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martes, 29 de enero de 2013

Boves asiste a sus funerales

José Tomás Boves
En mi pueblo se dice que al que picó culebra, bejuco le para el pelo. Nada más cierto que eso y para muestra esta leyenda caraqueña. Le sucedió a los pocos habitantes que quedaban en Caracas a inicios de 1815, cuando se celebraron en los funerales del fiero tigre José Tomás Boves, más malo que Guardajumo, caído el 5 de diciembre de 1814 en la batalla de Urica. Este era un tigre muerto, pero aún se le tenía miedo al cuero.

Nos narra la leyenda Luis Beltrán Reyes, en su libro Santiago de León de Caracas en sus  leyendas históricas:
... Aún después de muerto, Boves siguió causando pavor en muchos lugares que tuvieron la desgracia de caer en sus manos. Muchas personas aseguraban haberle visto correr de un sitio a otro envuelto en llamas.
Catedral de Caracas hacia 1873. Al momento del  funeral de Boves la fachada y
la torre estaban en construcción, luego de los destrozos del terremoto de 1812.
De hecho, el arzobispo Narciso Coll y Prat mudó la sede a una choza en la
sabana de Ñaraulí, donde hoy está la Iglesia parroquial de San José.
Con motivo del rumboso funeral que las autoridades españolas ordenan que se celebre el 14 de febrero de 1815, en la  Santa Iglesia Metropolitana de Caracas, cuéntase que Boves fue visto en persona asistir a ellos con la arrogancia y denuedo que en vida había derrochado. Las principales damas caraqueñas ataviadas con sus mejores trajes y luciendo sus más ricas joyas, aparecían allí compungidas y al mismo tiempo temerosas por lo que se propalaba con respecto a la aparición del temible asturiano en aquella fúnebre ocasión. Sin embargo, nada falta ni interrumpe tan fastuosa solemnidad; desde la "urna cineraria" hasta las "lujosas invitaciones" que se veía en las manos de los concurrentes. Jamás, dice un cronista de la época, se habían celebrado en la Catedral de Caracas unas "honras fúnebres" como las llevadas a cabo, con tanta pompa, y por la muerte de un realista. Y termina dicendo: Aquellas exequias por el reposo eterno de José Tomás Boves era también un símbolo, una señal, que ponía término a las feroces matanzas desencadenadas por la guerra a muerte.
Mantuanos van a misa con su cortejo de esclavos y "pagapeos".
Interesante leyenda si no fuera tan patriotera y con una información tan agarrada de los pelos. Es como un funeral en tiempos de paz, ignorando la desolación que presentaba Caracas a causa del terremoto de 1812, la guerra a muerte y de la emigración a Oriente (julio de 1814). La moraleja de la historia era el temor que causaba el caudillo aún después de muerto. Me hago, como siempre, unas preguntas:
  • ¿En la Catedral? Lo dudo la única iglesia que estaba en condiciones de funcionar era San Francisco. El arzobispo Narciso Coll y Prat se vio obligado en 1812 a instalarse en la sabana de Ñaraulí (hoy parroquia San José). En 1814 comenzó a desplomarse la pared norte del templo a causa de las lluvias y los trabajos de demolición y reconstrucción de la torre concluyeron en 1817. La fachada quedó sin rematar hasta mediados del siglo XIX.
  • ¿Quiénes irían al "rumboso funeral"? Era peligroso no asistir; a los opositores a la monarquía se les perseguía a muerte y quedaban pocos mantuanos en la ciudad; los republicanos habían emigrado con Bolívar a Oriente, donde Boves masacró a muchos en Barcelona, Aragua de Barcelona y Cumaná. Quedaron los realistas, pero no todos porque mucho emigraron, entre ellos María Antonia Bolívar, que permanecció en La Habana hasta la batalla de Carabobo con una pensión otorgada por Fernando VII, tal vez a esa misa asistieron algunos mantuanos, españoles y canarios. 
  • ¿Joyas y galas? Muy difícil; las hordas de Boves eran codiciosas y descontroladas. Lo más probable es que las señoras asistieran con sus raídos trajes que vieron mejores tiempos. El orden social estaba trastocado. En Caracas había hambre, miseria y desesperanza. Luego vendrá Pablo Morillo y pondrá algo de orden
Cuando reseñamos en esta bitácora la novela Boves el Urogallo, mencioné que las nuevas ediciones contenían un estudio sobre este nefasto personaje. Las ediciones recientes estaban agotadas hasta noviembre de 2012, cuando Alfaguara la reedita con 1.000 ejemplares. Al verla la compré para revisar los Apéndices. En efecto, allí está, además de las notas marginales, la tabla cronológica y el Glosario, el Análisis socio-psiquiátrico de la personalidad de José Tomás Boves, incluido por el Dr. Herrera Luque en las ediciones posteriores, de donde entresaco algunos aspectos:
Francisco Herrera Luque
Entre los hombres de la sabana, la virtud primaria era el valor; el valor físico, frontal y sin cortapisas, que lo mismo domeña un toso salvaje, que saca del medio en viril combate al más recio contendor. Lo otro puede venir por añadidura. La ausencia de los atributos del macho criollo, la generosidad y la compasión, antes que virtud, pueden ser tomados como prueba de flojedad de ánimos. Para ser generosos con los desvalidos debe tenerse antes el poder suficiente para desposeerlos. Para ser compasivo con el que sufre hay que dar pruebas de un carácter monolítico. Sólo el macho bravío y arisco puede hacer gala de su buen humor, de bailar un parrandón o de quitarle la mujer a otro. Boves, además de ser macho probado, era generoso, alegre y socarrón. La gracia pícara es adobo muy preciado en Venezuela entre jefes temidos e indiscutibles; de la misma forma que los excesos eróticos o alcohólicos pueden ser admitidos o encomiados al cabo de una misión. Sus imperfecciones, dentro de cierto grado, lo humanizan, impidiéndole caer de un todo en el aislamiento sombrío que conlleva el poder. El caudillo, entre llaneros, debe ser mujeriego sin ser enamoradizo: la única hembra valedera es la masa que conduce.
El caudillo debe ser impredecible, porque  él es arcano, el depositario de los grandes secretos  que contienen la clave para arribar con buen tiempo a la Tierra Prometida. Sus actos siempre deben desconcertar. Nadie debe saber cuándo duerme, qué come, qué piensa. Debe caer sobre sus competidores a la menor sospecha o sin ellas; eso le concede ese prestigio sobrenatural que a las masas sobrecoge. Debe ser arbitrario y expeditivo en el ejercicio de la justicia, porque así es la ley del llano. Ante situaciones similares, lo mismo puede condenar a muerte que absolver con largueza. Su generosidad debe ser ilimitada, al igual que su ausencia de codicia; de lo contrario, antes que padre sería un hermano más en medio de la disputa. (...)
Retrato de Boves, según la descripción
de Daniel Florencio O'Leary
Los hombres que seguían a Boves -como es ya ocioso plantear- no luchaban por la causa del Rey. Luchaban contra el blanco propietario que ultrajaba su condición de hombre de color. Prueba de ello es que, apenas muere Boves, le dan la espalda a Morillo, el Pacificador, que con un ejército de españoles venía a combatir a las patriotas. Por ello se dispersan por el llano hasta tropezar con otro hombre, que hasta por el mismo aspecto físico que recrece en sus facciones de rubio azambeado, se parece al Taita Boves, pues además de macho, como él, es llano, generoso y festivo.
Herrera Luque nos señala el nombre del macho que heredó las hordas de Boves: José Antonio Páez, quien si pudo, a pesar de su indisciplina, encausarlas a luchar por la Libertad.

