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martes, 4 de diciembre de 2012

Espárragos tempranos, salsa al osmazomo

Espárrago (Asparagus officinalis)
Cien espárragos de cinco a seis rayas de diámetro, tempranos, salsa al osmazomo es lo que necesitamos para concluir con la Probeta para financieros y otros ricos (aquí) que propone Anthelme Brillat-Savarin. Es sorprendente, pero es el único plato de vegetales de ese banquete de exhibicionistas y le agregan una salsa con un misterioso ingrediente llamado osmazomo (osmazome, en francés), que sin duda enmascara el gusto fresco de este vegetal. No conseguí la receta, pero es muy fácil de recrear una aproximación, o tal vez sea una de las que nos da Alexandre Dumas.

Espárragos de Argenteuille
Entremos primero al tema del espárrago, su selección y preparación. Dumas nos dice que hay:
...tres variedades, blanco, violeta y verde. La blanca es la más antigua. Su sabor es suave y placentero, pero tiene poca sustancia. La violeta es la más gruesa y más sustancial. La verde es más delgada, pero es casi toda comestible. Tiene un fino sabor. En Italia, donde es gusto es más extraño que refinado, se prefiere al espárrago silvestre. La mejor  forma de prepararlo es al vapor. Los romanos tenían un dicho cuando deseaban que algo se hiciera rápido. "Hazlo -decían-, en menos tiempo del que toma cocinar espárragos".
Lave  sus espárragos, cortando luego la parte inferior para hacer que todos tengan la misma longitud, átelos en haces, y cocínelos en agua salada, manteniéndolos crujientes. Sírvalos calientes sobre una servilleta doblada, que absorberá el agua. Pueden ser comidos calientes con aceite o mantequilla; o fríos con una salsa como la que doy para las alcachofas.
Luego Alexandre Dumas nos da varias recetas, entre ellas una que me recuerda al famoso osmazomo. Pointes d'asperges au jus. A ella volveremos más tarde.

Ahora bien ¿Cuáles son los mejores espárragos? Allí el chauvinismo surge. El Larousse Gastronique asegura que los mejores (y tal vez únicos) son los de Argenteuil:

Productores de espárragos en el mercado de Argenteuil
Foto tomada de la página de dicha ciudad.
Véase el tamaño de los espárragos
En Francia, los espárragos  entraron en voga durante el reinado de Luis XIV, gracias a Quiantinie, quien fue el primero en cultivarlos para el Rey Sol. Él pudo suministrarlos a la Cocina Real durante todo el año.
(...) Existe un gran número de variedades, pero los propósitos culinarios estos entran en diversas categorías: espárragos franceses, de os cuales los más conocidos y deliciosos es el espárrago de Argenteuil; espárrago italiano o espárrago púrpura de Génova; espárrago blanco belga; espárrago blanco alemán. También existe el espárrago verde, que se subdivide en dos tipos: puntas de espárrago, y lo largos que se preparan como los espárragos de Argenteuil.
Los espárragos tempranos pueden conseguirse en Francia desde febrero, generalmente se venden a precios altos.
El modo de preparación. Esto es simple, Se raspa, o mejor aún se pelan los espárragos, se lavan y atan en ramilletes medianos y se cocinan en una olla de llena de agua salada; permita 1 y 1/2 cucharadita de sal por litro de agua. cuando estén cocidos, drene completamente los espárragos y arreglarlos en una bandeja, cubiertos por una servilleta, o en una pieza especial equipada con una coladera plana.
El tiempo de cocción varía entre 18 y 20 minutos, dependiendo del tamaño y naturaleza de los espárragos. No debería cocinarse en exceso, pues haría de ellos algo aguado e insípido.
Las esparragueras u ollas para cocinar espárragos antes eran cuadradas y planas, provistas de una base perforada removible. En la actualidad son cilíndricas y altas, con una cesta metálica fácilmente extraíble y una tapa.

Los espárragos se cocinan rápido y para eso es muy práctico la esparraguera moderna. No son cartas y duran mucho.. La mía, comprada hace 20 años luce como nueva y me ha provisto con muchos espárragos en su punto: las puntas cocidas al vapor y la parte inferior, que es más fibrosa, bien cocida.

Ahora entremos al asunto del famoso Osmazomo, que no es otra cosa que la sustancia que da gusto y aroma a la carne. Es una proteína soluble en agua (también en agua fría). Está presente no sólo en la carne de res, pero no en todo tipo de carnes. Son cinco los principios en la carne de os cuales el caldo deriva su sabor: fibrina (insoluble), gelatina (que disminuye con la edad del animal), osmazomo (que es lo que da más sabor y es soluble en agua fría), albúmina (que se coagula y convierte en espuma) y grasa (que no se disuelve en el agua) Veamos qué nos dice Alejandro Dumas sobre él y cómo extraer el osmazomo:
Es el osmazomo lo que da la bondad al caldo; lo que forma el roux de la carne al caramelizarse; lo que hace el gravy (o salsa); lo que da sabor a las piezas de caza
El osmazomo es particularmente abundante en animales adultos de carne roja. Hay poco, si acaso alguna, en el cordero, el lechón, el pollo o incluso en aves adultas.
(...) Si uno desea sólo el caldo de un hervido (pot-au feu), simplemente cortamos carne, la ponemos en agua fría y la llevamos lentamente a un hervor. De esta manera se extraerán todos los principios solubles  y en media hora tendremos un verdadero consomé. Sugerimos este método cuando llegan huéspedes no esperados y se necesita sopa con prisa.
Es un error pensar que la volatería, a menos que sea vieja, agregue algo al osmazomo de un caldo. Pero una paloma vieja, una perdiz, un conejo asado con anticipación, o un cuervo en noviembre o diciembre, agrega mucho al aroma y sabor de un caldo.
(...) Tome siempre la pieza de carne más grande practicable para su propósito. Mientras más grande, fresca y gruesa la carne, mejor será el caldo -sin mencionar la economía en tiempo y energía. No lave la carne. Ello  quitaría algo de sus jugos. Elimine el hueso y ate la carne para que no pierda su forma (si piensa darle otros usos). Ponga un litro de agua en la olla  por cada medio kilo de carne.
Caliente la olla lentamente. Esto liberará la albúmina en primer lugar; más tarde se coagulará. Como el albúmina es más ligera que el agua, subirá a la superficie, trayendo con ella cualquier impureza que pueda haber en la carne. Se usa albúmina coagulada en forma de clara de huevo para clarificar otras sustancias. Mientras más lentamente llegue a un hervor, habrá más espuma. debería tomar una hora desde el momento que se pone la vasija al fuego y el momento en que la espuma se congrega en la superficie.
La espuma debe ser retirada en cuanto esté espesa, de otra manera el movimiento del hervor ha precipitará enturbiando el caldo. Si el fuego es parejo, no será necesario iniciar a retirar de nuevo la espuma, que debe ser eliminada una vez más. Cuando la  olla haya sido bien espumada y comienza a hervir, agregar los vegetales, que consisten en 2 zanahorias, 2 chirivías, 2 nabos blancos y un ramo de puerros y celery atados juntos. No olvide agregar 3 cebollas grandes, 2 de las cuales picadas con un clavo de especia y la tercera con un diente de ajo (...) No olvide quebrar los huesos (que agregará al caldo), con una hachuela. Estos se pueden agregar junto con la carne, o pueden provenir del asado del día anterior, pero en cualquier caso, mientras mas quebrados estén, habrá mas gelatina.
Como no queremos gelatina, sino osmazomo, no le pondremos huesos. Existía una olla destinada a preparar el bouillon, que reducía la evaporación y conservaba bien el aroma y sustancia del caldo. Ahora solo es posible de conseguir en tiendas de antigüedades. Me gustaría tener una. Ya tenemos nuestro producto aromático y con sabor a carne. Eliminamos los sólidos y reducimos el cando para que quede como un consomé. De allí haremos la salsa, pero primero la receta de Alejandro Dumas:


