En esta bitácora encontrarás de todo un poco: libros, textos literarios, gastronomía, historia, música, y otras cosas que pueden ser de tu interés. Tómalo como una visita a mi biblioteca, de donde sale casi toda la información. Paséate por los artículos y, si lo deseas, deja un comentario.
Nos dice Óscar Yanes que el verbo más conjugado en Venezuela es el verbo jalar. La expresión ha dado pie a palabras derivadas y expresiones relativas que forman parte del habla criolla. Veamos qué nos dice don Óscar en el volumen II de Así son las cosas (Planeta, Caracas, 1997):
"La jaladera de mecate", esa expresión popular para definir la adulancia es tradicional en el país. Ya desde 1800 se hablasba de la jaladera de mecate, pero ¿de dónde viene la relación entre la jaladera de mecate y la adulancia?
La tradición venezolana dice que la jaladera de mecate viene del arte de mover la hamaca. Ustedes recuerdan que las hamacas tienen cabuyas o mecates. Si usted se pone a jalar la hamaca mientras el otro duerme, puede aprovechar de contarle cosas, de decirle chismes, de labarlo mientras el tipo se está durmiendo porque usted lo está meciendo suavemente. Dicen que Simón Bolívar fue el hombre a quien le jalaron más, porque dormía su siesta y cuando a golpe de tres de la tarde se tiraba en la hamaca, comenzaban los generales a jalar mecate y a decirle:
-"Mire general, usted sabe que Manuelita..."
-"Oiga general y usted sabe que Santander..."
Bueno, aquella jaladera y que era continua, sin embargo mucha gente no lo cree, porque hay otra cosa, la jaladera de mecate degeneró después en una frase grosera "jalar bolas".
La jaladera es tradicional en el país y un hombre muy importante, un tribuno famosísimo llamado Edecio La Riva, escribió un libro sobre la jaladera llamado Elogio de la Adulancia, aunque él advierte que la palabra adulancia no existe, que debiera ser Elogio de la Adulación. Por cierto que Germán Arciniegas señala que el libro de Edecio es único en el mundo...
(...) Pero volviendo al arte de jalar, Edecio La Riva en su libro aconseja veinticinco normas para jalar, hay tres que me han llamado la atención porque son fundamentales para un gran jalador:
1- Usted no puede estar jalando todo el tiempo, para jalar hay que buscar la oportunidad. Usted no puede, si el individuo está ocupado en otras cosas, pensando en otras cosas, ir a jalar porque pierde su jaladera. Usted tiene que ser un chupamedias prudente, saber cuándo jalar.
2- Usted tiene que conocer profundamente el temperamento del hombre adulado o jalado para que tenga éxito en su jalada (...)
3- Usted tiene que jalar de frente, tiene que jalar como diría alguien de San José "con dos bolas", porque si no, no le funciona la cosa.
Sin embargo, hay una triste conclusión, el arte de jalar como la mentira, como la envidia, es una baja pasión humana. Pero la naturaleza es tan extraña y contradictoria que en el mundo entero todo jalador termina premiado aunque luego la sociedad lo desprecia...
Mientras leía el texto de Yanes recordaba anécdotas de la vida. Cuando iniciaba mi carrera me tocó en suerte trabajar con un artista de la jalada -tal vez se había leído el libro de Edecio La Riva Araujo-, pero se le fue la mano y tuvo un serio problema con el objeto de la jaladera (el jefe). Veinte años después un Embajador amigo común le envía un regalo y me dice: Llévale a Fulano este regalo y dile que lo merece por ser un artista de la jaladera... Al llegar a Caracas me presento en la oficina de Fulano, le entrego el regalo y le doy el recado. Lo tomó como un piropo y lo agradeció.
Siempre hay alguien dispuesto a jalar por jalar y esos fracasan por no ser los suficientemente prudentes y discretos, o desconocer al objeto de la adulación. Hay jaladas que son tan bruscas que duelen. De allí surgen varias expresiones vulgares del léxico criollo de las que recuerdo:
Jala, pero no te guindes
Zutano prefiere jalar bolas a la sombra, que escardilla al sol
Viejo tranvía eléctrico de Caracas. Colección Allen Morrison
Cuando trabajaba en Puerto Príncipe, hace ya más de 20 años, la recepcionista de la Embajada era una caraqueña sanjuanera que conservaba el habla tradicional de Caracas en la era anterior al 23 de enero de 1958. Entre las expresiones que usaba esta venezolana figuraban: "gozar como muchacho comiendo moco" y "gozar como chino en tranvía". Siempre comprendía en primer dicho; hay mucho muchacho "comemoco", pero el de los chinos era otra cosa. Nunca pudo explicarme cómo gozaban los chinos en un tranvía. Me gustó la expresión y a veces la uso.
Hace unos días, leyendo una de las sabrosas crónicas de Óscar Yanes (Así son las cosas. Editorial Planeta, Caracas,1996), encontré la respuesta:
LOS CHINOS GOZONES
"Estás gozando más que chino en tranvía", este refrán se hizo famoso en 1906, cuando los tranvías de caballito fueron reemplazados por los tranvías eléctricos. Bueno, eso fue un escándalo en Caracas. La gente tenía miedo de montarse en tranvía, porque decía que esa era cosa del enemigo malo, y cuando veían el tranvía se metían en los zaguanes, otros salían corriendo y los muchachitos se orinaban, aquello fue terrible. La empresa, para salvar al tranvía de la quiebra, porque la gente seguían montándose en los tranvías de caballito, optó por dar puerta franca, o sea entrada gratis al tranvía. Durante seis meses no se pagaba pasaje para subir, para que la gente pudiera acostumbrarse a viajar en él. Sin embargo, los caraqueños todavía tenían miedo al tranvía y más de uno inmediatamente se levantaba con una cara de gran circunstancia y le decía a su mujer:"Margot, hasta más tarde y cuídame a los muchachos por si pasa algo, que yo hoy me voy a montar en tranvía", inmediatamente, por supuesto, la mujer le prendía una velita a San Miguel Arcángel, o al Corazón de Jesús "Ay Ernesto, cuídate y ten cuidado, cómo se te ocurre esa locura de montarte en tranvía", eso parece exageración, pero es verdad.
Sin embargo, en aquella época uno personajes muy populares en la ciudad eran los chinos; aquellos chinos usaban todavía coleta, como en las películas de Fu Man Chu; tenían su coleta como los toreros pero más grande. Esos chinos eran famosos porque eran lavanderos y planchaban ropa. Las grandes lavanderías, en donde los chinos limpiaban la ropa a palo limpio, tenían unas paletas grandes, le echaban a las camisas y a los camisones jabón y comenzaban a darle palo y palo, y aquello quedaba perfecto. Una camisa planchada por un chino, era una camisa perfecta, eso sí, posiblemente al mes, la camisa ya estaba rota de tanto palo que había llevado. Pero los chinos eran famosos y muy estimados en la ciudad de Caracas; pero no se sabe por qué, cuando dieron tranvía gratis, quienes más se montaban eran los chinos. Los domingos los tranvías estaban llenos de chinos, que casi siempre estaban serios y eran tímidos, en aquella oportunidad montados en su tranvía siempre se iban riendo, gozando un puyero entre ellos, hablando su idioma y riéndose. Entonces el pueblo inventó aquello de que "éste goza más que un chino en tranvía".
Tranvía de caballito subiendo Bolsa a Padre Sierra
Marina, tal era el nombre de la recepcionista, había tenido una vida interesante. Fue pareja, y luego esposa, de un escultor italiano, Americo Montagutelli, que participó en los trabajos del Paseo Los Próceres; luego de la caída de la dictadura, Montagutelli fue invitado por el gobierno de Papa Doc Duvalier a abrir una academia de bellas artes en Haití. Allí conoció al amor de su vida, Gaston Hermantin, con quien se fugó. Gaston y Marina se autoexiliaron en Nueva York y regresaron a Haití a instancias del Cónsul General de ese país, que apreciaba el talento Gaston, quien llegó a ocupar un lugar destacado en el gobierno de Baby Doc Duvalier. ¿Qué habrá sido de Marina? ¿Sobrevivió el terremoto? Me dio muchas horas de grata conversación sobre la Caracas que ella había conocido desde su casa en Pepe Alemán, y sus recuerdos de una ciudad que ya había cambiado.
