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miércoles, 5 de junio de 2013

Los imperios y el imperio

Los imperios y el imperio.
Portada

Desde hace unos días el público bibliófilo venezolano puede adquirir en las librerías la más reciente obra del historiador y polígrafo Guillermo Morón: Los imperios y el imperio (Libros El Nacional, Caracas, 2013). El tema de los imperios siempre me ha apasionado ¿Cómo unos pueblos llegan a ejercer ese Poder, mientras que otros con las mismas condiciones objetivas no? La lógica me llevaba a la conclusión, desde los pupitres de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV, que PUEBLO PENDEJO NO HACE IMPERIO.

Ya en el ejercicio de mi profesión, recuerdo una amigable conversación que sostuve con el Alto Comisionado británico en Georgetown, Guyana, Mr. Philip Mallet, quien me decía, para incitarme a la discusión, que el Derecho Internacional no existe, sino el derecho del más fuerte... agregaba que Venezuela podría expandirse todo lo que deseara a costa de sus vecinos hasta conseguir un verdadero opositor... Horrorizado, yo le insistía en la importancia del derecho sobre la fuerza y él, con cara de maestro pícaro, me dijo: "Estás recién graduado; el ejercicio profesional te mostrará otra realidad". No le faltaban razones y llegué a ver muchas cosas. Thank you, sir!.

El libro de Guillermo Morón responde muchas de las interrogantes que me hice desde la universidad y con un lenguaje sencillo nos lleva a la historia de los imperios y la civilizaciones nucleares, desde sus inicios hasta hoy. Que el autor nos hable de su obra:
La palabra imperio es de origen latino, imperium. Se define como la acción de imperar (mandar). Potencia de alguna importancia, aunque su jefe no se titule emperador. Es en este sentido que la Historia ha hecho referencia a los imperios que han existido y existe, a los cuales se refiere este ensayo.
No se trata, pues, en este pequeño libro en el cual ha trabajado durante largas lecturas de los grandes autores, cuyos nombres menciono, sino de poner en fila los imperios conocidos, renombrados y estudiados, desde el Faraónico al Chino.
Los imperios son los responsables de las Culturas y civilizaciones, con todas las vicisitudes de la humanidad. Los Estados Unidos de América son una democracia donde cada cuatro años se realizan elecciones para nombrar -por el pueblo- a un Presidente, no a un Emperador. Pero el ejercicio de Poder de esta democracia se llama imperio.
El libro es muy bueno, como nos ha acostumbrado don Guillermo. Lo único malo es que la editorial, Libros de El Nacional, parece no tener correctores de prueba, o no se molesta en revisar las galeradas antes de lanzarse a imprimir el libro. Está plagado de errores de tipografía que no son atribuibles al autor.


Guillermo Morón
Autor

lunes, 6 de mayo de 2013

En la biblioteca del padre de un amigo

Jenofonte
(430-354 a C)


El amigo, casi hermano, Adolfo Medina me convidó un domingo a visitar la biblioteca de su difunto padre, Oscar Medina, quien fue banquero. Me picaba curiosidad por saber qué leería en sus horas libres alguien de esa profesión. Además, Adolfo, que no es aficionado a la lectura, me había invitado a llevarme a casa lo que quisiera. ¡Vaya, qué generosidad! En verdad provocaba contratar un camión para llevarse los libros y el mueble que los guarda.

¿Qué leía don Oscar? La biblioteca es una verdadera caja de sorpresas. Está toda bien organizada por secciones: arte, biografías, psicología, historia, política, ética, filosofía... Al parecer disfrutaba la obra de Stefan Zweig, pues tenía bastantes obras de este autor. Poseía libros de finales del siglo XIX y de todo el siglo XX. Se veía que el Sr. Medina los había leído y que los apreciaba. Una conversación con él debió ser muy agradable, sin duda. Mientras revisábamos esa arca del tesoro, se presenta Oscar Medina, el nieto. Le pregunté si él exploraba la biblioteca de su abuelo y le señalé que era su deber cuidarla pues todos los ejemplares estaban marcados con un sello muy discreto donde se lee OSCAR MEDINA. Son tuyos -le dije-, fíjate que llevan tu nombre... Herencia del abuelo.