Dejemos para otra ocasión el diagnóstico psiquiátrico del Dr. Herrera Luque sobre aquel  paranoide sanguinario que casi llega a la enajenación, sin que se le pudiera llamar loco de remate.




martes, 16 de octubre de 2012

195 años del fusilamiento de Manuel Piar


General en Jefe Manuel Carlos Piar
El 16 de octubre de 1817 fue una fecha trágica en los anales de la patria. El amañado juicio al General en Jefe Manuel Carlos Piar, y su posterior fusilamiento, sembró la duda y salpicó la hoja de servicio de importantes oficiales del ejército libertador, reputados como gente justa y honesta; desde Simón Bolívar hasta los testigos falsos, pasando por Carlos Soublette y Luis Brión.
Celda donde estuvo detenido Manuel Piar hasta el día fatal
Una de las historias fabuladas de Francisco Herrera Luque es la novela, Manuel Piar, caudillo de dos colores (Pomaire, Caracas, 1987) tiene como tema la vida y obra de este importante jefe militar patriota. Usa como base para recrear la historia, su supuesto origen real por vía paterna (José Francisco de Braganza, heredero al trono de Portugal) y mantuano por el lado de su madre (Belén Xerez de Aristeguieta, una de las nueve musas de Caracas). Como nos acostumbró el Dr. Herrera Luque en sus novelas, hay un amplio Apéndice sobre la raza y origen de Manuel Carlos Piar y otro sobre las particularidades del relato.También indica dónde está la licencia literaria, lo rigurosamente histórico y lo posible. Esta novela fue reeditada en 2001 por Alfaguara en un grueso volumen de 599 páginas. Es un texto de lectura amena y ligera.
Placa de mármol adosada a la pared de la Catedral
en el sitio donde fe fusilado Manuel Piar.
Una de las balas permanece incrustada en la pared; los
peregrinos cívicos concurren a venerar esta reliquia.
La historia inicia en la celda donde se encuentra detenido en Angostura; allí conversa y juega ajedrez con el Capitán Juan  José Conde, su carcelero. Se acerca el momento de que el tribunal militar dicte sentencia. Llega la hora fatal y concluye el primer capítulo con el fusilamiento de Piar y la reacción de Bolívar, todo rigurosamente histórico:
En dirección a la habitación caminan Ibarra y Conde. Ambos se niegan a comunicarle la sentencia. El joven capitán ya levanta la mano para llamar a la puerta, cuando irrumpe en el patio José Ignacio Pulido, secretario del tribunal.
-Vengo a leerle la sentencia al reo -dice el barinés.
-General -dice Conde a Piar-. Afuera está José Ignacio Pulido. Viene a informarle del veredicto.
-Entonces ¿Se reunieron? Vaya, pues -respondió llenando su vaso con el brebaje-. Dígale que entre.
-¿Qué hay, Pulido?  -saludó al secretario sin mostrar la menos desazón, a pesar del rostro apesadumbrado que arrastraba el secretario. -¿Qué noticias me trae? ¿Son buenas o malas?
-No son muy buenas, mi General.
-¿Cómo cree, entonces, que debo recibirlas? -pregunta burlón.
-De rodillas -respondió Pulido con estudiado patetismo. Piar, sin abandonar el tono jovial, repuso:
-Vamos a complacerlo, entonces.
Con dificultad se colocó en la posición sugerida, apoyándose en la pierna izquierda de Pulido para mantener el equilibrio.
Con voz impostada y en presencia de Conde, Pulido comenzó a leer la sentencia. Piar no prestaba mayor atención, pero cuando escuchó la parte donde se le condenaba a ser fusilado aquella misma tarde, saltó enloquecido, gritando, llorando, clamando. Conde, lloroso, le recordó su condición de héroe excelso, para que en aquel momento reaccionase como un chiquillo. En un arranque y sin dejar de sollozar, intentó echarse sobre la hamaca. Calculó mal y rodó por el suelo. Conde y Pulido lo ayudaron a levantarse. Los anteojos que usaba para leer cayeron al piso. Conde intentó entregárselos.
-¡Guárdelos para usted! -le respondió en un susurro- ya no los necesito. Usted, en cambio, es muy joven para ser tan ciego.
Pulido se deslizó por la puerta sin despedirse. Luego de un largo silencio con un trasfondo agonizante de campanas, preguntó a su guardián:
-¿Qué cree, Conde, que debo hacer ahora?
-Ponerse en paz con su alma, mi General.
-Tiene usted razón. Mándeme a llamar al padre Remigio Pérez Hurtado, el vicario. Además de ser mi amigo, es un santo varón.
Figura alegórica de Venezuela. Plaza Bolívar.
Al fondo, la casa del Vicario
Ciudad Bolívar.
El cura acudió de inmediato. Luego de escucharlo en confesión se dirigió al último patio, donde permaneció un largo rato con expresión confusa y dando vueltas sobre sí mismo. Luego de beber un café que le obsequiara Pulido, entró de nuevo en la alcoba de Piar, encerrándose con él hasta el momento en que Juan José Conde abrió la puerta para decir entrecortado: 
 -¡Es la hora, mi General!
Salió de su celda trajeado con todas las galas de General en Jefe. Al llegar a la puerta de la calle un espeso silencio cayó sobre la multitud. El cura le presentó un crucifijo. Quebró la rodilla y lo besó con fervor. Luego de bendecirlo, el Vicario corrió hacia su casa.
Al otro lado de la plaza, Bolívar, quien ha seguido desde la ventana con celosías los últimos momentos de su adversario, camina nerviosamente de un extremo a otro de la sala, ante la mirada expectante de sus edecanes.
Salta confusa y desgarrada la voz de Piar. Restalla una descarga. Bolívar se detiene. Buscando apoyo en la gran mesa de su despacho, parece desmayarse. Con voz sacudida por el llanto exclama desgarrado "¡He derramado mi sangre!".