En estos día de agitación política y despertar ciudadano, abunda algo que dan por llamar "guarinbas", que no es otra cosa que unas barricadas improvisadas donde se amontonan basuras y escombros para impedir el tráfico de vehículos, acompañada de cacerolazos, pitos y consignas, es una forma de protesta política. Hoy Caracas se llenó de guarimbas y el tráfico era más escaso que un domingo en la tarde.
En el sentido clásico, según el Diccionario de venezolanismos (UCV-Academia Venezolana de la Lengua, Caracas, 1993) Guarimba tiene dos acepciones:
1. En el juego de gárgaro, lugar elegido para librarse de la persecución. 2 fig. Refugio, lugar para ponerse a salvo.
Desde mi apartamento he visto algunas de esa barricadas misteriosas que impiden el tráfico, incluso luego de la retirada de los manifestantes. Recuerdo una madrugada en que unos vehículos trataron de cruzar y tuvieron que devolverse a riesgo de sus vidas ¿Qué hubiera sucedido si los perseguían unos maleantes? Hoy a las 5 a.m. me despertó la batahola de los cacerolazos, la vuvuzelas, pitos y gritos de algunos parroquianos "guarimberos". En la tarde vi cómo una ambulancia de rescate coronario tuvo que regresarse al serle imposible llegar a su destino. ¿Qué habrá sucedido con el infartado?
Para calmarnos un poco los ánimos escuchemos Les Barricades Mystérieuses, de Francois Couperin (1668-1733), interpretada al clavecín por Scott Ross, lamentablemente fallecido en su mejor momento profesional.
La bomba incendiaria alemana B1E
Imagen tomada de decoartmunitis.wordpress.com
Hace unos días, cuando publiqué en esta bitácora un artículo sobre los trolls en Internet (aquí), quedó pendiente otro bicho agresivo que se esconde tras el anonimato.Lo encontré mientras buscaba el significado de Troll y es mucho menos inocente que éste. Me refiero a lo que en inglés se conoce como Flamer, que podría traducirse como Incendiario.
Recurriremos otra vez al diccionario de neologismos ingleses The Oxford Dictionnary of New Words (Oxford University Press, Oxford, 1998):
Flame.- Verbo transitivo: En la jerga on line, dirigir un mensaje electrónico a alguien, en cual es destructivamente crítico, abusivo, o encaminado a provocar el disentimiento o la controversia.
Pero lo que más nos interesa es su uso como sustantivo:
La naturaleza impersonal de las comunicaciones electrónicas pueden debilitar la conformidad hacia las convenciones sociales: los mensajes son más directos, el abuso o la crítica aparecen más rápidos e intensos en su naturaleza y las opiniones turbulentas se promueven y defienden con mayor fervor.. Los primeros usos registrados de flame en este sentido, datan de principios de los años 80. Sin embargo, el término sólo llegó a ser conocido fuera de la comunidad electrónica a inicios de los noventa , como resultado del crecimiento del interés en la Internet. Una persona que flamea (o incendia) es un flamer, el nombre colectivo para tales mensajes es flamage, y el sustantivo para la acción es flaming. Si el argumento a abuso se hace extensivo, con muchos individuos uniéndose, se dice que se desarrolla una flame war (también escrita flamewar). Un mensaje deliberadamente provocativo, designado para inducir a alguien a retaliar, es flame bait ( o flamebait). Necesariamente, la mayor parte del flaming tiene lugar en público, fora, grupos de noticias, pero a veces se envía a través del correo electrónico personal, o flame mail. Una persona que coloque un mensaje puede colocarlo en una sección entre las frases flame on y flame off, como una indicación de que contiene material que el lector puede considerar discordante o provocativo, o quizá para atajar cualquier crítica. Los mensajes incendiarios dirigidos en sentido general son generalmente designados como trolls, y aquellos que los envían como trollers...
¿Qué hacer con estos bichos? Yo los veo peores que a los Trollers. Tal vez la mejor manera es bloquearlos. Hay redes sociales que permiten, además denunciarlos como abusivos. Así se les apaga la candela. ¿Cómo los llamaría en castellano? ¿Incendiarios? Mejor se deja el galicismo descriptivo. Así tenemos el verbo flamear y el sujeto flamea. ¿Será?
Hay otros animaletes agresivos que no respetan las normas de cortesía de la Internet. Destaca entre ellos los que escriben todo en mayúsculas (lo que equivale a gritar) y otros más inocentes, o tal vez torpes, que no siguen las normas gramaticales de sintaxis, prosodia y ortografía. A veces da horror leer una perorata llena de faltas gramaticales sin puntos ni como. A esos es mejor dejarlos tranquilos.
Hace casi año y medio, cuando subía a esta bitácora el artículo El arte de la amistad (aquí) se me quedaron en el tintero algunas ideas que sólo esbocé, limitándome a comentar el texto Laelius sive de Amicitia, de Marco Tulio Cicerón. En su momento pensé ampliarlo comentando algunas anécdotas que surgen aquí y allá en el alambicado mundo de la Internet.
Hace unos días, mientras afinaba el índice de las "Etiquetas", recordé la idea original de ampliarlo. El artículo concluía:
¡Qué diferentes son las relaciones cuando priva el interés o el querer llenar un vacío existencial! Esto me lleva de nuevo al tema de los contactos por internet. Como ya dije, su valor principal es mantener en contacto a los amigos, aunque hayan pasado 40 años sin verse (como fue mi caso). También podemos hacer amigos de los contactos fortuitos, pero esa amistad, si perdura, se debe a las condiciones que nos ha indicado Cicerón, no a los mensajitos ocasionales o, peor aún, a los acosos de personas con desajuste emocional. No hay manera de forzar la amistad. Tengo unos cuantos amigos nuevos, de gran calidad, que primero fueron simples contactos, y con el trato pasaron al nivel de amistad. Eso es bueno, pero siempre se requiere el trato personal; como me dijo un taxista: hay que mirarse a los ojos o tomarse un trago...
Le comentaba a unos amigos sobre el particular, aderezándolo con aventurasas vividas en diversos foros, grupos y hasta bitácoras. Recordaba en especial a una señora orquideófila que no me dejaba en paz y me persiguió no sólo en Facebook, sino en otras redes sociales. También rememoraba los esfuerzos de varios de mis amigos por mantener cierto orden en los grupos temáticos que se ven invadidos por seres anónimos dispuestos a irrumpir e incordiar. Pues bien, uno de los presente me sugirió que dedicara un artículo a los "Trolls" y agregó: No alimentes a los trolls
La palabra TROLL me recuerda a algún trasgo o monstruo de la mitología nórdica. Sin embargo tiene también otro significado. Mi viejo diccionario inglés-español (Simon and Schuster's Concise International Dictionary - Simon and Schuster'r, New, York, 1975) muy anterior al desarrollo de la Internet y las redes sociales nos da varias acepciones:
1. Revolver, hacer rodar. 2. cantar en sucesión, cantar en voz alta; cantar alegremente, celebrar cantando. 3. Pescar arrastrando el anzuelo; pescar en (un lago, etc); (fig.) tentar, atraer. 4. (ant) pasar en ronda o círculo, hacer circular...
Vemos pues que es una expresión que sugiere algo reiterativo y circular, vinculado a la pesca de arrastre. The Oxford Dictionary of New Words (Oxford Univérsity Press, Oxford, 1998) nos lo presenta como un neologismo:
Troller. Persona que postea mensajes electrónicos incitantes.
Y nos aclara:
A diferencia de quienes generan el más directo flamage, los trollers dirigen sus mensajes electrónicos, o trolls, generalmente, con la esperanza de que aquellos que lo lean "piquen la carnada". Hay un verbo to troll, y la víctima del trolling puede ser descrita como trolee- Troller y sus términos asociados son aún ampliamente desconocidos fuera de la comunidad electrónica, pero con el crecimiento del interés en la INTERNET, es probable que esto cambia.
Según he leído, visto y experimentado los trollers y sus trolls han proliferado. Muchos internautas, escondidos detrás de anonimato se dedican a irrumpir, incordiar, distraer la atención de grupos o personas con un fin que no es otro que llamar la atención a su pobre personalidad que necesita ser el centro del universo. El anonimato, que siempre es malo, les permite hacer lo que no se atreven cara a cara. A veces el anonimato no aparenta tal, pues se presentan también con nombres propios o pseudónimos, en cuyo caso la distancia los protege. No me gustan los anónimos, pues a la sobra del misterio sólo prospera el crimen. Además, creo que, por mera cortesía, la gente debe presentarse al menos con nombre de pila.