Como ya dije, tenía carta blanca para llevarme de todo. Llamó mi atención un libro en rústica, de pequeño formato, en la sección de filosofía. Se titula Vida y doctrinas de Sócrates (Ediciones Ercilla, Santiago de chile, 1937) por Jenofonte. Es un libro difícil de conseguir. Sabía de su existencia, pero nunca lo vi en una librería, ni entre los vendedores de libros usados. Lo mismo debió sucederle a don Oscar. Lo más probable es que lo haya adquirido de segunda mano (como la mayoría de los libros curiosos), pues su propietario original, L. Marcano, lo adquirió el 21 de marzo de 1938 en la librería El Sport, frente al Capitolio, Esq. Padre Sierra, y así lo marcó a lápiz en una de sus páginas; debajo lleva el sello de Oscar Medina. Me he deleitado leyéndolo. Un millón de gracias, Adolfo.

A propósito de Jenofonte (o Xenofonte) y de esta obra, me permito extraer del Libro de Fragmentos (Editorial Argos Vergara, Barcelona, 1983) de Guillermo Morón, algunos párrafos pertinentes:
Guillermo Morón nos comenta.
... el escritor escribió todos sus libros en el destierro. Se fue en la expedición de Ciro el joven, se quedó en tierra espartana, volvió sus armas contra Atenas, fue fiel a su esposa y a los hijos, aprendió de Sócrates el arte de la palabra, no fue enemigo de Platón, pasó a la eternidad por su escritura recatada, conservada, iluminada. Escribió Anábasis, la Ciropedia, y Helénicas; una descripción y memoria de aquella retirada con diez mil griegos sobrevivientes; una novela pedagógica, la primera antes de Las Aventuras de Telémaco; y una historia propiamente. Son las obras mayores, que usted, que es profesor, conoce.
Escribió (en el destierro) los otros libros. En primer lugar las Memorias de Sócrates (Apomnemonenmata en griego, Memorabilia en latín, tal vez Comentarios, digo yo, en español), que son cuatro libros para exaltar, ponderar y alabar al maestro y también para defenderlo después de muerto. ¿Cómo era Anito, acusador de Sócrates el sabio? Pequeño, gordo, getudo, medio calvo, tardo, rico, ignorante. ¿Cómo era Meleto, acusador de Sócrates el bueno? Más pequeño, seriote, cínico, medio calvo, abogado, poco más o menos. ¿Y eran ésos los que hablaban de corrupción? Ésos eran y ésos son. En segundo lugar el diálogo Oeconomicus, sobre la virtud del ahorro y  la buena administración, y el Symposium, tiempo para recordar y conversar, gracias, amenidades, buenas palabras. Póngase también a cuenta de Jenofonte, mientras siga la discusión crítica, la Apología de Sócrates que es como llover sobre mojado porque ya estaban escritas las memorias.
(...) Ya envejecida la mano, pero seguro el pulso, escribió en el pequeño tratado final: "Por mi parte, he sostenido siempre que la constitución de un Estado refleja el carácter de sus dirigentes políticos" (Scripta Minora, Poroi, I.1) Y eso que "es el pueblo quien impulsa las naves y quien da fuerza a la ciudad" (La República de los atenienses, I,2). El desterrado, caballero de a caballo, militar, campesino y cazador, escribió así, con suavidad, dulzura, transparencia y claridad.

El volumen que me regaló Adolfo contiene las Memorias (Apomnemonenmata), la Apología y el Banquete (Symposium) y ya está colocado junto con Anábasis en la sección de clásicos griegos y latinos de mi biblioteca. Excelente libro. Espero que Adolfo y Oscar se animen a dar nueva vida a la biblioteca del patriarca.

jueves, 21 de marzo de 2013

Libro de los fragmentos

Libro de los fragmentos
Portada
La semana pasada hice un blitzkrieg bajo el puente de la Av. Fuerzas Armadas en Caracas. No tenía mucho efectivo en la billetera, pero sí suficiente para alguna compra nerviosa y tomar un taxi de regreso a casa. La exploración fue fructífera y económica. Terminé comprando Libro de los fragmentos (Argos Vergara, Barcelona, 1983), obra de Guillermo Morón repleta de referencias al mundo antiguo y al que no lo es tanto. En sus páginas surgen, casi como hallazgos arqueológicos, personajes que tienen su valor en la cultura occidental y de quienes se puede extraer enseñanzas; para algo son clásicos.