Casa del Congreso de Angostura
Otro lugar de peregrinación cívica en Ciudad Bolívar
Simón Bolívar decía que A la sombra del misterio no trabaja sino el crimen. Muchos misterios rodean el juicio a Piar, el principal es la causa del proceso: ¿Estaba confabulado con los Braganza para apoderarse de Guayana? ¿Estaba incitando al pardos y castas a una insurrección contra los blancos, como en Haití, en alianza con Alejandro Petión? ¿Era por insubordinación?  Vinicio Romero Martínez (¿Qué celebramos hoy?) al recordar la efeméride de hoy se hace otras preguntas:
¿Se justificaba esta ejecución? ¿Era Piar el único sedicioso? ¿Por qué no ejecutaron a los otros conspiradores que habían desacatado la autoridad del Libertador y hasta humillado, como Ribas, Mariño, Bermúdez, etc? Bolívar, al parecer, necesitaba un escarmiento, uno solo. Luego, irían los demás por el riel.
Terraza de la Casa del Congreso de Angostura, con vista al Orinoco
Ciudad Bolívar
La mojigatería de la historia oficial de Venezuela en su afán de presentar a Simón Bolívar como un héroe impoluto, lo que ha hecho es deformar la historia y mitificarla, logrando un efecto contrario al buscado. Bolívar no era un dios, sino un ser humano falible, con virtudes y defectos, y al restarle su condición humana lo convierte en un ser mitológico. Uno de los artífices de esta historia fue Antonio Guzmán Blanco, quien llegó a destruir uno de los volúmenes de las Memorias de Daniel Florencio O'Leary y a falsear documentos. Buscando en la Internet, encontré varios artículos sobre este tema, entre ellos me llamó la atención Raza y origen del General Manuel Carlos Piar.

Lápida sepulcral del siglo XIX, colección de la Catedral de Ciudad Bolívar

Ciudad Bolívar es un lugar de peregrinaje cívico. En las pocas manzanas que rodean la plaza donde fue fusilado Piar nos encontramos con la Casa del Congreso de Angostura, donde nació Colombia la Grande; del lado Este de la plaza está la Catedral llena de historia; al Norte la casa donde estuvo detenido el Libertador de Guayana hasta su fusilamiento; y bajando hacia el río, la antigua cárcel real y la Casa del Correo del Orinoco. Es una de las ciudades más gratas de Venezuela, con gente amable y excelente gastronomía.

Tal vez uno de los mejores momentos para visitarla es la última semana de julio y la primera de agosto cuando se celebran las fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de las Nieves (5 de agosto); en esa fecha que coincide la salida de la sapoara (o zapoara), hay un festival internacional de guitarra y una buena exposición de orquídeas.


Superba del Orinoco (Cattleya violacea), flor emblemática
del estado Bolívar


martes, 28 de agosto de 2012

Boves "El urogallo"

Boves, el Urogallo
Portada de la última edición
por Alfaguara
Cuando publiqué la historia de Guardajumo, prometí comentar la novela Boves el Urogallo, de Francisco Herrera Luque. El ejemplar que tengo corresponde a la 5° edición (Editorial Fuentes, Caracas, 1973), que compré hace unos días de segunda mano. Ya lo había leído en otra edición en los lejanos años 70. He buscado por todas las librerías de Caracas la edición de Alfaguara, donde aparece, además, un perfil psicológico de José Tomás Rodríguez Boves, pero parece estar agotada. Ya aparecerá, o la reeditarán, porque ésta es una novela que, aunque ya no sorprende, sigue gustando al lector venezolano.

Desde la fecha de su publicación en 1972 fue un best seller, alcanzando 5 ediciones en poco más de un año. Para entonces el Dr. Herrera Luque, psiquiatra caraqueño, era conocido por tres obras importantes: Los viajeros de Indias, La huella perenne y Las personalidades psicopáticas, todas con muy buena aceptación por parte del público. Boves el Urogallo forma parte de una trilogía integrada también por Los amos del Valle y En la casa del pez que escupe agua, las cuales comentaremos otro día.

Boves el urogallo
Editorial Fuentes
1974
La edición de octubre de 1973 contiene, además, algunos párrafos con apreciaciones de críticos e historiadores que a muchos hoy les pueden parecer inoportunos, pero que en su momento sirvieron para orientar a un público cuyo conocimiento sobre el terrible asturiano era Venezuela Heroica, de Eduardo Blanco. Pero antes citemos de la solapa:
Un éxito sin precedente en la bibliografía venezolana, que a primera vista puede parecer sorpresivo, pero que se justifica en forma total al leer el libro, ha acompañado a este "BOVES EL UROGALLO", de Francisco Herrera Luque.
Retrato de Boves, según la descripción
de D. F. O'Leary
Obra de carácter histórico en lo esencial, aunque estructurada en forma de novela, presenta un panorama de los primeros años de la Guerra de Independencia, cuando el asturiano José Tomás Boves se convirtió en el terror de los republicanos y en el caudillo prepotente que seguían sin vacilar los grupos sociales desposeídos y explotados: negros, indios, esclavos, mestizos, en fin, aquellas masas que sostenían con su trabajo toda la estructura del orden colonial.
Con lenguaje fluido, ameno, se van presentando los sucesivos cuadros históricos, desde las pintorescas costumbres coloniales hasta las dantescas matanzas que no respetaban ancianos, niños ni mujeres. Una acertada elaboración del autor permite comprender los episodios de aquella trágica época de Venezuela.
COMPRENDER; allí está la clave. No se pueden tomar las novelas de Herrera Luque como libros de historia, sino como creaciones literarias con basamento histórico, pero también con licencia del autor. Para los puristas de la historia, o para el investigador, existen otros textos. El doctor Herrera Luque, como siempre acostumbró, nos dejó un apéndice sobre el valor histórico de los hechos presentados: qué es real, qué es recreación, qué es tradición.

