miércoles, 17 de septiembre de 2014

Anhelo

Cristo yacente, por  Gregorio Fernández (1576-1636)
Iglesia de San Miguel y San Julián, Valladolid

ANHELO

Es mi gloria mi esperanza,
es mi vida mi tormento,
pues muero de lo que vivo
y vivo de lo que espero.

Espero gozar mi vida
en la muerte que padezco,
y en cada instante que vivo
un siglo forma de deseos.

Deseo morirme y, cuando
efecto juzgo mi afecto, 
la muerte traidora huye
para dejarme muriendo.

Muriendo vivo y me aqueja
el dolor de no haber muerto,
que, ausente del bien que adoro,
ni salud ni vida quiero

Quiero en las aras del amor
sacrificar mis alientos,
y como el vital no rindo,
por rendirlo desfallezco.

Desfallezco, gimo, lloro,
y, triste como tórtola, peno,
siendo tristes mis arrullos
índices de mi tormento.

Tormento que me reduce
a llegar a tal extremo,
que, sin admitir alivio,
lágrimas son mi sustento.

Por Sor Juana María de los Ángeles, en el mundo María Josefa Paz del Castillo

Fuente: Antología de la poesía hispano y americana, Tomo tercero
Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1958

Hay pocas noticias sobre la poesía venezolana anterior a la Independencia, a pesar de la activa vida cultural que experimentaron las provincias que hoy conforman a Venezuela. Casi todas las antologías comienzan con Andrés Bello, como si nada hubiese existido con anterioridad. Pocos ejemplos surgen aquí y allá, pero no dan un cuadro completo. Las editores de esta antología hacen una breve semblanza:
María Josefa Paz del Castillo nace en Coro a mediados del 700 (El P. Pedro Pasblo Barnola SJ , asegura que en 1770), e ingresa en el Convento de Santa Ana de su ciudad natal con el nombre de Sor María de los Ángeles. Su juventud encantadora, de extraordinario ingenio y gran belleza, fue lujo y gozo en los salones de la colonia. Recibió unas formación literaria nutrida de clásicos castellanos del Siglo de Oro, que asimiló con inteligente sensibilidad. El único poema que ha llegado hasta nosotros -Anhelo- tiene un fragante eco teresiano pasado por aires gongorinos (...)Sor María de los Ángeles es, sin duda alguna, una vez lírica transida de ardor místico, suave y delicada y la iniciación de la poesía femenina venezolana.
El P. Barnola ubica su fallecimiento hacia 1817

viernes, 12 de septiembre de 2014

Jesús histórico por J. A. Pagola



En estos días, la Librería Estudios me tenía un presente inesperado de parte del establecimiento y de su directiva. Al hacerme la entrega del presente, Jesús el Librero, me explicó el origen del mismo. Hace unos días escribí unas breves reflexiones sobre la actitud que debe tener el cristiano ante la proximidad de la muerte y agregué unos datos tomados del Catecismo de la Iglesia (leer por aquí) y el texto gustó. El Dr. Zapata consideró adecuado regalarme Jesús, una aproximación histórica (PPC, Buenos Aires, 2013) por José Antonio Pagona, para que esa aproximación histórica "le ayude a conocerlo más y, como dice San Ignacio, para así amarlo y seguirlo."

No es un libro para leerlo como unas biografía o una novela, sino para degustarlo. Está repleto de información arqueológica, de las investigaciones más recientes e historia, que nos trasladan a Galilea del siglo I. Nos muestra, pues, el contexto político, económico y social en que se desarrolló la vida de Jesús hombre. Apasiona y da gusto leerlo. A pesar del volumen de información manejada por el autor, la prosa es fresca y de agradable lectura.