Nos dicen los editores:
Las páginas de El libro de los fragmentos son, según su  autor, secretas. No hay en ellas moda alguna. Ningún escándalo sobre corrupciones o críticas contra dirigente político alguno. El Tercer Mundo, tan a la page en el pensamiento europeo contemporáneo, no figura en este libro fragmentado conscientemente. No hay tampoco pensamiento dirigido o filosofía partidista. El libro de los fragmentos, como si hubiera sido escrito en tiempos de los griegos clásicos, navega por mares más profundos que los que marca la agobiante actualidad y la urgencia del periodismo. Se trata, pues, de reflexionar sobre la Palabra creadora, sobre el pensamiento creativo. Una frase no es aquí ocurrencia o boutade. Es siempre un criterio definido y claro. Cada fragmento es un principio de reflexión  sobre lo divino y lo humano; sobre las maneras literarias del escritor y sobre los modos que existen para aislarse y seguir reflexionando...
Con esta colección de breves y a la vez profundos textos permiten pasearse por un mundo antiguo que aun está vigente. Es también una muestra más de la versatilidad de don Guillermo como intelectual, pensador e historiador actual.
Guillermo Morón
autor
Como todo libro viejo, este ejemplar contiene un trozo de su propia historia. En su primera página, en blanco, hay una dedicatoria en tinta roja:
A ...(me reservo el nombre)
...Por las cosas hermosas que me haz dado, que aunque las añoro, hoy las miro en el cofre de mis recuerdos más queridos.
Con mucha ternura para ti de ..XX
25/02/84
Con error ortográfico y todo, me pregunto si el regalo fue apreciado (el libro no parece haber sido leído), si esta pareja eran amigos muy queridos, o si eran novios en el que uno amaba más que el otro. ¿Habrán vuelto? Tal vez la muchacha cuidó el libro mientras lo leía porque ella también tenía su "cofre de recuerdos más queridos".

viernes, 12 de octubre de 2012

Historia del poder civil


Guillermo Morón
1926-
Luego de escribir el artículo La oligarquía ideológica, y seguir leyendo la colección de artículos escritos por Guillermo Morón en su juventud, titulada Imágenes y nombres (Editorial Roble, Caracas. 1972), se me ocurrió que se podría abrir un espacio en este Blog donde colocar a los "hacedores de república"; a los héroes civiles y sus obras. Hay varios artículos sobre el tema en el libro de Morón, entre los cuales me han llamado la atención: La historia del poder civil, La agonía civil y La carne y los huesos de la república. He pensado que estos artículos podrían ser la pauta para la nueva sección que me propongo.

En el artículo La historia del poder civil, Morón se refiere a pensadores venezolanos que en su tiempo vieron la necesidad de escribir algún libro "para reivindicar los valores civiles". Recordemos que este artículo fue escrito en 1949, recién derrocado Rómulo Gallegos:

Juan Vicente González
1810-1866
Hace un siglo -que es tiempo y espacio suficiente para alcanzar una república- un endiablado personaje histórico pensó escribir un libro para reivindicar los valores civiles, puestos al margen de aquel entonces por la mano del monagato. El monagato es el ceño fruncido de los fuertes, impuestos por el golpe de las armas, callando al congreso un veinticuatro de enero y metiendo en glorias el día de la farsa. Frente a eso estuvo Juan Vicente González, débil de coraje personal, fuerte de palabra para tomar la ofensiva de las ideas, sin respetos ni miramientos, altamente diestro en esgrimir la punto de su lanza mitológica. Juan Vicente se propuso escribir un libro con un título poderoso, como arma traviesa y ágil, violenta y dura, que era su respuesta a la victoria de los tozudos gobernantes del momento: se llamaría La Historia del Poder Civil. Se cumple ahora un siglo de la meditación de aquella obra que no se escribió. Una efemérides en el aire, pero también en el pensamiento, en la cálida corriente del pensamiento venezolano. Y efectivamente existe una historia del poder civil. Un poder sin gobierno, que actuó debajo de la dirección de las riendas políticas, haciendo el esfuerzo supremo para que el pueblo encausara sus sentidos hacia la función de la libertad. El poder civil ha actuado frente al poder de gobierno. Porque si alguna vez logró ascender hasta los puestos directivos, pronto quedó barrido y de allí, quebrado el ensayo. Y volvió a los sitios de la lucha en los lugares de costumbre.
Dr. José María Vargas
1786-1854
Ejemplo de civilismo
El civilismo venezolano es sinónimo de oposición. Es una historia inédita, pujada en el periódico y en el libro, y en la conciencia sublime de las generaciones. Hablé en otro lugar de la corriente vargasiana, para definir las dos historias venezolanas: la escrita, la conocida, la de la figura en los textos, y la otra, la escondida, la noble historia, que aún no ha podido escribirse, pero que ha sido pensada desde la mitad del siglo pasado, y por hombres de la catadura moral de Juan Vicente González.
¿Y qué es la historia del poder civil? Resulta igual a lo que se está llamando, por boca de Arturo Uslar Pietri, la historia civil de Venezuela, que es una historia de héroes, como la otra de las batallas y de los gobiernos. (...) Cuando González meditó la palabra poder entendía con ella a la fuerza inmanente de quienes de quienes en la república hicieron y hacían peso a la mano fuerte de los gobiernos. Y más aún, poder civil era pensamiento civilista, acción para aclarar, con diafanidad, las graves situaciones de una historia posiblemente equivocada. No se trataba, pues, de poder de gobierno, que hacía un camino propio, muy conocido y muy discutido hoy como ayer. El poder de gobierno, desde cuando la república actuaba en el bosque, según la frase del ferviente Martí, se estudia entero hasta cuando la república volvió al bosque de la ignominia que es selva perdidosa, durante los veinticinco años de tiranía. (...) La historia de González podría escribirse a base de ideas. En vez de un libro de fechas y acciones, será un libro de exposiciones, de meditación, de búsqueda ideológica. Y de ataque y defensa. Porque se trata de un poder frente a otro: el poder de las ideas frente al poder de los hechos.
Arturo Uslar Pietri
1906-2001
El libro que reclama Uslar Pietri tendría como fundamento una galería de personajes más o menos históricos, que anduvieron removiendo el ambiente en las cercanías de cada gobierno. Una historia civil para exponer a las grandes figuras venezolanas: al propio Juan Vicente González, a Fermín Toro, Alejo Fortique, seguramente a los anteriores: (Juan Germán) Roscio, Briceño Méndez, Spínola. Y Pedro Gual y (Juan) Escalona, y el suave Cecilio Acosta. Una galería de imágenes subidas en el tablado del proceso venezolano, enseñando con un libro en la mano, con una oiración en los labios, el sendero de la constitucionalidad, de la estabilidad, de la dignidad nacional.
Santiago Key-Ayala
1874-1959
Santiago Kay Ayala no reclama un libro. Se conforma con hablar de los héroes civiles. Esos pueden estar metidos en cualquier obra, siempre que estén. Lo más importante es hacerlos conocer, darlos al pueblo, cimentarlos en la cultura general, para el ejemplo de todos, para organizar una conciencia, e inquietud y labranza. Los héroes civiles son hombres como (Gaspar) Marcano, como (Lisandro) Alvarado, como (Tulio) Febres Cordero, como (Luis) Razetti, como (Rafael) Villavicencio. Hombres de pro, según el lenguaje de otrora. Hombres de acción civilizadora, según la novísima frase. Un personaje está por allí que cabría en cualquiera de los libros solicitados: Rufino Blanco Fombona. La juventud lo mira con entusiasmo, a pesar de todas sus pasiones desbordantes, de todas sus traviesas aventuras: el fue un cimentador. Por eso, pues, se ligan en el tiempo las cavilaciones de quienes aspiran a un conocimiento mejor fundado de la verdad venezolana.
Saber cómo pensaban los héroes civiles conviene al esclarecimiento histórico. Poner en contacto al pueblo con las obras fundamentales de los sabios, artistas, escritores en general, es una tarea de cultura. Dilucidar la corriente vargasiana debe convertirse en faena primordial de los políticos honestos. Y para los historiadores, ya llegó la hora de apartarse del oficio como simple oficio, es decir, de la erudición de las batallas, de la fastidiosa discusión de las fechas, para penetrar en el análisis, en la crítica, y en la exposición de las ideas. La historia como oficio resulta mentecata. La historia como pasión, como esencial búsqueda de principios, de fundamentos, resulta verdadera. Por eso Juan Vicente González hace ya un largo siglo de experiencias, quiso escribir una Historia del Poder Civil, que aún estamos esperando los venezolanos. Quizá un día de estos la escriba un buen intelectual, de los verdaderos. De los que no usan para el oficio la exposición de fechas y documentos, sino el serio estudio y la fervorosa meditación de la verdad.
Pues bien, este artículo y los otros dos arriba mencionados, servirán a manera de guía para identificar a esos personajes que, fuera del poder, han hecho labor de patria. No aspiro a ser ese "buen intelectual, de los verdaderos", al que se refiere el joven Morón en su artículo,  sino simplemente presentar y colocar en este espacio la obra de estos "hombres de pro" o "héroes civiles" a quienes desde hace un tiempo tengo en mente. Lo que no tengo claro es el nombre de la "Etiqueta": Poder civil suena a administración pública y a derecho constitucional; Personajes ilustres es muy vago; Héroes civiles, suena dramático... Tal vez Hombres de pro, que huele a antigüedad o Valores patrios. ¿Quien sabe? Mientras tanto, este artículo mantiene las etiquetas Libros e Historia. Fue más fácil ponerle Advocaciones marianas al artículo del padre Barnola y a su secuencia.