Urogallo, ave asturiana que se enceguece
cuando corteja a la hembra
El resumen de la novela es simple: el joven José Tomás Rodríguez Boves, natural de Oviedo, se embarca para las Indias, egresado del Instituto Real en su ciudad natal. En Puerto Cabello es recibido por don Lorenzo Joves, asturiano como él y amigo de la familia, quien lo protege y le consigue una plaza como guardamarinas. Pronto, el muchacho se ve involucrado en un asunto de contrabando que lo lleva a su destierro en Calabozo. Allí se hace un buen nombre como comerciante. Cuando se declara la independencia, es de los primeros en apoyar la causa de la República. Una serie de injusticias en su contra por el estamento mantuano, lo lleva a variar su posición política. Afortunadamente para él, llegan a Calabozo las tropas realistas, que lo liberan y se une a su causa. Allí comienza el año terrible (1813-1814), cuando Venezuela experimenta hambre, muerte, venganza y destrucción.... no se respetó ni la santidad de los altares. Todo termina con la muerte de Boves, de un lanzazo, en la sabana de Urica...
- Deben ser los rompelíneas -se dice Boves. Es un batallón especial compuesto tan sólo por oficiales y que tiene por misión, como lo dice su nombre, lanzarse sobre las filas enemigas para romper sus cuadros. El jefe del batallón es Pedro Zaraza.
José Tomás le echa un vistazo y no tarda en descubrir al compadre que ahora, vengador, avanza sobre él a galope. Ya se acerca el momento y echa la última mirada al grupo enemigo. Entre los que avanzan reconoce a un oficial de apellido Belisario a quien le infamó una hermana. Ya faltan quinientos pies, y los caballos del enemigo ya deben venir agotados. Es el momento. Boves da la orden:
- ¡Carguen...!
Como un dique que se revienta se desbordan los lanceros; pero el caballo del Caudillo se queda trabado.
- ¡Arre, Urogallo! ordena imperioso, pero tan sólo logra que la bestia se le pare en dos patas cuando le hincó las espuelas. El choque de los lanceros cubrió el pantano de lamentos, sangre e insolencias. El Batallón Tiznados, con su jefe trabado en la retaguardia ha despedazado a los insurgentes que huyen en desbandada hacia la sabana, perseguidos por los hombres del asturiano. Pedro Zaraza, sin embargo, seguido de seis hombres, ha traspuesto la línea y corre hacia el Caudillo, que con la bestia paralizada está inerme frente al enemigo.
- ¡Arre Urogallo! -grita desesperado el Caudillo, mientras ve venir, convergentes, seis lanzas que buscan su cuerpo. A la cabeza del grupo viene Zaraza; también viene Belisario.
- Arre, Urogallo!

Boves muerto en Urica
Fotograma de la película El Taita
Mañana comentaremos sobre lo que sucedió con las legiones infernales de Boves a partir de 1815 (Bolívar y la guerra social) y de cómo surge de vez en cuando el espíritu de Guardajumo para espantarnos.

José Tomás Boves es un personaje que se presta a la leyenda por ser más malo que Guardajumo y que pareciera haber tenido pacto con Mandinga. También debería serlo para la investigación histórica. Siempre me ha intrigado este personaje; quién sabe si la historia hubiera sido diferente si se le hubiese alistado, como él deseaba, a la causa republicana y se le hubiese tratado con decencia. Hay estudios sobre este personaje y su época, de los que tengo en la biblioteca:

  • Boves; aspectos socioeconómicos. Germán Carrera Damas (Ministerio de Educación, Caracas, 1968)
  • Boves a través de sus biógrafos. J. A. De Armas Chitty (Editorial América Libre, Caracas, 1976)
  • Boves ¿Justicia maldita?. Arnulfo Poyer Márquez (EMMCA, Mérida, 2007)
  • José Tomás Boves. Edgardo Mondolfi Gudat (El Nacional BBV, Caracas, 2005)
  • José Tomás Boves. A. Valdivieso Montaño (Línea Aeropostal Venezolana, Caracas, 1953)

lunes, 27 de agosto de 2012

Más malo que Guardajumo

José Tomás Boves
1782-1814
Enfrentó a Guardajumo.
En Venezuela existe la expresión: ...más malo que Guardajumo, o bien, ...éste es peor que Guardajumo. Con el deterioro de la cultura nacional y el abandono del habla tradicional venezolana, la expresión ha caído en desuso. Pocos la aplican a pesar de su valor histórico y de lo bien que suena para calificar a quien así lo merece; porque no a todos los malos se les puede aplicar con propiedad. Se requieren, pues, ciertas condiciones y grados de maldad para ser honrado como un Guardajumo redivivo. La historia nacional está repleta de personajes torvos y malos, pero no todos ellos se hacen acreedores a ese dudoso honor.