Pointes d'asperges au jus

Salte las puntas de espárragos con manteca de cerdo, agregue perejil y perifollo picados, sal, pimienta blanca y nuez moscada. Adicione consomé y cocine a fuego bajo por un momento. Drene y bañe con el jugo natural del cordero asado, y sirva caliente.
Evidentemente esta no es la salsa que proponía Brillat-Savarin. La receta de Dumas se hace sólo con puntas de espárrago en crudo y luego se les vierte el jugo de corderto asado. No me gusta la idea. Tal vez sea mejor reducir el consomé y luego espesarlo, sea con fécula de maíz o de arruruz; mantequilla incorporada batiendo poco a poco, o con yemas crudas de huevo. Los pondría, recién cocidos, en la bandeja de servir espárragos (abajo) con una salsera al lado. Pero los prefiero al natural con mantequilla derretida o aceite de oliva, sal y pimienta.
 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Hortelanos a la provenzal

Hortelanos, macho y hembra
Gracias a Dios y a la conciencia ecológica de algún legislador galo, el consumo del hortelano (en francés, ortolan) esta prohibido en Francia en cualquier tiempo y lugar, Sinceramentre, no veo la gracia de cazar un matar un animalito del tamaño de un dedo pulgar sólo por el placer de comer unos cuantos gramos de su carne. No es gula, sino miseria humana. Uno que los comió el 31 de diciembre de 1995 como parte del menú de Reveillon, a pesar de la prohibición, fue el presidente François Mitterrand. A los pocos días murió el estadista, pero no a causa de los ortolans; para él sólo fue el placer de lo prohibido.

Presidente François Mitterrand,
amante de los hortelanos
Anthelme Brillat-Savarin incluye en el menú (aquí) de su probeta para ricos dos docenas de hortelanos a la provenzal, como figura en El Secretario y el Cocinero. Lamentablemente, no tenemos un ejemplar de El Secretario y el Cocinero por el que guiarnos.

Alexandre Dumas,en su Grand Dictionnaire de la cuisine, asevera que en Toulouse saben cómo engordar ortolans mejor que en cualquier otro lugar. "Para matarlos los ahogan introduciendo sus cabezas en vinagre fuerte. Es una muerte violenta que mejora su carne" -dice. Por otro lado leí que para engordarlos los encierran en unas cajas oscuras con mucho millo; el estrés hace que los animalitos se dediquen sólo a comer; para matarlos los ahogan en cognac. ¡Muy inhumano el procedimiento, cualquiera que sea!

Dumas nos da también la receta que buscamos y agrega que el mejor bocado es el croupion, o rabito:
Ortolans à la provençale
Tome tantas trufas grandes como pueda conseguir; tome tantos hortelanos como trufas tenga. Corte sus trufas en dos y abra un espacio para su hortelano, colóquelo envuelto en una doble barda de jamón crudo, ligeramente humedecido de un coulis d'anchois; guarnezca sus trufas con una farce compuesta de foie gras y de tuétano de res; empaquételo de manera que sus hortelanos no puedan salir. Coloque sus trufas guarnecidas de hortelanos en una casserole à glacer; humedezca con media botella de vino de Madeira y una misma cantidad de mirepoix; hágalos cocinar por 20 minutos con la cacerola tapada. Drene las trufas y pase el fondo a través de un tamiz de seda, desgrase y haga reducir a la mitad; agregue salsa española y hágala reducir hasta que pueda cubrir una cuchara. Pásela por un lienzo de cocina. Aderece las trufas como un ramillete y sirva la salsa aparte.
Es tradicional consumirlas cubriéndose la cabeza con una gran servilleta para impedir que escapen y se desperdicien los aromas que despide, y tapar el feo espectáculo de los comensales royendo y chupando huesos, incluyendo la cabeza y las patas.

Trufas en abundancia es lo que se necesita.
Los excesos del siglo XIX llevaron a la carestía
de los siglos XX y XXI

domingo, 2 de diciembre de 2012

Lucio de río relleno, en crema de cangrejos

Lucio (Esox lucius)
Nos dice Alejandro Dumas, que el lucio (en francés brochet) "es el tiburón del agua dulce. Se han encontrado patos enteros en el estómago de lucios. Si se le deja vivir, pueden alcanzar virtualmente cualquier tamaño y edad. En 1749 fue capturado uno de aproximadamente 18 pies (5,4 metros) de largo y pesaba 350 libras (157,5 kg.). Las huevas no deberían comerse. Si se le cocina con ellas, hacen que la carne sea capaz de inducir náuseas y vómitos".

Un lucio de río mechado, relleno y nadando en crema de cangrejos secundum artem figura en la Probeta de los ricos que propone Brillat-Savarin (leer aquí), pero no consigo la receta ni en el Dictionnaire de Dumas, ni en Larousse Gastronomique, así que inventaremos el plato sacando datos de aquí y de allá. Auguste Escoffier en su obra Ma cuisine (Flammarion, Paris, 1934) recomienda escoger un ejemplar que pese entre 2 y 3 kilos e insiste: "mais jamais faire usage des œufs de brochet". Escoffier nos da unas pocas recetas simples, como para prepararlas en casa: Brochet au vin rouge, Pilaw de brochet y Brochet au court-bouillon. Sin embargo, la forma más común de preparar el lucio es en quenelle de brochet sauce à la Nantua (salsa hecha con crangrejo de río o écrevisse).