Se aceptan sugerencias.

viernes, 28 de septiembre de 2012

La oligarquía ideológica

Guillermo Morón
Historiador
1926 -
Ayer en la mañana, cuando me dirigía a cancelar la factura de energía eléctrica, decidí detenerme en una librería para comprar algún material de lectura para pasar el tiempo mientras esperaba mi turno para pagar. Las colas pueden ser largas y fastidiosas. Pues bien, entré a una librería que antaño estaba bien provista y ahora se mantiene con papelería y libros esotéricos y new age. Es la famosa "librería de los judíos" que tiene muchos años funcionando en lo que hoy es el Boulevard de Sabana Grande. Quedan en sus depósitos restos de su antiguo esplendor; libros nuevos en viejas ediciones, que colocan en una mesas a precios verdaderamente solidarios.

Allí me encontré, por el precio de una taza de café, el libro Imágenes y nombres (Editorial Roble, Caracas 1972), que contiene una colección de artículos del historiador Guillermo Morón, publicados antes de que éste cumpliera los 25 años de edad (entre 1948 y 1950). Estos escritos antiguos, como los llamó su autor, muestran la madurez del pensamiento del joven Morón y están redactados con lenguaje ameno y sobrio. Tan pronto comencé la lectura, capturó mi atención por la vigencia de muchas de las ideas contenidas en él y nos llaman a la reflexión. Voy a citar algunos párrafos relativos a la existencia de la oligarquía en Venezuela, que forman parte de un debate amable con Augusto Mijares en 1948 (recordemos que ese fue el año en que tomó posesión de la Presidencia de la República, y fue derrocado, don Rómulo Gallegos):
Augusto Mijares
1897-1979
Historiador
(La tesis central de don Augusto Mijares) ...está en la idea sostenida de que no ha habido ni ayer ni hoy "oligarquías". La existencia de tales es un mito formado por la fraseología post-revolucionaria; esto es, ha surgido como estigma arrojado a los grupos de gobierno caídos después de cada golpazo militar o semi-civil. Estas revoluciones sucesivas sirven de prueba histórica en aquella impugnación de Mijares, para la demostración de que sólo se trata de grupos  siempre renovados, sin consistencia material, sin continuidad en el tiempo. Bien sabemos que es verdad este aspecto. Un grupo ha sustituido a otro grupo. El gobierno de Venezuela no ha experimentado la evolución tranquila de la constitucionalidad. Porque en buenas palabras, tanto ha faltado la paz constitucional como las oligarquías materiales; con eso no pretendemos afirmar que éstas son las sostenedoras de aquélla.
José Gil Fortoul
1861-1943
Autor de Historia Constitucional
de Venezuela
La alusión a Gil Fortoul es oportuna. Es su "Historia" la culpable, para las actuales generaciones, del esquema, fácil de memorizar y explicar didácticamente, difícil de aceptar como exacto: "Oligarquía Conservadora - Oligarquía Liberal - Autocracia"....
(...) La tradición  ha formulado el "mito" de unas oligarquías que toman la dirección del pueblo y otras que son derrocadas. El pueblo, la masa, espera con ojos anhelantes que las oligarquías decidan su situación. El autor que comentamos echa por tierra esa creencia arraigada, esa explicación teórica y falsa, de nuestro acontecer. Se trata simplemente, dice, de pequeños agrupamientos personales e insubsistentes; cada hecho revolucionario -única manera de encaramar gobernantes, con excepciones honrosísimas, decimos - significa la desaparición de un aparato humano encargado pasajeramente del gobierno. Esta es, según entendemos, la formulación de tesis, las cuales se discutirán en mesa redonda en el Instituto Pedagógico, con toda probabilidad dentro de algunas semanas.
Juan Bimba, la masa depauperada. Apareció en las
tarjetas electorales de Acción Democrática en 1963
El significado de estas palabras parece aquí interesante. No ha habido en nuestro país oligarquías como grupos humanos identificados en los apellidos y en las formas materiales. Siempre son hombres distintos por la familia y la manera de pensar. En esto tiene razón don Augusto Mijares. No ha existido una clase superior, con una conciencia de tal, detentadora del poder. Pero sí ha habido una lucha entre el pueblo y quienes forman una estructura directora. Aquí es, precisamente, donde encontramos una falso en la exposición del apreciado profesor de Historia. Toma muy en cuenta la falta de tradición material. No acepta que los explotadores son tradicionales, ni que los detentadores son "eternos". (...) El pueblo apenas está aprendiendo a leer las tablillas de sus derechos, lo cual significa que su destino ha sido ignorado por él mismo, acaparado en otras manos. Esas manos no son sino las de "los de arriba". Y estos forman  a través de la historia venezolana una oligarquía, porque se han pasado los unos a los otros el criterio aplicado a los problemas del pueblo: valerse de las masas para la revuelta y marginarlo después de la tormenta. Si se han derrocado las camarillas, han sabido heredarse las unas a las otras, aunque haya habido la enemistad personal y política.
