura que esta triste, aunque afortunada composición, corregida e inserta bajo el título de Bodas negras, aparece en un volumen de versos de Julio Flores. Por lo que a mi me toca, no lo afirmo, puesto que no me consta. Sin embargo, fuerza es convenir en que si tales versos no son de Julio Flores, merecen serlo. Tienen  toda la lugubria característica de aquel macabro trovador.
Con toda la vergüenza que produce el confesarme autor de semejantes rimas, cópiolas aquí en penitencia por mi antiguo sacrilegio heiniano, tal como las escribí en aquella época y como las cantan nuestras sencillas y encantadoras cancioneras, sin tocarlas ni una sola palabra, con su Parca y su saña impía, etc, etc, etc, etc. Absuélvame el lector en gracia de mi arrepentimiento...
Oye la historia que contóme un día
el viejo enterrador de la comarca:
Era un amante a quien, con saña impía,
su dulce novia le robó la Parca...

viernes, 5 de abril de 2013

Chopin nocturno

Noche estrellada, por Vincent van Gogh

CHOPIN NOCTURNO

A mi amigo el notable pianista Narciso L. Salicrup
(en su día - 1893)


Es media noche... la vecina selva,
la playa, el monte, el mar... todo es silencio!
Y el artista, la frente enardecida,
en el jardín, a solas con sus sueños.

Como notas de luz en el pentagrama
inmenso de los cielos,
se miran las estrellas esparcidas
por el Eterno Artista... Los abetos,
los pinos melancólicos, los sauces,
como a gigantes liras hiere el viento;
¡Extraña sinfonía de los bosques
acompañando el himno de los cielos!

Puesto el oído al eco de la noche,
a la voz de las ondas y los vientos,
viajera el alma en el país brumoso
de lejanos, tristísimos recuerdos,
el grande artista sueña... ya lo invade
la inspiración del genio,
la encarnación del arte
ya informa el ideal de su cerebro...

Después... febril, apasionado, loco,
luz en los ojos y en la frente fuego
intérnase en la sombra
el gran salón desierto...
Y acariciando el piano adormecido
le cuenta sus ensueños...
Escuchad!... ¡es el canto de los astros,
la armonía del alma y de los cielos!


Plazoleta Independencia, Puerto Cabello (1903)
Tomado de http://familiabrandt.blogspot.com

Para el Hit parade de esta semana, presento el Nocturno Op. 55, N° 2 de Fréderic Chopin, interpretado por Daniel Barenboim. El poema que lo acompaña es del sacerdote y poeta venezolano Carlos Borges, quien lo dedicó a un amigo Narciso L. Salicrup, pianista y compositor activo en Caracas y Puerto Cabello a finales del siglo XIX.



jueves, 28 de marzo de 2013

Siega y vendimia



SIEGA Y VENDIMIA

I

El día, los campos que enlutó la noche
Con sus primeras rosas engalana
Y prende el sol cual diamantino broche
En la túnica azul de la mañana:

El viento juega con la luz naciente
En las doradas mieses del plantío,
Y riza acariciando dulcemente
La blanda cabellera del estío.

Ya llegan los alegres segadores,
Contento el corazón, el brazo fuerte,
Entréganse a las rústicas labores
Que el pan en vida y en amor convierte.

La siega comenzó... Rinde su seno
La rubia espiga con la hoz tronchada
Y un río pactolo por el campo ameno
Se extiende hacia la éra afortunada.

Oscura Ruth de la vecina aldea,
Una muchacha de la ermita viene,
Y en las espigas que la brisa orea
Los dulces ojos con amor detiene.

Su rostro radia con belleza extraña
En el suave misterio del Santuario
Donde colma de dicha su alma pura
El dulce prisionero del Sagrario.

II

Al vespertino encanto, en la remota
Linde del horizonte, el cielo miente
Un lago en cuyas agua flota,
Nenúfar gigantesco, el sol poniente.