Quenelle de brochet sauce à la Nantua, según Paul Bocuse
Es una especialidad de Lyon
Tomada de http://www.epicurus.com/food/recipes/quenelles/7734
  
Comencemos con la preparación del pescado. Allí tenemos las indicaciones de Alexandre Dumas para limpiarlo y mecharlo, tomada de Brochet à la Chambord:
Límpiese (el lucio) muy bien de tal manera que no queden trazas de huevas o lechas. Corténse las agallas y las aletas. Separe la piel sin romper la carne. Pique por ambos lados con tiritas delgadas de anguila, o por un lado con anguila y por el otro con trufas y zanahorias cortadas en forma de clavos (o cuñas, diría yo), o puede usar tocino en vez de anguila. Cocínese en un líquido sin carne.
Ese líquido "sin carne", no es otro que un court-bouillon, como el que nos recomienda Escoffier, pero antes debemos escoger el relleno. Para eso tenemos al Larousse Gastronomique que nos presente varios, uno de los cuales (de anchoas) es propio Antonin Carême, contemporáneo de Brillat-Savarin y hay otra muy interesante con cangrejos de río. Creo que esa combinaría bien con la salsa, pero es apta para entradas frías:
Farce de écrevisses
Maje en un mortero 100 gr de cangrejos de río (o camarones, o langostinos), con 100 gr. de mantequilla. Páselo a través de un cedazo. Agregue a esta mezcla la mitad de su volumen en yemas de huevos cocidos, pasados a través de un cedazo. Mezcle bien.
Creo que mejor preparamos la de Antonin Carême (el caballero de la imagen), que es apta para pescados grandes, o para vegetales en tiempo de abstinencia de carne:
Farce d'anchois
Remoje 275 gr. de anchoas, para remover la sal; límpielas y retire las espinas. Mezcle al calor por 2 minutos en 100 gr. de mantequilla, sazonada con 2 a 3 cucharadas de finas hierbas, una pizca de nuez moscada y un punto de sal especiada.
Cuando la mezcla se enfríe, se majan los filetes de anchoa con 175 gr. de Panade. Agregue la mantequilla de cocción con las fines herbes. Maje esta mezcla por 5 minutos, agregue 100 gr. de mantequilla de cangrejo de río y 3 yemas de huevo y mezcle bien.
Para hacer la Panade, que se puede hacer de varios ingredientes (pan, harina, arroz, papas), escogeremos la de pan:
Panade au pain
Remoje 250 gr. de pan blanco sin la costra en 3 dl de leche hervida, hasta que absorba la leche. Mezcle bien al fuego, revolviendo contantemente con una cuchara de madera. Cocínese hasta que la mezcla espese. Se deja enfriar y se usa para hacer el relleno descrito.
Como vemos, hay otro ingrediente que preparar, que es la mantequilla de cangrejo de río, no sólo nos servirá para preparar la farce, sino también la salsa à la Nantua, si se desea. Según el Larousse gastronomique, hay dos formas de prepararla: una en frío y otra en caliente:
Beurre d'écrevisses
Maje en un mortero las pieles y los sobrantes de los cangrejos de río, cocinados a la mirepoix (Las colas se usarán para otro plato). Agregue la misma cantidad de mantequilla y mezcle bien. Ponga la mezcla en una olla colocada dentro de otra más grande llena de agua caliente, permitiendo a la mantequilla de cangrejo derretirse lentamente.
Cuando se ha derretido completamente, viértalo a través de una muselina sobre un bowl de agua helada. Tuerza la tela para exprimir toda la mantequilla. Ésta se solidificará en el agua helada, de donde se extraerá con una cuchara y se pondrá a secar sobre una muselina seca.
Usos: Agregue a salsas, sopas espesas de crustáceos, rellenos para pescados. La Beurre d'écrevisses es la base para la salsa llamada à la Nantua.
Vamos bien encaminados. Ahora sólo tenemos que rellenar el pescado, cocinarlo en una poisoniére con un court-bouillon y preparar la salsa Nantua donde a va nadar nuestro lucio de río. Primero el caldo corto o court-bouillon. Según Dumas y Escoffier, debe ser un caldo cuaresmal; es decir sin carnes de ningún tipo. El Larouse Gastronomique trae diecinueve recetas de court-bouillon ¿Cuál escogeremos? ¿No otro que Court-bouillon au bleu, pour truites de riviere, carpes et brochets? Según Dumas, au bleu le da un toque azulado a la piel del pescado. Procedamos:
Court-bouillon au bleu, pour truites de riviere, carpes et brochets
Hecho con agua salada y vinagre, saborizado con zanahoria y cebolla en ruedas, perejil, tomillo, laurel, sal y pimienta en grano.
Mas siguiendo la instrucciones de Auguste Escoffier, yo sustituiría el vinagre por vino blanco de calidad:
Cocinar el lucio en un court-bouillon al vino blanco o simplemente al agua, aromatizado de: cebolla, zanahoria, ramitas de perejil, laurel, tomillo, ajo, sal y pimienta en grano. "NE PAS user de vinaigre" para que luego pueda ser usado como base para alguna sopa.
Ahora la salsa  à la Nantua, que se puede conseguir comercial. Pero, ya que hicimos un esfuerzo importante, no vamos a rruirnarlo con un producto industrial. Para eso tenemos contratado a Antonin Carême (rey de los cocineros y cocinero de los reyes), y sus asistentes ya se afanan en la cocina preparando un multisápido banquete. La Sauce à la Nantua está en otro libro: Sauces (Quadrille Publishing, Londres, 2002), del chef Michel Roux:
Una salsa excelente para langostinos, vieiras, y pescados de carne blanca, firme y delicada. Una cucharada de estragón agregado justo antes de servir hará que sepa aún mejor
Ingredientes
  • 120 gr. de mantequilla
  • 60 gr. de escalonias en ruedas finas
  • 60 gr. de champiñones, en ruedas muy finas
  • 16 cabezas de cangrejo de río, o langostino, crudos o cocidos, cortadas grueso
  • 2 cucharadas de cognac
  • 150 ml. de vino blanco
  • 300 ml de caldo de pescado
  • 1 bouquet garni, que incluya una o dos ramitas de estragón
  • 80 gr. de tomate maduro, sin piel ni semillas
  • Un punto de pimienta de Cayena
  • 300 ml. de crema espesa
  • sal y pimienta recién molida
  1. En una olla no muy profunda, derrita 40 gr. de mantequilla a fuego suave. Agregue las escalonias y hongos y sude por 1 minuto. Agregue las cabezas de cangrejo de río o langostinos, aumente el fuego y fría rápidamente por 2 a 3 minutos, revolviendo continuamente con una espátula.
  2. Vierta el cognac, enciéndalo, agregue el vino y reduzca a la mitad. Entonces vierta el caldo de pescado. llévelo a un hervor, luego reduzca el fuego de tal manera que la salsa burbujee dulcemente. Agregue el bouquet garni, tomate, cayena y un punto de sal y cocine por 30 minutos.
  3. Agregue la crema revolviendo y continúe cocinando lentamente por 10 minutos. Remueva el bouqet garni. Tranfiera el contenido de la olla a un procesador de alimentos y trabajelo por 2 minutos. Cuele la salsa a través de un cedazo cónico fino a una olla limpia, trabajándola con la parte trasera del cucharón. lleve de nuevo la salsa a un hervor y sazone con sal y pimienta. Fuera del fuego, bátale el resto de la mantequilla, un poco a la vez, haata que la salsa esté lisa y brillante. Listo para servir.
Para servir este plato necesitaremos una bandeja de plata macisa un tanto profunda para que quepa nuestro lucio nadando en la salsa de cangrejos, la cual decoraremos con las colas que reservamos cuando hicimos la Beurre d'écrevisses. Una salsera aparte ayudará a nuestros comensales a servirse más, si así lo desean. ¿Cómo hacer con las espinas del pescado? Tal vez Antonin Carême se esmeraba en eliminar es espinazo y extraer hasta la última espina sin dañar la carne, dejando a la vez la cabeza intacta... Todo un arte, como era también el arte de decorar el pescado antes de llevarlo a la mesa.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Pâté de foie gras de Estrasburgo