El autor explica que a la hora de escribir el libro tenía en mente a cristianos.
José Antonio Pagola
Sé cómo se encenderá la fe y cómo disfrutarán de ser creyentes si conocen mejor a Jesús. Bastantes de ellos, hombres y mujeres buenos, viven en la "epidermis de la fe", alimentándose de un cristianismo convencional. Buscan seguridad religiosa en las creencias y prácticas que se encuentran a su alcance, pero no viven una relación gozosa con Jesucristo.
Además, pensó en los que ignoran casi todo sobre Jesús. "Jesús no es sólo de los cristianos. Su vida y su mensaje son patrimonio de la humanidad":
Hombres y mujeres para quienes su nombre no ha representado nunca nada serio o cuya memoria se ha borrado hace mucho de su conciencia. He recordado a jóvenes que no saben gran cosa de lña fe, pero que se sienten secretamente atraídos a Jesús. Sufro cuando lers oigo decir que han dejado la religión para vivir mejor.
También pensó en los decepcionados del cristianismo real que tienen ante sus ojos y se han alejado de la Iglesia y andan hoy buscando , por caminos diversos, luz y calor para sus vidas.

A mi juicio, si el público lector leer este libro, Pagola habrá cumplido su cometido. Lo que manifiesta en el texto, llama a acercarse a Jesús y dudo que quien lo lea, no se sienta movido.

Lo que no sabía el Dr. Zapata es que, desde hace un tiempo, venía rondando por ese libro y siempre salía de la librería con otra cosa y dejaba al Jesús de Pagola para otro día. Un millón de gracias. Espero agradecérselo en persona cuando vuelva a Caracas.

Para quien esté interesado en adquirirlo, quedan varios ejemplares en la Librería Estudios, en su sede de la Castellana. Parece que ha gustado.


martes, 9 de septiembre de 2014

Nuestra Señora de la Consolación de Táriba

Nuestra Señora de la Consolación de Táriba
Foto del Prof. Samir A. Sánchez-Sandoval
Hoy vamos a adelantar la lista de advocaciones marianas enunciada por el P. Pedro Pablo Barnola SJ (aquí), a ver si la concluimos antes de fin de año. Visitaremos a Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, de larga tradición religiosa en los andes venezolanos. Por su ubicación, cerca de San Cristóbal, es un lugar ideal para conocer lo que Táchira nos ofrece, comenzando por la amabilidad de su gente.