Guardajumo (también se le conoce como Guardahumo o Guardajumos) fue un personaje histórico que se hizo famoso por sus fechorías por los llanos de Venezuela, en los años que precedieron el colapso del sistema colonial. ¿Quién era este famoso bandolero? El Diccionario de Historia de Venezuela (Fundación Polar, Caracas, 1997), usando una extraña y parca redacción, nos lo presenta con nombre y apellido:
Torre de la Catedral de Calabozo, ciudad donde
fue ajusticiado Guardajumo
Ochoa, Juan Nicolás (San Felipe 1767 - Calabozo 1802)
Bandolero de la región de los llanos de Guárico conocido con el apodo de Guardajumo o Guardahumo, que pasó a ser en el lenguaje popular sinónimo de maldad. Indígena, su madre lo llevó muy pequeño al hato de Vicente Rodríguez donde se crió; luego se avecinó en la Misión de Nuestra Señora de los Ángeles. A fines del siglo XVIII, se generaliza la presencia de bandoleros en los llanos, que no sólo roban ganado, sino que asaltan casas y hatos, acometen y hieren a las personas, violan y roban a las mujeres. Uno de estos malhechores fue Juan Nicolás Ochoa, mejor conocido como Guardajumo, quien actuó en los llanos de Guárico  desde 1786. Capitaneaba un grupo de indios, vivían de la caza, pesca y robo de ganado, movilizándose continuamente, lo que impedía su captura, además que nadie se atrevía a denunciarlo por el temor que infundía y creer que tenía pactos con el demonio. Su detención se produjo en Guariquito en octubre de 1798 donde fue sorprendido. Trasladado a la villa de Calabozo, se le inició proceso el 3 de noviembre, y culminó 4 años más tarde con una sentencia a muerte en la horca, que se llevó a cabo en la plaza de la villa de Calabozo.
Escena llanera.
Ilustración tomada del portal de la UNERG
¡Qué pobreza! Por otros lados he leído cosas más interesantes sobre este famoso cuatrero. Veamos qué nos dice el filólogo Ángel Rosemblat cuando toca el tema Más malo que Guardajumo (Buenas y malas palabras, Vol II, Edime, Madrid, 1982). Su artículo es más completo e interesante:
Gracias a Manuel Landaeta Rosales y a Arístides Rojas, conocemos su triste historia. Guardajumo era el apodo de un indio guamo llamado Nicolás Chepegüire, que había nacido  hacia 1780 en la misión de Nuestra Señora de los Ángeles, al sur de Calabozo (en una Real Provisión del 1° de abril de 1800, conservada en el Archivo General, figura con el nombre de Juan Nicolás Ochoa, "alias Guarda Humo"). Desde niño robaba cuanto podía y lo vendía a los muchachos. Estuvo preso varias veces, y en la prisión, que es una gran escuela, perfeccionó sus conocimientos. Ya adulto, cometió una serie de crímenes horrendos, y hacia el año 1800 era jefe de una banda infernal, que asaltaba los hatos, robaba ganado, asesinaba a los viajeros y tenía bajo terror a toda la comarca de Calabozo y los Llanos de Aragua y Barcelona. Conocedor de la sabana, de las matas y chaparrales, aparecía y desaparecía como por encantamiento. Y por eso, y por su ferocidad, adquirió fama demoníaca.
Más adelante, Rosenblat aporta un dato surgido de la tradición nacional, que involucra a dos jóvenes que luego figurarían en bandos opuestos durante la Guerra de Independencia:
Jacinto Lara
1778-1859
El Ulises de América
Se enfrentó a Guardajumo
Se cuenta que en una ocasión asaltó una caravana que llevaba mercancías desde el puerto de Güiria hasta el Guárico. Y tuvo que vérselas con dos comerciantes que después iban a transfigurarse con la guerra de independencia: José Tomás Rodríguez, el célebre Boves, y Jacinto Lara, el famoso general Lara que acompañó a Bolívar hasta el Perú. Guardajumo, herido, tuvo que huir. Cuatro de los suyos quedaron muertos.
Bueno, ¿Qué hacían estos dos muchachos viniendo desde Güiria? Tal vez contrabandeaban productos ingleses desde Trinidad.... José Tomás tenía antecedentes en Puerto Cabello. ¿Serían socios? Boves conocía a muchos futuros héroes de la independencia, como el general Pedro Zaraza, el Taita Cordillera... a quien se atribuye el lanzazo que mató a Boves en Urica (diciembre de 1814), aunque fuentes realistas apuntan a uno de los suyos, tal vez el isleño Francisco Tomás Morales (1781-1845). Zaraza nunca alardeó del hecho y Morales fue el gran beneficiario.

Pedro Zaraza Manrique
(a) Taita Cordillera
1775-1825
Aquí tenemos a dos personajes famosos: José Tomás Rodríguez Boves, el terrible astur, (más malo que Guardajumo, según la opinión de la mayoría de los venezolanos), que asoló Venezuela en el Año Terrible de 1813-1814, y el caroreño Jacinto Lara, el Ulises de América, quien para la fecha del encuentro con el indio Ochoa comerciaba con ganado entre Barinas y Caracas, y 1810 se uniría a las filas independentistas. Su condición de héroe de la independencia ha hecho que se olvide la degollina cometida contra 22 misioneros capuchinos en Caruachi (1817) en la que se vio involucrado mientras era Comandante Militar de las Misiones del Caroní. Un hecho confuso, gracias al cual el Imperio Británico pudo arrebatarle luego a Venezuela 160.000 kilómetros cuadrados. Pero el tema no es la cuestión de límites con Guyana, sino la maldad de Guardajumo.

Don Ángel nos completa la información sobre el legendario bandido:

Plaza de las Mercedes en
Calabozo. Lugar de ejecución
de Guardajumo
Su tío Chepe Gune o Chepe Güire, bandolero también, lo denunció a las autoridades. Guardajumo fue preso y condenado a la horca. Pero no hubo en Calabozo verdugo que se atreviese con él, pues había asegurado que tenía medios para que la cuerda no le tocase el cuello, y que se escaparía de la horca. Un verdugo traído expresamente de Caracas, donde sin duda los había muy buenos, le ajustó la cuerda en la Plaza de las Mercedes de Calabozo, el 24 de mayo de 1802. La gente, congregada alrededor, esperaba que apareciese el demonio a libertarlo o a buscar su alma. Por lo visto Dios, que es más poderoso que el demonio, quiso que muriese. Su cabeza permaneció varios días clavada en una estaca, para ejemplo y escarmiento. Una Real Provisión del 27 de octubre de 1804 ordenó al Subdelegado de la Real Hacienda de Calabozo el pago de los costos causados por la ejecución de la sentencia.
Seguro que el Tío Chepe quería ajustar cuentas con el sobrinito ¿Cuánto le habrán pagado? Tal vez se dio por satisfecho al ver con la lengua afuera a la competencia, y de paso mostraba su lealtad a la Corona; para algo le serviría.