Ocas felices paseándose por un prado. Estas tienen su hígado sano.
En su Grand Dictionnaire de Cuisine, Alejandro Dumas, al referirse al pâté de foie gras, nos dice:
 El foie gras de Estrasburgo viste la mesa del rey. La operación por la cual se obtienen estos hígados consisten principalmente en engordar los gansos de tal manera que se recrezca el órgano. Tal hígado, engordado en Estrasburgo, será de diez a doce veces más grande de lo que pretende la naturaleza.
Gavage, o alimentación forzada
Para alcanzar ello, se somete a estos gansos a indecibles torturas, peores que las sufridas por los primeros cristianos. Sus pies se clavan al piso de tal manera que su obesidad no se retarde por el movimiento. Les sacan los ojos para que no se distraigan con el mundo exterior. Se les fuerza a comer nueces y nunca se les da agua, sin importar los gritos de angustia que les pueda producir la sed.
Con semejante crueldad, la gente sensible no debería comerse esta delicia digna de reyes, y sin embargo sigue siendo muy apreciada. Ya no les sacan los ojos, ni los clavan al piso, pero el gavage sigue siendo una práctica indigna del ser humano.

Anthelme Brillat-Savarin incluye en su menú para ricos potentados y financieros un enorme pâté de foie gras de Estrasburgo, en forma de bastión.
 
Pâté de foie gras d´Strasbourg
 
La descripción de la preparación de este de pâté de foie gras, la conseguimos en el Larousse Gastronomique:
Pâté de foie gras truffé
Foie gras fresco
Ingredientes: 2 foies gras firmes, 1 kg. de relleno de foie gras y carne de cerdo, 400 gr. de trufas, 1 kg. de masa para pastel, grasa de cerdo, laurel, tomillo, sal, pimienta, especias, brandy, Madeira.
Procedimiento: Pique el foie gras con trufas, peladas y cortadas en cuartos o, si pequeñas, enteras. Sazone con sal especiada y rocíe con brandy. Déjelo reposar en brandy y Madeira por 2 horas.
Forre un molde para  pâté con la masa (hecha con mantequilla o manteca). Esto debe ser hecho por adelantado y dejarlo reposar por un tiempo largo.
Molde ovalado para pâté.
Forre el fondo y los lados de la masa con parte del relleno. Coloque el foie gras y apriete para que se compacte. Cubra con un domo de relleno. Sobre todo esto coloque una lonja de tocino fresco, media hoja de laurel, y una pequeña ramatita de tomillo. Cubra el pâté con una capa o tapa de masa y selle las orillas. Decore la parte superior con motivos de masa hecho con cortadores de pasta (hojas, medias lunas, etc -allí es cuando se le puede dar forma de bastión) o tiras trenzadas  y formadas. Abra un hueco en el medio de estos para que pueda escapar el vapor durante el horneado. Pinte con huevo. Hornee en un horno caliente.
Deje refrescar. Cuando esté tibio vierta en él sea manteca semiderretida, si se va a conservar por un tiempo, o si se va a usar inmediatamente, gelatina saborizada con Madeira.
El pâté de foie gras debe hacerse al menos con 12 horas de anticipación antes de usarlo. El molde puede rellenarse completamente  con foie gras en vez de relleno de foie gras y carne de cerdo.



Farce pour pâté de foie gras ou terrine de foie gras


Ingredientes: 375 gr. de cerdo magro, 450 gr. de grasa de cerdo fresca, 250 gr. de foie gras fresco, 1 cucharadita de sal especiada, 6 cucharadas de brandy.
Maje todas las carnes finamente en un mortero. Agregue la sazón y el brandy. Páselo a través de un cedazo

Bastión de foie gras

Otro bastión




martes, 20 de noviembre de 2012

Codornices rellenas de tuétano


Según Alejandro Dumas, padre, dice que la codorniz es la más favorita y amada de las aves de caza. Una codorniz gorda da el mismo placer por su sabor, su color y su forma. También considera un crimen prepararla de otra manera que asarla envuelta en un papel enmantequillado, por cuanto el contacto con un líquido disuelve y hace perder su sabor. El Larousse Gastronomique, por su parte, cita a Charles Jobey, quien sostiene que la codorniz "pertenece a la más alta aristocracia del mundo de las aves" y agrega que tal aseveración es cierta cuando se trata de una codorniz silvestre, pero que se aplica mucho menos a aquellas criadas en granjas.

Anthelme Brillat-Savarin la incluye en el menú de los ricos se su probeta:
Codornices rellenas de tuétano, sobre tostadas untadas con mantequilla y albahaca
¡Qué feo suena la palabra tuétano! Ese sonido tan áspero no puede sino quitar el apetito. Los franceses tienen una palabra que nos da una sensación de untuosidad, delicadeza y sabor: Moelle.

No tengo a mano la receta para Cailles farcies a la moelle, pero revisando el Larousse Gastronomique, en el artículo dedicado a las codornices, tenemos la clave para su preparación:
Codorniz rellena, lista para
hornear
Cailles en caises (farcies)
Deshuese las codornices. Rellene cada una con un poquito de farce à  gratin de gibier, agregándole al relleno los hígados de las codornices y algo de trufas cortadas menudo. Vuelva a darle forma original  a las aves y envuelva cada una en una pieza de papel enmantequillado. Póngalas muy juntas, apretadas unas a otras, en una pieza refractaria, con tapa, enmantequillada. Rocíelas por un poquito de mantequilla derretida, coloque la tapa y hornee por 15 a 18 minutos. Remueva las aves de la pieza y, después de quitarle los papeles, coloque cada una en una barquichuela de papel (como un sarcophage) que ha sido untada en aceite y secada al horno. Disuelva los jugos de cocción con Madeira, humedézcalo con un poquito de caldo de caza concentrado y viértalo sobre las codornices. Coloque los barquichuelos con las aves de vuelta en el horno por 5 minutos antes de servir.
Pues bien, aquí tenemos un buen comienzo para nuestras codornices, que no serán de granja, sino las criadas en libertad, preferiblemente en un viñedo. Comencemos con el relleno:



