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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Anhelo

Cristo yacente, por  Gregorio Fernández (1576-1636)
Iglesia de San Miguel y San Julián, Valladolid

ANHELO

Es mi gloria mi esperanza,
es mi vida mi tormento,
pues muero de lo que vivo
y vivo de lo que espero.

Espero gozar mi vida
en la muerte que padezco,
y en cada instante que vivo
un siglo forma de deseos.

Deseo morirme y, cuando
efecto juzgo mi afecto, 
la muerte traidora huye
para dejarme muriendo.

Muriendo vivo y me aqueja
el dolor de no haber muerto,
que, ausente del bien que adoro,
ni salud ni vida quiero

Quiero en las aras del amor
sacrificar mis alientos,
y como el vital no rindo,
por rendirlo desfallezco.

Desfallezco, gimo, lloro,
y, triste como tórtola, peno,
siendo tristes mis arrullos
índices de mi tormento.

Tormento que me reduce
a llegar a tal extremo,
que, sin admitir alivio,
lágrimas son mi sustento.

Por Sor Juana María de los Ángeles, en el mundo María Josefa Paz del Castillo

Fuente: Antología de la poesía hispano y americana, Tomo tercero
Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1958

Hay pocas noticias sobre la poesía venezolana anterior a la Independencia, a pesar de la activa vida cultural que experimentaron las provincias que hoy conforman a Venezuela. Casi todas las antologías comienzan con Andrés Bello, como si nada hubiese existido con anterioridad. Pocos ejemplos surgen aquí y allá, pero no dan un cuadro completo. Las editores de esta antología hacen una breve semblanza:
María Josefa Paz del Castillo nace en Coro a mediados del 700 (El P. Pedro Pasblo Barnola SJ , asegura que en 1770), e ingresa en el Convento de Santa Ana de su ciudad natal con el nombre de Sor María de los Ángeles. Su juventud encantadora, de extraordinario ingenio y gran belleza, fue lujo y gozo en los salones de la colonia. Recibió unas formación literaria nutrida de clásicos castellanos del Siglo de Oro, que asimiló con inteligente sensibilidad. El único poema que ha llegado hasta nosotros -Anhelo- tiene un fragante eco teresiano pasado por aires gongorinos (...)Sor María de los Ángeles es, sin duda alguna, una vez lírica transida de ardor místico, suave y delicada y la iniciación de la poesía femenina venezolana.
El P. Barnola ubica su fallecimiento hacia 1817

miércoles, 27 de agosto de 2014

Rambo en París

Los hombres de la Comuna
L'Illustration, 15 de julio de 1871

CANTO DE GUERRA PARISIENSE


¡La primavera es evidente, puesto que
del corazón de las propiedades verdes,
el vuelo de Thiers y de Picard
mantiene sus esplendores ampliamente abiertos!

¡Oh, mayo! ¡Qué delirantes traseros desnudos!
Sévres, Meudon, Bagneux, Asniéres,
Escuchad pues, los bienvenidos,
sembrar las cosas primaverales.

Tiene chacó, sable y tam-tam,
no la vieja caja de bujías
y con sus yolas que no tienen jam-jam
hienden el lago de aguas enrojecidas.

Más que nunca armamos jarana
cuando llegan sobre nuestros cubiles
y se desploman los amarillos tachones
en los amaneceres privados.

Thiers y Picard son unos Eros
robadores de heliotropos;
con los petróleos hacen Corots:
he aquí abejorrear sus tropas...

¡Son familiares del Gran Truc!...
Y Favre tumbado sobre los gladiolos
hace sus pestañeo acueducto
y sus ronquidos a la pimienta.

La gran ciudad tiene el pavimento caliente
a pesar de vuestras duchas de petróleo,
y decididamente tenemos
que sacudiros de vuestro papel...

Y los rurales que se arrellenan
en prolongados acuclillamientos,
¡oirán los ramajes que se rompen
entre los rojos apretujones!

Cosas primaverales

CHANT DE GUERRE PARISIEN

Le Printemps est évident, car
Du cœur des Propriétés vertes,
Le vol de Thiers y de Picard
Tient ses splendeurs grandes ouvertes !

O Mai ! Quels délirants cul-nus !
Sèvres, Meudon, Bagneux, Asnières,
Écoutez donc les bienvenus
Semer les choses printanières !

Ils ont schako, sabre et tam-tam,
Et des yoles qui n’ont jam-jam…
Fendent le lac aux eaux rougies !

Plus que jamais nous bambochons
Quand arrivent sur nos tanières
Couler les jaunes cabochons
Dans des aubes particulières ! 

Thiers et Picard sont des Éros,
Des enleveurs d’héliotropes ;
Au pétrole ils font des Corots :
Voici hannetonner leurs tropes…

Ils sont familiers du Grand Truc !...
Et couché dons les glaïeuls, Favre
Fait son cillement aqueduc,
Et ses reniflements á poivre !

La grande ville a le pavé chaud
Malgré vos douches de pétrole,
Et décidément, il nous faut
Vous secouer dans votre rôle…

Et les Ruraux qui prélassent
Dans de longs accroupissements,
Entendront des rameaux qui cassent
Parmi les rouges froissements !


Fuente: 
Rimbaud, obra completa, prosa y verso. Edición bilingüe
Libros Río Nuevo, Barcelona, 1977

Sobre el momento histórico.-
Para comprender este poema de Arthur Rimbaud es necesario ubicarse en el momento histórico del que trata. Los editores lo explican:
El 18 de marzo de 1871, Thiers se refugió en Versailles y la Commune se hizo cargo del poder. Los burgueses, el ejército regular y los parlamentarios de Burdeos se instalaron en Versailles y a partir del 2 de abril empezaron a llover bombas sobre los suburbios de París. Thiers y Picard dirigían las tropas regulares. Las bombas son llamadas por Rimbaud, choses printanières. Acababa de inventarse la lámpara de petróleo que sustituyó a las bujías. Hay que conocer la letra de la canción infantil Petit Navire para comprender el jam-jam que rima con tam-tam. Jules Favre había negociado la capitulación con Bismarck. Los Rureaux representan el partido de los grandes propietarios antirrepublicanos.
Estos y mil otros detalles históricos de aquel momento, es necesario conocer para comprender el intrincado puzzle de los versos de Rimbaud.
La Comuna de París. Grabado de la época
¡Quiero ser libre!... Es mi derecho y me defiendo
 De cualquier manera, la publicación en esta bitácora del poema de Rimbaud es simplemente una excusa para colocar una curiosidad que me hizo saber Jesús el Librero.

¿Qué tiene que ver Rimbaud con Rambo? 


John James Rambo, el veterano de guerra interpretado por Silvester Stallone fue una creación del novelista estadounidense David Morrell, quien utilizó el apellido del poeta francés Arthur Rimbaud, pero pronunciado a la americana, para darle una identidad a sus personaje. No me imagino a Rambo escribiendo poemas, ni a Rimbaud echando plomo.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Los hijos infinitos



LOS HIJOS INFINITOS


Cuando se tiene un hijo,
se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera,
se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga
y al del coche que empuja la institutriz inglesa
y al niño gringo que carga la criolla
y al niño blanco que carga la negra
y al niño indio que carga la india
y al niño negro que carga la tierra.

Cuando se tiene un niño, se tienen tantos niños
que la calle se llena
y la plaza y el puente
y el mercado y la iglesia
y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle
y el coche que lo atropella
y cuando se asoma al balcón
y cuando se arrima a la alberca;
y cuando un niño grita, no sabemos
si lo nuestro es el grito o el niño,
y si le sangran y se queja,
por el momento no sabríamos
si el ay es suyo o si la sangre es nuestra.

Cuando se tiene un hijo, es nuestro niño
que acompaña a la ciega
y a las Meninas y la misma enana
y al Príncipe de Francia y su Princesa
y el que tiene San Antonio en los brazos
y el que tiene la Coromoto en las piernas.
Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala,
todo llanto nos crispa, venga de donde venga.
Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro
y el corazón afuera.

Cuando se tienen dos hijos
se tienen todos los hijos de la tierra,
los millones de hijos con que las tierras lloran,
con las que las madres ríen, con que los mundos sueñan,
los que Paul Font quería con las manos unidas
para que el mundo fuera la canción de una rueda,
los que el Hombre de Estado, que tiene un lindo niño,
quiere con Dios adentro y las tripas afuera,
los que escaparon de Herodes para caer en Hiroshima
entreabiertos los ojos, como los niños de la guerra,
porque basta para que salga toda la luz de un niño
una rendija china o una mirada japonesa.

Cuando se tienen dos hijos
se tiene todo el miedo del planeta
todo el miedo a los hombres luminosos
que quieren asesinar la luz y arriar las velas
y ensangrentar las pelotas de goma
y zambullir en llanto los ferrocarriles de cuerda.
Cuando se tienen dos hijos
se tiene la alegría y el ay del mundo en dos cabezas,
toda la angustia y toda la esperanza,
la luz y el llanto, a ver cuál es el que nos llega,
si el modo de llorar del universo
o el modo de alumbrar de las estrellas.


Por Andrés Eloy Blanco

Fuente:
Cien + 20 poetas orientales. 
Fondo Editorial Caribe, Barcelona, 2010


Andrés Eloy Blanco con su esposa Lilina Iturbe y sus dos hijos,
Andrés Eloy y Luis Felipe.
Foto tomada de www.prodavinci.com

Tal día como hoy, en 1896, nace en Cumaná el gran poeta Andrés Eloy Blanco, cuya obra es quizá la más popular en los hogares venezolanos, haciendo de ella un legado inmortal. Para rendir este breve homenaje a Andrés Eloy, debo confesarlo, me costó escoger alguna pieza, pues su obra es ampliamente conocida. Me decidí al final por los Hijos infinitos, que tiene un buen mensaje que pervive en el tiempo y se mantiene vigente.


viernes, 1 de agosto de 2014

Matasiete

Cerro de Matasiete, Margarita, estado Nueva Esparta


MATASIETE


En medio del camino por donde cruza el sol
cuando viene del mar hacia el oeste
y remojado en el celeste azul,
se empina entre los flancos de rocío,
estalla la mañana, aurora y canto,
se desparrama desde la copa blanca
para caer en la ciudad dormida
que amanece despierta entre su flama.

Sus laderas nacieron de la ola
que salpica de espumas sus peñascos
en la marina sal rebautizados
de Guacuco hasta el linde de Guarame, 
raíces que se hunden en el agua
y florecen zafiros en las nubes
que empenachan las cumbres.

Desde la explanada del castillo lo diviso
fincado a la distancia junto al cielo,
unido con la mar en una mole
incendiada en el pleno mediodía,
mecido en el cocal de sus laderas
metidas en el río.
Montaña, mar y cielo en la distancia quieta
dan la visión ignota de la unidad fraterna
mediante el istmo de la empinada cresta.

