miércoles, 16 de enero de 2013

Francisco Depons en Valencia



Antiguo escudo de Nueva Valencia del Rey,
con el águila bicéfala de los Austrias
y las columnas de Hércules

El amigo Héctor Mota, asiduo lector de esta bitácora, muchas veces ha conversado conmigo por vía electrónica sobre Valencia y el carácter del valenciano. Le ofrecí hace algún tiempo transcribir los comentarios de Francisco Depons, agente francés en la Capitanía General de Venezuela en los primeros años del siglo XIX. Hoy le cumplo y espero que le guste.

Valencia a orillas del lago
Tomada de www.lavozdesanjoaquin.blogspot.com
La ciudad de Valencia fue fundada en 1555, bajo el gobierno de Villacinda, con el objeto de establecer un puesto más próximo a Caracas, que facilitase la conquista de este país, tan justamente elogiado por Fajardo. Francisco Diaz Moreno, el fundador de la ciudad, tenía orden de establecerse a orillas del Lago Tacarigua, llamado hoy Lago de Valencia, pero con buen sentido, juzgó que la insalubridad de aquél obligaba a establecer la ciudad lejos de allí. Para el caso escogió un sitio a media hora del lago, en una hermosa llanura cuya fertilidad y aires puros invitaban a fijar morada allí, y, efectivamente, allí asentó la ciudad llamada luego Valencia del Rey.
Su población, según el censo eclesiástico de 1800, es de seis mil quinientos cuarenta y ocho habitantes, pero de acuerdo con otros datos más fidedignos, puede calcularse en más de ocho mil personas, y si se juzgase por la extensión de terreno que ocupa, habría que dársele una población dos veces mayor.. Todos los habitantes de Valencia son criollos, o vástagos de viejas familias del país, si se exceptúan algunos canarios y muy pocos vizcaínos. Las calles son anchas y pavimentadas en su mayor parte. Las casas, construidas como las de Caracas, se diferencian de éstas en tener solo un piso.
Valencia, a pesar de su antigüedad y la feracidad de su suelo tenía un obstáculo para su desarrollo. Al parecer, todos eran nobles y preferían morir de hambre antes que rebajarse al trabajo manual. En dos platos: eran "godos de uña en el rabo":
Casa de los Celis, Valencia. 
(...) No hace ni cincuenta años, los valencianos pasaban con razón por ser los más perezosos de la provincia. Para ellos, el trabajo, patrimonio de los plebeyos, podría dar lugar a que se desconociese la nobleza que habían heredado de sus abuelos. No concebían que un hombre fuese digno, si no pasaba su vida tendido en una hamaca o recorriendo las calles espada al cinto. Cualquiera otra cosa les parecía vil, innoble y despreciable. Ni aun sus mismas necesidades eran capaces de sacarlos de la indolencia; se limitaban a quejarse y a invocar inútilmente a la Providencia. En una palabra, tan grande era su holgazanería, que un comandante militar enviado a Valencia para asegurar los consumos de la ciudad, se vio precisado a ordenar, bajo severas penas, que cada habitante plantase una cantidad determinada de frutos. Efectivamente se castigó a los infractores de esta orden. Poco a poco fueron familiarizándose con la idea de que el cultivo de la tierra honra al hombre, en lugar de degradarlo, y así comenzaron las plantaciones.
Arco de Carabobo 
Desde entonces Valencia ha ido perdiendo su triste aspecto de pobreza, para adquirir, en cambio, otro más próspero. Y no precisamente porque se dediquen al comercio un número de habitantes proporcionado a la población de la ciudad ni a la extensión y excelencia de sus tierras; pero ya existe el impulso, se ha destruido en prejuicio, la razón lo ha sustituido, ya la pereza no usurpa los honores debidos a la virtud; se ha formado la justa emulación y ha nacido la actividad que día tras día hecha las bases del progreso. De esta suerte, pues,es de esperarse que, en lo futuro, tengan los valencianos tanto aprecio a la agricultura y el comercio, como desdeño les tuvieron las pasadas generaciones.
Una vez vencido este complejo de superioridad y haber disfrutado de los beneficios del trabajo productivo,  a los valencianos no les quedó sino progresar, aprovechando su inmejorable posición geográfica; llegando a ser capital de Venezuela en tres ocasiones, y, en el curso de su historia, convertirse en un importante centro industrial. Depons percibía un futuro promisor para Valencia:
Por su situación goza esta ciudad de ventajas que no posee otra alguna en Venezuela y vergüenza debiera ser el que no las hayan aprovechado hasta hoy. Distante sólo diez leguas de Puerto Cabello y comunicada con él por un buen camino, tiene facilidad de transportar sus frutos sin mayor costo; y una vez terminado otro camino que ya está abierto, con el cual la distancia se reduce a seis leguas, el precio de los transportes se reducirá más aún. Pero no sólo para la agricultura es ventajosa la situación de Valencia, sino también para el comercio.
Al agente francés también vio cosas positivas en la ciudad. El carácter de los ciudadanos, que fue la clave para la prosperidad disfrutada a lo largo de los siglos XIX y XX:
Valencia al ocaso
(...) Los valencianos son abiertos de espíritu, pero más proclives a la ciencia que al cultivo de la tierra.
Y el producto de la tierra:
La ciudad está muy bien provista; la tierra da allí toda clase de frutos y de granos, muy abundantemente y de exquisito sabor; los llanos suministran a sus jiferías todo el ganado que puede consumir, a buen precio y abundantemente.
Hoy Valencia perdió el carácter señorial que la distinguía. Con el crecimiento del centro urbano, la absorción de otras comunidades como Naguanagua o San Diego, la ciudad se ha extendido en una amplia zona, con una población de 2.521.323 habitantes en su área metropolitana. Es un poco caótica, aunque agradable y bien merece una visita. Lamentablemente, en el casco histórico se ve el efecto del abandono. El pasatiempo de las horas libres de los valencianos es visitar los centros comerciales, olvidándose de los numerosos edificios y monumentos de verdadera importancia histórica. Ya las familias valencianas de pura cepa son minoría, y los habitantes no parecen sentirse reflejados en su ciudad.

