La torre de la soledad, carátula de la edición Debolsillo |
Yo pensaba que a esta edad, y luego de leer muchos libros serios no iba a encontrar placer en leer una novelita de aventuras al estilo de Indiana Jones. Por un precio irrisorio conseguí un ejemplar de La torre de la Soledad (Alianza Editorial, Madrid, 2000), obra de Valerio Massimo Manfredi. Ya había leído de este autor la trilogía sobre Alejandro Magno (Alexander. Pan Books, Londres, 1998) y La tumba de Alejandro; el enigma (Grijalbo, Buenos Aires, 2011). Al leer la contraportada de la nueva adquisición, le comenté al librero que lo leería de un tirón y que luego lo regalaría a quien deseara leerlo.
En efecto, la novela es apta para menores, sin mucho valor literario, y tiene un encanto cinematográfico. Cualquiera puede disfrutarlo en horas de ocio. La trama se parece mucho a las películas de Indiana Jones, como ya lo indiqué: padre e hijo arqueólogos, búsqueda de ruinas en el desierto, incluyendo una escena en Petra, intriga internacional, sexo suave y hasta un beduino amigo de los protagonistas. Faltaban los nazis, se se completaba con la presencia de seres mitológicos (blemios), de la Legión Extranjera y una intriga vaticana. Creo que ya ha sido llevada al cine.
En la contraportada leemos:
Emblema del enigma sobre el que gira toda la novela, lugar apartado donde suceden desde tiempos ancestrales sucesos inexplicables, LA TORRE DE LA SOLEDAD da título a este absorbente relato de VALERIO MANFREDI, que aúna en ella su talento de fabulador y su conocimiento del mundo antiguo. Situada en la agitada década de 1930, la trepidante aventura que acomete Philip Garret, joven arqueólogo norteamericano, al partir en busca de su padre, desaparecido en circunstancias misteriosas, es una de las mejores historias de acción y de amor escritas por el autor de "Talos de Esparta".Hasta allí llego con Manfredi. Me tomó bastantes horas leer estas aventuras, que he podido emplear en lecturas más profundas. "El tiempo perdido, los santos lo lloran"; decía mi abuela.
Blemio |
Algunas veces, estimado y admirado amigo, el tiempo perdido da motivos para un poste en este maravilloso blog: Lecturas, yantares y otros placeres! Y... dejemos los santos que lloren...
ResponderEliminarTienes razón, caro amigo. No todo puede ser rigor. Un abrazo y que los santos se consuelen con los días productivos.
EliminarGracias por además invertir unas horas más en compartir tus impresiones de esta lectura que nos ahorraremos!
ResponderEliminarUn abrazo,
Ya puse el libro en la caja de los que se van.
EliminarCariños