De tarde con el sol de los venados
la claridad se tiñe en Matasiete
de violetas y claros tornasoles
que van difuminándose en la sobra
hasta que todo queda de ceniza
en la mortal agonía del crepúsculo
y vienen con la noche las estrellas
y la luna empavona en lumbre nueva
sus morriones de nubes volanderas,
palomas con las alas desplegadas
para formar un nido
de arrullos con rocío estremecido
en la fragancia pura
de la flor entreabierta con la noche.

Matasiete, de muerte tiene el nombre,
su adjetivo es de gloria resonante,
los muertos que murieron en sus flancos
lapidados de piedra arrojadiza
fueron soldados bruscos
que empeñaron batalla entre Los Cocos
para hacer sobrevivir la tiranía.

Tu nombre de montaña, ¡Matasiete!
es viva libertad, gallarda brega
de los hombres sencillos del terruño
para hacer restallar resplandeciente
en amoroso abrazo compañero
la independencia de la Isla.

Por Luis Beltrán Prieto Figueroa
Fuente: Cien + 20 poetas orientales
Fondo Editorial del Caribe, Barcelona, 2010

Matasiete bajo el sol de los venados
Imagen tomada de www.margaritamimadre.blogspot.com
¿Quien no conoce la vida y obra del Maestro Prieto? Recuerdo que cuando me inicié en la Administración Pública en el viejo edificio del Ministerio de Educación, en la esquina El Conde, el Profesor Gerardo Cedeño Fermín, a la sazón Director General de ese Despacho, me asignó como tarea llegar a las 7 am y preparar una carpeta diaria con quejas, reclamos, denuncias, artículos de opinión, que le sirvieran para controlar de alguna manera el díscolo personal bajo su mando. Un día se me salta un artículo firmado por el Negro Prieto. A las 8:05 me llama a mi extensión y me dice: "Te saltaste un artículo importante que salió en El Nacional". Reviso el periódico y le digo: "¿un artículo del Maestro Prieto?"  y me responde: "Sí, ese mismo. Para mí todo lo que él diga tiene que ver con educación, aunque no lo parezca".

Menciono esta breve anécdota para señalar la importancia del Maestro Prieto en el desarrollo de la educación en Venezuela, que a mi juicio, ocupa primera línea. Nació en La Asunción en 1904 y murió en Caracas en 1993. Entre su obra poética destacan: Mural de mi ciudad (1975); Del hombre al hombre (1977); Porlamar en el viento (1978); Verba mínima (1978).

El poema al cerro de Matasiete, presentado con tan bellas imágenes por don Luis Beltrán, fue escenario para una importante batalla de los neoespartanos por su libertad. El hecho ocurrió el 31 de julio de 1817. Lo publico aquí como un homenaje a los caídos en esa gesta, y al Maestro Prieto uno de los hijos más ilustres de Margarita.

Luis Beltrán Prieto Figueroa en una librería de su propiedad cerca de la esquina de La Torre (años 40)
Foto cortesía de Luis Barragán, propietario del Blog www.lbarragan.blospot.com (Apuntística)


viernes, 18 de julio de 2014

Mapa del desalojo


Ayer en la tarde, atendiendo una invitación de mi cuñada Luis Helena Calcaño, me acerqué a la librería El Buscón donde será bautizado el poemario Mapa del desalojo (Común Presencia Editores, Bogotá, 2014) de uno de los príncipes de la poesía venezolana actual, Armando Rojas Guardia. Así, a pesar de los diréticos, asistí porque era una actividad que valía la pena el esfuerzo. No quedé defraudado.

Luis Helena presentó a los participantes, ambos poetas de primera línea, Rafael Cadenas y Armando Rojas Guardia. Me gustaron las palabras de Cadenas sobre el autor y su obra. Fue una aproximación culta como solo un poeta puede hacerlo. Seguidamente, Rojas Guardia hizo los agradecimientos pertinentes, entre ellos los editores que se esmeraron en la publicación, y leyó algunos poemas. No es lo mismo leer del papel para uno mismo que escuchar al poeta declamar con su propia cadencia, ritmo y entonación. Lo disfruté en grande.

El libro en si es una verdadera joya tipográfica: una edición bien cuidada, con una diagración de calidad e ilustraciones de Jim Amaral. Bello libro con poemas muy escogidos de la larga carrera de Armando, donde podemos encontrar de los poemarios El mismo amor ardiendo (1979); Poemas de Quebrada de la Virgen (1985); Yo que supe de la vieja herida (1985); Hacia la noche vida (1989); La nada vigilante (1994); El esplendor y la espera (2000), y Patria y otros poemas (2008). Entre los poemas leídos por Rojas Guardia escogí Patria, que transcribo a continuación:

PATRIA

Alguna vez amamos, o dijimos amar,
la terquedad sombría de tu fuerza.
La voz del padre enronquecía
al evocar calabozos, muchedumbres,
hombres desnudos vadeando el pantano,
llanto de mujer, un hijo
y más arriba (¿dónde arriba?)
el trapo contumaz de una bandera.
Supimos, lenta y vagamente,
que lo imposible te buscaba
extraviándote los pies
-aquellos pies de Hilda obsesionaron
a mis ojos de niño: su corteza
terrosa, vegetal, desconcertada
sobre la pulitura del granito.