Farce à gratin de gibier

... usando los siguientes ingredientes:
250 gr. de hígados de diversos tipos de caza, 100 gr. de barriga de cerdo, 250 gr. de carne de conejo, 50 gr. de foie gras, 25 gr. de mantequilla, 3 yemas de huevo, salsa española preparada con fumet de gibier, aromas y especias: sal, pimienta, clavos de especia, tomillo, laurel.
Hueso con tuétano (os à  moelle), forma parte del relleno
Aquí podemos empezar a varias el relleno, variando las proporciones de acuerdo a la cantidad de aves a rellenar. Recordemos lo que nos dice Alejandro Dumas; mientras más simple, mejor. Retendremos los hígados de las codornices, el foie gras, yemas de huevo y la carne de conejo y sustituiremos el tocino de barriga de cerdo por tuétano cocinado al vapor y las trufas. Seremos discretos con la salsa española, preparada y los aromas, para no disfrazar el aroma y sabor de las codornices.

Primero cocinamos al vapor los huesos con tuétano, cuidando de que no se pierda. Para esto, podremos poner una "tapa" de algún vegetal que no le dañe su delicado sabor, como por ejemplo calabacín o zanahoria y lo atamos a ambos extremos del hueso. Luego lo cocinamos al vapor con un bouquet garnie. Extraemos luego el tuétano. Haremos entonces el relleno combinando los hígados de la codornices picados en trozos, la carne del conejo, yemas de huevo, mantequilla, el tuétano, y los aderezos previstos. Con esta farce, rellenaremos las aves, adornándolo con un trozo de foie gras y trufas. Procedemos como en la receta de cailles farcies, hasta que las saquemos del horno.

Ahora, en vez de colocar las codornices en un sarcophage de papel, las colocamos sobre un picatoste de buen pan untado con mantequilla ligada con albahaca fresca y lo llevamos al horno por cinco minutos para que dore.




Me pregunto cómo quedará este platillo.  
Da lástima comerse un animal tan pequeño y más si es silvestre.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Carpa a la Chambord

Carpa europea

Carpe du Rhin à la Chambord es otro de los platos del menú para ricos de la Probeta de Brillat-Savarin ("Una gruesa carpa del Rin à la Chambord, espléndidamente dotada y adornada", nos dice el gastrónomo). Aún se le prepara, pero rara vez se consigue en los restaurantes por la dificultad de su elaboración, el costo de los ingredientres y los cambios en los gustos del consumidor. No encontré la receta en el Larousse Gastronomique, pero sí aparece en Le Grand Dictionnaire de Cuisine, de Alejandro Dumas, padre. Mi copia (Fireside Book, Nueva York, 1990) es"abridged", por lo que la receta quedó excluida. Sin embargo, lo encontré en una página en francés dedicada a Alexandre Dumas (padre), de donde tomé la receta, cuya versión castellana daré luego:

Poissonnière, muy útil para cocinar pescados al vapor
y extraerlos sin dañarlos
Ayez une belle carpe du Rhin, échardez-la, levez-en la peau, videz-la sans lui ouvrir le ventre en totalité, ôtez lui les ouïes sans endommager la langue, levez ensuite le nerf de la queue, piquez votre carpe entièrement avec de l'anguille taillée en petits lardons ; ou moitié avec des truffes et des carottes coupées de même ; si vous servez cette carpe au gras, piquez-la de lard, de truffes ou de carottes, mettez-la dans une poissonnière, mouillez-la d'une braise maigre et faites cuire, mettez ensuite dans une casserole trois tasses d'espagnole maigre et une demi-bouteille de vin blanc de Champagne, faites réduire votre sauce, dégraissez-la, mettez des champignons tournés, des truffes, des laitances de carpes, des quenelles, de l'anguille coupée par tronçons, faites mijoter un quart d'heure votre ragoût et finissez-le avec du beurre d'anchois, égouttez votre carpe, dressez-la, mettez vos garnitures autour, joignez-y des écrevisses, décorez-en votre carpe, saucez-la, glacez-la et servez. Si c'est au gras, ajoutez-y des ris de veau piqués, des pigeons à la Gautier ou des cailles, si c'est la saison, des crêtes et des rognons de coq.
 
Ahora mi traducción libre al castellano:

Anguila. Con su carne se puede mechar la carpa.
Tómese una bella carpa del Rin, escámela (Dumas usa el verbo écharder, que se refiere a astillas), levántele la piel, vacíela sin abrirle el vientre en su totalidad, quítele las agallas sin dañar la lengua, en seguida retírele el nervio de la cola, ahora méchela con anguila cortada en pequeños bastoncitos (lardons); o mitad con tufas y zanahorias cortadas de la misma manera. Si usted va a servir esta carpa en graso (au gras), píquela con tocino, trufas o zanahorias, métala en una olla pescadera (poissonnière), mójela con un caldo magro (court bouillon, según leí por otra parte) y hágalo cocinar. Ponga enseguida en una caserola tres tazas de salsa española magra y media botella de vino blanco de Champagne, haga reducir esta salsa, desgrásela, agregue champiñones limpios y mondados, trufas, laitances de carpa (esto es lecha, los órganos sexuales masculinos de la carpa), quenelles, anguila cortada en tronquitos, haga reducir suavemente por un cuarto de hora este guiso y acábelo con mantequilla de anchoas. Drene la carpa de líquido de cocción, aderécela, y ponga las guarniciones alrededor; agregue camarones, decore la carpa, bañe con la salsa, glacéela y sirva. Si la va a servir en graso (au gras) agregue timo de ternera mechado, pichones a la Gautier o codornices, si están en estación, crestas y riñones de gallo.
 
Castillo de Chambord, de donde el plato toma su nombre
Quien lea esta receta se explicará por qué este plato, tan complicado y recargado, ha desaparecido de los menús modernos. En suma, es un pescado de río, mechado con otro pescado graso de agua dulce y cocinado al vapor en un caldo corto (o con trufas y zanahorias). Bañado con una reducción de salsa de tomate y vino, a la que se ha agregado champiñones, trufas, testículos de carpa, unas quenelles (Dumas no especifica si están hechas con pollo, carne, mariscos o pescado) y guarnecido  por camarones; o por timo o mollejas de ternera mechadas, pichones de menos de ocho días de nacidos preparados a la Gautier (envueltos en tocino y cocinados en vino, consomé y mantequilla y dorados en una paila), y crestas y riñones de gallo.