Nuevo escudo de la Alcaldía Bolivariana de Valencia
Parece más bien el símbolo de una oficina de Turismo de Carabobo

Depons estaría feliz: topochos, naranjas, maíz...

y hasta atractivos turísticos. ¡Todo un conuco!


6 comentarios:

  1. Tengo muchos amigos valencianos, residentes allá como en Caracas.

    Mi principal pega con la ciudad es ese núcleo duro de su aristocracia, tan cerrado y proclive a la discriminación. Si no perteneces a ese selecto grupo, dentro de las clases granadas eres casi un paria.

    Es de los pocos lugares de Venezuela donde te preguntan con especial mal sana insistencia tu apellido y origen. Además de un tonto sentido de resentimiento de algunos hacia los caraqueños.

    A pesar de estas cosas, he conocido muchos valencianos buena nota además de valencianas muy lindas.

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    Respuestas
    1. Tal cual. Son clasistas y antipáticos, sin tener de dónde.

      Su conducta colonial se refleja en su actitud durante la República. En Maracaibo dicen: "¿Valenciano?... no me digáis más nada".

      En efecto, hay mucho valenciano agradable... Naranjas dulces, mujeres hermosas y hombres complacientes, se decía antes.

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    2. No quise sacar la famosa frase, para que no se pensara que tengo algún insano resentimiento hacia los valencianos, lo que no es cierto, pero se dice mucho... jejejejejejeje

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    3. Jajaja! Esa es una fea frase que refleja un prejuicio. Tengo muy buenos recuerdos de una familia valenciana compadres de mis viejos. Ellos eran muy gratos.

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  2. Por cierto, el actual escudo es espantoso. Me quedo con el original de los Austrias

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