Del verde otero por la fresca falda
Buscan las aves con alegre coro
Entre tupidas grutas de esmeralda
La miel ardiente del racimo de oro.

Piensa el vendimiador, ya fatigado,
En los encantos de su hogar vecino,
Do habrá en las noches del invierno helado
Repuestos odres de oloroso vino.

La vendimia finó... Cien carros ledos,
Del rico fruto de la vid colmados
Pasan... y gime el viento en los viñedos
De su fragante gloria despojados.

Triste Noemí que a la turba esquiva
Una anciana de nívea cabellera
Fija su honda mirada pensativa
En los racimos que el lagar espera.

Y reclina su lánguida cabeza
Que hacia la tumba con temblor gravita
Mientras la tarde moribunda reza
En la vieja campana de la ermita.

Y sueño con los cálices benditos
Que rebosa la Sangre Redentora
Y en éxtasis de anhelos infinitos
La pobre anciana se prosterna y ora.


Hacía tiempo, unos seis meses, que no publicaba en esta bitácora algún poema del P. Carlos Borges. Hoy, revisando la antología de su obra compilada por J. M. Núñez Ponte,  Páginas perdurables (Enrique Requena Mira, Caracas, 1955), encontré este poema poco conocido del sacerdote y poeta caraqueño. Para leer más de este autor, ingresar por aquí.

sábado, 18 de agosto de 2012

La confesión


LA CONFESIÓN

La regia capilla silente y oscura...
Susurro de sedas... olor femenil;
la real penitente, de altiva hermosura;
el confesor blando, discreto y gentil.

Con rostro apacible, sin una sorpresa
escucha en silencio el padre Araoz
las suaves arrullos con que la princesa,
llorando sus culpas, enmiela la voz.

- Acúsome, padre, de un mal pensamiento
que en las Ursulinas me inspiró Satán,
al ver en el vasto jardín del convento
pasearse una monja con el capellán.

Padre, en el espejo miro con orgullo
de virgen intacta mi piel de satín,
el mórbido seno de erecto capullo,
los hombros torneados color de jazmín.

Al lúbrico enano, con goce furtivo
enseño mi cuerpo desnudo por ver
del mísero tántalo, grotesco y lascivo,
cual dos llamaradas los ojos arder.

¡Ay, padre! leyendo la Santa Escritura
suspiro en el Cántico del Rey Salomón;
David me enamora con tanta bravura
y a Dalila envidio su fuerte Sansón.

Me agita un extraño impulso violento,
conjunto indecible de amor y crueldad:
cuando miro sangre, no sé lo que siento,
si horror o delicia, placer o piedad.

De mis palafrenes desgarro las ancas
a golpes de fusta...; cegué a un ruiseñor.
Y con inocentes palomitas blancas
de puro capricho mantengo mi azor.

Ardiendo en lujuria, con raros antojos
las frescas mejillas de un paje mordí,
y como sonriera llorando, en los ojos
por cada mordisco cien besos le di.

Miré a una gitana morir en la hoguera
por obra y justicia de la Inquisición,
y me causó gracia la linda hechicera
de carnes morenas tornarse en carbón.

A un bravo hugonote le daban tortura
tendido en el potro no quiso abjurar;
y yo le miraba con honda ternura,
¡tan joven, tan bello!... me puse a llorar.

Acúsome, padre, que un príncipe rubio
de mí enamorado, al Rey me pidió;
lo herí con desdenes y roto el connubio,
por mi en las batallas la muerte buscó.

Ya tengo un pecado muy grande, un delirio
de amor que al infierno me conducirá...
él es mi tortura, mi gloria y martirio...

... la erótica dama con melifluo acento
aguza, cual silbo de sierpe, su voz,
y en cálido soplo, su vívido aliento
abrasa la frente del padre Araoz.

Acúsome, padre, que mi vida llena
un amor sacrílego, soberbio y fatal...
idolatro a un hombre que Roma encadena
y en mí ve la fruta del Bien y del Mal.