Guillermo Morón en su
juventud
(...) La sociología de esa clase encierra el término oligarquía entre cuatro paredes blancas: es un grupo con tradición, que lucha por sostenerse arriba para su propio beneficio (...) Existe, sin embargo, una oligarquía ideológica. No son apellidos que se heredan, sino pensamientos que penetran iguales, a través del suceder histórico, en el cuerpo de los grupos de turno. Eso es, creemos, lo que ha pasado en Venezuela. Y por tal razón puede hablarse de oligarquías, desmaterializando la formulación de la palabra.
(...) Y debemos terminar esta anotación primera diciendo cómo creemos que la historia venezolana ha sido una lucha entre explotados y explotadores, entre el pueblo y los que se han subido encima del pueblo. Y que las clases sociales han sido una realidad en nuestro país. Una realidad de lucha.
Unos días más tarde, en el debate periodístico, insiste el joven Guillermo Morón:
Creemos nosotros que no puede explicarse el fenómeno histórico marginando la realidad de una pugna entre los directores del Estado -grupos fácilmente cesantes y discontinuos materialmente- y el pueblo, las masas empobrecidas que han servido de soporte a los gobiernos para subir al poder y a un conjunto de personajes para medrar a la sombra de los gobiernos, comiendo el pan de la mayoría. La camarilla política está formada por quienes merodean alrededor del Presidente y los Ministros. Pero la ideología heredada por las generaciones de gobernantes, gobierneros y aledaños, alcanza un mayor radio de penetración, como va hasta  los conocidos comúnmente por "los de arriba". Si puede negarse la oligarquía de apellidos y la propiamente económica, es ciertamente difícil dejar de sentir la influencia del pensamiento político -llegar arriba y aprovechar- a través de los diversos mandatarios de Venezuela.
José Antonio Páez, a quien la historiografía
venezolana asocia con la "Oligarquía Conservadora"
(...) encontraremos el problema vivo, palpitante: las clases inferiores han sido pasto de las clases superiores, hayan salido éstas de cualquier estrato. El pueblo, a través del tiempo, se ha movido instintivamente contra sus explotadores, tratando de insurgir a la claridad del derecho político y del derecho humano: desenvolverse con garantía natural en la cultura; quitarse el velo de la ignorancia, apretado a sus ojos por el velo de los poderosos opresores, la clase superior enriquecida y con un sistema rígido de espesas ideas.
Lo que ha venido designándose con el nombre de camarillas, forma un conjunto invisible a veces pero actuante siempre, sentido en la carne del Estado; esa contextura humana, agrupada en torno al régimen de turno, se encarga de hacer la política; pero esa política no es más que el cavar los cauces por donde se llegará al afincamiento del poder y por donde se desbordará el poder. (...) Los conservadores y los liberales, como los autócratas, aunque sean falsas estas designaciones usuales, han mandado pero no han gobernado con el sentido vital del verbo trascendente. ¿Es que acaso se puede dirigir al pueblo, sin haber antes aprendido, pensado y sufriendo al pueblo? Las camarillas tienen poco interés en hacer el aprendizaje, o en que lo hagan sus directores, o mejor, sus jefes. Aquí está de cuerpo entero otra nota característica de la oligarquía ideológica. Han saltado -con salto felino- a la altura de magistrados nacionales. ¿No fracasa Vargas el guaireño? Porque el doctor José María era de otro corte y estilo; su pensamiento andaba lejos de ser herencia ni pretender formar heredad en casillas brutales.
Antonio Guzmán Blanco, el
Autócrata de los negociados y
las camarillas
(...) si hemos hecho referencia a la cuestión planteada en dos artículos de Mijares, con dos apuntamientos nuestros, ello se debe a la necesidad de no pasar calladamente las interpretaciones que entendimientos de influencia dan a los problemas que nos atañen como organismo nacional, como estructura social e histórica, como vivencia cultural. los pueblos son eso: vivencias culturales nacidas y crecidas en la lucha de los más contra los menos. ...
De Páez a Guzmán Blanco y de Guzmán Blanco hacia acá, existe una herencia de errores, de defectos, como una herencia de correcciones sucesivas. Las correcciones han sido el cauterio por la lucha de clases.

