martes, 10 de septiembre de 2013

Tiranía de los no-fumadores


La moda de lo "políticamente correcto" está acabando con las libertades individuales en pro de un bien común que no es tal. Recuerdo que mi primer encuentro con esta situación fue un shock cultural. Llegué a trabajar a Canadá con tres destinos previos en países del Caribe. Descubrí no sólo que los canadienses eran tiesos y se ocupaban de lo que hacían los demás -eso lo sabía-, sino que no llamaban las cosas por su nombre y les preocupaba más la apariencia que la realidad (esa era mi percepción). Atribuí la neo-lengua a sus condiciones sociales, culturales y políticas y me propuse disfrutar what Canada has to offer; es decir, su crudo invierno.

Me causó impresión que había cierta represión contra el tabaquismo y que en los restaurantes había lugares aparte designados para los fumadores (muy bien, eso de comer con humo de tabaco no es para todo el mundo -me decía). Estaba prohibido también fumar en las oficinas públicas, y entonces uno veía parados en las puertas de los ministerios y otras dependencias oficiales manadas de funcionarios de todos los rangos echándose su tabaco bajo el rigor de -20°C. Nunca esperé que Venezuela se contagiara de esta enfermedad.


Una vez de vuelta en Caracas, hace ya unos cuantos años, quise fumarme un puro en un parque. Como sé que el humo puede molestar, me retiré a un lugar apartado y me puse a degustar esa delicia artesanal. Al rato surgió de un mogote una fiera gordinflona, sin sensualidad alguna, grosera y prepotente a insultarme porque estaba fumando. Como soy un caballero a carta cabal le respondí que estaba en un parque y que mi salud era asunto mío.  Siguió hablando sola hasta que la perdí de vista.

Pasan otros años y, de regreso de Roma -donde ese problema es casi inexistente-, encuentro que se está prohibiendo el tabaquismo por todos lados aduciendo válidas razones de salud. Recuerdo que un día en el Ministerio estaban unos funcionarios de la Oficina Nacional Antidrogas, ONA, con una interesante exposición sobre los daños del cigarrillo y una encuesta. Conversé un rato con esos amables muchachos y llené mi encuesta. Cuando me retiraba les lancé una pregunta: ¿Qué es más dañino a la salud de la población?  ¿Estar cerca de alguien que está fumándose un cigarrillo o dos al día o caminar tres cuadras por la Avenida Urdaneta en hora pico? No supieron responderme

Con las prohibiciones lo que se consigue es reducir las posibilidades de diálogo y negociación entre las personas y, como todo lo "políticamente correcto", es una forma de control social y represión. No soy fumador. Tampoco me molesta el humo del tabaco. Lo que me molesta es ver cómo una sociedad se ocupa mucho de un problema marginal y deja de lado otros que son verdaderamente importantes.

Para el Hit parade de esta semana escucharemos a Sara Montiel cantado muy sensualmente el tango Fumando espero



2 comentarios:

  1. Para empezar: no soy fumadora. Lo fui en un tiempo pero el cigarrillo me dejó en el transcurso de una bronconeumonía. No obstante, cuando paso por las instalaciones de la Bigott husmeo con deleite el olor del tabaco.

    Por haber sido fumadora (de gran riesgo) se muy bien que no es solo la necesidad de la nicotina, El cigarrillo puede ser un premio, una pausa mientras se encuentra que respuesta dar a una pregunta de doble filo, un descanso, un rato de charla con los amigos entre clase y clase, una forma de coquetear, un consuelo en una aflicción y añada algunas otras cosas.

    Pero yo lo que de verdad querría ver es un estudio serio de cáncer en los pulmones entre indios de la Gran Sabana (o del Amazonas, si prefiere) fumadores y caraqueños no fumadores que trabajan y habitan en áreas de la ciudad en los cuales la contaminación es mas elevada. Si del estudio resulta que son los indios quienes tienen la mayor incidencia de este tipo de cáncer, entonces creeré que en realidad es un peligro para toda la población del globo y no, como pienso, "el chino de Recadi" del área de las drogas.

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    1. ¡Tal cual!

      Te cuento una historia de la vida real. Mi abuelo materno, nacido en 1873, fumaba desde los 5 años porque se lo enseñó su hermano mayor que tenía 8. Mi abuelo murió en 1939 a la edad de 66 años. Muy avanzada, si tomamos en cuenta que las expectativas de vida para la época eran 42,5 años. Murió de viejo, con enfisema.

      Coincido contigo en que la contaminación es más dañina que la nicotina. Tal vez lo que cause daño del cigarrillo moderno sean los aditivos y conservantes. Los indios sumaban desde antes de Colón; de hecho en Cuba algunos de los marineros del almirante llegaron con su carga de tabaco para el viaje de regreso.

      Así es la vida, siempre hay un chino de Recadi.

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