Los lanceros de Boves
Fotograma de la película El Taita
La fama de malo de Guardajumo pronto pasó al habla popular y su apodo a usarse como calificativo. Tenemos, por ejemplo, el caso del subteniente don Manuel Antonio Landaeta, natural y vecino de Valencia, a quien en 1812 se le siguió un juicio de infidencia por haber sido uno de los reos que habían mantenido hasta el último momento las banderas de la insurrección y no perdía las esperanzas de que ésta reviviese. Uno de los testigos declaró que Landaeta era también conocido por el nombre de Guardahumo... ¿Qué tal? De allí saltó la la literatura, en la que, finalmente, pasó a ser un personaje de la novela Boves, el urogallo, de Francisco Herrera Luque, obra sobre la que comentaremos mañana.
A fines del siglo XVIII - agrega Ángel Rosenblat-, los Llanos atravesaban un período de crisis, y como consecuencia cundió el bandolerismo. Los dueños de los hatos tenían a veces que hacerse justicia por sí mismos. Calabozo vivía aislado, unido a Caracas por un inseguro camino de recuas. Humboldt, que pasó por allá en marzo de 1800, dice: "Los hatos de ganado han sufrido considerablemente en estos últimos tiempos de las gavillas de bandoleros que recorren las estepas matando animales únicamente con el fin de vender su piel. Este bandolerismo ha aumentado desde que se ha hecho más floreciente el comercio con el Bajo Orinoco". Era la época de Guardajumo.
Eso es lo que sucede cuando las autoridades no se ocupan del bienestar del pueblo, ni de su seguridad, sino que lo que buscan es mantenerse en el poder. Las autoridades coloniales, que eran capaces de arrancar de raíz cualquier revuelta, se mostraban incapaces de perseguir a las gavillas de bandoleros, o mejorar las condiciones de vida de la población; aún teniendo cerca el ejemplo de Haití. ¿A quiénes culpar? ¿A los cuatreros? ¿A los mantuanos? Debe servir de reflexión a cualquier gobernante. Doce años después del ajusticiamiento de Guardajumo, Venezuela ardía por los cuatro costados, habían desaparecido el régimen colonial, la Primera República y tambaleaba la Segunda. Venezuela ya no sería la misma.


Emigración a Oriente
Tito Salas
Colección Casa Natal del Libertador



sábado, 2 de junio de 2012

La luna de Fausto

Francisco Herrera Luque
1927-1991
Esta semana, con casi 30 años de atraso, leí novela histórica (¿o historia novelada?) La luna de Fausto (Alfaguara, Caracas, 2006), obra del psiquiatra y escritor Francisco Herrera Luque. De este interesante autor ya había leído puntualmente: Viajeros de Indias; La huella perenne; Bolívar de carne y hueso y otros ensayos; Boves, El Urogallo; En la casa del pez que escupe agua; Los amos del valle; Manuel Piar, caudillo de dos colores; Los cuatro reyes de la baraja, y más recientemente, Bolívar en vivo. Me faltan por leer algunos más.

Como en sus otras novelas, La luna de Fausto se basa en hechos históricos reales, con algunas licencias que permitieron al autor dar agilidad y forma a la narración. Al final del texto tiene un apéndice titulado Fundamentos históricos, que aclara cualquier duda.  La historia trata la aventura del alemán Felipe de Hutten en Venezuela durante la vigencia del contrato de Carlos V con los banqueros Welser; desde su encuentro con el famoso astrólogo Dr. Fausto hasta su asesinato en la Sierra de Coro por los sayones de Juan de Carvajal. Esta es una novela en el mejor estilo que nos acostumbró el Dr. Herrera Luque, a pesar de algunas de sus fijaciones.

Escudo de la familia Welser, banqueros de Ausburgo
En la contraportada los editores nos dicen:
Esta es una novela de caballerías escrita en el siglo XX. Herrera Luque traza una epopeya en la que se mezclan la magia y la violencia de la Alemania y la España medioevales, con el mito y el salvajismo presentes en toda la gesta de la conquista de América. Usa una técnica innovadora y maneja el diálogo como un maestro. Nos introduce al célebre doctor Fausto, personaje de Goethe y hombre de carne y hueso que vivió entre 1480 y 1540. Parte de la profecía que Fausto le hizo a Felipe de Hutten, enviado por los banqueros Welser y el Emperador Carlos V en busca de El Dorado, y luego nos lleva por una vertiginosa travesía de océanos y selvas, en medio de brujas e inquisidores. Para concluir en un drama de soledad y crueldades vaticinadas todas por Fausto y presididas por la fatídica Luna color de sangre.
Para tener una idea del trabajo de investigación que realizó el Dr. Herrera Luque para escribir su Luna de Fausto, entrar por aquí. No deja de ser interesante la dedicación del autor para resucitar los personajes y sacarlos del polvo de la historia.

Mapa de la Concesión de los Welser en la provincia
de Venezuela o Klein-Venedig.
Leí en libro "de una sola sentada" y una vez concluido, me quedaron ganas de buscarme algún testigo del asesinato de Felipe de Hutten y Bartolomé Welser y lo encontré en mi biblioteca, esperando contarme algún detalle. Veamos qué me contó el florentino Galeotto Cey, que estuvo presente. Primero me recapituló sobre la provincia de Venezuela y el gobierno (o desgobierno) de los Welser o Belzares, comenzando por su ubicación:
Esta provincia de Venezuela fue dada a los Welser para descubrir, los cuales han gastado en ella 150 mil escudos y hoy está más pobre que nunca. Llámanla Venezuela por un lago de agua dulce que hay en ella (es el Lago de Maracaibo), entre cabo de la Vela y dicha ciudad y puerto de Coro, situadas las bocas a 10 grados y 1/4 y la culata de ellas a 8 grados y 1/2, dicen que tiene un perímetro de 400 leguas de circunferencia; yo he estado en ellas y no me parece que sea tanto. Allí los indios tienen sus casas casi sobre el agua y hay muchas barcas, es decir, canoas, pequeñas y grandes, están siempre sobre el agua, y son muy diestros y valientes en ellas, y por eso los españoles dicen que es como Venecia y le dieron el diminutivo llamándola Venezuela, de donde ha tomado la denominación toda la provincia y descubrimiento hecho en ella.
Nos presenta a los protagonistas:
...quiso mi pérfida suerte que la cancillería de Santo Domingo proveyese en aquel tiempo, por Gobernador y Capitán General de dicha provincia, a un Juan de Carvajal, español, de nación gallego, porque habían pasado cuatro años que el gobernador de ella, llamado Felipe de Hutten, hermano del obispo de Eichstadt, y un hijo de Bartolomeo Welser, llamado Bartolomé, habían ido a descubrir y nunca habían vuelto y no había llegado noticia alguna de ellos; en defecto de éste habían mandado a dicho Juan de Carvajal y llegó y se embarcó en dicha nave, prometiéndome sólo favores.