Por él despreciara mi origen augusto,
él solo domina mi regia altivez,
si él lo quisiera... daríale con gusto
mi sangre, mi vida... mi real doncellez!

Perdóneme, padre... - ¿Quién es ese hombre?
- murmura el levita con trémula voz;
Decidme, Princesa... decidme su nombre...
¿Su nombre?... ¡Dios mío!... ¡El padre Araoz!





La Confesión es quizá el poema más popular del padre Carlos Borges. Varias generaciones de venezolanos lo recitaron y se puede decir que forma parte del hit parade lírico criollo. Tal vez su éxito se deba a haber sido escrito por un sacerdote y estar cargado de morboso erotismo. Esa penitente seguro que causó desazón al pobre padre Araoz, quien tal vez salió corriendo del confesionario por miedo a esta súcubo, Lilith en persona. Siempre me recordó a una joven de buena familia de Maracaibo que deseaba de esa manera a un sacerdote. Fue a finales del siglo XIX... ¡De los muertos no se habla!

Dediqué un buen rato a buscar las ilustraciones que reflejaran bien el estado del alma de la famosa princesa. Al final me decidí por el pintor surrealista francés Claude Verlinde, nacido en 1927. Me gusta su arte, que me recuerda un poco al Bosco.

viernes, 17 de agosto de 2012

La época del padre Borges

Cardenal José Humberto Quintero Parra
Primado de toda Venezuela
1902-1984
En 1953 el gobierno venezolano quiso honrar la memoria del padre Carlos Borges, eminente literato caraqueño y excelente orador sacro y patrio. El acto se celebró 2 de marzo de ese mismo año en la Biblioteca Nacional y se invitó como orador de orden a Mons. José Humberto Quintero Parra, al momento Obispo Auxiliar de Mérida, quien en pocos años sería el primer Cardenal venezolano.

Fue el Cardenal Quintero un verdadero Príncipe de la Iglesia; unía en sí una sincera vocación sacerdotal, inteligencia, mansedumbre, criterio político y una sólida formación intelectual, que lo llevó a ser individuo número de las academias de la Historia y de la Lengua. Era también un buen orador, lo que tal vez motivó que se le seleccionara para la ocasión.

Sin embargo, este no es el tema del artículo sino el padre Carlos Borges y su época; una de las mejores para la literatura venezolana (y de las peores para las libertades ciudadanas). Era una Venezuela que se recuperaba lentamente de casi un siglo de guerras civiles y caudillismo; plagada de enfermedades; con escasa población y una expectativa de vida de 42.5 años; una economía agraria (sólo el 10% de los venezolanos vivía en ciudades), una alta tasa de analfabetismo, y vivía bajo la PAX GOMERA... mas en las pocas ciudades de Venezuela bullía la vida intelectual. Veamos lo que nos dice Mons. Quintero:
Presbítero Carlos Borges (1867-1932)
con su uniforme de Capellán del Ejército
Foto tomada de http://lbarragan.blogspot.com/
Mi agradecimiento al amigo Luis Barragán.
Indiscutible título de hidalguía fue para Carlos Borges haber nacido en Caracas; pero a este título lo aventaja otro más elevado, fuerte y meritorio: haber triunfado en Caracas. La evocación, al menos en rápidos trazos del medio literario en que le cupo vivir, nos servirá para apreciar a cabalidad la magnitud de ese triunfo. No eran mediocridades, o figuras de oropel las que en esos años formaban aquí el augusto senado de las letras: un numeroso grupo de escritores selectísimos daba entonces a esta capital facciones atenienses. Basta pensar en esos tiempos, tan vecinos a los nuestros y a la vez tan lejanos, se veía frecuentemente, platicando en las puertas de la Casa Amarilla, a escritores de la talla y fama de (José) Gil Fortoul, (César) Zumeta y Lisandro Alvarado. La ceiba de San Francisco, con amor de abuela venerable, escuchaba silenciosa y complacida los diálogos vespertinos que a su amparo sostenían Manuel Díaz Rodríguez, Pedro-Emilio Coll, Andrés Mata y Santiago Key-Ayala, mientras que de la cercana Universidad, concluída la clase y rodeado de discípulos, salía Esteban Gil Borges. Con (Rufino) Blanco Fombona, (Francisco) Lazo Martí, Eloy González, (Laureano) Vallenilla Lanz, (José Manuel) Núñez Ponte, Pedro Manuel Arcaya o Luis Correa fácilmente tropezaba el transeúnte en las calles. Y no era excepcional cruzarse en la Plaza Bolívar o en las cercanías de las Academias con la gravedad de Monseñor Juan Bautista Castro, con la elegancia de Eduardo Calcaño, con la imponencia de Eduardo Blanco o con la honorabilidad de Don Felipe Tejera. Puede sin duda una colina llamar la atención cuando en torno suyo sólo se extiende la pampa; pero para que en toda una cordillera un monte se haga especialmente notar, requiere no pequeña altura. Y Carlos Borges logró distinguirse en medio de estas cumbres de la literatura venezolana.
Ceiba de San Francisco,
lugar de tertulias
Ciertamente, esa breve lista es como un inventario de lo mejor de las letras venezolanas. Es también un indicio de la riqueza intelectual de un país empobrecido, cuya capital era poco más que una aldea. Para 1920 la población de Caracas alcanzaba 92.212 habitantes, y hacia 1936 ya eran 203.342. La irrupción de la industria petrolera en la economía nacional explica ese salto cuantitativo en la población. Para el momento del discurso de Mons. Quintero, Venezuela era ya el primer exportador mundial de petróleo; se había combatido eficazmente el paludismo; los planes de alfabetización daban muy buenos resultados, y había mucho dinero que permitía a la dictadura militar "modificar el medio físico", a los ciudadanos "bajarse de los cocoteros para abordar Cadillacs", y la población de Caracas se acercaba al millón de habitantes.

Universidad Central de Venezuela
hoy Palacio de las Academias
Lamentablemente, el número de intelectuales y literatos no aumentó de manera proporcional a la población. Las nuevas generaciones, muy valiosas, que ocuparon el lugar que dejaban los positivistas y modernistas, pertenecerían a otras la corrientes literarias y políticas, pero nunca volvería a haber tal concentración de escritores per capita. ¿Sería a causa del petróleo y el bienestar económico? ...Quién sabe.

Ya conocemos a algunos de los personajes mencionados por José Humberto Quintero. Hace unos días publiqué una vieja foto en la que aparecen algunos de estos escritores, junto a otros de generaciones posteriores.  También he publicado algo de Pedro-Emilio Coll, Luis Correa, Santiago Key-Ayala,  y Francisco Lazo Martí; poco a poco iremos aproximándonos a esta era dorada.


Eloy González, César Zumeta, Miguel Mármol, Leopoldo Torres,
Pedro E. Coll, Andrés Mata y Luis Lecuna

Esa generación también tuvo un lado oscuro que Mons. Quintero, tal vez por pudor, no nos menciona: entre ellos se cuentan los ideólogos que apoyaron la tiranía más larga que haya vivido Venezuela. Sea suficiente mencionar a José Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz, César Zumeta, o Esteban Gil Borges para identificarlos; o a Manuel Díaz Rodríguez y al propio padre Carlos Borges como escritores al servicio del régimen de Juan Vicente Gómez. Talento sin probidad..., pero eso no les quita mérito intelectual; debe servirnos de reflexión.

Juan Vicente Gómez
1857-1935
La generación de relevo insurgiría con un mayor compromiso con la sociedad venezolana y su libertad. A ellos también los iremos conociendo.