Para guiarnos en la peregrinación mariana a Táriba nos servirá de guía en libro La tierra de Venezuela y los cielos de sus santos (Armitano, Caracas, 1977), de Alfredo Armas Alfonzo. Luego haré un comentario sobre las fotos que realzan este artículo, tomadas de un blog verdaderamente exquisito:
... Táriba (...) venera inmemorialmente a Nuestra Señora de la Consolación, una pintura sobre tabla llegada allí en años próximos a los de su fundación por los españoles, en tierra de los táribas.
Debió ser posterior al asentamiento de San Cristóbal, empresa de Juan de Maldonado, y fecha de 1561. La tradición consagra que la pintura fue llevada por dos religiosos agustinos a quienes su superior confió la catequización de los táribas.
Basílica de Nuestra Señora de la Consolación. Táriba, estado Táchira.
Llegaron a orillas del río Torbes entrada la noche y se lanzaron al vado luego de impetrar el auxilio de la Consolación, cuya tabla era, según, su único equipaje. La ataron a una caña y atravesaron las aguas sin exponerse a riesgos. La imagen irradiaba un esplendor que les permitió marchar entre la noche. Se la veneró en una capilla o ermita que existió en algún lugar de la hoy Plaza Bolívar de Táriba. No desamparó la gracia divina a los religiosos, pues a nombre de la Consolación realizaron obra de catequización y adoctrinamiento.
Tribus vecinas de capachos y guásimos provocarían más tarde la destrucción del centro agustino. De la pintura de la tabla desapareció el riostro. Una india conversa la guardó.
Ahora viene la historia de un prodigio: años después, un encomendero de Pamplona visita en la localidad a una familia amiga de apellido Zamora, Los hijos del visitante, en un juego de bolas, rompieron una pelota y para suplirla encontraron la tabla en el granero. Intentaron inútilmente romperla y a cada golpe que daban ésta sonaba como un tambor.
Atraída por lo que oía, la mujer de Zamora les reprochó el uso que hacían de la tabla, que "había sido imagen, a pesar de que ahora no lo pareciese" y la devolvió a su sitio, colgándola de una estaca en la pared. 
Cuatro horas más tarde un súbito resplandor proveniente del granero alarmó a la familia. Todos corrieron a apagar lo que creyeron un incendio.
Abierta la puerta vino la sorpresa mayor, La tabla estaba "fuera de la pared" y el resplandor que de ella se producía dejaba ver claramente la figura de la Consolación.
Has aquí el relato creíble de Armas Alfonzo. Luego comienza a hablar del Obispo de San Cristóbal (¡¡en pleno siglo XVII!!). Así era él de impreciso. Pero también nos relata el prodigio ocurrido en 1654, en el cual intervinieron las autoridades religiosas de Pamplona y Bogotá. Se trata de la curación, por medio de la "manteca de la Consolación", de Gaspar Ortiz, herido de flecha, y de un niño indígena de 14 años...
Otro hecho portentoso ocurre en la tercera o cuarta década del Siglo XVII. Una epidemia de disentería diezma los habitantes de San Cristóbal, y el Cabildo, impotente, hace venir de la cercana Táriba la imagen de la Virgen. Al entrar la procesión en la villa, se descubre que un copioso sudor emana de la figura de María Santísima, y así sigue hasta la entrada a la iglesia donde se la reclamaba y durante todo el tiempo de su exposición en la visita. La epidemia cesó. Ya no saldría más de Táriba si no lo aprobase el Obispo de Mérida, a cuya jurisdicción eclesiástica pasó Táriba después de serlo de Bogotá.
Aquí Armas Alfonzo vuelve a tener un lapsus raro. El obispado de Mérida (o Mérida de Maracaibo) fue creado a finales del siglo XVIII, mientras el prodigio ocurre a mediados del siglo anterior.

Ahora unas palabras sobre las ilustraciones principales de este artículo. Como indiqué fueron tomadas de un blog que creó y mantiene el Prof. Samir Sáchez-Sandoval, Es una bitácora repleta de buena información sobre arte, diseño y arquitectura. Se titula Proyecto experiencia arte  y se puede visitar por aquí. Recomiendo ampliamente una buena visita que nos llevará a varias horas de cultura con material de primera calidad. El Prof. Sánchez-Sandoval tuvo la fineza de permitirme el uso de las imágenes. El artículo relativo a Nuestra Señora de la Consolación es exhaustivo y contempla 700 años de su historia.

La imagen de N. S. de la Consolación en su relicario
Foto de Samir A. Sánchez-Sandoval



lunes, 8 de septiembre de 2014

Lolomai



Hace uno días, Alexis el Librero me recomendó una novela de aventuras. Se trata de Lolomai; el río de los diamantes (Dahbar / Recuperaciones, Caracas, 2014) obra escrita hace ya unos 50 años por Sadio Garavini di Turno (1904-1991), a quien no hay que confundir con su hijo homónimo que fue Embajador de Venezuela.

La novela, me decía Alexis, está basada en hechos reales y describe la vida en la selva venezolana en los ya lejanos años 40: actividad minera según la antigua Ley de Minas (según la cual todo lo que se extrajera por métodos no industriales al sur del paralelo 5 eran propiedad de quien lo extrajera con muy pocos trámites) el aventurerismo que surgió en ese mundo rico y poco explorado, las "bullas diamantíferas, y el daño causado a las etnias y indígenas y sus culturas debido a la presencia de armas de fuego, vicio y el indispensable contacto con los "racionales". En efecto, esta novela ligera y de fácil lectura nos presenta ese mundo de manera personal e íntima. No es una gran obra literaria, pero da placer leerla y da buenas horas de sano entretenimiento.

