viernes, 15 de febrero de 2013

Candelaria privatizada

Imagen original del retablo mayor de la Iglesia de Nuestra Señora de Candelaria
Colección privada
Foto de Graziano Gasparini y Carlos E. Duarte

Hace unos días, luego de publicar en esta bitácora sobre la Fiesta de la Candelaria, el amigo Héctor Mota, que es acucioso y perfeccionista, me dijo: "vas a tener que rehacer el artículo sobre Candelaria; acabo de recibir un material desde Canarias y te lo voy a enviar". Se trataba de una información muy buena sobre la imagen de Nuestra Señora de Candelaria que por dos siglos ocupó el nicho principal del retablo mayor del templo del que es titular en Caracas, hoy en manos privadas. ¿Cómo no responder a tanta gentileza? Ya nos habíamos preguntado cómo habría pasado de ser propiedad de la Iglesia a pasar a formar parte de una colección privada. El material que me envió en muy completo y responde muchas interrogantes.

El folleto se titula Vestida de Sol; iconografía y memoria de Nuestra Señora de Candelaria (San Cristóbal de la Laguna, 2009), catálogo de una exposición sobre esta advocación mariana efectuada en las Salas de Arte Juan Cas y María Rosa Alonso, bajo los auspicios de la Caja General de Ahorros de Canarias. Es un trabajo de primera calidad y con mucha información. El Estudio IV (Candelaria Indiana / Devoción y veras efigies en América), obra de Pablo F. Amador Marrero, del Instituto de Investigaciones Estéticas, de la Universidad Autónoma de México, destaca dos imágenes de Candelaria en Venezuela: la que ocupó por doscientos años el nicho del Retablo mayor de la Iglesia en Caracas (encabeza este artículo) y la que se encuentra en la colección del Museo Arquidiocesano de Coro Mons. Lucas Guillermo Castillo:
(...) En este sentido el mejor exponente corresponde con la antigua imagen de la Candelaria que presidía su iglesia —la de los isleños— y daba nombre al barrio tradicional de los canarios en Caracas, Venezuela, país que por sus históricos lazos con las Islas es el que atesora el mayor número de ejemplos para nuestro estudio.
Sustituida a principios del siglo XX por una imagen de vestir, recaló posteriormente en una colección privada caraqueña, último dato del que se tuvo referencia hasta hace algunas décadas, estando hoy en paradero desconocido, lo que nos lleva a su análisis mediante la documentación fotográfica. Documentada la erección del templo a principios del siglo XVIII, se ha identificado como la pieza originaria con la que se consagró el recinto, siendo sufragada por los isleños quienes la trajeron de las Islas como así consta en una visita pastoral del obispo Martí;
Iglesia de la Candelaria en Caracas en 1901, fecha en que se produciría el cambio.
Los editores estadounidenses de la foto la identificaron como Catedral.
Tomada del grupo Caracas en Retrospectiva, Facebook.
 «La fundación de esta Iglesia fue hecha el año de 1708 y costeada por varios sujetos, naturales de las Islas Canarias, que estaban avecinados en esta ciudad, los cuales con motivo de haber traído desde allá una imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, determinaron edificarle dicha Iglesia, para lo cual se les concedió por el Cabildo secular un pedazo de tierra y las correspondientes licencias por el Ilustrísimo señor Obispo de esta Diócesis y por el Señor Gobernador y Capitán General de esta Provincia, y desde luego que se concluyó una parte de la fábrica en que podía celebrase misa, se colocó la referida imagen, llevándose en solemne procesión el día 14 de diciembre del mismo año y se encargó el cuidado y asistencia en cuanto a lo espiritual a Don Pedro Vicuña, Clérigo Presbítero, con el título de Capellán, según consta del testimonio de una escritura otorgada por los referidos fundadores a 23 de julio de 1709, en que se obligaron a dar anualmente doscientos pesos al Capellán y veinticinco al sacristán. Hállase dicho testimonio en unos autos de cuentas, colocados en el legajo 3 del archivo del Notario público de esta Curia, Don Antonio Fernando de Cerezo. En el año de 1716 fue erigida dicha Iglesia en viceparroquia de la Catedral, por el Ilustrísimo señor Don Fray Francisco del Rincón, con el acuerdo del Señor Gobernador y Capitán General, Don Alberto Bertodano, por auto provehído a 3 de enero del mismo año, que original se halla en un legajo de papeles denominado de Erecciones de Iglesias, colocado también en aquél archivo; y en el año de 1750 fue erigida en parroquia distinta de la Catedral, con todas las prerrogativas correspondientes, por el Ilustrísimo Señor Don Manuel Machado y Luna, en virtud de Real Cédula de 25 de agosto del citado año de 50 y cuya erección se aprobó por otra Real Cédula de 8 de octubre de 1752, que se halla colocada al folio 234 del libro 4 de Reales Cédulas».
De su análisis formal y en primer lugar, debe destacarse que es la única hasta ahora localizada en América, tanto imagen de talla como en lienzo, que representa de una forma más o menos fiel la escultura original —desprovista de sus sobrevestidos—, aunque la extensión de ambos brazos nos hacen suponer que su autor consideró la posibilidad de que también fuera revestida. Dicha dependencia formal y su distanciamiento en cuanto a los modelos vigentes coetáneos que se estaban dando en el país, sumados al reconocimiento de ciertos rasgos y las formas de trabajar, nos llevan a entender que en el afán de poseer una escultura lo más próxima al original, sus comitentes la encargaran a Tenerife, hecho que no es casual, ya que unas décadas más tarde encontraremos un caso similar con destino a la capilla de los canarios de la localidad de Coro, estado de Falcón, también en Venezuela. En este sentido cabe recordar el continuo trasiego tanto humano como comercial que ya se había establecido entre ambos puntos geográficos, y al igual que los comitentes insulares buscaban fuera los mejores obradores para sus encargos, esto mismo se repetiría en el caso venezolano, insistiendo que en el ejemplo que nos ocupa prevaleció el deseo de mímesis, por lo cual nada mejor que un escultor que acreditada fama y conocedor del modelo a imitar.
Imagen de la Candelaria para devoción particular
Museo de Anzoátegi, Barcelona
Aquí vemos, pues, una imagen de indudable valor artístico e histórico que deja de pertenecer a la comunidad para pasar a ser propiedad individual hasta el punto de perderse su rastro. Según la información que no suministra el autor del artículo, se hizo el cambio luego del terremoto de 1900, cuando se remplazó la imagen en el retablo. En ese momento el arte barroco hispánico estaba en descrédito en Venezuela, prefiriéndose la imaginería de escayola española, francesa e italiana, muy romanticona y de poco valor artístico. Ante esta vieja Candelaria tal vez oraría Juan Francisco de León, su vecino del otro lado de plaza, para que le diera ánimos en su lucha contra la Compañía Guipuzcoana; o la madre de Francisco de Miranda para tener un buen parto, o por el buen viaje de Francisco a España; o los canarios perseguidos con saña durante la Guerra a Muerte, para que los consolase en su desgracia.