Generación del 28


sábado, 31 de marzo de 2012

LAS SIETE PALABRAS


La meditación de las Siete Palabras es una vieja costumbre católica que se remonta a la Edad Media. Son las siete frases que dijo Jesús en la Cruz y están recogidas en los Evangelios. Fueron recopiladas y analizadas por primera vez por el monje cisterciense  Arnaud de Bonneval en el siglo XII. A partir de ese momento teólogos y oradores sacros han profundizado en consideraciones teológicas y piadosas. Fue San Pedro Bellarmino (1542-1621), Doctor de la Iglesia, quien impulsó su difusión y práctica en su tratado De septem Verbis a Christo in cruce prolatis, que se puede leer entrado por aquí.
No sólo oradores sacros y teólogos han tratado el tema de las Siete Palabras. Entre los músicos destaca Joseph Haydn, quien compuso una excelente obra para una cofradía gaditana. Algunos poetas místicos también se han inspirado en las últimas palabras de Cristo para componer poemas. Hoy les traigo Las Siete Palabras, por el sacerdote y poeta caraqueño Carlos Borges, que destaca por su lenguaje sencillo y sentido, que contrasta con sus obras más alambicadas y modernistas.


LAS SIETE PALABRAS
pronunciadas por Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz

por el Presbítero Carlos Borges

Primera Palabra
Tus verdugos se complacen,
mas Tú, Señor, los bendices:
Padre, perdónalos, dices,
pues no saben lo que hacen.
  
¡Oh Jesús del alma mía!
impetra al Padre amado
que perdone mi pecado
pues no supe lo que hacía.

Segunda
Un ladrón tu gracia quiso
y el Reino eterno le das
diciéndole: Hoy estarás
conmigo en el Paraíso.
  
Yo también mis culpas lloro
y con fe pura y ferviente,
como el ladrón penitente
tu misericordia imploro.

Tercera
Como ternísimo Padre
dices con amor prolijo
a María: Ese es tu hijo,
y a Juan: Esa es tu madre.

¡Oh infinita caridad
del Divino Salvador!
siendo tu Madre, Señor,
la das a la humanidad.

Cuarta
Alzando el rostro llagado
al cielo triste y sombrío,
Jesús exclama: ¡Dios mío!
¿Por qué me has desamparado?

Por el inmenso dolor
que en tu semblante se advierte,
en la hora de mi muerte
no me abandones, Señor.


Quinta
Cristianos, compadeced
a Jesús que en su tormento
de nuestras almas sediento
dice ahora: Tengo sed.

Para aliviar tu quebranto
y consolar tus dolores
yo aplacaré tus ardores
con la fuente de mi llanto.


Sexta
El imperio del pecado
fue vencido por Jesús;
por eso exclama en la cruz:
Todo está ya consumado.

Gracias, ¡Oh Dios verdadero!
que en tu sagrada Pasión,
fuente de vida y perdón
abres para el mundo entero.


Séptima
Sintiendo ya el mortal frío
Jesús exclama muriendo:
En tus manos encomiendo
mi espíritu, Padre mío.

¡Oh Jesús! de mi agonía
llegará pronto la hora:
en tus manos desde ahora
encomiendo el alma mía.



martes, 14 de febrero de 2012

Peregrinación de Lourdes, entre Caracas y Maiquetía

P. Santiago Machado
 En los últimos días la pereza me ha mantenido alejado de este Blog. Mala cosa; la Pigritia es un feo pecado. Quise escribir antes del 11 de febrero sobre la peregrinación y procesión anual en honor a la Virgen de Lourdes, que es la devoción lourdista más antigua fuera de Europa. Ya parece extemporáneo y sin embargo aún se puede aportar algo nuevo.

En el Blog Caracas en Retrospectiva de mi amiga María F. Sigillo (http://mariafsigillo.blogspot.com/2012/02/peregrinacion-de-la-virgen-de-lourdes.html) hay una buena reseña bellamente ilustrada sobre la Peregrinación y sus 128 años de historia, así como información sobre su fundador el P. Santiago Machado. Invito a visitar ese espacio dedicado a la Caracas de antaño y deleitarse con sus artículos e ilustraciones.