Tal vez una tarde, entre los campos,
la música te deletreó de pronto
al lado de algún bosque, una colina,
un lago triste que se te parece:
la misma terquedad al revelarte
ávida no precisamente de nosotros
(los efímeros, los quizá, los transeúntes)
sino de tu pátina absurda de grandeza
-esos sueños opulentos de la historia
que son más bien su horror, su pesadilla.

Ahora que te conoces vil, prostibularia,
porque tanta voluntas ecuestre
se apeó bajo el sol a regatear
y el héroe mercadeó con su bronce
y el oro solemne del sacófago
adornó dentaduras, fijó réditos,
y no hay toga ni charretera ni sotana
que te oculten cuadrúpeda, obsequiosa
por treinta monedas ancestrales,
yo me atrevo a cubrir tu desnudez.
No es verdad que te vendiste. Tú anhelabas
dilapidarte brusca, totalmente:
un lujoso imposible.

Lo sabías,
siempre lo has sabido y como siempre
aras en el mar. Te concibieron
con voluntad precisa de fracaso.

Cómo afirmar, pasito, que hoy te quedas
en la dificultad de sonreírte
levantando los hombros, desganado,
y diciéndote con sorna, con ternura,
mañana sí tal vez. Quizá mañana... 



martes, 15 de julio de 2014

Bienvenida



BIENVENIDA

Para el alto poeta Andrés Eloy Blanco

Un poeta, que casi no existe,
de los que han quedado, como ayer dijiste,
aquí con sus llagas, que no olvida Dios,
perfumadas siempre de flor de poesía
un tierno e ingenuo saludo te envía
que por ser tan triste parece un adiós.

Desde mi sombrío y eterno retiro
esta tarde, el buque donde viajas, miro,
y sufro mirándote ante mí pasar,
pues quiero y no logro dar unas palmadas
con mis dolorosas manos mutiladas
que ya ni la pluma pueden empuñar.

No sé por qué, viendo tu buque, he pensado
en el barco en donde me vine abrumado
de la misma pena que debe sufrir
el que para siempre se ha despedido
de todas las cosas que más ha querido
con una infinita ansia de morir.

No creerás que, en tanto tu buque al golfo entra
acá en la ribera norte se encuentra
un bardo que mucho lamenta no estar
con el noble pueblo que hoy va a saludarte, 
para con el pueblo también aclamarte
con la voz que nunca habrás de escuchar.

Mientras que sus versos mi musa te canta
la queja que a veces sufre mi garganta
con una sonrisa logro contener;
y el corazón mío palpita más duro,
que a mí me da miedo, porque me figuro
que dentro del pecho se me va a romper.

Yo hubiera querido, hoy en mi ensimismamiento,
hacer, olvidando la pena que siento,
lo que en su clausura hace el ruiseñor,
que a pesar de su ansia de espacio y follaje
trina tan alegre como en el ramaje
que oyó sus primeras canciones de amor.

Llegas a tu cuna cuando muere el día
y nace la hora de la poesía.
Cuando más nos pesa del duelo la cruz,
y finge el lucero triste de la tarde,
en el cielo, un cirio fúnebre que arde,
y al sol que agoniza envía su luz.

¡Cómo evoco ahora tu gran "Canto a España"
que tanta belleza poética entraña!
Yo siento, evocándolo, el goce interior
que se siente ante una risueña pradera
donde hay mariposas, y por dondequiera
un pájaro vuela y se abre una flor.

En él las estrofas parecen diamantes
y fingen los versos hermosos cambiantes,
y todo el poema semeja un joyel.
No tienen las perlas más ricos fulgores,
ni pinta el paisaje con más bellas flores,
la luz que en el lienzo derrama el pincel.

Poeta: eterna será tu memoria.
Más grandes laureles reserva la gloria
para coronarte. Vé de ellos en pos,
mientras yo me quedo aquí con el alma
ya sin ilusiones y una sola palma
la que da a los mártires la mano de Dios.

Fuente:
Cruz Salmerón Acosta. 
La canción recóndita (Fundarte, Caracas, 2011)

Cuando Cruz Salmerón (1892-1929) compuso Bienvenida, Andrés Eloy Blanco regresaba a Venezuela laureado por su Canto a España. Eso sucedía en 1923. Quedaban pocos años de vida al poeta de Manicuare y, en efecto, la predicción de Cruz a Andrés Eloy se hizo realidad.

Poeta: eterna será tu memoria.
Más grandes laureles reserva la gloria
para coronarte. Vé de ellos en pos,
mientras yo me quedo aquí con el alma
ya sin ilusiones y una sola palma
la que da a los mártires la mano de Dios.

Para leer el Canto a España ingresar por aquí.

Habitación de Cruz Salmerón Acosta en Manicuare, estado Sucre.

jueves, 3 de julio de 2014

Brindis

Isla de Aves


BRÍNDIS

Un disparate me piden:
Me piden que brinde en verso.
Cómo! ¿Es posible que olviden
Las funciones que hoi ejerzo?

Pudo convertir Iriarte
en poema la gramática:
Fue mucho apurar el arte;
Mas no hallo en ninguna parte
Una musa diplomática.

Pasó el tiempo en que podía,
Sin faltar a la etiqueta,
Llevar la locura mía
Hasta soñar ¡qué osadía!
Con el lauro del poeta.

Los cantos del trovador
eran para mi süaves,
Cual trino del ruiseñor, 
como el coro de las aves.
Coro y aves... Oh! Señor!

He cometido un desliz
al nombrar aves y coro,
Que son la causa infeliz
Del reclamo de Vanritz:
Me arrepiento y lo deploro.