Fachada de la Catedral de Coro, aspecto actual
Partimos de Santo Domingo el 17 de diciembre de 1544 y después de muchas perturbaciones sufridas en el camino, llegamos a Coro el 6 de enero, que es una ciudad de 10 casas de paja, distante 2 leguas del mar. Y no sólo no encontramos 20 mil escudos, ni siquiera 50, y determiné hacer otra escala, pero el buen Gobernador agarró al patrón, le quitó un esclavo negro y lo hizo descargar, a despecho mío, toda la mercancía en tierra y después lo hizo partir con la nave, y a mí me tocó recibir la mercancía y por amor o por fuerza, venderla a los soldados, a un monto de 2500 ducados; yo puse el precio y ellos el plazo, el cual no llegó nunca, y lo peor fue que me tocó ir con ellos a descubrir, para recuperarlo, que nunca obtuve ni 500 escudos, y me habría sido mejor haberlo perdido todo y haber vuelto a Santo Domingo, porque sin dinero y con muchos disgusto, perdí el mejor tiempo de mi vida en medio de muchos peligros.
Aquí los tenemos: Felipe de Utre, en vez de dedicarse a abrir minas y fundar ciudades, se lanza a la quimera de El Dorado, llevándose consigo al joven heredero Welser; no se sabe de ellos por mucho tiempo. Es como un "abandono del cargo", causa de despido justificado, digo yo. Nombran como remplazo al bandido de Carvajal, que era abusivo al extremo y "maula", como lo describe Galeotto. Carvajal procede a despoblar Coro y se lanza a fundar El Tocuyo, tierra adentro. Nos describe a Coro:
...con pocas casas y menos gente; tiene una bella iglesia para ser de madera, cañas y paja, y es episcopal; está ubicada en un llano (...) Es un país sano pero seco, ventoso y misérrimo...
No se parece en nada a la Florencia del Renacimiento. Ahora nos trasladamos al Tocuyo y presenciamos en encuentro entre Hutten y Carvajal:
Estela conmemorativa al asesinato
de Felipe de Hutten.
El original se encuentra
en la iglesia de Santa María de
Sonheim, Arnstein, Alemania
Colección Catedral de Coro
...Siendo ya el mes de enero, yendo por aquellas montañas a 8 leguas de distancia, buscando y robando maíz, entendimos de los indios que en ciertos llanos, a 20 leguas de distancia, pasaban cristianos. Dimos noticias de esto al Gobernador, de modo que se detuvo, esperando saber quienes eran, y a fines de febrero llegaron a nuestro pueblo Bartolomeo, hijo de Bartolomé Welser, con 20 compañeros, todos mal vestidos, con solamente dos caballos. Habían sido enviados por Felipe de Hutten, su capitán general, al puerto de Coro, para que allí tomasen gente o fuesen a buscarla a Santo Domingo, y la condujesen donde nosotros habíamos poblado, o a aquellos contornos donde él volvería a esperarlos, pues permanecía atrás con otros 20 cristianos y 6 caballos, que quedaban de los 130 hombres y 150 caballos que, 4 años y medio antes, habían ido a descubrir. Llegado dicho Bartolomé Welser con esta gente al pueblo nuestro, se asombró de encontrar otro gobernador en aquella tierra y pidió licencia para volver con su capitán o para seguir su camino al puerto, lo que no le fue concedido por maldad de nuestro gobernador, sabiendo que en Santo Domingo, conocidas estas noticias, no podían dejar de quitarle el cargo y volvérselo a dar a aquel, como estaba previsto por el consejo de España.Y en dejarlo volver atrás dudaba, porque luego podrían devolverse y por otro camino llegar al puerto. Por eso le negó la licencia y lo retuvo, y envió prontamente a un lugarteniente suyo con 60 hombres, a encontrar al dicho Felipe de Hutten para conducirlo ante él.
Detalle de la estela conmemorativa
Vemos a Felipe (de armadura) y su
hermano Mauricio, Obispo.
Así salieron y, parte por amor y parte por fuerza, lo trajeron el Sábado Santo del año 1546, que era aquel año 24 o 25 de abril, donde estuvo 2 días en las fiestas, y en aquel tiempo no faltaron muchos descontentos que hablaban o proferían contra nuestro gobernador y el de ellos, que no era bienquisto y, aunque le advertí que no se confiase en los rebeldes, que lo meterían en el baile y después se quedarían de mirones, no me quiso nunca creer, aunque fuésemos amigos, que me conocía de Santo Domingo cuando vino el Welser de España y le alquilé, cargué y compré caballos, y el navío en que pasó a dicha provincia. Igualmente le hablé a nuestro gobernador demostrándole cómo era malquisto por su gente, y que retenerlos aquí con nosotros les daría ventaja y que lo mejor sería dejarlos ir a su viaje y acordar con ellos que les dejaría la tierra; y que a fines de octubre, con mucho ganado que él tenía, la mitad robado, y otro que podría comprar con plata labrada que poseía, podría irse con sus amigos al Nuevo Reino de Granada, donde haría 15 o 20 mil ducados. No me quiso creer, más bien mandó a hacer un cepo para ponerlos en prisión y asegurarse contra ellos. No faltó quien los advirtiera, de modo que el tercer día de Pascua, dicho Felipe de Hutten y con él Bartolomé Welser y todos los que con ellos habían venido, con las armas que tenían salieron a la plaza donde estaba el gobernador, y con corteses y buenas palabras, le pidieron licencia, pero él respondió bruscamente, no queriéndola dar, y echaron mano a las armas.El gobernador se retiró y al sonido del tambor, cada hombre corrió a cabalgar y Felipe de Hutten y el Welser salieron a la plaza donde no encontraron a ninguno de aquellos que habían prometido seguirles; sólo hicieron un bien: no favorecer al gobernador. Y al rato se anduvo en escaramuzas, hasta que el Welser, hombre decidido, se enfrentó al Carvajal, nuestro gobernador, el cual estaba mucho mejor armado y a caballo, pero tan cobarde que se salvó por la ligereza del caballo.
Así se partió la cuestión, y cada uno se retiró con los suyos a sus estancias, y se esperó hasta la noche para hacer protesta el uno a los otros, queriendo los de allá irse, y los otros, que se diesen presos. Siendo de noche, Felipe de Hutten con todos los suyos tom´sus cosas y caballos con algunos del campo nuestro que se habían descubierto, se fueron del pueblo y se dirigieron a cinco leguas de allí, en aquellos llanos que llaman de Quíbor. Allá encontraron a 20 personas, con sus armas y caballos, de nuestro campo, que regresaban de buscar maíz; los apresaron y desvalijaron de armas y caballos, sin tomar otra cosa que ellos.