Hay otra receta que vi en un sitio de internet, que por lo desabrido y simple, no debería llevar el apelativo de à la Chambord. La receta se puede ver por aquí.  Creo que por respeto a Alexandre Dumas y a Anthelme Brillat-Savarin, la receta debería conservar el carácter que sus autores proponen esté espléndidamente dotada y adornada, es decir, un plato digno de adornar la mesa un rico financiero de la primera mitad del siglo XIX, para que el comensal diga:

"...qué hombre admirable es su cocinero! ¡Sólo se encuentran estas cosas en su casa!"

Alejandro Dumas, padre

 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Faisán a la Sainte-Alliance

Faisanes, macho y hembra.

El faisán a la Sainte-Alliance, es uno de los platos mencionados por Anthelme Brillat-Savarin en el menú de la Tercera serie de su Probeta (Meditación XIII):




Un faisán en su punto, mechado por encima, sobre una tostada trabajada según la santa alianza.

Congreso de Viena 1815
La guarnición a la Sainte-Alliance, tal es su nombre correcto, debe su nombre a la alianza de Inglaterra, Austria y Rusia contra el avance de Napoleón Bonaparte, que desembocó en el Congreso de Viena en 1815. El congreso estuvo presidido por Metternich y buscaba, entre otras cosas, restablecer las monarquías en Europa, rediseñar el mapa político del continente, e impedir que Francia volviera a agredir a sus vecinos. La consecuencia más inmediata fue el restablecimiento de las monarquías absolutas, lo que a la larga produjo un siglo XIX muy inestable en la región.

Me propuse ilustrarme sobre este plato y su guarnición, para lo que recurrí al Larousse Gastronomique, el vademécum de todo gastrónomo que se respete. Mi ejemplar lo compré en Puerto España, Trinidad, y está en inglés (Hamlyn, Londres, 1983). Allí está la la explicación de cómo se logra este bocado de reyes y cancilleres, según la descripción de Brillat-Savarin. Auguste Escoffier en su recetario Ma Cuisine, también nos da una explicación más completa, pero seguiremos al Larousse:
Faisan a la Sainte-Alliance
Tome un faisán, colgado hasta que esté perfecto para comer. Desplúmelo y méchelo cuidadosamente con la más fresca y firme grasa de cerdo que pueda conseguir.
Becaza o pocha, para el relleno
Tome dos becazas. Eviscérelas y deshuéselas y forme dos pilas, una con la carne y la otra con las entrañas e hígados.
Con la carne haga un relleno, cortándola junto con tuétano de res cocido al vapor, un poco de cerdo molido fino, pimienta, sal, pimienta, fines herbes y una cantidad de buenas trufas, suficiente como para rellenar el faisán completamente.
Ponga cuidado al rellenar, de tal manera que nada se salga. Esto a veces es difícil cuando el ave es un tanto vieja. Hay varias maneras de conseguir este propósito. Uno es cortar un trozo de pan y atarlo al ave con un hilo de cocina, para sellar el pecho.
Corte una tajada de pan que sobrepase por cinco centímetros al faisán del cuello a la cola. Ahora tome el hígado y las entrañas de las becazas. Májelas en un mortero con dos trufas grandes, una anchoa, un poquito de grasa de cerdo y un pedazo de mantequilla fresca de buena calidad.
Buenas trufas para el relleno y para la pasta
que se usará para untar el pan.
Las de Périgord se consiguen en Europa a un
costo entre 3000 y 6000 euros el kilo.
Tueste el pan y úntelo parejamente con la pasta. Póngalo bajo el faisán, preparado como se indicó más arriba, de tal manera que el pan quedará totalmente impregnado con los jugos del asado. Cuando el faisán está cocinado, sírvalo elegantemente acostado en la tajada de pan. Rodéelo con naranjas de Sevilla.

Quise agregar a las ilustraciones de este artículo una imagen de un faisán en proceso de maduración o "mortificación", pero soy sensible y no me gusta ver un animal colgado por el cuello, entrando en un proceso de descomposición. Tampoco soy amigo de la caza. En su lugar, tomaré algunos datos interesantes que publica el Larousse Gastronomique.

Sobre el faisán:
Comido precisamente en el momento justo, su carne es tierna, sublime y con mucho sabor, porque tiene algo del gusto de la volatería y de la caza.
Naturaleza muerta con faisanes. Claude Monet
Este momento ideal es cuando el faisán comienza a descomponerse. Entonces su aroma desarrolla una esencia oleosa que requiere una pequeña fermentación para alcanzar la perfección, como el aroma del café que se manifiesta sólo a través de la torrefacción.
La experiencia ha probado que las aves preservadas en sus plumas tienen mucho más aroma que aquellas que han sido desplumadas previamente, sea porque la exposición al aire les roba de algo de su aroma, o porque (en el caso de las aves sin desplumar) algo del aceite en las plumas es absorbido por la carne y le imparte sabor adicional.
Los verdaderos conocedores de esta sabrosa ave prefieren la hembra al macho. Las características distintivas del "gallo" son la forma de la cola, que es más larga que su cuerpo, y las plumas de su cuello, las cuales son cortas e iridiscentes con azul y verde. La "gallina"tiene una cola corta, y su plumaje es mucho menos brillante en colores que la del macho.
Un faisán de un año puede distinguirse de un ave más vieja por la punta de la primera pluma del ala, la cual es puntiaguda en un ave joven y redondeada en una más vieja. Cuando la parte superior del pico del faisán es flexible al tacto, uno puede estar seguro de que es un ave de un año.
Sobre la naranja de Sevilla, o naranja amarga:

Naranjas amargas, o "de  Sevilla".
Forman parte de la guarnición del faisán a la Santa Alianza.
Los griegos y romanos no llegaron a conocer la naranja dulce, pero quizá si conocieron la naranja amarga (Citrus aurantium). El nombre sánscrito para la naranja es nagrunga, de donde derivan las palabras italianas naranzi y d'aranzi, el término latino (de la Edad Media) de arantium, arangium y más tarde, aurantium -que produjo la palabra francesa orange.
Los cruzados trajeron las naranjas amargas de Palestina a Italia. Los árabes las introdujeron en España y el sur de Francia, así como al África oriental. Niza ha estado comerciando con con naranjas amargas desde 1332.
Me imagino este plato de Faisán a la Santa Alianza como un gran crostino muy gustoso (absorbió los jugos de cocción), rodeado de doradas medias lunas de naranja amarga, que en cierta manera equilibran el gusto del ave y su relleno. Sin duda, un plato digno de reyes.




viernes, 16 de noviembre de 2012

Pavo relleno como Dios manda


En estos días mi sobrino Daniel, que se aplica a la cocina, andaba buscando una receta de relleno para un pavo que pensaba comprar. Le dije en broma que esta ave sólo quedaba bien trufado, con tantas trufas (frescas, nada de frascos o latas) que quede casi esférico; al final le sugerí un relleno de castañas, que no es malo. El pavo de Daniel me llevó a investigar sobre el pavo trufado. Las recetas que se consiguen en Internet no son ni sombra  de lo que eran los pavos trufados de la Belle époque, por lo que busqué en la sección histórica de mis libros de cocina.

