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martes, 23 de octubre de 2012

Del palo y la rasca II


Concluiremos hoy el estudio de nuestro léxico etílico, como lo prometí ayer (para leer el artículo ingresar por aquí). A tal efecto, volvemos a don Ángel Rosenblat y su obra Buenas y malas palabras. En el tomo III, páginas 135 a 140, aparece el artículo Tratado general de la rasca, que nos ayudará a enriquecer el vocabulario en cuando a cultura etílica criolla se refiere.

...(la) rasca no es privativa de Venezuela. Como todas nuestras buenas tradiciones, es común en gran parte de Hispanoamérica. Nuestra vecina Colombia comparte los honores. Y también las Antillas (al menos Puerto Rico). Y casi toda Centroamérica (Pamaná, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua). Y Chile, Bolivia y el interior de Argentina (se encuentra en coplas de la Rioja, Tucumán y Cuyo). Y se usó seguramente en el Perú (...) Tenemos noticias de que se conoce también en Canarias, en Galicia y en Asturias (Camilo José Cela dicen que rasca y rascarse se oyen también en España), pero es muy probable que allá lo hayan llevado los indianos, que siempre regresan con algo a la Península.
¿Y cómo se explica? ¿Qué relación hay entre la inocente afición de rascarse la piel y la aún más inocente de emborracharse? La relación parece enigmática. Pero no lo es si partimos de un equivalente de rascarse que tiene más extensión hispánica y que es sin duda el uso primitivo: picarse. En España se dice a veces del que está achispado, sin llegar a borrachera: "Está algo picado". También en Méjico, Puerto Rico, Nicaragua. Según Santamaría, se da el uso mejicano, picado es el calamocano, el que está algo chispo:"Dícese del que está en el primer grado de excitación por efecto del alcohol". En el Perú, picado es intermedio entre sarazón y mamado. En Guatemala se dice que uno se pica cuando, después de una abstinencia prolongada, empieza a jugar  o a beber: "Con un trago que tome, ya se pica" (se le abre la tripa cañera). En gran parte de América Central, en el Ecuador, Chile, Argentina y Uruguay, picarse es emborracharse y estar picado es estar borracho. En Chile registran picarse como equivalente a rascarse, mamarse, curarse, apuntarse, tiznarse o alegrarse.
(...) El paso de picarse a rascarse es muy fácil de explicar, por sustitución: ¿no son concomitantes? En nuestra habla popular, piquiña es un equivalente a rasquiña... Picazón y rascazón son sinónimos de comezón. En Colombia se llega a más: "Me rasca todo el cuerpo".
Nos dice don Ángel que en Venezuela hay toda una gradación y nos la muestra.
En primer lugar, se puede decir de alguien que está alegre o alegrón, achispado o chispo, alumbrado (Está  alumbrado como un cocuyo), encendido, encandilado, sabrosito o sabrosón, atarantado, emparrandado, tragueado, templado (Viene templado del botiquín), a media máquina, medio pelado, entre gallos y medianoche, más de allá que de acá, medio cachicorneto, zarataco (o medio zarataco), zorocho (o medio zorocho o zorochón), a medio palo, a medio jebe, a medio ganchete, entre palos (Venía entre palos),entre Guarenas y Guatire, canchancho (o medio canchancho). O se puede decir que tiene tragos encima o que tiene su tufito, o que está como perolito de reverbero (o jediondo a perolito de reverbero) Es el esta intermedio, incompleto o imperfecto.
Y ahora para un estado más avanzado, incluyendo, claro está, las voces de la lengua general: borracho (o emborrachado, borrachín, borrachito), ebrio, beodo, embriagado, alcoholizado, tomado, ajumado o jumo, aguardientoso, michoso, mareado, atulampado o atilampado, trancado, (o tranquilo o tranquilino), jalado, paloteado (o palitroqueado o trancado de palos), turulato, tuturuto, turiego, trompa, trompeado, pelado (está más pelado que una yuca), guarapeado, pinto (o pintón o pintoneado), caneco, grogui, drogui (me quedé drogui... esta ha desaparecido y se aplica sólo al consumo de estupefacientes y psicotrópicos), ataparado, trancómetro, o tranca eterna, dentro del litro o dentro de la botella, hecho papelillo, en copas, cañista o cañita o cañero, pelajayaca (en Apure), tragueado, chungo, meneado, peo (expresión muy grosera), chaborro o de mandoca o de mandoquita (en el Zulia; también está hecho leña, está hecho golilla, está hecho molleja, está de mollejón), pisco, prendido, quemado, cipoteado o jebeado (en Lara), giro, jumo o ajumao (en Boconó), taranto, mocho, rascado. O se dice de alguien que tiene violín o anda con nísperos. O bien que es una pipa, que no puede con su alma, que se le pasó la mano, que no bebe en manare, que no está para firmar, que se está cayendo, que trabaja el vidrio o le da al vidrio, que no ve el sol, que le gusta el frasco, que tiene una cañamentazón horrible, que le gusta el miche o tiene una michera, que viene atajando pollos, que tiene más palos que una caja de fósforos, que no da pa el timón (en Margarita), o, irónicamente, que no se ha echado ni un palito. O que es un trapiche o un trapichito y, consiguientemente, se puede decir que muele estupendamente.
La lista parece infinita. Recordemos que el libro de Ángel Rosenblat fue escrito en los años sesenta y, si bien algunas palabras pueden  haber caído en desuso, deben haber surgido otras. Espero que con esta lección enriquezcamos nuestro léxico etílico. ¡Salud!