Diré pues, ya que se ofrece
Tan oportuna ocasión,
Que, aunque medie esta cuestion,
El señor Vanritz merece
Toda nuestra estimacion.

Á pesar de los pesares
Siempre tuve la esperanza
De que acabara la danza
Mas con dares y tomares
Que con es´pada ni lanza.

Mas demos llegado el caso
De rompernos la cabeza:
¿Qué haré yo en tal embarazo?
Me atrinchero en el Parnaso,
Y adios nacion olandesa!

Volviendo a lo principal:
Yo la vida abandoné
Desde el instante fatal
En que atrevido acepté
La silla ministerial.

Desde entónces ¡maldicion!
Paso los meses enteros
Hablando de abolicion,
De empresas mil, de un millon
De caminos carreteros.

Apenas dejo la cama,
Ya Guardia la hace á mi puerta,
Ya Bermúdez toca y llama,
Ya Pemarchan me reclama
Y Jiménez me despierta.

Qué mas... En este momento
Que llevo el vaso a la boca,
Se ocupa mi pensamiento
De ver como no lers toca
Ni el cero del diez por ciento.

Y entre tanta algarabia
Y con tantos sinsabores
Tendrá en la cabeza mía
Cabida la poesía?
No, señores!.... No, señores!

Pasemos pues á otra cosa:
Bebamos, la copa henchida,
Porque á Monagas, su esposa
Y su familia querida
Conceda el cielo una vida
Dilatada y venturosa.

Por Rafael Arvelo

Fuente: Biblioteca de escritores venezolanos contemporáneos
Compilado por José M. Rojas (París, 1877) 
Edición facsimilar por el Concejo Municipal del Distrito Federal (Caracas, 1977)

Ya habíamos colocado en esta bitácora otro poema de Rafael Arvelo, político y poeta improvisador, así como una breve semblanza de su vida (leer por aquí).  En la reseña de este brindis nos dice el Marqués de Rojas:
En la islita de las Aves, situada en el Mar Caribe y cuya propiedad nadie había disputado a Venezuela, se descubrieron unos depósitos de guano que solo sirvieron para estimular a Olanda á reclamar la propiedad de la isla, como accesion del Canal de Saba. El Gobierno Venezolano conjuró la tormenta y, salvando la propiedad de la codiciada islita, logró satisfacer al Señor Van Reitz, comisario del Rey de Olanda. Este suceso fue celebrado por una de las legaciones extranjeras con un almuerzo, al cual concurrió el Señor Arvelo, que era Ministro de Estado. Al mismo tiempo se hizo con el Gobierno olandes un arreglo por perjuicios causados á sus nacionales en la ciudad de Coro.
Lo que no nos indica J. M. Rojas es el origen de ambos reclamos.

AVES: El gobierno de Monagas había otorgado la exclusiva de los depósitos de guano a una empresa estadounidense, con la condición de que Venezuela expulsase de Isla de Aves a la competencia, Allí se vieron afectados por el desalojo intereses neerlandeses y ese gobierno exigía una compensación. Posteriormente a este brindis el gobierno de la Estados Unidos quiso desconocer la soberanía venezolana sobre esa porción del territorio nacional. La disputa por la posesión de la isla, de indudable importancia geoestratégica, concluyó el 30 de junio de 1865 con el Laudo bajo el arbitraje de Isabel II de España que reiteró la soberanía venezolana.sobre un territorio que hoy confiere a nuestro país de un amplio frente marítimo en el Mar Caribe.

CORO: En 1827 comienzan a establecerse en Coro los primeros comerciantes hebreos procedentes de Curazao. Eran éstos una buena inmigración, con disciplina y ética del trabajo y con otra mentalidad que los llevó a hacer grandes aportes a la sociedad venezolana. La prosperidad de los "judíos de Coro," pronto suscitó la envidia de los locales que veían mal el progreso ajeno.

Interior de la Casa de los Senior, Coro
En 1831 se produce la primera revuelta. El gobierno logró suprimir el descontento imponiendo discriminatorio contra estos comerciantes, que luego se extendió a todos los importadores extranjeros. A pesar de ello, la comunidad continuó prosperando hasta que en 1840 el gobierno de Coro y la base militar, comenzaron a exigir contribuciones de esta comunidad como avance a impuestos futuros, mas el gobierno nacional prohibió a los comerciantes estos adelantos. Los comerciante acataron la disposición emanada en Caracas y actuaron en consecuencia.

En enero de 1855, ante la imposibilidad de pagar la nómina las tropas de Coro fueron dadas de baja. Al día siguiente comienza el conflicto que causó el reclamo de de Holanda a través de su comisionado Van Reitz. Se acusaba a los judíos, en un panfleto que recuerda los mejores días de III Reich, ... distorsionada avaricia de los judíos, prostitución de jóvenes virtuosas por los judíos, etc., y piden su expulsión. El 10 de febrero de ese año, el último de los judíos parte hacia Curazao. El conflicto se resolvió en 1858 cuando Venezuela pagó las reparaciones y los hebreos pudieron regresar.

martes, 17 de junio de 2014

Miranda en La Carraca

Miranda en La Carraca, por Arturo Michelena

MIRANDA EN LA CARRACA

Hay en este lienzo un drama
de rasgos tan sorprendentes,
que se ven dos continentes
enlazados en su fama.
Honra universal proclama,
y si su numen comparte
entre las musas y Marte,
en el genio que revela
hace reina a Venezuela
en las regiones del arte.