Primero encontré el consejo de Brillat-Savarin, padre de la gastronomía. En la Fisiología del gusto, Meditación XIII (Probetas gastronómicas) tenemos la primera pista:
El método de las probetas, debidamente examinado y deliberado en consejo general, ha quedado inscrito en el libro de oro en los siguientes términos, tomados de un lenguaje que no cambiará jamás.
Utcumque ferculum, eximii et bene noti saporis, appositum fuerit, fiat autopsia convivae; et nisi facies ejus ac oculi vertantur ad ecstasim, notetur ut indignus.
Lo que el traductor jurado del consejo general tradujo de la siguiente manera:
Siempre que se sirva un plato de sabor eximio y muy conocido, se observará con atención a los convidados y se tachará de indignos a aquellos cuya fisionomía no muestre éxtasis.
El autor nos ofrece tres series, con menú diferente cada una, según el poder adquisitivo:
...la probeta destinada a un pequeño rentista de la rue Coquenard dejaría de funcionar en un oficial de segunda y apenas se notaría en un financiero o una comida de elegidos (select few).
Trufas de Périgord
Buscando es los diversos platos, nos encontramos en la Segunda serie (gente económicamente holgada), con el primer pavo trufado, que ocupa el quinto lugar en el menú. Se ve que no es esta el ave que buscamos. En la Tercera serie (riqueza) el pavo encabeza un menú, que copiaré completo:
  • Un ave de siete libras, atiborrada de trufas de Périgord hasta convertirla en un esferoide.
  • Un enorme pâté de foie gras de Estrasburgo, en forma de bastión (aquí).
  • Una gruesa carpa del Rin a la Chambord, espléndidamente dotada y adornada (aquí)
  • Codornices rellenas de tuétano, sobre tostadas untadas con mantequilla y albahaca (aquí)
  • Un lucio de río mechado, relleno y nadando en crema de cangrejos secundum artem (aquí)
  • Un faisán en su punto, mechado por encima, sobre una tostada trabajada según la Sainte Alliance (aquí).
  • Cien espárragos de cinco a seis rayas de diámetro, tempranos, salsa al osmazomo (aquí).
  • Dos docenas de hortelanos a la provenzal, como figura en El Secretario y el Cocinero (aquí).
Como no tenemos un ejemplar de El Secretario y el Cocinero, recurriremos al Larousse Gastronomique; allí aparece una receta en la que abundan las trufas. No da medidas, sino el procedimiento para tratar el ave y rellenarla. Veamos:
Dindonneau truffé
Los gourmets más entendidos creen que para obtener los mejores resultados, un ave trufada debería rellenarse con trufas 4 o 5 días antes de cocinarse. Luego de que las trufas han cumplido su función de dar sabor al ave, se retiran y desechan, y el ave se rellena de nuevo con trufas mezcladas grasa de cerdo o foie gras, y entonces cocinado.
El siguiente método para preparar el pavo trufado, puede usarse para otras aves de corral o cacería de pluma.
Limpie el pavo, dejando muy larga la piel del pescuezo como para que permita cerrar con seguridad el hueco cuando se le ate (o embroquete).
Pavo trufado. No me gusta esa garniture
de quién sabe qué, parecen papas y
salchichas
Bajo la piel del pavo, inserte una docena de tajadas grandes de trufas, sazonadas y humedecidas con algunas gotas de brandy. Rellene y ate el pavo y envuélvalo en una hoja de papel parafinado enmantequillada. Déjelo reposar en un lugar frío por 24 horas.
Barde el pavo. Envuélvalo en papel enmantequillado. Áselo en un espetón (on a spit) frente a un fuego caliente, permitiendo 30 minutos por cada 500 gramos, o áselo destapado en el horno, calculando 25 a 30 minutos por cada 500 gramos.
Desenvuelva y desate el pavo. Dórelo. Póngalo en una bandeja de servir y sírvalo con sus jugos diluídos, enriquecidos, si se desea con Sauce Périgueux.
La grasa de cerdo trufada puede hacerse sin foie gras, pero este ingrediente mejora grandemente el sabor.
Ahora vamos al relleno que nos ofrece el Larousse Gastronomique:
Farce Truffée
Corte en dados pequeños 1 kg. de grasa fresca de cerdo y 250 gr. de foie gras crudo. Májelos en un mortero. Agregue las pieles  limpias de 800 gr. a 1 kg. de trufas. Sazone con sal y pimienta, y una pizca de especias. Cuando la mezcla está lisa, sáquela del mortero y cocínela suavemente sobre una llama muy baja. Pásela a través un cedazo fino.
Foie gras frais
Derrita lentamente 500 gr. de esta grasa trufada. Agréguele las trufas peladas (las pieles ya se han usado para dar sabor a la grasa de cerdo, como se indicó), cortadas en cuartos si son grandes, o enteras si son pequeñas. Sazone con sal, pimienta, tomillo pulverizado y laurel. Póchese a fuego muy bajo por 8 a 10 minutos. Deja las trufas enfriar, tapadas. Cuando estén lo suficientemente frías se agregan al resto de la grasa de cerdo. Adicione un poquito de brandy y mezcle todo muy bien.

 Para completar este plato, ya que hemos invertido esfuerzo y dinero, no queda sino preparar la Salsa Périgueux, que enriquecerá los jugos de cocción. Larousse Gastronomique nos da dos recetas, tomaremos una que lleva Madeira, creo que vale la pena este esfuerzo adicional:
Sauce Périgueux
Trufas, eso es lo que hace que la salsa Périgueux
reciba ese nombre
Cocina suavemente en mantequilla, 2 a 3 cucharadas de trufas cortadas en cubitos. Sazone con sal y pimienta y drene.
Diluya los jugos de la bandeja (donde se cocinó el pavo, por supuesto) con 1 cucharada de Madeira. Revuelva 2 decilitros de fond brun espeso. Cocine a fuego suave por unos momentos. Cuele (o pase por un cedazo fino). Devuelva las trufas a la salsa, agregue dos cucharadas de Madeira y manténgala caliente sin que llegue a hervir.
Según Brillat-Savarin la expresión del convidado ante este manjar, y los otros de la tercera serie de la probeta, debería ser:
¡Ah, señor o señora, qué hombre admirable es su cocinero! ¡Sólo se encuentran estas cosas en su casa!
Para que la probeta produzca efecto, nos dice el autor, es menester que se halle comparativamente en gran proporción; la experiencia, basada en el conocimiento del género humano, nos dice que la singularidad más sabrosa pierde su influencia cuando ya no  se encuentra en proporción exuberante; pues el primer movimiento que infunde  a los convidados se detiene precisamente por temor a que puedan ser servidos mezquinamente, o que puedan verse obligados, en algunas circunstancias, a rechazar por educación, lo que suele ocurrir con los avaros fastuosos.
Antonin Careme, cocinero famoso de la época
Me pregunto si dentro de 200 años alguien recordará a los cocineros moleculares actuales
Poco a poco iré describiendo los platos que componen este menú.




viernes, 13 de julio de 2012

El Quijote de la Libertad

Francisco de Miranda
1750-1816
Con motivo del 14 de julio, día de la Toma de La Bastilla y aniversario del fallecimiento del Precursor Francisco de Miranda en la cárcel de Cádiz, extraigo de Leyendas históricas de Venezuela (OCI, Caracas, 1972) de don Arístides Rojas, una muestra del amor y devoción de este gran caraqueño a la causa de la libertad.