Felipe de Hutten en la lápida.
No era tan viejo como se ve en ella
Aquella noche hubo gran confusión, hasta el otro día, en el cual nuestro gobernador dijo muchas cosas, animando a la gente a ir con él. Pero habiendo visto el descontento, tomó mejor consejo, y mando a su lugarteniente, al cura y a un suizo, Melchor Gruhel (o será Grubel como dice Herrera Luque), que había venido con él, a parlamentar con ellos. Así anduvieron y se acordó que del pasado no se hablase ni se hiciese proceso ninguno, y que ellos dejasen todos los prisioneros, armas y caballos; y quien quisiese partir o quedarse de las dos partes, fuese libre de hacer lo que quisiera, y nuestro gobernador, con todos los principales del campo suyo, prometieron, por pacto escrito, bajo pena de traidores y castigo, no seguirlos, ni hacer violencia alguna, sino dejarlos ir libremente donde quisieren, y así quedaron.
Bueno, le digo a Galeotto, eso se ve demasiado bien para gente fementida como el bandido de Carvajal o el terco-ciego de Hutten... No todo termina allí, acota:
El Tocuyo a finales del siglo XIX
Grabado de Ramón Bolet Peraza
Después de 4 días en aquellos llanos, donde con licencia de nuestro gobernador los fuimos a visitare y yo les volví a advertir que se cuidasen y se fuesen pronto, y que se convencieran de que no se cumpliría cosa alguna de lo prometido, pero no me quisieron creer y partieron a principios de mayo. Nosotros volvimos al pueblo con 7 u 8 de su gente que se quedaron con nosotros y con ellos se quedaron sólo dos de nuestro campo, y podían ser como 30 personas con 8 caballos. Tornamos a nuestro pueblo, donde de pronto vimos grandes cambios y tomados y vigilados todos los caminos, para que ninguno fuese a darle ayuda. Traté, aquella noche, de hacer cualquier cosa para zafarme, pero no me valió de nada: en la mañana temprano, me encontré en prisión con otros tres que aquella noche habíamos hablado a los principales, mostrando la traición que quería hacérsele: y que no sólo estaban obligados a no ir con él sino a impedir que alguno se fuese.
Reunió el gobernador toda la gente, y comenzó a clamar su dolor por las injurias y a demostrar que no estaba obligado a observarles ninguna fe, ni pactos, pero le fue respondido y rogado que se quitase de eso. Viendo que no podía abiertamente lograrlo, perdonó públicamente de nuevo a todos, y dijo que solamente para procesarlos quería perseguirlos. Me hizo liberar de la prisión, con los otros, y me predicó mucho para que siguiera su voluntad, pero siempre respondí libremente que no.
Hecho esto, comenzó a decir que quería ir a descubrir e hizo escogencia de gente a su modo, todos del ánimo suyo, prometiéndoles despojos, botines y bajo este pretexto salió del pueblo a los llanos de Quíbor. Reunió toda la gente y a los otros que dejó allí hizo mandato bajo pena de vida, de no partir del pueblo sino a su regreso; hizo de noche tomar las armas y los caballos, excepto pocos, que partimos con estos a un bosque donde no se atrevieron a entrar por ellos; así anduvo tras ellos sin cuidarse de nada que lo pudiese retener, y Dios me sea testigo si no predije todo aquello que ocurrió.
Campos del Tocuyo
Siguiólos y a mediados de mayo los alcanzó entre ciertas montañas distantes 40 leguas de nuestro pueblo, que se habían detenido en un barranco entre grandísimas piedras, donde los apresó al fin del día sin obstáculos, y prontamente les cortó la cabeza a los dos cristianos de su campo que estaban con ellos, que era uno de las Islas canarias, llamado Juan Romero, y el otro de España, llamado Gregorio de Placencia. Después, incontinenti, hizo lo mismo a Bartolomé Welser y a Felipe de Hutten, no teniendo respeto de que estuviese emparentado con la casa de Austria, y ni siquiera les concedió que se confesaran, estando un cura con ellos, cosa muy contra la costumbre española, que son muy católicos en apariencia, pero la rabia le hizo olvidar su perspectiva.
Hecho esto, encadenó a la mayor parte de las personas de importancia y las llevó con él, y al resto los dejó ir, aunque en parte habían huido ya; con gran fatiga dejó enterrar aquellos cuerpos en un pequeño foso cercano, y en seguida volvió al pueblo, donde aprisionó a muchos y estuvo muchos días entre el si y el no troncharles la cabeza o colgar a una docena de nosotros, que no faltaba quien lo mereciese por haber propagado esos rumores. A mí trató de hacerme matar de noche, secretamente, en el lecho, pero fui advertido y no dormía en casa, sino una noche en un cañaveral, otra en un bosque, a veces con un amigo y a veces en un lugar o en otro...
¡Ajá,! Allí aprendió nuestro buen Galeotto algunas lecciones de la vida. Sobrevivió a Carvajal y regresó a Italia. Antes de despedirse me habla con deleite de los corderos y cabritos de Coro. Me dice:
Los cristianos han llevado cantidad de ganado de las islas circunvecinas: vacas, caballos, asnos, cabras, ovejas, y con estas se contentan, con la casa llena de de indias e indios a su servicio, y las carnes salen buenísimas como en Francia, porque los pastos allí son buenos, la hierba como grama y salada por la vecindad del mar.
 Entre Coro y El Tocuyo se consume un plato típico, entre muchos, que lleva vísceras de chivo, o de ovejo, para cuya preparación se usa lo que los italianos llaman la coratella: Asaduras de chivo (o de ovejo). Galeotto lo recomienda.

Asaduras de chivo, como se sirven en Coro, con arroz, ensalada y arepas


ASADURA DE CHIVO

Ingredientes:

  • 1 1/2 Kg. de vísceras de chivo (corazón, riñón, bofe, hígado –bastante hígado) limpias y picadas
  • 2 pimentones cortados en juliana
  • 2 cebollas cortadas en juliana
  • 1 cabeza de ajo machacado (o al gusto)
  • 1/2 cucharadita de comino
  • 2 ajíes dulces sin semillas
  • Aceite suficiente
  • Sal y pimienta al gusto

Preparación:

  1. Se sofríen las vísceras para sellarlas bien. Al estar listas se le agrega la sal, el comino y el ajo machacado; luego la cebolla, el pimentón y el ají dulce. Se guisan bien y se ajusta la sazón.
  2. Se sirve con arroz blanco, arepas peladas y, si se desea, caraotas refritas con queso blanco.