¡Si parece que está vivo!
que el pincel vertió con gloria,
toda la hiel de su historia
en el rostro pensativo.

Vive allí el noble cautivo
en trágica eternidad,
tanto, que mueve en verdad
a pedirle a Michelena
que rompa la vil cadena
y lo ponga en libertad.



Por Tomás Ignacio Potentini

Fuente: Cien + 20 poetas orientales
Fondo Editorial del Caribe, Barcelona, 2010


Tomás Ignacio Potentini
(1859-1908)
Los poemas de Tomás Ignacio Potentini (1859-1908) han caído en desuso en las escuelas venezolanas. Nació en Píritu y falleció en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui. Una de sus obras más populares fue su Canto a Bolívar que se recitaba en todas las escuelas:

Cuentan que tuvo en su faz
lo que salva y lo que aterra,
rayo de muerte en la guerra
y arco-iris en la paz.
... ... ...

Inmerecido olvido, pues Potentini destacaba sobre muchos poetas venezolanos de su época y tiene páginas de delicioso encanto. Ciudadano ejemplar, hombre correcto y honesto que no se dejaba amilanar por las presiones del poder, sacrificó su propia libertad  por el bien de la patria. Tuvo una vida azarosa, pasó cárceles y exilio. Murió joven, enfermo, pobre y abandonado.

lunes, 2 de junio de 2014

A. v. H. (1769-1859)

Humboldt y Bonpland en la selva, por Eduard Ender (1850)


ALEXANDER VON HUMBOLDT


Higos cambures sobre la mesa con los mapas e instrumentos:
brújula y horizonte, microscopio, teodolito y sextante
(espéculo de cúpreos destellos y limbo de blanco argente).
En el rayo de luz, en el centro, sentado, el insigne geodesta
en su estudio de la jungla, a orillas del Orinoco, pintado al óleo.
...

La Tierra Incógnita se funde como la nieve bajo su mirada.
Cubre con su red de curvas y coordenadas los últimos glaciares,
las inhóspitas cordilleras. Y mide desvíos magnéticos,
apogeos solares, salinas concentraciones, azules del cielo.
Atónitos miran los indígenas. ¡Qué gente tan extraña ésta
que corre el mundo buscando hierbas y comparando sus pastos
con los pastos ajenos! Os dejáis devorar por los mosquitos
para medir unas tierras que ni siquiera son vuestras.
Forasteros, herejes, maniáticos. Mas no se inmuta el viajero
y blande su botella de Leyden como el cura un incensario.


Hans Magnus Enzensberger


Este fin de semana encontré estos dos fragmentos de un poema del alemán Hans Magnus Enzensberger en un pequeño volumen titulado El Libro de las Pasiones (Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2003), que contiene, según los editores:
Pasiones clásicas, modernas y novísimas. Sentimientos tan intensos que pican como tábanos, asfixian, llevan a la locura, a la muerte, al éxtasis...
El texto sobre el sabio Humboldt está en un capítulo titulado Quimeras.Me gustó la expresión del poema y el uso de la palabra venezolana "cambures", que era la que usaba don Alejandro para diferenciar la banana del plátano. Averigüé sobre el autor y hasta conseguí el poema completo, que transcribo:



ALEXANDER VON HUMBOLDT

Fuera, muy azules, al óleo, las cumbres lejanas, las palmeras,
los desnudos salvajes. En la penumbra de la frondosa cabaña
paredes colgadas de pieles y helechos gigantes. Sobre la albarda
un vistoso papagayo. Al fondo contempla el amigo una flor
bajo la lupa. Cajas de libros y orquídeas encima esparcidas.
Higos cambures sobre la mesa con los mapas e instrumentos:
brújula y horizonte, microscopio, teodolito y sextante
(espéculo de cúpreos destellos y limbo de blanco argente).
En el rayo de luz, en el centro, sentado, el insigne geodesta
en su estudio de la jungla, a orillas del Orinoco, pintado al óleo.

La Tierra Incógnita se funde como la nieve bajo su mirada.
Cubre con su red de curvas y coordenadas los últimos glaciares,
las inhóspitas cordilleras. Y mide desvíos magnéticos,
apogeos solares, salinas concentraciones, azules del cielo.
Atónitos miran los indígenas. ¡Qué gente tan extraña esta
que corre el mundo buscando hierbas y comparando sus pastos
con los pastos ajenos! Os dejáis devorar por los mosquitos
para medir unas tierras que ni siquiera son vuestras.
Forasteros, herejes, maniáticos. Mas no se inmuta el viajero
y blande su botella de Leyden como el cura el incensario.

Nacido a la luz del cometa de Messier. Galvaniza ranas. El mismo
se aplica los electrodos y emite Conjeturas sobre la excitación
de tejidos nerviosos y musculares. Y va a la caza amazónica
de tempestades magnéticas, o persigue auroras boreales en Siberia:
en piragua, trineo y vapor, hamaca bamboleante y carroza.
Dibuja países enteros como yacimientos. Está realmente obsesionado
por los cráteres en llamas que, vulcanista y vulcanólogo, mira,
valora y manosea. Tímido y solitario, repasa en su memoria
los muchachos que le agradaron: eran la mayoría afables
y sin medios. Él les ayudó y calló. En las noches torturantes
escribía sin descanso. Notas dispersas sobre el basalto.
De los bosques de China. Inventario de corrientes marinas.
Pueblos primitivos de América y monumentos que legaron.
Lecciones de… Aportaciones a… Criterios… Aforismos…
Noticia ocasional de un mensaje en una botella. Profundidades
de las nieves perpetuas. Temperaturas en puntos distintos
de la zona tórrida al nivel del mar. Peces eléctricos varios.
Este hombre es una academia circulante. Asciende incluso
a las capas más altas de la atmósfera, y se sumerge al fondo
del Támesis con Brunel, un excéntrico inglés, en una campana metálica.

