domingo, 27 de octubre de 2013

La despedida (de Canción de la tierra)

Gustav Mahler (1860-1911)

Gustav Mahler es uno de mis compositores favoritos. Lo conocí siendo aún un muchacho a través de su Sinfonía N° 1 que siempre me ha atraído por su riqueza cromática y su pasión post-romántica.  Más adelante en mi vida exploré su repertorio y fui formando una variada fonoteca que incluye todas sus sinfonías casi todos sus Lieder y la Canción de la Tierra (Das Lied von der Erde). Esta última composición me gustó tanto que la coleccioné interpretada por varios artistas hasta tener unas nueve o diez grabaciones diferentes.
Hoy escucharemos a la prematuramente desaparecida Kathleen Ferrier, contralto británica, cantando Der Abschied (La despedida), último movimiento de Das Lied von der Erde, en una grabación de 1952. Bruno Walter dirige la Orquesta Filarmónica de Viena. Es hasta ahora una de las mejores interpretaciones de esta pieza mahleriana. 
La Ferrier ponía toda su alma a la hora de cantar con su voz aterciopelada e intuitiva. Poco tiempo después de esta grabación murió, en 1953, de un terrible cáncer que la consumió y dejó un vacío en el mundo musical que posteriormente llenó Dame Janet Baker. El libreto que incluye el Cd leemos que Bruno Walter admiraba el canto de Ferrier. En 1947, ...ella cantó por primera vez Das Lied von der Erde en el Festival de Edimburgo (con Peter Pears como tenor solista). Hacia el final estaba bañada en lágrimas y omitió el "ewig" final. Cuando ella se disculpó por su conducta poco profesional, él le dio una magnífica respuesta: Mi querida Mis Ferrier, si fuéramos artistas de su talla, todos nosotros habríamos llorado.
La letra de Das Lied von der Erde son cuatro poemas chinos. En Der Abschied la autoría corresponde a Mong Kao-Yeng y Wang Wei, con algún agregado de Mahler. 


 Der Abschied  (La despedida)

El sol se despide detrás de las montañas.
En todos los valles baja el atardecer
con sus sombras, llenas de frío.
¡Oh, mira! Como una barca argéntea,
cuelga la luna alta en el mar del cielo.
¡Noto cómo sopla un frágil viento
tras los oscuros abetos!
El riachuelo canta lleno de armonía a través de la oscuridad.
Las flores palidecen a la luz del crepúsculo.
La tierra respira llena de tranquilidad y de reposo.
¡Todo anhelo quiere ahora soñar,
los hombres cansados vuelven al hogar
para aprender nuevamente, en el descanso,
la felicidad y la juventud olvidadas!
Los pájaros se encogen tranquilos en sus ramas.
El mundo descansa...
El viento sopla frío por las sombras de mis abetos.
Yo estoy aquí, y espero a mi amigo,
espero su último adiós.
Oh, amigo, deseo fervientemente gozar
contigo de la belleza de este atardecer.
¿Dónde estás? ¡Me dejas demasiado tiempo solo!
Camino de un lado para otro con mi laúd
por campos cubiertos de hierba tierna.
¡Oh, belleza! ¡Oh, mundo ebrio de amor y de vida eternos!
Bajó del caballo, y le ofreció el brebaje
de la despedida. Le preguntó hacia dónde
se dirigía, y también por qué tenía que ser así.
Habló, y su voz estaba anegada en lágrimas:
¡Oh, amigo mío,
la fortuna no fue benevolente conmigo en este mundo!
¿Adónde voy? Voy a errar por las montañas.
Busco la tranquilidad para mi corazón solitario.
Hago camino hacia la patria, hacia mi hogar.
Ya nunca más vagaré en la lejanía.
Mi corazón está tranquilo y espera su hora.
¡La querida tierra florece por todas partes en primavera y se llena de verdor
nuevamente! ¡Por todas partes y eternamente resplandece de azul la lejanía!
Eternamente... eternamente...


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