No es la primera vez que Lolomai está en manos del público. Al momento de su primera edición estuvo en la lista de los best sellers del New York Times: Veamos la contraportada:
La publicación de esta novela en 2014 es el redescubrimiento de un tesoro, y un nuevo capítulo en una historia tan extraordinaria como los hechos que la novela relata. Cuando este aventurero y trotamundos que fue Sadio Garavini di Turno la publicó, esta historia de mineros, indígenas y seductoras nativas en medio de la selva venezolana llegó a la lista de best sellers del New York Times y fue traducida, en los años siguientes, a varios idiomas. Ahora, una editorial venezolana la devuelve a la luz, para que encuentre nuevos lectores esta pieza que no pertenece a ninguna tradición local y que tiene el sabor de los libros inolvidables.
La novela ha viajado bien en el tiempo y, a pesar de su edad, mantiene su frescura con pocas arrugas, que tal vez sean solo líneas de expresión.

Sitio de una de las más antiguas minas de diamante de la Gran Sabana. Aún sigue siendo lugar de difícil acceso
Fotro www.bbc.co.uk

jueves, 4 de septiembre de 2014

Tarde de verano en Auvergne

Quesos de Auverne, entre ellos el famoso Cantal y el Bleu d'Auvergne


Hoy, que no tengo muchas ganas de transcribir textos, voy a presentar unas piezas del autor francés Joseph Canteloube de Malaret (1850-1957). Son pequeñas joyas musicales que guardan todo el espíritu campesino de Auvergne, cantadas en el dialecto local. Las descubrí durante mis paseos por las diversas discotiendas de Ottawa, Canadá, y desde entonces me atraen. Espero sea del agrado de los fieles lectores de esta bitácora.

La primera grabación está a cargo de la soprano española María Bayo, acompañada de la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Presenta una de las canciones más apreciadas y populares: Baïlèro.


La misma pieza, esta vez en interpretación de la soprano francesa Madeleine Gray, en una grabación de 1930 y otra más de gusto celta (Parte I). A pesar de su edad, esta grabación continúa siendo atractiva.


Y la serie completa, interpretada por Vèronique Gents 1


y 2

¡Qué rico sería pasarse una tarde escuchando estas canciones auvergnattes mientras nos deleitamos con especialidades regionales!

Aquí les dejo una receta para ver si se animan... La traduje con cariño.


PATÉ AU POMMES DE TERRE (Pastel de papas)


  1. Se corta tocino o jamón en lardons de 3 mm de espesor. Se les blanquea en agua en ebullición.
  2. Se extiende la pasta o masa (se trata de la pâte brisée) con la ayuda de un rodillo y tapizar un molde para pasteles (tourtiére) de unos 18 a 20 cm de diámetro, dejando un exceso de 2 cm de masa por los bordes.
  3. Se pelan las papas, se lavan y secan bien y se cortan en láminas finas.
  4. Se coloca una capa de papas sobre la masa y se sazona con sal, pimienta, nuez moscada, un poco de cebolla picadita y lardons. Se repiten las capas en número de 3 o 4, hasta que se acabe el relleno..
  5. Se extiende la otra mitad de la masa y se coloca como tapa, dejando también que sobre de los bordes. Se coloca, mojando ligeramente las orillas, mientras se hace un repulgue (torsade) hacia el centro del molde, se pincha estye repulgue con la ayuda de unas tijeras para decorarla, y si se desea, se cortan con un cuchillo formas que se colocarán sobre la pasta.
  6. Se pinta con una yema de huevo. Se abre un hueco en el centro de la tapa para permitir la evaporación.
  7. Llevar al horno suave por unas dos horas; cubrir con papel de aluminio si la tapa dora demasiado.
  8. Una vez cocido, se corta la tapa y se la retira para espolvorearlo con finas hierbas y crema fresca. Se vuelve a colocar la tapa y se recalienta al horno por unos 15 minutos.
  9. Listo para servir.