Siempre lo he admirado, pero ahora lo venero. Sólo él sabe
transmitir las emociones del alma al entrar en contacto
con el Trópico. Sin embargo, más tarde, tras el desayuno
Darwin se manifiesta decepcionado: es muy eufórico, pero
desbarra bastante. Efectivamente, no se ven muy claras
las causas de su gran fama. Dormía tres o cuatro horas. Era presumido,
cándido, entusiasta y laborioso al máximo. Gran bailarín del minué
y del <>. Levita azul, botones dorados, chaleco amarillo,
pantalones rayados, chalina blanca y viejo sombrero negro:
por su moda en el vestir, quedó estancado en el Directorio.
Fue toda una celebridad: inconcebible que un simple particular
causara tanta expectación. Paris estaba en el linde del cambio: no se fiaba
de su propio triunfo la Nueva Clase. Y tras el Terror floreció ilusoria
la inocencia clasicista antes de irrumpir el bestial griterío de la Bolsa,
con sus fiebres, sus boom, sus crash, y la explotación,
se desencadena abierta, directa, impúdica y descarnada por toda la Tierra.
Momento claro, limpio, coherente. Una burguesía modélica y cabal
como el metro patrón, que también nuestro generoso héroe
contribuyó a fijar, recorriendo con sus trastos el meridiano
de Dunkerque a Barcelona (pagando, como siempre, de su bolsillo).

Después ganó la reacción y volvió al calvario alemán. Camarlengo,
lector, lacayo pues de la Corte de Potsdam. Se retiró a Berlín,
pequeña, huera, fementida villa. En aquel desierto sembrado
de policías pensó a menudo en el Trópico. ¿Por qué le fascinaba?
¿Por qué soportó tanto: insectos, lianas prensiles, diluvios
y la mirada hostil de los indios? No era estaño, ni el yute,
ni el caucho, ni el cobre. Era un transmisor sano e inconsciente
de gérmenes malignos, un heraldo desinteresado del pillaje, un correo
que ignoraba llevar la orden de destrucción de aquello, que amorosamente
pintó en sus Cuadros naturales hasta los noventa años.

Hans Magnus Enzensberger
(1929 - )


miércoles, 21 de mayo de 2014

El Corderito de William Blake



EL CORDERO


¿Quién te creó? Corderito,
¿Sabes quién te creó?
¿Te dio vida y alimento
En el prado, en el arroyo;
Te dio un manto delicioso,
De lana tan suave y blanca;
Que voz tan tierna te dio,
Que alegra todos los valles?
Corderito, ¿quién te creó?
¿Sabes tú quien te creó?
Te lo diré, Corderito,
Te lo diré, Corderito:
Es llamado portu nombre,
Cordero se llama él mismo.
Es bondadoso y humilde;
Tornóse en pequeño niño:
Yo niño y tú cordero,
Por su nombre nos llamamos.
Cordero, Dios te bendiga.
Dios te bendiga, Cordero.



THE LAMB

Little Lamb, who made thee?
Dost thou know who made thee?
Gave thee life, & bid thee feed
By the stream & o'er the mead;
Gave theee clothing, wooly, bright;
Gave thee such a tender voice,
Making all the vales rejoice?
Little Lamb, who made thee?
Dost thou know who made thee?
Little Lamb, I'll tell thee,
Little Lamb, I'll tell thee:
He is caled by thy name,
For he calls himself a Lamb.
He is meek, & he is mild;
He became a little child.
I a child, & thou a lamb,
We are called by his name.
Little Lamb, God bless thee!
Little Lamb, God bless thee!



William Blake (1757-1827)
Autorretrato
Hace unos meses compré una Antología bilingüe (Alianza Editorial, Madrid, 2009) del poeta británico William Blake. Mi primera aproximación al autor fue a través de sus grabados para la Divina Comedia, que, a mi juicio, tienen mucho de modernidad. La contraportada del poemario nos presenta al autor:
Catalogado habitualmente como prerromántico por los historiadores de la literatura, WILLIAM BLAKE (1757-1827) es, sin embargo, una figura que desafía cualquier intento de clasificación y que ocupa un privilegiado lugar en la lírica inglesa. Rebelde, visionario y místico, rompió con las doctrinas oficiales de su tiempo (teológicas, morales, políticas y estéticas) y se anticipó a muchos pensadores que hoy forman parte del acervo cultural de Occidente. El suyo es un mundo donde el mal es una fuerza necesaria y las leyes morales son cadenas impuestas al hombre, al que el poeta aspira liberar a través de la imaginación, la visión y el conocimiento.

Uno de los grabados de W. Blake

viernes, 16 de mayo de 2014

A Jacinto Convit



En estos días murió, a los 100 años de edad, uno de los venezolanos más insignes. El Dr. Jacinto Convit García (1913-2014) fue un científico brillante y dedicado a su trabajo, que lo llevó a descubrir las vacunas contra la lepra o mal de Hansen, y contra la Leishmaniasis. Además realizó importantes desarrollos en materia de oncocercosis y micosis profundas. Postulado al Premio Nobel de Medicina en 1988 Recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1987 y la Legión de Honor de la República Francesa en 2011.