Concluyo aquí las citas del texto de Guillermo Morón, porque la lectura en pantalla cansa la vista y está probado que nadie se lee más de dos páginas en una computadora. Sólo un breve comentario para concluir: A pesar de haber sido escrito hace más de 60 años y que mucha agua ha corrido bajo el puente, lo expresado por el joven historiador mantiene su actualidad y vigencia. Ni el tirano modernizador Marcos Pérez Jiménez, ni período de la democracia puntofijista lograron revertir, aunque lo intentaron, esta tendencia oligárquica. La tentación es muy grande para la clase política y es una conducta que forma ya parte de la cultura nacional; el pueblo sigue esperando que otro le resuelva sus problemas (tal vez porque es muy pesado jalar escardilla al sol sin beneficio, y prefiere jalar otra cosa a la sombra)  En estos últimos 65 años también se ha fortalecido el flagelo del populismo, que tanto daño nos ha hecho.
Jerarcas del Monagato (Oligarcas Liberales) liberando
esclavos y cobrando las indemnizaciones

Esta lectura me recuerda una conversación que sostuve hace un par de años con un amigo de la infancia, de apellido ilustre y abolengo colonial e independentista pero sin mucho maíz que asar (de hecho creo que yo tengo unos cuantos granos más que él).  Me contaba que Perico de los Palotes, un jerarca chavista, se había comprado una casa en el Caracas Country Club y que, no contento con eso, le estaba metiendo real a las "mejoras" del inmueble. Me hice el loco porque no quise ofender al viejo amigo que se mostraba sinceramente afectado y porque me molesta hablar de política.

Al rato, vuelve a tocar el tema y entonces sí le dije lo que pensaba: Bueno, ¿Qué quieres que te diga? ...Esa es la historia de Venezuela. Ahora lo miran feo, pero pronto verás a la "burguesía criolla" disputándose para convidarlo a cenar, invitarlo a pasar el rato en la Casa del Club y hasta enrazar a su familia con esta nueva camada de "gente decente" (porque tienen reales). Bien merecido se lo tienen ¿Cuál es su origen si no lo son las camarillas paecistas, monagueras, federalistas. gomecistas, perezjimenistas y adecas?  Metan ahora a los boligarcas o boliburgueses. El origen es el mismo. Si yo voy a Contri Clú no me dejan entrar, o si lo hago me mirarán como gallina que mira sal, a pesar de tener el cuero blanco, buenos modales y saber comer con cubiertos. Me miró raro y se retiró.

¿Hasta cuándo? Deberíamos aprender las lecciones de la historia.

Juan Vicente Gómez, otro
autócrata camarillero.