lunes, 22 de octubre de 2012

Del palo y la rasca I

Ángel Rosenblat
La prima Margarita, que desea enriquecer el vocabulario de sus amigos en las Islas Baleares, me pide desde Palma que le aclare el significado y etimología de la palabra "palo" usada en Venezuela como sinónimo de trago o bebida. Casi le digo que proviene de la caña de azúcar, que parece un palo. Pero por el bien del intercambio cultural y de la precisión, recurrí al filólogo Ángel Rosenblat y su trabajo Buenas y malas palabras (EDIME, Caracas, 1982) Allí está todo. Haremos uso de dos de sus artículos para satisfacer la sed de conocimiento de los mallorquines, si es que la tienen; la prima dice que se resisten a aprender palabras nuevas.

El primer artículo se titula Vamos a pegarnos unos palos (Tomo II, pág.112-118):
Estamos ante uno de los temas de mayor seducción, desde el punto de vista filológico. El palo es el trago alcohólico o la copa de licor: "Chico, vamos a pegarnos unos palos", "Se echaron unos palos y se rascaron enseguida". Este uso tiene por lo menos un siglo...
Pegarse un palo parece lo más antiguo, aunque ahora es más frecuente echarse un palo o tomarse un palo...
Un palo
Para el bebedor, copa y trago suelen ser una sola y misma cosa. Por eso palo designa una cantidad habitual que se sirve en una copa: "Sírvame un palo de brandy". Y se llama "palo de músico" (por el que se acostumbra a brindar a los músicos en fiestas y reuniones, para estimularlos), el "palo abundante", un whisky con mucho whisky, una copa bien llena (en la época de Lisandro Alvarado eran diez centímetros cúbicos de ron). Y se dice: "Se está echando un palo de músico". O bien: un "palo de cochero", "un palo de pantalón largo". Y es tan general ese valor de palo, que los ingredientes o tapas que acompañan a la bebida se llaman pasapalos, hasta en las recepciones de la Casa Amarilla.
¿De dónde viene ese uso de palo por trago o copa? Creemos haber resuelto el problema. Esta expresión se siente hoy en Venezuela como derivada del valor venezolano de palo. Pero es al revés. Estar a medio palo por estar medio bebido. Por lo menos tiene, como hemos visto una extensión geográfica mucho mayor (Colombia, Guatemala, El Salvador, Yucatán, las Antillas, el habla de los marinos españoles y hasta Portugal). Y hemos visto también que es la transformación, producida en el habla marítima, de otra del castellano general: estar a medios pelos.


Muchos palos
Estar a medio palo ha sido una expresión productiva. De ella ha surgido estar "a palo entero", "estar a palo seco", y en Lara "estar a medio jebe". En Canarias se bebe a palo seco cuando el tanganazo o el trancazo es grande y no se le pone su armadero, que es nuestro pasapalo. En España se puede decir del semiborracho: "Tiene media copa". De estar a medio palo ha salido sin duda palo con el valor de copa o trago. Pero el paso se ha producido a favor de una vieja equivalencia entre trago de alcohol y golpe. Una equivalencia que encontramos en una serie impresionante de expresiones venezolanas... (Don Ángel nos cita las expresiones tarrayazo, trancazo y lepe, y unas quince más).
La asociación entre trago, golpe, latigazo, garrotazo, se siente muy viva, y no es puro juego verbal. Palo, dentro de ese conjunto, tiene la ventaja, y eso explica sin duda su fijación y su fecundidad, de significar a la vez recibir el garrote y el garrotazo: "tener un palo", "recibir palos", dar palos. Cuando uno bebe un trago fuerte y "lo acusa", es frecuente que diga: "Me pegó el palo", "Me castigó el palo", "Me regañó el palo", "Me golpeó", "Me pegó duro". De ahí simplemente pegarse, cuyo valor específico lo dan las circunstancias o el contexto. (...)
Palazón en potencia
Resumanos, pues. Estar a medios pelos del castellano dio en el habla marítima estar a medio palo, en que palo es el mástil del barco. Ése es el punto de partida. Al extenderse la expresión en tierra firme, salió de ella, probablemente en Venezuela, porque es donde tiene más vitalidad, el uso de palo con el valor de trago o copa, porque se encontró con una serie de equivalentes: trancazo, guamazo, lepe, tarrayazo, chinchorrazo, tequichazo, lamparazo, etc.Ésta es la amplia estación de llegada. Y el uso pudo fijarse y extenderse, sobre todo, porque los efectos del alcohol no suelen ser los de una suave caricia femenina. Del que se encuentra bajo los efectos de los palos, se dice habitualmente que está golpeado, pelado, apaleado o paloteado, o que ha recibido una tremenda paliza. La culpa -ha dicho alguien- es de Colón, que para descubrir América salió del Puerto de Palos.
 
Mañana seguiremos con el léxico y espero que le sea útil a la prima y sirva para enriquecer la lengua balear. Continuar por aquí.






lunes, 27 de agosto de 2012

Más malo que Guardajumo

José Tomás Boves
1782-1814
Enfrentó a Guardajumo.
En Venezuela existe la expresión: ...más malo que Guardajumo, o bien, ...éste es peor que Guardajumo. Con el deterioro de la cultura nacional y el abandono del habla tradicional venezolana, la expresión ha caído en desuso. Pocos la aplican a pesar de su valor histórico y de lo bien que suena para calificar a quien así lo merece; porque no a todos los malos se les puede aplicar con propiedad. Se requieren, pues, ciertas condiciones y grados de maldad para ser honrado como un Guardajumo redivivo. La historia nacional está repleta de personajes torvos y malos, pero no todos ellos se hacen acreedores a ese dudoso honor.

Guardajumo (también se le conoce como Guardahumo o Guardajumos) fue un personaje histórico que se hizo famoso por sus fechorías por los llanos de Venezuela, en los años que precedieron el colapso del sistema colonial. ¿Quién era este famoso bandolero? El Diccionario de Historia de Venezuela (Fundación Polar, Caracas, 1997), usando una extraña y parca redacción, nos lo presenta con nombre y apellido:
Torre de la Catedral de Calabozo, ciudad donde
fue ajusticiado Guardajumo
Ochoa, Juan Nicolás (San Felipe 1767 - Calabozo 1802)
Bandolero de la región de los llanos de Guárico conocido con el apodo de Guardajumo o Guardahumo, que pasó a ser en el lenguaje popular sinónimo de maldad. Indígena, su madre lo llevó muy pequeño al hato de Vicente Rodríguez donde se crió; luego se avecinó en la Misión de Nuestra Señora de los Ángeles. A fines del siglo XVIII, se generaliza la presencia de bandoleros en los llanos, que no sólo roban ganado, sino que asaltan casas y hatos, acometen y hieren a las personas, violan y roban a las mujeres. Uno de estos malhechores fue Juan Nicolás Ochoa, mejor conocido como Guardajumo, quien actuó en los llanos de Guárico  desde 1786. Capitaneaba un grupo de indios, vivían de la caza, pesca y robo de ganado, movilizándose continuamente, lo que impedía su captura, además que nadie se atrevía a denunciarlo por el temor que infundía y creer que tenía pactos con el demonio. Su detención se produjo en Guariquito en octubre de 1798 donde fue sorprendido. Trasladado a la villa de Calabozo, se le inició proceso el 3 de noviembre, y culminó 4 años más tarde con una sentencia a muerte en la horca, que se llevó a cabo en la plaza de la villa de Calabozo.
Escena llanera.
Ilustración tomada del portal de la UNERG
¡Qué pobreza! Por otros lados he leído cosas más interesantes sobre este famoso cuatrero. Veamos qué nos dice el filólogo Ángel Rosemblat cuando toca el tema Más malo que Guardajumo (Buenas y malas palabras, Vol II, Edime, Madrid, 1982). Su artículo es más completo e interesante:
Gracias a Manuel Landaeta Rosales y a Arístides Rojas, conocemos su triste historia. Guardajumo era el apodo de un indio guamo llamado Nicolás Chepegüire, que había nacido  hacia 1780 en la misión de Nuestra Señora de los Ángeles, al sur de Calabozo (en una Real Provisión del 1° de abril de 1800, conservada en el Archivo General, figura con el nombre de Juan Nicolás Ochoa, "alias Guarda Humo"). Desde niño robaba cuanto podía y lo vendía a los muchachos. Estuvo preso varias veces, y en la prisión, que es una gran escuela, perfeccionó sus conocimientos. Ya adulto, cometió una serie de crímenes horrendos, y hacia el año 1800 era jefe de una banda infernal, que asaltaba los hatos, robaba ganado, asesinaba a los viajeros y tenía bajo terror a toda la comarca de Calabozo y los Llanos de Aragua y Barcelona. Conocedor de la sabana, de las matas y chaparrales, aparecía y desaparecía como por encantamiento. Y por eso, y por su ferocidad, adquirió fama demoníaca.
Más adelante, Rosenblat aporta un dato surgido de la tradición nacional, que involucra a dos jóvenes que luego figurarían en bandos opuestos durante la Guerra de Independencia:
Jacinto Lara
1778-1859
El Ulises de América
Se enfrentó a Guardajumo
Se cuenta que en una ocasión asaltó una caravana que llevaba mercancías desde el puerto de Güiria hasta el Guárico. Y tuvo que vérselas con dos comerciantes que después iban a transfigurarse con la guerra de independencia: José Tomás Rodríguez, el célebre Boves, y Jacinto Lara, el famoso general Lara que acompañó a Bolívar hasta el Perú. Guardajumo, herido, tuvo que huir. Cuatro de los suyos quedaron muertos.
Bueno, ¿Qué hacían estos dos muchachos viniendo desde Güiria? Tal vez contrabandeaban productos ingleses desde Trinidad.... José Tomás tenía antecedentes en Puerto Cabello. ¿Serían socios? Boves conocía a muchos futuros héroes de la independencia, como el general Pedro Zaraza, el Taita Cordillera... a quien se atribuye el lanzazo que mató a Boves en Urica (diciembre de 1814), aunque fuentes realistas apuntan a uno de los suyos, tal vez el isleño Francisco Tomás Morales (1781-1845). Zaraza nunca alardeó del hecho y Morales fue el gran beneficiario.

Pedro Zaraza Manrique
(a) Taita Cordillera
1775-1825
Aquí tenemos a dos personajes famosos: José Tomás Rodríguez Boves, el terrible astur, (más malo que Guardajumo, según la opinión de la mayoría de los venezolanos), que asoló Venezuela en el Año Terrible de 1813-1814, y el caroreño Jacinto Lara, el Ulises de América, quien para la fecha del encuentro con el indio Ochoa comerciaba con ganado entre Barinas y Caracas, y 1810 se uniría a las filas independentistas. Su condición de héroe de la independencia ha hecho que se olvide la degollina cometida contra 22 misioneros capuchinos en Caruachi (1817) en la que se vio involucrado mientras era Comandante Militar de las Misiones del Caroní. Un hecho confuso, gracias al cual el Imperio Británico pudo arrebatarle luego a Venezuela 160.000 kilómetros cuadrados. Pero el tema no es la cuestión de límites con Guyana, sino la maldad de Guardajumo.

Don Ángel nos completa la información sobre el legendario bandido:

Plaza de las Mercedes en
Calabozo. Lugar de ejecución
de Guardajumo
Su tío Chepe Gune o Chepe Güire, bandolero también, lo denunció a las autoridades. Guardajumo fue preso y condenado a la horca. Pero no hubo en Calabozo verdugo que se atreviese con él, pues había asegurado que tenía medios para que la cuerda no le tocase el cuello, y que se escaparía de la horca. Un verdugo traído expresamente de Caracas, donde sin duda los había muy buenos, le ajustó la cuerda en la Plaza de las Mercedes de Calabozo, el 24 de mayo de 1802. La gente, congregada alrededor, esperaba que apareciese el demonio a libertarlo o a buscar su alma. Por lo visto Dios, que es más poderoso que el demonio, quiso que muriese. Su cabeza permaneció varios días clavada en una estaca, para ejemplo y escarmiento. Una Real Provisión del 27 de octubre de 1804 ordenó al Subdelegado de la Real Hacienda de Calabozo el pago de los costos causados por la ejecución de la sentencia.
Seguro que el Tío Chepe quería ajustar cuentas con el sobrinito ¿Cuánto le habrán pagado? Tal vez se dio por satisfecho al ver con la lengua afuera a la competencia, y de paso mostraba su lealtad a la Corona; para algo le serviría.

Los lanceros de Boves
Fotograma de la película El Taita
La fama de malo de Guardajumo pronto pasó al habla popular y su apodo a usarse como calificativo. Tenemos, por ejemplo, el caso del subteniente don Manuel Antonio Landaeta, natural y vecino de Valencia, a quien en 1812 se le siguió un juicio de infidencia por haber sido uno de los reos que habían mantenido hasta el último momento las banderas de la insurrección y no perdía las esperanzas de que ésta reviviese. Uno de los testigos declaró que Landaeta era también conocido por el nombre de Guardahumo... ¿Qué tal? De allí saltó la la literatura, en la que, finalmente, pasó a ser un personaje de la novela Boves, el urogallo, de Francisco Herrera Luque, obra sobre la que comentaremos mañana.
A fines del siglo XVIII - agrega Ángel Rosenblat-, los Llanos atravesaban un período de crisis, y como consecuencia cundió el bandolerismo. Los dueños de los hatos tenían a veces que hacerse justicia por sí mismos. Calabozo vivía aislado, unido a Caracas por un inseguro camino de recuas. Humboldt, que pasó por allá en marzo de 1800, dice: "Los hatos de ganado han sufrido considerablemente en estos últimos tiempos de las gavillas de bandoleros que recorren las estepas matando animales únicamente con el fin de vender su piel. Este bandolerismo ha aumentado desde que se ha hecho más floreciente el comercio con el Bajo Orinoco". Era la época de Guardajumo.
Eso es lo que sucede cuando las autoridades no se ocupan del bienestar del pueblo, ni de su seguridad, sino que lo que buscan es mantenerse en el poder. Las autoridades coloniales, que eran capaces de arrancar de raíz cualquier revuelta, se mostraban incapaces de perseguir a las gavillas de bandoleros, o mejorar las condiciones de vida de la población; aún teniendo cerca el ejemplo de Haití. ¿A quiénes culpar? ¿A los cuatreros? ¿A los mantuanos? Debe servir de reflexión a cualquier gobernante. Doce años después del ajusticiamiento de Guardajumo, Venezuela ardía por los cuatro costados, habían desaparecido el régimen colonial, la Primera República y tambaleaba la Segunda. Venezuela ya no sería la misma.


Emigración a Oriente
Tito Salas
Colección Casa Natal del Libertador



sábado, 11 de agosto de 2012

¡Zape, Mandinga!

Mi prima Margarita, desde la soleada Mallorca, en añoranza del suelo patrio, me pide que publique de vez en cuando el origen de ciertas expresiones criollas. Me imagino que siente perder su dejo caraqueño luego de tantos años hablando mallorquín. Me pide también que le busque libros sobre costumbres criollas para llevárselos a Palma y leerlos con detenimiento. Hoy, para complacer a Marga, invito al filólogo Ángel Rosenblat para que nos ilustre sobre una palabra del habla venezolana, casi caída en desuso y que significa diablo, Satán o Belcebú. Para ello recurrimos al tomo II de Buenas y malas palabras (Edime, Madrid, 1982), que es uno de los libros que quiere la prima, y que iré resumiendo porque los artículos son un poco largos.

Don Ángel nos menciona tres palabras asociadas con la maldad y la diablería: Mandinga, Caplán y Guardajumo. Caplán ha desaparecido del habla cotidiana, pero las otras dos aún se usan entre los mayores. Me gusta la expresión: más malo que Guardajumo... o esta otra: este muchacho es mandinga. Mejor entramos en materia, o nos lleva Caplán.


Mandinga es uno de los nombres más populares del demonio en Venezuela, y en gran parte de América. En Las lanzas coloradas, de Arturo Uslar Pietri -nos dice Rosenblat-, Espíritu Santo, el esclavo de la fundación, cuenta relatos fantásticos:
- El mentado Matías era un indio grande, mal encarado, gordo, que andaba alzado por los lados del Pao y tenía pacto con el Diablo, y por ese pacto nadie se la podía ganar. Mandinga le sujetaba la lanza. ¡Pacto con Mandinga!
La voz se hizo cavernosa y lenta, rebasó el corro de ocho negros en cuclillas que la oían, y voló, llena de pavoroso poder, por el aire azul, bajo los árboles bañados de viento, sobre toda la colina ¡Mandinga! La voz rodeó el edificio ancho del repartimiento de esclavos, estremeció a las mujeres que lavaban ropa en la acequia, llegó a jirones a la casa de los amos, y dentro del pequeño edificio del mayordomo alcanzó a un hombre moreno y recio tendido en una hamaca. ¡Mandinga! Los ocho negros en cuclillas contenían la respiración.

También Rómulo Gallegos, en Doña Bárbara, Pajarote relata sus encuentros con espantos y aparatos del llano, entre ellos "las piaras de cerdos negros que Mandinga arrea por delante del viajero y las otras mil formas bajo las cuales se presenta". También en Cumboto, de Ramón Diaz Sánchez, la Abuela Anita, en sus relatos separa las ánimas en pena de los demonios, culpables de todos los males. Pascua, la nieta, le pregunta si tienen jefe los demonios, y ella contesta:
- Sí, el más grande de todos los diablos: Mandinga.
Al nombrar a este personaje, la Abuela se santiguaba invariablemente con gran reverencia. Y sus labios musitaban la fórmula de un piadoso conjuro: "¡Ave María Purísima!" Mandinga, llamado también Belcebú, el Maligno y el Enemigo, sólo se hacía sentir en las grandes conmociones del mundo...
- Cuando Mandinga anda suelto, temblemo. La ruina, la peste, la sangre, y la muerte van con el por toda parte. Su pata de cabra quema la tierra que pisa, seca la hierba y marchita la flore. Hay persona que llevan el demonio por dentro y que no están contenta sino cuando hacen el mal.
Diablo blanco
Los cuentos de la Abuela Ana sumían al negrito Natividad en cavilaciones:
- Yo había oído decir , por ejemplo, que Satanás y mandinga eran una misma persona y que su color era negro; incluso en el libro de las razas humanas figuraba cierta casta de negros africanos a la que se denominaba Mandinga. Sin embargo, en el Paraíso Perdido, Satán no aparecía como un murciélago negro, sino como un joven blanco y hermoso, provisto de cabellera magnífica y de grandes alas de ave, como las del Espíritu Santo. 
Ahí asoma ya la explicación, y el rechazo de la injusticia del nombre, agrega don Ángel.

Los mandingas pertenecen a una etnia del grupo bantú que habita una zona entre los ríos Senegal y Níger y ocupan la costa africana entre Senegal y Liberia. Tuvieron su época de grandeza y esplendor cuando dominaron un amplio imperio que decayó con la abominable trata de esclavos. Los mandingas llegaron a América, España y Portugal desde el siglo XVI. Dice Alejo Carpentier en El reino de este mundo:
... todo mandinga -era cosa sabida- ocultaba un cimarrón en potencia. Decir mandinga era decir díscolo, revoltoso, demonio. Por eso los de ese reino se cotizaban tan mal en los mercados de negros. Todos soñaban con el salto al monte.
Y me pregunto ¿Quién no? a nadie le gusta ser esclavo.

Rosenblat nos da luego varias referencias sobre esta palabra en la literatura española del siglo XVII (Correas, Polo de Medina, Jiménez Patón) Con el tiempo la designación se hizo ofensiva, y mandinga ha quedado como "hombre flojo o baldagras" en Murcia, y "cobarde" en Canarias. En Navarra se dice chato mandingo de las personas muy chatas (en Venezuela se les llamaría cara 'e cachapa).
Griot mandinga y dos señoras
Son gente de porte agraciado

Mandinga, como equivalente de negro, se encuentra en gran parte de América y Rosenblat nos cita varios casos: a la jutía mandinga (roedor cubano de color negro parecido a la rata, o jutía conga - Capromys Sp.) y a un pez negro o peje mandinga. También nos reporta expresiones racistas: en Chile -nos dice-, ¡negro mandinga! es un insulto; en Perú se acuñó una frase, que circula también en Ecuador y Colombia: El que no tiene de inga, tiene de mandinga (el que no tiene de indio, tiene de negro); en Costa Rica equivale a afeminado y rufián, y en Cuba a torpe. Y aun en Venezuela se conservan recuerdos de ese valor: en Falcón se llama mandinga al negro rechoncho y feo, y Luis Arturo Dominguez ha recogido la siguiente copla (Rafael Pineda la ha oído en Oriente, como canto de los curanderos de Cumanacoa).

Con esta ramita
voy a santiguá
al negro mandinga
pa su alma salvá.

He escuchado cantar esa coplilla, que en algún momento se enseñaba en las escuelas como parte del folcklore; se le llamaba el Santiguao y se cantaba con tono fúnebre (existen arreglos para voces blancas u oscuras). Al final decía:
...currutá, cutá
currutá, cutá...

Principales Loas del panteón haitiano
Allí aparece también la asociación del negro con la brujería. Los africanos llegaron a América desarraigados de su ambiente cultural, pero con sus sistema de creencias intacto. Los mandingas eran animistas con influencia islámica entre sus clases dominantes. Al encontrarse compartiendo cautiverio con otros grupos africanos, crearon una nueva realidad sincrética, mezclando las creencias de la lejana África con el cristianismo impuesto en su nueva realidad, y el ingrediente indígena que aún era fuerte. Los europeos en América no eran ajenos a la superstición y la brujería y pronto se produjo un intercambio, aunque siempre con una combinación de atracción y rechazo hacia lo africano por parte de la población blanca. Allí surgieron el candomble, la santería y el vudú.
Al mandinga se le asocia con la brujería: en Brasil -nos dice Ángel Rosenblat-, mandinga es un fetiche o talismán, y es común decir que una cosa tem mandinga (está embrujada). Daniel Granada registra en el Río de la Plata: "parece mandinga que no puedo dar con estas llaves", "tienes mandinga en el cuerpo, muchacho, todo lo rompes y desarreglas". De tener mandinga en el cuerpo a a tener a mandinga en el cuerpo no hay más que un paso, muy fácil de dar en una época que creía en la posesión demoníaca, y en que había exorcistas, aún dentro del mismo clero, para expulsar a los demonios del cuerpo de hombres y mujeres.

De este modo, mandinga ha pasado a significar diablo, no sólo en el Río de la Plata y Venezuela, sino también en Colombia y América Central....
San Miguel Arcángel y el
demonio moruno
(...)
La asociación entre negro y diablo  se explica, además por otras razones. En la tradición española es frecuente representar al diablo de ese color: el dragón vencido por San Miguel es negro (pero sin facciones africanas); de negro se pinta con frecuencia al diablo en la pintura española; el diablo que se aparece a las brujas -a juzgar por los procesos inquisitoriales-, tenía frecuentemente la cara de color negro, o estaba vestido de negro, con barba negra y gorro negro. En parte , sin duda, como reflejo de la lucha contra los moros, que eran de color moreno (hubo entre ellos verdaderos negros). Y en parte también porque el diablo es el Príncipe de las Tinieblas. El negro es el color de la muerte, de lo tenebroso, de las intenciones perversas, del espíritu del mal...
Todo este conjunto de circunstancias, aunado al temor supersticioso de un pueblo "falto de luces"- como diría Antonio Guzmán Blanco-, hizo que se transfiriera el nombre de un pueblo levantisco y amante de la libertad al Diablo mismo y que se aplicara por extensión a las personas malas y perversas. También, en un tono más amable, se aplica a los niños traviesos y tremendos.

En memoria de los amables mandingas del pasado, les dejo este video con una interpretación del Santiguao (Preludio y fuga sobre una melodía folcklórica, de Federico Ruiz), por el Quinteto Cantaclaro.


jueves, 12 de abril de 2012

Las palabras raras de Romulón

Rómulo Betancourt
Revisando el otro día los cuatro tomos de BUENAS Y MALAS PALABRAS (Edición EDIME, Madrid, 1982) por el filólogo Angel Rosenblat, me encontré con un capítulo escrito en 1965, dedicado al habla caraqueña de los últimos 30 años (1935-1965); aparecen los anglicismos, las innovaciones a la lengua culta, y el vocabulario de Rómulo Betancourt, entre otros.
Cuando escribí el artículo sobre la "multisápida hallaca" mencioné que el adjetivo era aporte de Rómulo Betancourt, pero no especifiqué más nada. Ahora, de manos de Ángel Rosenblat, tenemos todo un léxico romulero que enriquecerá nuestro vocabulario:

Obsoleto: latinismo muy viejo que se ha generalizado gracias al inglés. Contemporáneamente a don Rómulo lo usaron Ortega y Gasset y Mariano Picón Salas. Mucha gente remedaba al presidente diciendo: "eso está obsoleto y periclitado". Con el tiempo se ha hecho más común en América Latina, pero en 1960 era una palabra rara.


Multisápida hallaca: La usó en su salutación presidencial de Año Nuevo, en 1960. Ya antes lo había usado Mario Briceño Iragorry (Mensaje sin destino) y en su novela Los Riberas (1957) "...servidos sobre su propia hoja de plátano, graciosamente recogida, aparecieron hoy los humeantes y multisápidos pasteles". Como se ve, no fue invento de Rómulo sino que usó una palabra poco frecuente y que se ajusta a los múltiples sabores de la hallaca. Ha corrido con suerte y, de adjetivo calificativo, se convirtió en nombre común, sinónimo del nuestro tradicional plato navideño.


Sicofante: Al parecer no lo usaba en el sentido castellano, procedente del griego, de delator, o calumniador, sino en el de vil adulador, frecuente en el inglés culto: sycophant. Es lo que en el siglo XIX venezolano se llamaba áulico y ahora, con nuestra decadencia cultural y moral, es chupamedias, jaleti, jalabolas, focas, o lambesuelas. Él no inventó la palabra, ni su acepción, sino que la popularizó. Un par de ejemplos, sacados de Venezuela Política y Petróleo: "En 1929, en pulcra y cuantiosa edición oficial, circuló Cesarismo democrático, de Vallenilla Lanz, sicofante cínico e inteligente..." o "el pequeño déspota y sus sicofantes de los Ministerios."

Parafernalia: Se le atribuye, pero no se le ha podido documentar. Rosenblat cree que la usó en alguna declaración de prensa al referirse a la necesidad de aligerar el protocolo presidencial. Es voz griega frecuente en inglés, con el valor de pertenencias u objetos personales, especialmente de adorno.

Falencia: En un discurso presidencial en abril de 1960, decía: Ya tendré oportunidad, al hablarle al Congreso, de exponer otros planes que tiene el gobierno para enderezar esta economía desarticulada y este fisco en vísperas de la falencia que nos dejaron diez años de dictadura. Es voz tradicional, nos dice Rosenblat, en el sentido de error o falla. No se conocía su uso en Venezuela, excepto en Andrés Bello. En ciertas ocasiones se usa como por ejemplo: falencia de memoria.

Minimizar: es el minimize inglés que se ha extendido en español y es aceptado por la Academia de la Lengua, y por analogía existe maximizar, también aceptado. Para los años 60 no era de uso frecuente.

Hampoducto: En uno de sus discursos presidenciales anunció, para combatir el hampa, que iba a establecer un hampoducto desde Caracas hasta la colonia penal de El Dorado (sería, tal vez, un puente aéreo o un flujo constante de hampones a la colonia penal, como si fuera por un oleoducto o un gasoducto)

Provento: Con el valor de beneficio o renta; por ejemplo, "proventos fiscales".

Pechos: Con el viejo valor de impuestos, y pechar como verbo. De uso clásico en Venezuela.

Insacular: Insacular el voto, es decir, depositarlo en la urna electoral.

Ripostar: Es seguramente un portuguesismo, nos dice Rosenblat, apoyado sin duda por el francés riposter y el inglés to riposte. Ejemplo: "ripostamos indignados", o "desde nuestro exilio en Washington ripostamos..."

Obsedido: Con el valor de obsesionado. Es un viejo galicismo, frecuentísimo en la generación previa a la de Betancourt. Ya está en desuso.

Exitoso: "Aventura exitosa", "empeño exitoso", "facetas exitosas"... Ahora es palabra de uso muy generalizado en América Latina, pero a principios de los años 60 era raro su uso.

Existen muchas expresiones de Betancourt que le dieron a su discurso un carácter entre culto y pintoresco. Alguien con la popularidad de Romulón podría darse ese lujo. A guisa de ejemplo:

Permisar (otorgar un permiso... aún se usa mucho en Venezuela); y otras de valor literario: vagaroso (la vagarosa oración perezjimeniana); caliginoso (una caliginosa tarde); factual (glosa objetiva y factual); pasatista (narcisismo pasatista); jingoista (jingoistas odios patrioteros). Se le atribuyen otras: nefelibatas (extremistas), turiferarios (los que echan incienso a los gobiernos dictatoriales), remotidades... y nos dice don Ángel: "...en su conjunto caracterizan la prosa y la oratoria de Rómulo Betancourt y han sido tema constante de asombro y de parodia." 

Era un lenguaje culto y clásico (Rómulo leía), nada comparable al lenguaje actual que recuerda a los sumideros de los bajos fondos y a las letrinas de barracas cuartelarias.

Ángel Rosenblat
1902-1984
Ángel Rosenblat (1902-1984) fue uno de los más grandes sabios e investigadores de la demografía histórica y lingüística de las Américas. Nacido en Polonia, que sin duda hizo mayores aportes en conocimiento e interpretación contemporánea de América.
En el primer periodo de su investigación y obra intelectual se dedicó a la demografía de los nativos de América en los tiempos postcolombinos.  Fue uno de los grandes investigadores, a quien debemos conocimiento de la dinámica demográfica de la población autóctona de América. A la vez trabajó sobre el desarrollo de la teoría del mestizaje como proceso principal de formación de modelos demográficos y culturales de América hispana. La obra magna de su trabajo en esta materia fue La población indígena y el mestizaje en América (Editorial Nova, Buenos Aires, 1954). Su gran mérito, dificil de valorar, fue introducir esta temática a los problemas de la investigación científica y la noción a la terminología de las ciencias sociales.

Simultáneamente realizó amplios y profundos estudios lingüisticos sobre el español en América, logrando en este campo los más grandes éxitos académicos. Fue destacado autor y eminente organizador de las investigaciones sobre dialectología del español en América. Desarrolló ese concepto en la Universidad Central de Venezuela en Caracas, donde se estableció después de la Segunda Guerra Mundial.

Reconocido en el mundo como gran sabio y hombre honrado, se desempeñó como profesor en las más famosas Universidades del mundo (como por ejemplo Harvard Univeristy), fue distinguido con los titulos del Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca, Universidad Central de Venezuela y Universidad Simón Bolivar de Caracas.

Buenas y malas palabras es un tesoro. Volveremos a él en varias oportunidades.