En recuerdo a su larga lucha contra la lepra, transcribo a continuación un poema de Cruz Salmerón Acosta, poeta sucrense, víctima del Mal de Hansen.


Chocho, el perro de la noche estrellada, por Francisco Munguía,
basado en un cuadro de Vincent van Gogh


EL PERRO


A Dionisio López Orihuela


Cuando me vine para mi destierro
un can vino conmigo,
y siempre para mí fue un buen amigo
y un compañero fiel, el pobre perro.

Él, que calles alegres recorría
a mi lado, en mis días de ventura,
vino también a hacerme compañía
en la tan prolongada y tan sombría
calle de mi amargura.

Largas horas pasó junto a mi puerta
echado sobre el suelo
en perenne desvelo
y hasta al más leve ruido, siempre alerta.

Otras veces, después de vana espera
el perro se dormía
como si por instinto comprendiera
que ninguno vendría
a consolar mi vida prisionera.

Y en las noches tan claras como el día,
a la luna lanzaba sus aullidos,
mientras yo prorrumpía
en versos a sollozos parecidos.

Hoy lo he visto morir, y no he llorado
por su viaje sin vuelta, ni siquiera
una lágrima, y he sufrido
pensando cuánto no habría aullado,
por un viaje cualquiera
que yo hubiese emprendido.

Me parece mirarlo todavía
fijando en mí con gran melancolía,
cual queriendo decirme que sentía
más dejarme en este mundo,
que la vida azarosa que él perdía.

¡Ah! Yo habría querido
pobre y noble animal,
en mis brazos tomarte
y cerrarte los ojos tan humanos
y cavarte una fosa con mis manos
y yo mismo enterrarte.

Y enterrándote echar sobre tu frío
cuerpo, puñados de tierra, perro mío,
con besos y con lágrimas mojados,
cual solemos hacer con los despojos
de esos humanos seres adorados
que enterramos con llanto en nuestros ojos.

Mas, como nada de eso he logrado
hacerte, sobre el lecho donde herido
estoy, muy triste un rato me he quedado
viendo la playa donde te has hundido.

Duerme por siempre junto al mar sombrío
que para mí tanta poesía encierra,
en tu lecho de tierra
por el cual con placer cambiaría el mío.


Cruz Salmerón Acosta (1892-1929)


Canto a la colina de los pobres

Tres figuras en marcha, por Héctor Poleo (1943)

CANTO A LA COLINA DE LOS POBRES

Los veía ascender todas las tardes
con el sol de los venados.
Los veía descender en las mañanas
con el canto de los pájaros
por la vieja colina de los pobres.

Lloraban los niños
y soñaban las mujeres
al pie de los árboles dormidos.

Alegres iban mis amigos luminosos,
los amigos de Dios sobre la Tierra,
los que en las manos doloridas llevan
el rojo color de la caoba agraria
y la huella viva del cedro perfumado.

Los veía ascender todas las tardes
por la tierra ondulada y cariñosa,
que cada mañana de la existencia pobre
los hombres besan amorosamente.

-Besa esa tierra, dice una voz.
Y el labio inclinan fervorosamente.

-Besa esa tierra, dice otra voz,
y el ojo turbio del sufrimiento
mira la vida entre las hojas muertas.

-Besa la tierra, cantan en coro las lejanías,
y al corazón visitan jubilosamente
las palabras buenas de nuestro Señor.

Mañana devolveré todos los besos,
responde, al fin, la tierra bienamada.
Devolveré todos los besos
cuando en el costado de los hombres sangre
la rosa pura de una vida eterna.

De: Libro de los cantos (1954)
Por Oscar Rojas Jiménez

Una mañana de paseo por el centro de Caracas, me acerqué a los libreros del Puente de la Plaza España. Allí, en una mesa, estaban apilados, listos para la venta a precios irrisorios, los restos de una variada biblioteca. Al revisar me encontré con Libro de los cantos (Ministerio de Educación, Caracas, 1954), por el poeta Oscar Rojas Jiménez y tenía una dedicatoria que me decidió a comprarlo:
Con los deseos de que esta obra sea del agrado de mi amigo, Doctor José Giacoppini Záraga, abogado y buen gustador de las letras patrias.
(Fdo) Oscar Rojas Jiménez
Caracas, enero de 1955 
Me dio dolor verlo allí, huérfano de su antiguo propietario, recién fallecido. Ahora enriquece la sección Poesía de mi biblioteca.

Grupo Viernes, visto por Vicente Gerbasi
Oscar Rojas Jiménez es el primero de izquierda a derecha, en la segunda fila
Imagen tomada de www.vicentegerbasi.net
Oscar Rojas Jiménez fue miembro del Grupo Viernes, junto con una pléyade de poetas que dieron un vuelco a las letras venezolanas. Fue autor de varios poemarios: Los héroes (1937); Octosílabos (1939); Isla (1940); Tierras y hombres (1942); Canto al trópico americano (1954); Paisajes y hombres de América (1954).

De él diría Vicente Gerbasi:
Lo americano en la poesía de Oscar Rojas Jiménez no es expresado en forma directa, sino mediante la introspección y la indagación de sí mismo, después de haber escuchado sus hondas repercusiones. 
Y Pedro Grases:
En el paisaje se mueven personajes distintos, almas y figuras, que animan la geografía de colores y tonos tan intensamente ricos en el trópico venezolano. Oscar Rojas Jiménez juega con ellos y les hace vivir en este escenario.