¿Qué hacer con ellos? pues simplemente ignorarlos. Tengo un amigo que los azuza y, una vez que el troller pica su propio anzuelo, abandona la pelea y lo deja "hablando" solo. Un Troller necesita público para sus mensajes; si no se le alimenta se retira.
En Venezuela hay un deporte bastante popular de origen mediterráneo que llamamos Bolas criollas; es lo que en Francia denominan Pétanque y en Italia Bocce (de donde el término criollo "bochar" y "no pelarse un boche"). Consiste en dos grupos de bolas grandes y una pequeña o "mingo"; los jugadores deben lanzar las bolas grandes con suavidad para acercarse al mingo (de donde proviene la expresión "arrimarse al mingo", sinónimo de acercarse a algo bueno y productivo, sea en un negocio o en política). Tengo entendido que la esquina de Bolero, cerca de Miraflores, debe su nombre a un fabricante de bolas establecido en esa esquina hace muchos años.
La referencia viene al caso porque en estos días, mientras buscaba algún material para colocar en esta bitácora, me encontré con una referencia de Carmen Clemente Travieso sobre dos distracciones criollas, siendo la Bola una de ellas. Este término, ya casi en desuso aunque aún "poner a correr" o "lanzar bolas" esté de moda, se refiere a un rumor o noticia veraz o falsa que rueda de boca en boca. Rómulo Betancourt decía que las BOLAS eran más peligrosas que las BALAS. Veamos qué nos dice Carmen Clemente Travieso en su libro Anécdotas y leyendas de Caracas (Concejo Municipal del Distrito Federal, Caracas, 1971):
Carmen Clemente Travieso
...Las "bolas" son sencillamente noticias que corren. Las inventa un político cualquiera o el pueblo que está cansado de sufrir una situación estrecha: y aparecen "las bolas"....
"En Venezuela el comercio de las bolas es muy activo", ha dicho un costumbrista. Por ello no es extraño oír un diálogo así:
-¿Qué bolas corren hoy?
-¿No sabes que se pronunció Paracotos?
La bola acaba de aparecer, corre, rueda, aumentada y corregida por cualquier amigo o enemigo de la situación. Puede asegurarse que el caraqueño de pura cepa no puede vivir sin una "bola" diaria. Aunque sea una sola. Se sentiría defraudado si no tuviera nada que comentar en contra o en pro del gobierno. Porque nuestras "bolas" están relacionadas con la política. Si no, no serían bolas. Personas hay adictas a las "bolas" que diariamente tumban un Gabinete... Y lo resuelven a levantar de acuerdo a sus aspiraciones.
Las bolas se alargan por todos los corrillos, por las "peñas", por los centros sociales, por los clubs, por los botiquines, aumentadas y corregidas. Cada cual echa abajo el personaje que no es de su agrado, y coloca en su lugar el que le conviene. Son las bolas políticas... Algunas de ellas están salpicadas de ese ingenio popular, fuente inagotable del pueblo venezolano.
¿Qué tal? El término habrá caído en desuso, pero no la actividad. Las bolas surgen -digo yo- como respuesta a una crisis no resuelta y una información escasa. Otras veces es una "mano peluda" la que la pone a rodar a guisa de termómetro o como un "trapo rojo" para distraer a la opinión pública.
También nuestra costumbrista nos habla de otro deporte caraqueño y lo titula: Los cuentos contra los gobernantes:
Antonio Guzmán Blanco
El gracejo popular venezolano se expresa en los piropos callejeros y en los refranes y cuentos, en las bolas y sátiras. Durante los tiempos de los gobernantes notables, bien por su vanidad, bien por su crueldad, el pueblo siempre ha echado mano del chiste, de la sátira y de la bola, los que toman cierta actualidad para luego desaparecer y dar paso a otros más modernos.
Fueron célebres los cuentos, refranes y coplas que los estudiantes y el pueblo inventaron en los tiempos guzmancistas, especialmente las estatuas que su vanidad levantó frente a la Universidad y en el Calvario, fueron objeto de burlas sangrientas, bautizándolas con los nombres de "Saludante" y "Manganzón". También es conocido el nombre de "adoración perpetua" con que el pueblo bautizó al grupo de los adulantes guzmancistas.
(...) El General Joaquín Crespo fue otro personaje a quien el pueblo zahería con sus chistes y cuentos. Un día en que paseaba por las calles de Caracas oyó a un pregonero gritar: "El último robo del General Crespo". Éste, sin inmutarse, interrogó al Doctor Smith, quien lo acompañaba: "¿Y quién le habrá dicho a esta gente que será el último?".
Joaquín Crespo
A Crespo se le conocía bajo el mote de "Héroe del deber cumplido". Tomás Ignacio Potentini, preso por orden suya en La Rotunda de Caracas, escribió en las paredes de su calabozo los siguientes versos:
"Héroe del deber cumplido
es un título profundo;
héroe del pagar, no ha sido:
¿Quién no sabe que se ha ido
debiéndole a todo el mundo?
Creo que ningún gobernante ha logrado escapar del gracejo criollo y de la crítica burlesca. Lo malo es cuando el gobernante no tiene sentido del humor y no puede apreciar esta manifestación de la cultura popular. Por ejemplo, cuando El Nacional reseñó la visita de los miembros de la Junta Militar presidida por Carlos Delgado Chalbaud a las obras en construcción del estadio olímpico de la Ciudad Universitaria, deslizó en una línea que estaban presentes "los tres cochinitos" -el pueblo los tildaba así-, lo que trajo como consecuencia el cierre temporal del periódico. Es que para reírse de sí mismo se requiere inteligencia y amplitud de criterio del que muchas veces carecen las figuras públicas. Estos cuentos y expresiones, llenos de ingenio popular, no son tan peligrosos como las bolas y deberían ser apreciados en su justo valor; tal vez hasta merezcan ingresar al repertorio de la literatura breve.
Manada de chácharos de La Sagrada posando ante la cámara
Tenía un amigo -ya murió-, que era natural de Capacho, estado Táchira. Un día, mientras conversábamos y nos tomábamos una cerveza, le dije:
- Eres capachero...
Como él era andino, aunque con muchos años en Caracas, no conocía la otra acepción de capachero. Le aclaré:
-Capachero es también parejero, altanero y pendenciero...
Antes de que se enojara, busqué el Tomo I del Diccionario de Venezolanismos (Universidad Central de Venezuela/Academia Venezolana de la Lengua, Caracas, 1993) y leí:
CAPACHERO, A adj. 1. Útcs. Natural de Capacho Viejo o de Capacho Nuevo, poblaciones del estado Táchira. 2 fig inf Centr Se dice de la persona brusca y camorrera.
Alberto, tal era su nombre, gustaba de averiguar sobre las palabras y, ante su creciente curiosidad, le cité algunos casos de la 2° acepción, entre ellos un texto aparecido en El Nacional el 14 de septiembre de 1949:
La palabra "capachero" con que se designa a los guapetones y mal educados, tiene su origen en el comportamiento de la gente de Capacho, pueblo del Táchira, que trajera consigo Cipriano Castro en su triunfante revolución contra el gobierno de Ignacio Andrade.
A instancias suyas, busqué entre mis libros alguno sobre los horrores del gomecismo y allí encontré una foto, como la que encabeza este artículo, de una manada de chácharos capacheros integrantes de "la Sagrada". Le hice notar al amigo su parecido físico con alguno de estos personajes y volví al diccionario:
Báquiro o chácharo (Pecari tajacu), animal agresivo, destructivo y de pelo hirsuto. Muy extendido en América Tropical donde se le conoce por diversos nombres: pecarí de collar, taitetú, coyámel, sajino, cuche de monte, chancho rosillo,... Es el jabalí americano.
CHÁCHARO, m Or Llan V: báquiro de collar s v BÁQUIRO. 2 hist Centr Apodo ofensivo que se aplicó a los tachirenses rústicos y de alta peligrosidad que formaron una guardia especial o cuerpo represivo durante la tiranía gomecista.
Y también unas citas referidas a la segunda acepción completaron la información:
(Memorias de un venezolano de la decadencia de José Rafael Pocaterra) Para andinizar aún más el concepto, "los sagrados" (espalderos andinos de los gomecistas) de hace años se llaman ahora "chácharos". (Puros hombres de Antonio Arráiz) - Disuélvanme el grupo- La voz del subteniente Dávalos es chillona y estridente (...) Por lo demás la orden es perfectamente inútil: en primer lugar, soldados y chácharos saben a lo que vienen. Y sin necesidad de ella se precipitan gustosamente a una tarea. (La respuesta del destino, de E A. Trujillo) Del otro lado del zaguán, cuando el cuerpo de guardia descansaba las armas al grito del oficial, el coronel (alcaide) encontraba otra guardia y otros hombres que no eran militares, pero que le estaban subordinados y eran instrumentos dóciles de su omnímoda acción (...) Era la guardia de chácharos o chácaros: civiles mal encarados en servicio irregular de militares. Cuerpo de formación anómala, que (...) era lo que caracterizaba la época y lo que mejor representaba al gobierno.
El Bagre, Benemérito General Juan Vicente Gómez,
protector de chácharos y capacheros
O esta otra de Vida caraqueña por E. Michelena:
Casi no había quien no contara una historia de algún ataque de la Policía a un ciudadano o a un grupo, principalmente en los barrios de San José y La Pastora, donde por quedar allí todavía algunas calles empedradas, había material para hacer frente a la Policía y a los hombres que Velazco (gobernador del Distrito Federal) había traído especialmente de Los Andes (...) y a los cuales el pueblo llamaba "los chácharos"; era una sagrada de campesinos del Táchira, de aspecto truculento (...) Por cierto que he oído a gente de Los Andes decir "chácaros" y no "chácharos", como decía todo el mundo aquí...
Ya no se usa el término chácharo para calificar a una persona, pero persiste en los estados centrales de Venezuela la segunda acepción de capachero, aunque los naturales de Capacho no la asocien con su gentilicio, ni los caraqueños, valencianos y maracayeros recuerden su origen. Eran estos señores como las hordas tártaras que entraron a Caracas en 1899 y actuaron como un ejército de ocupación: abusos, atropellos, violaciones, robos... Tales eran sus virtudes durante el régimen de Cipriano Castro, hasta que éste los relegó y su compadre Juan Vicente Gómez los recogió, protegió y hasta mantuvo de su peculio, para luego utilizarlos en la represión contra la población civil durante su larga tiranía (1909-1935), agrupados en una feroz manada denominada La Sagrada; en Caracas tenían su madriguera por la esquina de Hospital, cerca de La Rotunda, -Plaza Concordia. Hoy nos amplía la revista Desafío de la Historia (Año 6, N° 43):
En Caracas los Chácharos tenían su cuartel general en el Palacio de la Gobernación, por la esquina del Hospital, cercana a la hoy Plaza de la Concordia. Allí tenían su vivac de montoneros en un pasillo donde usaban el catre o cama para descansar, jugaban dados, acompañados de unos tragos de bebida espirituosa. Únicamente esperaban la orden directa de su superior para ir a reprimir a cualquier ciudadano que hablara mal de la dictadura andina o los viera, simplemente, con mala cara. Era tal el pánico que infringían estos oscuros personajes que los habitantes de la ciudad al oír los cascos de los caballos en que se desplazaban, casi no se atrevían a moverse si estaban en sus casas y si se los topaban en las calles, bajaban la mirada y apresuraban el paso sigilosamente.
Entrada de Cipriano Castro y sus hordas a Caracas, octubre de 1899
Me quedé con ganas de visitar el terruño del amigo. Es un lugar de buenos atractivos turísticos y de gente educada y amable. La revista Estampas publicó en octubre de 2010 un breve artículo sobre estos dos pueblos (Nuevo y Viejo) que se puede leer por aquí. Me permito copiar lo que dice sobre los leones de bronce que custodian el mercado municipal:
Vista del mercado municipal de Capacho con su león de bronce.
Foto revista Estampas
En el pueblo lo primero que llama la atención son las
esculturas, hay varias, como los leones que vigilan el mercado hechos en bronce
de tamaño natural y traídos desde Francia. El rey de la selva para el
tachirense tiene significado especial, traduce que es el lugar donde nace gente
para el mando. Por esa razón Cipriano Castro, dictador nacido en Capacho, los
envío como custodios de su pueblo. Ese símbolo también lo adoptó Juan Vicente
Gómez, nacido unos metros más allá en La Mulera, jurisdicción del municipio
Libertad, y Eustoquio Gómez quien gobernaba el Táchira. No solo fueron
esculturas de leones sus símbolos, también formaban parte de la imagen
institucional estampada en sellos oficiales.
Entre las especies de lechuzas, mochuelos, pavitas y currucucúes de Venezuela existe una que el venezolano asocia con la la mala suerte, la guiña, lo pavoso y lo mabitoso. Se llama la pavita, de la cual hay dos especies: Pavita andina (Glaucidium jardinii) y la Pavita ferrugínea (Glaucidium brasilianum). Esta última, muy extendida en el territorio nacional es la especie a la cual se atribuyen esas cualidades. No hay que confundirlas con las varias especies de pava de monte, galliforme cracide, familia donde ubicamos a las guacharacas, camatas, úquiras y paujíes.
Conseguimos la descripción de esta ave en Una guía de aves de Venezuela (Armitano, Caracas, 1979), por Williams Phelps, Jr. y Rodolphe Meyer de Schauensee, la cual resumo:
Pavita ferrugínea (Glaucidium brasilianum)
Lechuza pequeña (16.5 cm.), sin penachos auiriculares, muy similar a la Pavita andina. Más probable verla de día que otras especies. Corona parda que tiene listas en los astiles en vez de puntitos (como es el caso de la pavita andina), cola cruzada por 5 a 6 bandas (la andina tiene 4). No es rara una fase rufo encendido. No es exclusivamente nocturna. No arisca. Sola o en parejas entre las ramas de baja altura. Se alimenta de roedores, reptiles, aves e insectos. Llamada:una serie de juuts repetidos, sencillos, metálicos, silbados y cortos. Puede responder a la imitación de su llamada.
Aquiles Nazoa, con su grato humor caraqueño nos dejó en Caracas física y espiritual (Panapo, Caracas, 1987) un simpático artículo sobre este tema, que refleja un interesante aspecto de la caraqueñidad. Se titula La pava y lo pavoso y no tiene desperdicio. De allí trataremos de dilucidar este misterio de la cultura caraqueña tradicional, que parece desvanecerse con el paso del tiempo y el imperio del mal gusto. Para facilitar la lectura por este medio, me tomé la libertad de dividir los párrafos. Veamos qué nos dice:
Aquiles Nazoa
Como en ninguna otra forma del folklore urbano, la espiritualidad del caraqueño tradicional -mezcla curiosa de humor, de sentido mágico de la vida y de una buena propensión natural al buen gusto-, tiene su manifestación más típica en la idea de la "pava". Con sus sinónimos de mabita y guiña y con su terrible derivado pavoso, se define entre nosotros como pava a la superstición popular que atribuye a ciertos objetos -principalmente a ciertos objetos de carácter decorativo- la propiedad de atraer la mala sombra sobre el infeliz que la posee. Semejante en este aspecto a la alusión italiana de la iella, a la yeta argentina y al ñeque de los cubanos, se diferencia nuestra pava criolla de aquellos ilustres congéneres en ser el único entre ellos que ha evolucionado del plano puramente supersticioso, para convertirse en la institución crítica por excelencia de que disponemos para la valoración de nuestros gustos estéticos. La fina intuición crítica de los caraqueños cataloga dentro del género pava y le atribuye según su peligrosidad su correspondiente lugar entre las diversas categorías de lo pavoso, a todo lo que es estéticamente mostrenco, a las cosas fabricadas con una finalidad decorativa y que fracasaron en su aspiración de belleza; a cuanto en el mundo resulta innecesariamente feo.
Guarura o botuto, puede ser un
objeto sumamente pavoso, a
pesar de su belleza natural si
se le utiliza como florero...
Otras veces es a la inarmonía entre la cosa y el uso indebido que se hace de ella -tal como usar una vela para calentar un café, o emplear una brocha de afeitar para pintar los muebles, a muchas formas de conducta, a algunos personajes por su manera de vestir o por su modo de ser, y hasta a muchas venerables instituciones que han ido a la quiebra al caer bajo tan ominosa catalogación.
Al atribuirle las cosas enumeradas la propiedad de atraer el malestar al ambiente en que se encuentran, coincide curiosamente la institución caraqueña con las teorías de la moderna psico-biología, según las cuales el hombre es un animal de naturaleza optodinámica, un ser cuyo medio más importante de comunicación con el mundo es la vista, y por eso, tanto mayor será su sensación de bienestar, de equilibrio psíquico y tanto mejores sus aptitudes para el disfrute de la vida, para el amor, para la elevación moral y plena realización de la personalidad, cuanto más intensa sea la sensación de armonía, de claridad y de belleza que reciban sus ojos. Si la disposición de lo visible es capaz de influir de tal forma en las impulsos de nuestra subjetividad, es comprensible entonces que en la presencia de lo chato, de lo mediocre, de lo inestable y de lo ramplón, nos sintamos como ensombrecidos, como psiquicamente perturbados. Es un mal que los psiquiatras denominan psicosis de lo feo y que el folklore urbano de Caracas llama sencillamente la pava. Si el que se siente bajo la influencia de la pava no está en capacidad de discernir racionalmente los verdaderos motivos del malestar que lo perturba, hay en él un cambio una especie de intuición crítica, algo así como una potencia defensiva secreta, o vacuna espiritual, que lo conduce invariablemente a localizar la causa de su perturbación en el objeto más antiestético o más anacrónico que tenga en su cercanía y que es, para él, un objeto pavoso.
Aquí quería yo llegar y hacer algún comentario que no está en el artículo de Nazoa porque en su época no existía. Recuérdese que el texto fue escrito hacia 1967, cuando todo era más bonito y sabroso. Quiero referirme a la PAVA CIRÍACA COLECTIVA, tal vez la peor de las mabitas. Esta se da cuando en una sociedad los valores éticos y estéticos se ven trastocados por la presencia de lo chato, de lo mediocre, de lo inestable y de lo ramplón...¡Uy, guillo! Allí es cuando parecemos tocados por un rey Midas de la pava y no levantamos cabeza. Personas, objetos y conductas incívicas se conjuran para encerrar a esa sociedad en un vórtice infinito de guiña, sin llegar a ver la luz al final del túnel. ¿Percibimos que estamos empavados? ¿Qué hacer? Tal vez, comenzar haciendo nuestra propia lista de cosas, personas y acciones pavosas... En Caracas abundan y parecen concentrarse como el fango de un tremedal. Luego podremos a evitarlas y desterrarlas de nuestra vida privada, nuestros hogares, y lugares de trabajo y esparcimiento. Huir de ellas como de Mandinga mismo.
Ya no es el objeto feo en casa o en la oficina que molesta nuestros parámetros de estética, ni aquella persona que al pasar marchita hasta las flores plásticas (que de hecho son bien pavosas) Esa es una pava simple que se quita evitando el contacto perjudicial, o -si somos supersticiosos- dándonos un baño de cariaquito morado (Lantana montevidensis o Lantana verbenacea, creo que da lo mismo), o tal vez colgar una penca de sábila (Aloe vera) detrás de la puerta puede ser efectivo. Nazoa nos da una larga lista de objetos, actitudes y conductas que nos pueden afectar. Nosotros podemos ampliarla, comenzando por revisarnos nosotros mismos e irla eliminando de nuestro entrorno. Creo que eso es lo mejor
Cariaquito morado. Esta variedad de Lantana parece ser efectiva para casos ligeros de pava.
Me queda sólo una cosa en el teclado. ¿Qué tiene que ver esa simpática lechuza con la estética y la ética? Aquiles Nazoa nos da una respuesta:
A tan peculiar expresión del folklore caraqueño le viene el nombre de pava del ave nocturna así llamada -en otros tiempos habitante de las arboledas de Ávila-, cuyo vuelo sobre las casas en la alta madrugada con su melancólico quejido, se tenía como anuncio de desgracia. Creíase que la pavita nocturna era la forma que adoptaba alguna bruja del vecindario para echar sus maleficios sobre las casas, y para conjurarla, la primera mujer que oyera su canto en la noche debía gritarle: ¡Venga mañana por sal!, mientras tendía en el patio un pantalón blanco con las piernas abiertas. Se suponía que atraída por el pantalón (pues las brujas son siempre mujeres solas), en la primera hora del siguiente día la hechicera, ya restituida de su figura humana, visitaría la casa con el pretexto de pedir un poquito de sal, permitiendo así su identificación por los vecinos a los cuales quiso echar un daño.
Concluiremos hoy el estudio de nuestro léxico etílico, como lo prometí ayer (para leer el artículo ingresar por aquí). A tal efecto, volvemos a don Ángel Rosenblat y su obra Buenas y malas palabras. En el tomo III, páginas 135 a 140, aparece el artículo Tratado general de la rasca, que nos ayudará a enriquecer el vocabulario en cuando a cultura etílica criolla se refiere.
...(la) rasca no es privativa de Venezuela. Como todas nuestras buenas tradiciones, es común en gran parte de Hispanoamérica. Nuestra vecina Colombia comparte los honores. Y también las Antillas (al menos Puerto Rico). Y casi toda Centroamérica (Pamaná, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua). Y Chile, Bolivia y el interior de Argentina (se encuentra en coplas de la Rioja, Tucumán y Cuyo). Y se usó seguramente en el Perú (...) Tenemos noticias de que se conoce también en Canarias, en Galicia y en Asturias (Camilo José Cela dicen que rasca y rascarse se oyen también en España), pero es muy probable que allá lo hayan llevado los indianos, que siempre regresan con algo a la Península.
¿Y cómo se explica? ¿Qué relación hay entre la inocente afición de rascarse la piel y la aún más inocente de emborracharse? La relación parece enigmática. Pero no lo es si partimos de un equivalente de rascarse que tiene más extensión hispánica y que es sin duda el uso primitivo: picarse. En España se dice a veces del que está achispado, sin llegar a borrachera: "Está algo picado". También en Méjico, Puerto Rico, Nicaragua. Según Santamaría, se da el uso mejicano, picado es el calamocano, el que está algo chispo:"Dícese del que está en el primer grado de excitación por efecto del alcohol". En el Perú, picado es intermedio entre sarazón y mamado. En Guatemala se dice que uno se pica cuando, después de una abstinencia prolongada, empieza a jugar o a beber: "Con un trago que tome, ya se pica" (se le abre la tripa cañera). En gran parte de América Central, en el Ecuador, Chile, Argentina y Uruguay, picarse es emborracharse y estar picado es estar borracho. En Chile registran picarse como equivalente a rascarse, mamarse, curarse, apuntarse, tiznarse o alegrarse.
(...) El paso de picarse a rascarse es muy fácil de explicar, por sustitución: ¿no son concomitantes? En nuestra habla popular, piquiña es un equivalente a rasquiña... Picazón y rascazón son sinónimos de comezón. En Colombia se llega a más: "Me rasca todo el cuerpo".
Nos dice don Ángel que en Venezuela hay toda una gradación y nos la muestra.
En primer lugar, se puede decir de alguien que está alegre o alegrón, achispado o chispo, alumbrado (Está alumbrado como un cocuyo), encendido, encandilado, sabrosito o sabrosón, atarantado, emparrandado, tragueado, templado (Viene templado del botiquín), a media máquina, medio pelado, entre gallos y medianoche, más de allá que de acá, medio cachicorneto, zarataco (o medio zarataco), zorocho (o medio zorocho o zorochón), a medio palo, a medio jebe, a medio ganchete, entre palos (Venía entre palos),entre Guarenas y Guatire, canchancho (o medio canchancho). O se puede decir que tiene tragos encima o que tiene su tufito, o que está como perolito de reverbero (o jediondo a perolito de reverbero) Es el esta intermedio, incompleto o imperfecto.