Napoleón Bonaparte calificó a Francisco de Miranda como Quijote de la Libertad.

¿Cuándo fue que Napoleón pudo sondear el alma ardiente y republicana de Miranda para colocarlo a la altura que el historiador Macauly (se refiere a Thomas Babbington Macaulay, 1800-1859, historiador británico, I Barón Macaulay) ha puesto a San Ignacio de Loyola?
Napoleón Bonaparte,
Primer Cónsul
Napoleón y Miranda no llegaron a conocerse sino después del 9 thermidor, cuando desaparecieron los días del terror, y la revolución francesa dejó la vía dolorosa para continuar con sus triunfos y conquistas; y aunque Napoleón tenía 15 años menos que Miranda, podemos considerarlos como contemporáneos. Miranda vivía entonces en la calle de Monte Blanco, en el hotel Mirabeau, donde se holgaba a sus anchas y con todas las comodidades de un soberano. No amaba Miranda el lujo exterior, siempre chocante, que tiene su séquito de aduladores y también en envidiosos y malquerientes, sino el lujo interior donde el hombre es más libre y menos codiciado. En sus salas, lujosamente amuebladas, sobresalían muchos objetos de arte, regalos unos de potentados y hombres célebres de la época, y otros de cuanto Miranda había podido adquirir en sus variados viajes por Europa. Contemplado por lo más notable de la sociedad de París, no había sala, tertulia o círculo donde la simpática figura del ilustre y célebre girondino no representara importante papel. Bonaparte, (lugarteniente de Barras) no gozaba entonces de nombre, y sólo se le conocía por la defensa de Tolón. En cierta noche, ambos militares tropezaron por primera vez, en la calzada de Antin, en la casa de una célebre cortesana, Julia Segur, mujer del conocido trágico Talma, condiscípulo y amigo de Bonaparte. Al saber éste que Miranda era el célebre general americano de quien había oído hablar, se hizo presentar a él y comenzaron a departir amigablemente acerca de multitud de temas de interés que entusiasmaron a Miranda, pero sin pasar nunca los límites de la etiqueta. Prolongada la tertulia después de la comida, ambos concluyeron por ofrecerse sus relaciones al despedirse de los esposos Talma.

En aquellos días, Miranda estaba lleno de desencantos. "Le parecían unos traidores todos aquellos que por cálculo o por temor, habían abandonado las banderas de Francia, causa ésta que lo hizo afiliarse en el círculo de los patriotas más definidos; mas entre éstos, nuevas decepciones preocupaban su espíritu. Pero cuál fue la sorpresa del ilustre gorondino, cuando tropieza, después del 9 thermidor, con hombres tenidos hasta entonces por probos, que abandonaban sus opiniones por temor a una muerte trágica que los hubiera hecho dignos de las antiguas épocas! Juzgando al vencedor en Tolón partidario, como lo era él mismo, de medidas enérgicas, únicas que podían salvar la Convención, y habiéndole visto por segunda vez y escuchado sus frases de odio contra Inglaterra, Miranda le invita a una comida en su vivienda del hotel Mirabeau. "El día en que Bonaparte, refiere Miranda, vino a comer conmigo, noté que se había impresionado al ver el lujo de mis salas. Para esta comida había reunido algunos de los caracteres más enérgicos, entre los restos de la Montaña, los cuales nos expresamos como hombres de convicciones y de idénticos pareceres. Con sorpresa observé que Bonaparte receloso, pensativo, movía la cabeza y pronunciaba monosílabos contra las opiniones que todos habíamos emitido acerca de la necesidad de desplegar cierta energía suprema".
Era que para Napoleón estos heraldos de la libertad no eran sino idealistas soñadores que solicitaban resultados en armonía con la severidad de su doctrina: solicitaban libertad en el Gobierno, en el pueblo, mientras que él acariciaba, no como deidad, sino como medio que debía poner en juego para alcanzar la corona de los Césares. En hombres del temple de Napoleón, el movimiento de cabeza y los monosílabos, como única contestación al raciocinio, revelan en la mayoría de los casos, grandes planes en gestación para madurar, más de táctica, de disimulo y de previsión, que de los arranques de pasión y de la elocuencia, virtudes de los espíritus esclarecidos que buscan la felicidad de los pueblos.
Napoleón I,
Emperador de los Franceses
Poco después de la comida, Bonaparte se despidió, y más tarde supo Miranda que de él había dicho: Miranda no es un republicano sino un demagogo.
Cuando Napoleón con el transcurso del tiempo llegó a definirse, no como protector de la libertad de un gran pueblo, sino como conquistador de Europa, no pudiendo ya contar con Miranda como uno de los conductores de su carro triunfal, emitió los siguientes conceptos acerca del girondino: "Este criollo ardoroso e inquebrantable es un Don Quijote que corre tras la quimera de la libertad universal, y en cuya alma arde inextinguiblemente un fuego sagrado". Al copiar estas frases un distinguido escritor chileno (se refiere a Manuel Luis Amunátegui, 1828-1888), agrega: "Aquel proscrito formidable personificaba en sí la Revolución hispanoamericana".
Y cuando veinte y cinco años después de la muerte del mártir en la Carracas, un célebre historiador francés, Michelet (Jules Michelet 1798-1874), se encarga de defender a Miranda de los falsos cargos que le habían hecho Jomine y sus continuadores, ignorantes de la rica documentación en honra de Miranda, la cual nunca conocieron, apellida a éste el noble Don Quijote de la libertad.
He aquí este noble Quijote de la libertad, tan consecuente consigo mismo, tan recto en sus procedimientos. Cuando, después de la muerte de Robespierre, el Gobierno francés le ofrece el mando del ejército, Miranda contesta con arrogancia: "He combatido de todo corazón por la causa de la libertad; pero me repugna ir pelear para hacer conquistas". ... ...



Amour sacré de la Patrie,
Conduis, soutiens nos bras vengeurs !
Liberté, Liberté chérie,
Combats avec tes défenseurs ! (bis)
Sous nos drapeaux, que la victoire
Accoure à tes mâles accents !
Que tes ennemis expirants
Voient ton triomphe et notre gloire !



Miranda en La Carraca, por Arturo Michelena