Imagen colonial pintarrajeada por un "artista popular".
Colección del Museo de Anzoátegui, Barcelona
Este rechazo a los modelos antiguos se extendió hasta muy entrado el siglo XX, llegándose a demoler la casa de Llaguno, sede el Museo de Arte Colonial, que tuvo que cerrar sus puertas por varios años hasta que la familia Eraso donó la Quinta Anauco para alojar la colección. Las imágenes que pertenecieron a la Catedral de Barcelona, hoy en el Museo de Anzoátegui, gracias a la diligencia de Alfredo Armas Alfonzo que rescató la basura que echaban del templo, es otro ejemplo de incuria y menosprecio por lo antiguo. Los templos venezolanos se van empobreciendo y sus adornos, fuera de su contexto, pasan, con suerte, a un museo donde tal vez se les aprecie (tal vez no), o a manos privadas para luego desaparecer definitivamente, sin que se les pueda siquiera estudiar. Por eso son loables los esfuerzos como el de Mons. Francisco José Iturriza Guillén, Obispo de Coro que estableció un museo con lo que lograba recuperar de la desidia y la ignorancia.

También el Lic. Pablo F. Amador Guerrero nos da un indicio de quien podría ser el autor de la imagen de Candelaria en referencia. Según él era obra de un apreciado artista canario:
En base a su cronología y a lo anteriormente indicado, pero sobre todo al detenido estudio formal de la talla, es con el escultor tinerfeño Lázaro González de Ocampo (Güímar, 1651-Santa Cruz de Tenerife, 1714) con el que podemos establecer los argumentos necesarios para su atribución. En efecto, en las décadas finales del Seiscientos y hasta su muerte, en Ocampo encontramos, como ya hemos indicado, la personalidad más relevante del panorama escultórico barroco insular, cuyas obras se adaptan y traducen un sentido de la elegancia y la mesura amoldados al gusto de la clientela local. A su vez, debe señalarse que nuestro escultor debió conocer de primera mano la talla original, al estar documentada su participación dentro del conjunto de artistas —Cristóbal Hernández de Quintana, Juan González de Castro Illada y Antonio Estévez, pintor dorador el primero y ensambladores los restantes— que laboraron a partir de 1681 y a expensas del obispo Bartolomé García Ximénez, en el retablo mayor de la iglesia del Convento dominico de la Candelaria.
Así se pierde el patrimonio.

Imagen de vestir de la Candelaria que hoy ocupa el nicho de la imagen original; se la destinaba
a las procesiones. Conserva su corona de plata sobredorada, media luna y vela de plata originales.


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