Y ahora para un estado más avanzado, incluyendo, claro está, las voces de la lengua general: borracho (o emborrachado, borrachín, borrachito), ebrio, beodo, embriagado, alcoholizado, tomado,ajumado o jumo, aguardientoso, michoso, mareado, atulampado o atilampado, trancado, (o tranquilo o tranquilino), jalado, paloteado (o palitroqueado o trancado de palos), turulato, tuturuto, turiego, trompa, trompeado, pelado (está más pelado que una yuca), guarapeado, pinto (o pintón o pintoneado), caneco, grogui, drogui (me quedé drogui... esta ha desaparecido y se aplica sólo al consumo de estupefacientes y psicotrópicos), ataparado, trancómetro, o tranca eterna, dentro del litro o dentro de la botella, hecho papelillo, en copas, cañista o cañita o cañero, pelajayaca (en Apure), tragueado, chungo, meneado, peo (expresión muy grosera), chaborro o de mandoca o de mandoquita (en el Zulia; también está hecho leña, está hecho golilla, está hecho molleja, está de mollejón), pisco, prendido, quemado, cipoteado o jebeado (en Lara), giro, jumo o ajumao (en Boconó), taranto, mocho, rascado. O se dice de alguien que tiene violín o anda con nísperos. O bien que es una pipa, que no puede con su alma, que se le pasó la mano, que no bebe en manare, que no está para firmar, que se está cayendo, que trabaja el vidrio o le da al vidrio, que no ve el sol, que le gusta el frasco, que tiene una cañamentazón horrible, que le gusta el miche o tiene una michera, que viene atajando pollos, que tiene más palos que una caja de fósforos, que no da pa el timón (en Margarita), o, irónicamente, que no se ha echado ni un palito. O que es un trapiche o un trapichito y, consiguientemente, se puede decir que muele estupendamente.
La lista parece infinita. Recordemos que el libro de Ángel Rosenblat fue escrito en los años sesenta y, si bien algunas palabras pueden haber caído en desuso, deben haber surgido otras. Espero que con esta lección enriquezcamos nuestro léxico etílico. ¡Salud!
La prima Margarita, que desea enriquecer el vocabulario de sus amigos en las Islas Baleares, me pide desde Palma que le aclare el significado y etimología de la palabra "palo" usada en Venezuela como sinónimo de trago o bebida. Casi le digo que proviene de la caña de azúcar, que parece un palo. Pero por el bien del intercambio cultural y de la precisión, recurrí al filólogo Ángel Rosenblat y su trabajo Buenas y malas palabras (EDIME, Caracas, 1982) Allí está todo. Haremos uso de dos de sus artículos para satisfacer la sed de conocimiento de los mallorquines, si es que la tienen; la prima dice que se resisten a aprender palabras nuevas.
El primer artículo se titula Vamos a pegarnos unos palos (Tomo II, pág.112-118):
Estamos ante uno de los temas de mayor seducción, desde el punto de vista filológico. El palo es el trago alcohólico o la copa de licor: "Chico, vamos a pegarnos unos palos", "Se echaron unos palos y se rascaron enseguida". Este uso tiene por lo menos un siglo...
Pegarse un palo parece lo más antiguo, aunque ahora es más frecuente echarse un palo o tomarse un palo...
Un palo
Para el bebedor, copa y trago suelen ser una sola y misma cosa. Por eso palo designa una cantidad habitual que se sirve en una copa: "Sírvame un palo de brandy". Y se llama "palo de músico" (por el que se acostumbra a brindar a los músicos en fiestas y reuniones, para estimularlos), el "palo abundante", un whisky con mucho whisky, una copa bien llena (en la época de Lisandro Alvarado eran diez centímetros cúbicos de ron). Y se dice: "Se está echando un palo de músico". O bien: un "palo de cochero", "un palo de pantalón largo". Y es tan general ese valor de palo, que los ingredientes o tapas que acompañan a la bebida se llaman pasapalos, hasta en las recepciones de la Casa Amarilla.
¿De dónde viene ese uso de palo por trago o copa? Creemos haber resuelto el problema. Esta expresión se siente hoy en Venezuela como derivada del valor venezolano de palo. Pero es al revés. Estar a medio palo por estar medio bebido. Por lo menos tiene, como hemos visto una extensión geográfica mucho mayor (Colombia, Guatemala, El Salvador, Yucatán, las Antillas, el habla de los marinos españoles y hasta Portugal). Y hemos visto también que es la transformación, producida en el habla marítima, de otra del castellano general: estar a medios pelos.
Muchos palos
Estar a medio palo ha sido una expresión productiva. De ella ha surgido estar "a palo entero", "estar a palo seco", y en Lara "estar a medio jebe". En Canarias se bebe a palo seco cuando el tanganazo o el trancazo es grande y no se le pone su armadero, que es nuestro pasapalo. En España se puede decir del semiborracho: "Tiene media copa". De estar a medio palo ha salido sin duda palo con el valor de copa o trago. Pero el paso se ha producido a favor de una vieja equivalencia entre trago de alcohol y golpe. Una equivalencia que encontramos en una serie impresionante de expresiones venezolanas... (Don Ángel nos cita las expresiones tarrayazo, trancazo y lepe, y unas quince más).
La asociación entre trago, golpe, latigazo, garrotazo, se siente muy viva, y no es puro juego verbal. Palo, dentro de ese conjunto, tiene la ventaja, y eso explica sin duda su fijación y su fecundidad, de significar a la vez recibir el garrote y el garrotazo: "tener un palo", "recibir palos", dar palos. Cuando uno bebe un trago fuerte y "lo acusa", es frecuente que diga: "Me pegó el palo", "Me castigó el palo", "Me regañó el palo", "Me golpeó", "Me pegó duro". De ahí simplemente pegarse, cuyo valor específico lo dan las circunstancias o el contexto. (...)
Palazón en potencia
Resumanos, pues. Estar a medios pelos del castellano dio en el habla marítima estar a medio palo, en que palo es el mástil del barco. Ése es el punto de partida. Al extenderse la expresión en tierra firme, salió de ella, probablemente en Venezuela, porque es donde tiene más vitalidad, el uso de palo con el valor de trago o copa, porque se encontró con una serie de equivalentes: trancazo, guamazo, lepe, tarrayazo, chinchorrazo, tequichazo, lamparazo, etc.Ésta es la amplia estación de llegada. Y el uso pudo fijarse y extenderse, sobre todo, porque los efectos del alcohol no suelen ser los de una suave caricia femenina. Del que se encuentra bajo los efectos de los palos, se dice habitualmente que está golpeado, pelado, apaleado o paloteado, o que ha recibido una tremenda paliza. La culpa -ha dicho alguien- es de Colón, que para descubrir América salió del Puerto de Palos.
Mañana seguiremos con el léxico y espero que le sea útil a la prima y sirva para enriquecer la lengua balear. Continuar por aquí.
En Venezuela existe la expresión: ...más malo que Guardajumo, o bien, ...éste es peor que Guardajumo. Con el deterioro de la cultura nacional y el abandono del habla tradicional venezolana, la expresión ha caído en desuso. Pocos la aplican a pesar de su valor histórico y de lo bien que suena para calificar a quien así lo merece; porque no a todos los malos se les puede aplicar con propiedad. Se requieren, pues, ciertas condiciones y grados de maldad para ser honrado como un Guardajumo redivivo. La historia nacional está repleta de personajes torvos y malos, pero no todos ellos se hacen acreedores a ese dudoso honor.
Guardajumo (también se le conoce como Guardahumo o Guardajumos) fue un personaje histórico que se hizo famoso por sus fechorías por los llanos de Venezuela, en los años que precedieron el colapso del sistema colonial. ¿Quién era este famoso bandolero? El Diccionario de Historia de Venezuela (Fundación Polar, Caracas, 1997), usando una extraña y parca redacción, nos lo presenta con nombre y apellido:
Torre de la Catedral de Calabozo, ciudad donde
fue ajusticiado Guardajumo
Ochoa, Juan Nicolás (San Felipe 1767 - Calabozo 1802)
Bandolero de la región de los llanos de Guárico conocido con el apodo de Guardajumo o Guardahumo, que pasó a ser en el lenguaje popular sinónimo de maldad. Indígena, su madre lo llevó muy pequeño al hato de Vicente Rodríguez donde se crió; luego se avecinó en la Misión de Nuestra Señora de los Ángeles. A fines del siglo XVIII, se generaliza la presencia de bandoleros en los llanos, que no sólo roban ganado, sino que asaltan casas y hatos, acometen y hieren a las personas, violan y roban a las mujeres. Uno de estos malhechores fue Juan Nicolás Ochoa, mejor conocido como Guardajumo, quien actuó en los llanos de Guárico desde 1786. Capitaneaba un grupo de indios, vivían de la caza, pesca y robo de ganado, movilizándose continuamente, lo que impedía su captura, además que nadie se atrevía a denunciarlo por el temor que infundía y creer que tenía pactos con el demonio. Su detención se produjo en Guariquito en octubre de 1798 donde fue sorprendido. Trasladado a la villa de Calabozo, se le inició proceso el 3 de noviembre, y culminó 4 años más tarde con una sentencia a muerte en la horca, que se llevó a cabo en la plaza de la villa de Calabozo.
