lunes, 13 de enero de 2014

La lección del lorito



LA LECCIÓN DEL LORITO

Un erudito yanqui
que aún investiga con sapiencia vana
quién fue en la antigüedad antediluviana
el primer saltimbanqui, 
ha conseguido, en cambio, convencerse
de qué individuo cometió el dislate,
o tuvo el heroísmo, de comerse
el primer aguacate.

A pesar de ser fruta americana
la persea gratísima,
o como dice un médico, ingratísima,
debido a que no es del todo sana,
sobre todo de noche,
resulta que fue Adán el caballero,
sin miedo ni reproche,
que la probó primero.

¿Que el paraíso estaba en Asia? ