miércoles, 6 de marzo de 2013

Así actúa una madre decidida

Júpiter y Tetis
Jean-Auguste Dominique Ingres

Hace unos días comentaba sobre la adquisición de un nuevo ejemplar de la Ilíada, que me permitiría comparar las traducciones en verso y en prosa. Hoy, conversando con mi librero favorito conversaba sobre este tema. A propósito de lo cual  y del cuadro de Ingres que encabeza este artículo, transcribo  una escena del texto de Homero en las dos versiones ¿Cuál será la mejor? Se escuchan opiniones:
Aquiles, el de los pies ligeros, seguía presa de la ira junto a sus naves, sin acudir a las asambleas, donde los varones se hacían famosos por sus sabios consejos, ni se avenía a ayudar a los que guerreaban; consumía su corazón sin alejarse  de los navíos, echando de menos el griterío de la guerra y los combates.
Cuando Zeus volvió al Olimpo al cabo de los doce días, seguido de los otros dioses, Tetis, que no había echado en saco roto la promesa que le hizo a su hijo ni el encargo que Aquiles hizo a su madre, abandonó los abismos del mar a la luz del alba, cruzó los aires rauda y se presentó a Zeus.
- ¡Poderoso Zeus!, si alguna vez te agradaron mis palabras o mis obras entre los inmortales, págamelo ahora, honrando a mi hijo, el héroe que ha de morir pronto, a quien Agamenón acaba de ultrajar, arrebatándole su legítima recompensa. Véngalo, dios omnipotente, haciendo que los troyanos sean vencedores hasta que los griegos le den la satisfacción que merece.
Zeus no respondió al pronto. El que amontona las nubes guardó silencio durante un buen rato, y Tetis le suplicó de nuevo, teniendo abrazadas sus rodillas:
- Habla, ¿qué puedes tú temer? Concédeme o niégame sin artificios lo que te pido. Habla para que yo sepa con certeza cómo entre todas las deidades soy la más despreciada.
Zeus, que gobierna el trueno, le respondió apenadísimo:
- Es ardua tu petición. de acceder a ella, tendría que enojarme con Hera cuando viniese a molestarme con burlonas palabras. ¿has olvidado que siempre me afrenta cuando están delante los demás dioses, echándome en cara que favorezco a los troyanos? Sin embargo, yo me cuidaré de que se cumpla tu deseo. Vete con sigilo, para que no sospeche, aunque te vea. Si dudas aún, te haré con mi cabeza la señal de aquiescencia; segura, veraz e irrevocable para los inmortales es esta señal, con la que siempre se cumplió todo lo que prometí.

Fuente:
Ilíada
Biblioteca Edaf, Madrid, 2005
Traducción de Emiliano Aguado

Más interesante, apetecible y completa veo la traducción en verso, que, si bien no son alejandrinos, me gusta más:

Mas aquel (Aquiles) con su cólera seguía,
a la vera sentado de las naves,
veloces surcadoras de los mares, 
el hijo de Peleo y descendiente
de Zeus por linaje,
el héroe Aquiles de los pies ligeros,
ni una vez tan sólo acudía
a la asamblea, gloria de varones,
ni una vez a la guerra tan siquiera;
por el contrario, allí permaneciendo,
íbase consumiendo el corazón
y la grita añoraba y el combate.
Mas cuando ya a partir de aquel momento
había transcurrido
la duodécima aurora,
justamente ya entonces
al Olimpo marcharon
los dioses sempiternos,
a la vez todos ellos,
y Zeus de ellos iba a la cabeza.
Tetis, empero, no echaba en olvido
los encargos de su hijo,
antes bien, surgió ella
de las ondas marinas
y ascendió mañanera
hacia el alto cielo y el Olimpo.
Y al Crónida  encontró longitonante
de los demás aparte y sentado
en la cumbre más alta del Olimpo
de múltiples collados.
Y entonces de él delate se sentaba
y asióle las rodillas
con la siniestra mano,
mientras que con la diestra
tomóle por debajo la barbilla
y suplicante, al soberano Zeus,
hijo de Crono, de este modo dijo:
"Zeus padre, si es que ti algún día
útil te fui entre los inmortales,
ya fuera de palabra, ya de obra,
cúmpleme este deseo:
hónrame al hijo, cuya fugaz vida
más breve aún resulta comparada
con las de los demás;
que ahora Agamenón le ha deshonrado,
el señor de los guerreros,
pues le ha quitado su compensación
él en persona y guardada la tiene.
Mas tú, precisamente,
buen consejero, Olímpico Zeus,
dale compensación
y pon, en tanto, el triunfo en las manos
de los troyanos, hasta que a mi hijo
le honren los aqueos
y en estimación aun lo realcen."
Dijo así, pero Zeus
el que nubes reúne,
nada le respondía
antes bien, largo tiempo
sentado estaba guardando silencio.
Tetis, empero, tal como le asiera
de las rodillas, de la misma forma
en él enraizada se tenía,
y por segunda vez
de nuevo suplicante preguntaba:
"De verdad ya prométeme y asiente
o bien rehúsa, pues en ti no hay miedo,
para que sepa bien cumplidamente
cuánto soy yo entre los dioses todos
la más vilipendiada de las diosas".
Y a ella respondía,
seriamente afligido,
Zeus, el que las nubes amontona:
"Ciertamente es enojoso asunto,
por cuanto has de llevarme
a la enemistad con Hera,
cuando irritarme venga
con palabras cargadas de reproche.
Pues ella sin objeto me reprende
en medio de los dioses inmortales,
pues afirma que yo en la batalla
ayudo a los troyanos.
Pero, por otra parte, tú ahora,
apártate de aquí,
no sea que Hera de algo se dé cuenta;
pues a mí eso habrá de preocuparme,
hasta que logre darle cumplimiento.
¡Venga ya!, que señal de asentimiento
te haré con la cabeza
para que en mí confíes;
pues esta es la señal más importante
que de mí sale entre los inmortales;
porque ni es por mí ya revocable
ni es engañoso ni incumplido queda
lo que apruebe inclinando la cabeza."

Fuente:
Ilíada
Cátedra, Madrid, 2008
Traducción de Antonio López Eire.

4 comentarios:

  1. Guau.... Son totalmente distintas literalmente, la leí dos veces cada una, ambas tienen su encanto, pero de elegir una me quedo con la segunda versión.
    Excelente como siempre estimado.

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    1. Gracias. Yo también me quedo con la segunda. Creo que refleja mejor el original.

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  2. Tendría unos catorce o quince años cuando leí por primera vez la Iliada, me saco los primeros suspiros y quien no se enamora de sus personajes?.. y si la segunda tiene más carga romántica, pone al descubierto lo humanos que eran los Dioses.

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    1. Buena edad para conocer bien a estos personajes que luego te persiguen para el resto de la vida. Los egipcios, que todo lo sabía porque llevaron la cuenta antes que el resto, decían que los dioses griegos habían sido personas de carne y hueso. Lo que hace clásicos a los personajes de Honero es precisamente su humanidad. Se me ocurre poner un artículo sobre el tema un poco más adelante.

      Gracias por leer y comentar.

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