Supe de la existencia de esta antigua tradición mariana hace casi 40 años a través de una compañera de clases en la Escuela de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela. Ella hacía el recorrido completo desde la Iglesia de la Divina Pastora en Caracas, subiendo por el antiguo Camino de los Españoles, hasta la Iglesia de San Sebastián en el pueblo de Maiquetía. Hay que estar en buenas condiciones físicas para efectuarla porque el camino es fragoso, se asciende desde Caracas hasta casi 2000 msnm y luego se desciende hasta el nivel del mar. A pesar de la dificultad física y lo largo del trayecto, cada año entre 1000 y 3000 fieles acompañan la imagen en su procesión desde la misa a las 5 am en La Pastora hasta la ceremonia de clausura a las 5 pm, en Maiquetía. Debería animarme a hacerla antes de que la edad me lo impida.

Accidentalmente me tropecé en estos días con un himno escrito por el P. Carlos Borges, de quien ya publicamos algo, compuesto para la Coronación de Nuestra Señora de Lourdes en Maiquetía, que transcribo más adelante.

ACTUALIZACIÓN (febrero de 2013):
Siervo de Dios Juan Bautista Castro
Arzobispo de Caracas
Siendo Deán de la Catedral de Caracas se
iniciaron las peregrinaciones de Lourdes.
Nuestra Señora de Lourdes tiene Santuario en Maiquetía. Fue levantado por el Padre Santiago Machado entre 1883 y 1884, y se bendijo el 11 de febrero de este último año. Pretende ser una perfecta reproducción de la gruta de Massabielle donde se apareció la Virgen a Bernardette. El Padre Machado viajó expresamente a Lourdes para conocer el sitio que luego replicaría en su parroquia del litoral de La Guaira. Fue la primera gruta de Lourdes erigida en Venezuela y en América. Las célebres peregrinaciones anuales desde Caracas a Maiquetía por el antiguo camino de los españoles, las comenzó el Padre Juan Bautista Castro (luego Arzobispo de Caracas). El doctor Juan Pablo Rojas Paúl, presidente de la República, y amigo personal del Padre Castro, contribuyó con dos pesos para los gastos de la primera peregrinación.
Fuente: Alfredo Armas Alfonzo. La tierra de Venezuela y los cielos de sus santos. (Armitano, Caracas, 1976)
Para conocer más sobre la obra del padre Machado, ingresar por aquí.

Imagen de Nuestra Señora de Lourdes, en procesión, bajando a Maiquetía.

AVE MARIS STELLA!

HIMNO PATRIÓTICO

Coro

Hoy la patria querida pregona
de la Virgen sin mancha el honor
y su cándida frente corona
con triunfante diadema de amor.

1
Tierra amada de la Eucaristía,
dulce patria que vida nos das,
Mientras honre tu pueblo a María,
grande, libre y gloriosa serás.

Hoy la patria...

2
A tus plantas ¡Oh Virgen bendita!
posternada con santo fervor,
Venezuela te implora contrita
que le alcances la paz del Señor.

Hoy la patria...

3
Flor de Lourdes, regalo del Cielo
a este valle de llanto y de cruz,
blanca luna de amor y consuelo
no nos niegues tu plácida luz.

Hoy la patria...

4
No te alejes del trono bendito
que la patria te quiso elevar
bajo el límpido cielo infinito
ante el vasto horizonte del mar.

Hoy la patria...

5
Custodiando tu real monumento
como prócera guardia de honor,
con sus verdes penachos al viento
las palmeras proclaman tu amor.

Hoy la patria...

6
Para ti nuestras rosas florecen:
y en el diáfano azul celestial
los celajes pendones parecen
que publican tu fiesta triunfal.

Hoy la patria...