Escena llanera.
Ilustración tomada del portal de la UNERG
¡Qué pobreza! Por otros lados he leído cosas más interesantes sobre este famoso cuatrero. Veamos qué nos dice el filólogo Ángel Rosemblat cuando toca el tema Más malo que Guardajumo(Buenas y malas palabras, Vol II, Edime, Madrid, 1982). Su artículo es más completo e interesante:
Gracias a Manuel Landaeta Rosales y a Arístides Rojas, conocemos su triste historia. Guardajumo era el apodo de un indio guamo llamado Nicolás Chepegüire, que había nacido hacia 1780 en la misión de Nuestra Señora de los Ángeles, al sur de Calabozo (en una Real Provisión del 1° de abril de 1800, conservada en el Archivo General, figura con el nombre de Juan Nicolás Ochoa, "alias Guarda Humo"). Desde niño robaba cuanto podía y lo vendía a los muchachos. Estuvo preso varias veces, y en la prisión, que es una gran escuela, perfeccionó sus conocimientos. Ya adulto, cometió una serie de crímenes horrendos, y hacia el año 1800 era jefe de una banda infernal, que asaltaba los hatos, robaba ganado, asesinaba a los viajeros y tenía bajo terror a toda la comarca de Calabozo y los Llanos de Aragua y Barcelona. Conocedor de la sabana, de las matas y chaparrales, aparecía y desaparecía como por encantamiento. Y por eso, y por su ferocidad, adquirió fama demoníaca.
Más adelante, Rosenblat aporta un dato surgido de la tradición nacional, que involucra a dos jóvenes que luego figurarían en bandos opuestos durante la Guerra de Independencia:
Jacinto Lara
1778-1859
El Ulises de América
Se enfrentó a Guardajumo
Se cuenta que en una ocasión asaltó una caravana que llevaba mercancías desde el puerto de Güiria hasta el Guárico. Y tuvo que vérselas con dos comerciantes que después iban a transfigurarse con la guerra de independencia: José Tomás Rodríguez, el célebre Boves, y Jacinto Lara, el famoso general Lara que acompañó a Bolívar hasta el Perú. Guardajumo, herido, tuvo que huir. Cuatro de los suyos quedaron muertos.
Bueno, ¿Qué hacían estos dos muchachos viniendo desde Güiria? Tal vez contrabandeaban productos ingleses desde Trinidad.... José Tomás tenía antecedentes en Puerto Cabello. ¿Serían socios? Boves conocía a muchos futuros héroes de la independencia, como el general Pedro Zaraza, el Taita Cordillera... a quien se atribuye el lanzazo que mató a Boves en Urica (diciembre de 1814), aunque fuentes realistas apuntan a uno de los suyos, tal vez el isleño Francisco Tomás Morales (1781-1845). Zaraza nunca alardeó del hecho y Morales fue el gran beneficiario.
Pedro Zaraza Manrique
(a) Taita Cordillera
1775-1825
Aquí tenemos a dos personajes famosos: José Tomás Rodríguez Boves, el terrible astur, (más malo que Guardajumo, según la opinión de la mayoría de los venezolanos), que asoló Venezuela en el Año Terrible de 1813-1814, y el caroreño Jacinto Lara, el Ulises de América, quien para la fecha del encuentro con el indio Ochoa comerciaba con ganado entre Barinas y Caracas, y 1810 se uniría a las filas independentistas. Su condición de héroe de la independencia ha hecho que se olvide la degollina cometida contra 22 misioneros capuchinos en Caruachi (1817) en la que se vio involucrado mientras era Comandante Militar de las Misiones del Caroní. Un hecho confuso, gracias al cual el Imperio Británico pudo arrebatarle luego a Venezuela 160.000 kilómetros cuadrados. Pero el tema no es la cuestión de límites con Guyana, sino la maldad de Guardajumo.
Don Ángel nos completa la información sobre el legendario bandido:
Plaza de las Mercedes en
Calabozo. Lugar de ejecución
de Guardajumo
Su tío Chepe Gune o Chepe Güire, bandolero también, lo denunció a las autoridades. Guardajumo fue preso y condenado a la horca. Pero no hubo en Calabozo verdugo que se atreviese con él, pues había asegurado que tenía medios para que la cuerda no le tocase el cuello, y que se escaparía de la horca. Un verdugo traído expresamente de Caracas, donde sin duda los había muy buenos, le ajustó la cuerda en la Plaza de las Mercedes de Calabozo, el 24 de mayo de 1802. La gente, congregada alrededor, esperaba que apareciese el demonio a libertarlo o a buscar su alma. Por lo visto Dios, que es más poderoso que el demonio, quiso que muriese. Su cabeza permaneció varios días clavada en una estaca, para ejemplo y escarmiento. Una Real Provisión del 27 de octubre de 1804 ordenó al Subdelegado de la Real Hacienda de Calabozo el pago de los costos causados por la ejecución de la sentencia.
Seguro que el Tío Chepe quería ajustar cuentas con el sobrinito ¿Cuánto le habrán pagado? Tal vez se dio por satisfecho al ver con la lengua afuera a la competencia, y de paso mostraba su lealtad a la Corona; para algo le serviría.
Los lanceros de Boves
Fotograma de la película El Taita
La fama de malo de Guardajumo pronto pasó al habla popular y su apodo a usarse como calificativo. Tenemos, por ejemplo, el caso del subteniente don Manuel Antonio Landaeta, natural y vecino de Valencia, a quien en 1812 se le siguió un juicio de infidencia por haber sido uno de los reos que habían mantenido hasta el último momento las banderas de la insurrección y no perdía las esperanzas de que ésta reviviese. Uno de los testigos declaró que Landaeta era también conocido por el nombre de Guardahumo... ¿Qué tal? De allí saltó la la literatura, en la que, finalmente, pasó a ser un personaje de la novela Boves, el urogallo, de Francisco Herrera Luque, obra sobre la que comentaremos mañana.
A fines del siglo XVIII - agrega Ángel Rosenblat-, los Llanos atravesaban un período de crisis, y como consecuencia cundió el bandolerismo. Los dueños de los hatos tenían a veces que hacerse justicia por sí mismos. Calabozo vivía aislado, unido a Caracas por un inseguro camino de recuas. Humboldt, que pasó por allá en marzo de 1800, dice: "Los hatos de ganado han sufrido considerablemente en estos últimos tiempos de las gavillas de bandoleros que recorren las estepas matando animales únicamente con el fin de vender su piel. Este bandolerismo ha aumentado desde que se ha hecho más floreciente el comercio con el Bajo Orinoco". Era la época de Guardajumo.
Eso es lo que sucede cuando las autoridades no se ocupan del bienestar del pueblo, ni de su seguridad, sino que lo que buscan es mantenerse en el poder. Las autoridades coloniales, que eran capaces de arrancar de raíz cualquier revuelta, se mostraban incapaces de perseguir a las gavillas de bandoleros, o mejorar las condiciones de vida de la población; aún teniendo cerca el ejemplo de Haití. ¿A quiénes culpar? ¿A los cuatreros? ¿A los mantuanos? Debe servir de reflexión a cualquier gobernante. Doce años después del ajusticiamiento de Guardajumo, Venezuela ardía por los cuatro costados, habían desaparecido el régimen colonial, la Primera República y tambaleaba la Segunda. Venezuela ya no sería la misma.
Emigración a Oriente
Tito Salas
Colección Casa Natal del Libertador
Mi prima Margarita, desde la soleada Mallorca, en añoranza del suelo patrio, me pide que publique de vez en cuando el origen de ciertas expresiones criollas. Me imagino que siente perder su dejo caraqueño luego de tantos años hablando mallorquín. Me pide también que le busque libros sobre costumbres criollas para llevárselos a Palma y leerlos con detenimiento. Hoy, para complacer a Marga, invito al filólogo Ángel Rosenblat para que nos ilustre sobre una palabra del habla venezolana, casi caída en desuso y que significa diablo, Satán o Belcebú. Para ello recurrimos al tomo II de Buenas y malas palabras (Edime, Madrid, 1982), que es uno de los libros que quiere la prima, y que iré resumiendo porque los artículos son un poco largos.
Don Ángel nos menciona tres palabras asociadas con la maldad y la diablería: Mandinga, Caplán y Guardajumo. Caplán ha desaparecido del habla cotidiana, pero las otras dos aún se usan entre los mayores. Me gusta la expresión: más malo que Guardajumo... o esta otra: este muchacho es mandinga. Mejor entramos en materia, o nos lleva Caplán.