7
Las estrellas coronan tu frente
y te incienza la brisa al pasar,
mientras roza tus plantas ferviente
su rosario de espumas el mar.

Hoy la patria...

8
De una cruz bajo el peso glorioso
la montaña su dorso humilló,
y en la cumbre del Ávila hermoso
tus grandezas el pueblo cantó.

Hoy la patria...

9
¡Cuán alegre la patria bandera
en las naves se ve tremolar,
saludando la dulce ribera
donde brilla la Estrella del Mar.

Hoy la patria...

10
Este pueblo que en tierna confianza
besa humilde tus cándidos pies,
en Tí cifra su eterna esperanza
premia, ¡oh Madre! su amor y su fe.

Hoy la patria...

11
Ya que todo lo puedes, María,
ya que nada te niega el Señor,
haz que logre por Tí Maiquetía -
Nueva Lourdes- prodigios de amor.

Hoy la patria...

12
¡Cara patria, levanta la frente
y a los fuertes no temas jamás,
porque honrando a la Virgen Potente
grande, libre y gloriosa serás!

Hoy la patria...


Peregrinación de la Virgen de Lourdes 2012
Subida desde Caracas
Foto de un seminarista de La Guaira.

sábado, 28 de enero de 2012

Carlos Borges: entre la mística y la bohemia



LÁMPARA EUCARÍSTICA

1
En el templo silencioso, frío, inmenso del espacio
la enlutada noche reza su rosario de diamantes
con su manto de tinieblas, negro lúgubre, viudas
doloridas, vacilantes
como lágrimas piadosas por un paño funeral.
¡Oh las pálidas estrellas! ¿Son los ojos de los ángeles
o las almas de los muertos que nos miran tristes gentes
desterrados en aqueste fosco valle del dolor?
¿Las aureolas de los santos, o las lámparas ardientes
de las vírgenes prudentes
aguardando soñolientas la venida del señor?

2
En el templo majestuoso, claro, inmenso del espacio
la radiante noche teje su guirnalda de áureas flores
que al altar del firmamento inefable aroma dan:
y se entreabren dulcemente con suavísimos fulgores
los luceros tembladores,
y es un lirio blanco Sirio, una rosa Alderabán
¡Oh las pálidas estrellas! ¿Son las perlas de esos mares
infinitos? ¿Son las joyas de la virgen esparcidas?
¡O las místicas antorchas del banquete celestial?
¿Son las luces de la patria suspirada? ¿Las ya idas
esperanzas queridas
que murieron en las cruces donde esplende el ideal?

3
En la calma silenciosa de las noches estrelladas
la eternal magnificencia a la mente maravilla
al espíritu amedrenta con tremenda majestad;
más que el brillo de los soles amo yo tu lucecilla
primorosa lamparilla
que iluminas de la Hostia la profunda soledad.
Siempreviva del santuario, amorosa sulamita
que compartes la tristeza del Amado que te cela,
y calientas con sus rayos su albo lecho virginal.
¡Cómo envidio tu ventura, vigilante centinela,
tú que cuentas siempre en vela
los latidos inefables de su pecho paternal!

4
¡Oh Jesús enamorado, tierno esposo de mi alma,
no me basta ser el cirio que en las horas de alegría,
se consume en tus altares en ardiente adoración:
en tus horas de abandono quiero hacerte compañía,
haz que tenga noche y día
como lámpara eucarística encendido el corazón!
No me apartes, Jesús mío, de la estrella del sagrario;
vayan otros poseídos del piadoso noble anhelo
la grandeza de tus obras en el orbe a contemplar;
y a buscar para adorarte con ferviente, santo celo
el inmenso altar del cielo.
¡Tú me bastas, Amor mío, en el cielo del Altar!

El padre Carlos Borges (1867-1932) es el autor del bello poema místico que acabamos de leer. Difícilmente podría pensarse que también sea, según Julio Garmendia, el padre de la poesía erótica venezolana. Pero el P. Borges fue así; vivía en un vaivén entre su sentida vocación sacerdotal y una vida pública y privada que fue escándalo de los fieles y un dolor de cabeza para la jerarquía católica venezolana. Políticamente fue lo que en el lenguaje del siglo XIX se llamaba un "áulico"; siempre pegado al poder, al servicio de los tiranos Cipriano Castro (El Cabito, El Mono Lúbrico, Siempre Invicto) y Juan Vicente Gómez (El Bagre, El Benemérito General). Arturo Uslar Pietri lo pone como personaje central en su novela Oficio de Difuntos bajo el nombre  de Padre Solana ("Yo nací para escandalizar. Ha sido un sino de toda mi vida").  Su mismo carácter lo llevó a una vida azarosa hasta que se encontró con Juan Vicente Gómez, quien en cierto modo lo aplacó y dio un uso a su capacidad intelectual, como su capellán y como orador cívico y sacro.

Rafael Arráiz Lucca en su Antología de la Poesía Venezolana (Panapo, Caracas, 1997), refiriéndose a Borges, nos dice:
No es una noticia sin importancia el hecho de que el poeta haya sido sacerdote de la Iglesia Católica, por el contrario, mucha de la pasión con las que están escritos sus versos tiene su fuente en la devoción sacra. Dicen sus biógrafos que se destacó como orador en el púlpito y como hombre de la Iglesia. Pero parece ser que su vida dentro de la institución milenaria no fue del todo cómoda. Conoció la expulsión, dada su pulsión tumultuosa, pero también mordió la arena del arrepentimiento y regresó al redil. El erotismo de su poesía es insoslayable: ardió en él la vena erótica de los místicos. Antonio Arráiz opinó de su obra: "Y los que oían o leían sus poemas sentíanse estremecidos por una inexperimentada fruición, semejante a la que produce la mezcla de lo dulce y de lo ácido en una fruta tropical, por aquella mezcla de pecado y de piedad, de sensual delectación y de ardiente misticismo, que revelaba en su autor la dualidad del poeta pagano, enamorado de la vida, y del poeta cristiano, con las miradas fijas en el más allá".
En vida, Borges publicó un breve tomo denominado Páginas Selectas (1917). Fue en 1955 cuando el Ministerio de Relaciones Interiores publicó una antología más completa, Páginas Perdurables, a cargo de José Manuel Núñez Ponte (Biblioteca Rocinante, Caracas), reeditada y ampliada en 1971 por Enrique Requena Mira. La obra del padre Borges es tan variada que pronto volveremos a él. Por lo pronto, les dejo un poema sensual.



RIMAS GALANTES

Quiero verte desnuda como una azucena
manecita de seda candorosa y fragante:
Quiero verte desnuda como un lirio, filena
florecita que oculta el capullo del guante.

Dulce fruta vedada, la serpiente me incita,
es goloso mi labio y con sed delirante,
beber quiero la gloria de tu miel exquisita,
manzanita que guarda la corteza del guante.

Sirio triunfa en la inmensa joyería del cielo:
Muestra al rey de la noche tu blancura radiante,
y verás como al punto Sirio rabia de celo.
Joyelito que ocultas el estuche del guante.

Aduérmete en mi mano como una paloma,
en un nido viviente que te arrulle y encante,
ya verás como sueñas el edén de Mahoma,
palomita que tiemblas en el nido del guante.

El calor de tu sangre que da fiebre chicina,
la nieve de la perla, el agua del diamante
se incendian alumbrando tu blancura divina,
duquesita que ardes en el seno del guante.

Por ti lloro; si quieres disipar la maligna
intención que me inspire un Mefisto galante
con el agua bendita de mis ojos te signa,
hermanita que sueñas en la celda del guante.

Blanca hija de Jairo en el mármol dormida,
permite que mi labio te oprima un solo instante;
mi beso es taumaturgo y te dará la vida.
Muertecita que envuelve la mortaja del guante.