Mandinga es uno de los nombres más populares del demonio en Venezuela, y en gran parte de América. En Las lanzas coloradas, de Arturo Uslar Pietri -nos dice Rosenblat-, Espíritu Santo, el esclavo de la fundación, cuenta relatos fantásticos:
- El mentado Matías era un indio grande, mal encarado, gordo, que andaba alzado por los lados del Pao y tenía pacto con el Diablo, y por ese pacto nadie se la podía ganar. Mandinga le sujetaba la lanza. ¡Pacto con Mandinga!
La voz se hizo cavernosa y lenta, rebasó el corro de ocho negros en cuclillas que la oían, y voló, llena de pavoroso poder, por el aire azul, bajo los árboles bañados de viento, sobre toda la colina ¡Mandinga! La voz rodeó el edificio ancho del repartimiento de esclavos, estremeció a las mujeres que lavaban ropa en la acequia, llegó a jirones a la casa de los amos, y dentro del pequeño edificio del mayordomo alcanzó a un hombre moreno y recio tendido en una hamaca. ¡Mandinga! Los ocho negros en cuclillas contenían la respiración.
También Rómulo Gallegos, en Doña Bárbara, Pajarote relata sus encuentros con espantos y aparatos del llano, entre ellos "las piaras de cerdos negros que Mandinga arrea por delante del viajero y las otras mil formas bajo las cuales se presenta". También en Cumboto, de Ramón Diaz Sánchez, la Abuela Anita, en sus relatos separa las ánimas en pena de los demonios, culpables de todos los males. Pascua, la nieta, le pregunta si tienen jefe los demonios, y ella contesta:
- Sí, el más grande de todos los diablos: Mandinga.
Al nombrar a este personaje, la Abuela se santiguaba invariablemente con gran reverencia. Y sus labios musitaban la fórmula de un piadoso conjuro: "¡Ave María Purísima!" Mandinga, llamado también Belcebú, el Maligno y el Enemigo, sólo se hacía sentir en las grandes conmociones del mundo...
- Cuando Mandinga anda suelto, temblemo. La ruina, la peste, la sangre, y la muerte van con el por toda parte. Su pata de cabra quema la tierra que pisa, seca la hierba y marchita la flore. Hay persona que llevan el demonio por dentro y que no están contenta sino cuando hacen el mal.
Diablo blanco
Los cuentos de la Abuela Ana sumían al negrito Natividad en cavilaciones:
- Yo había oído decir , por ejemplo, que Satanás y mandinga eran una misma persona y que su color era negro; incluso en el libro de las razas humanas figuraba cierta casta de negros africanos a la que se denominaba Mandinga. Sin embargo, en el Paraíso Perdido, Satán no aparecía como un murciélago negro, sino como un joven blanco y hermoso, provisto de cabellera magnífica y de grandes alas de ave, como las del Espíritu Santo.
Ahí asoma ya la explicación, y el rechazo de la injusticia del nombre, agrega don Ángel.
Los mandingas pertenecen a una etnia del grupo bantú que habita una zona entre los ríos Senegal y Níger y ocupan la costa africana entre Senegal y Liberia. Tuvieron su época de grandeza y esplendor cuando dominaron un amplio imperio que decayó con la abominable trata de esclavos. Los mandingas llegaron a América, España y Portugal desde el siglo XVI. Dice Alejo Carpentier en El reino de este mundo:
... todo mandinga -era cosa sabida- ocultaba un cimarrón en potencia. Decir mandinga era decir díscolo, revoltoso, demonio. Por eso los de ese reino se cotizaban tan mal en los mercados de negros. Todos soñaban con el salto al monte.
Y me pregunto ¿Quién no? a nadie le gusta ser esclavo.
Rosenblat nos da luego varias referencias sobre esta palabra en la literatura española del siglo XVII (Correas, Polo de Medina, Jiménez Patón) Con el tiempo la designación se hizo ofensiva, y mandinga ha quedado como "hombre flojo o baldagras" en Murcia, y "cobarde" en Canarias. En Navarra se dice chato mandingo de las personas muy chatas (en Venezuela se les llamaría cara 'e cachapa).
Griot mandinga y dos señoras
Son gente de porte agraciado
Mandinga, como equivalente de negro, se encuentra en gran parte de América y Rosenblat nos cita varios casos: a la jutía mandinga (roedor cubano de color negro parecido a la rata, o jutía conga - Capromys Sp.) y a un pez negro o peje mandinga. También nos reporta expresiones racistas: en Chile -nos dice-, ¡negro mandinga! es un insulto; en Perú se acuñó una frase, que circula también en Ecuador y Colombia: El que no tiene de inga, tiene de mandinga (el que no tiene de indio, tiene de negro); en Costa Rica equivale a afeminado y rufián, y en Cuba a torpe. Y aun en Venezuela se conservan recuerdos de ese valor: en Falcón se llama mandinga al negro rechoncho y feo, y Luis Arturo Dominguez ha recogido la siguiente copla (Rafael Pineda la ha oído en Oriente, como canto de los curanderos de Cumanacoa).
Con esta ramita
voy a santiguá
al negro mandinga
pa su alma salvá.
He escuchado cantar esa coplilla, que en algún momento se enseñaba en las escuelas como parte del folcklore; se le llamaba el Santiguao y se cantaba con tono fúnebre (existen arreglos para voces blancas u oscuras). Al final decía:
...currutá, cutá
currutá, cutá...
Principales Loas del panteón haitiano
Allí aparece también la asociación del negro con la brujería. Los africanos llegaron a América desarraigados de su ambiente cultural, pero con sus sistema de creencias intacto. Los mandingas eran animistas con influencia islámica entre sus clases dominantes. Al encontrarse compartiendo cautiverio con otros grupos africanos, crearon una nueva realidad sincrética, mezclando las creencias de la lejana África con el cristianismo impuesto en su nueva realidad, y el ingrediente indígena que aún era fuerte. Los europeos en América no eran ajenos a la superstición y la brujería y pronto se produjo un intercambio, aunque siempre con una combinación de atracción y rechazo hacia lo africano por parte de la población blanca. Allí surgieron el candomble, la santería y el vudú.
Al mandinga se le asocia con la brujería: en Brasil -nos dice Ángel Rosenblat-, mandinga es un fetiche o talismán, y es común decir que una cosa tem mandinga (está embrujada). Daniel Granada registra en el Río de la Plata: "parece mandinga que no puedo dar con estas llaves", "tienes mandinga en el cuerpo, muchacho, todo lo rompes y desarreglas". De tener mandinga en el cuerpo a a tener a mandinga en el cuerpo no hay más que un paso, muy fácil de dar en una época que creía en la posesión demoníaca, y en que había exorcistas, aún dentro del mismo clero, para expulsar a los demonios del cuerpo de hombres y mujeres.
De este modo, mandinga ha pasado a significar diablo, no sólo en el Río de la Plata y Venezuela, sino también en Colombia y América Central....
San Miguel Arcángel y el
demonio moruno
(...)
La asociación entre negro y diablo se explica, además por otras razones. En la tradición española es frecuente representar al diablo de ese color: el dragón vencido por San Miguel es negro (pero sin facciones africanas); de negro se pinta con frecuencia al diablo en la pintura española; el diablo que se aparece a las brujas -a juzgar por los procesos inquisitoriales-, tenía frecuentemente la cara de color negro, o estaba vestido de negro, con barba negra y gorro negro. En parte , sin duda, como reflejo de la lucha contra los moros, que eran de color moreno (hubo entre ellos verdaderos negros). Y en parte también porque el diablo es el Príncipe de las Tinieblas. El negro es el color de la muerte, de lo tenebroso, de las intenciones perversas, del espíritu del mal...
Todo este conjunto de circunstancias, aunado al temor supersticioso de un pueblo "falto de luces"- como diría Antonio Guzmán Blanco-, hizo que se transfiriera el nombre de un pueblo levantisco y amante de la libertad al Diablo mismo y que se aplicara por extensión a las personas malas y perversas. También, en un tono más amable, se aplica a los niños traviesos y tremendos.
En memoria de los amables mandingas del pasado, les dejo este video con una interpretación del Santiguao (Preludio y fuga sobre una melodía folcklórica, de Federico Ruiz), por el Quinteto Cantaclaro.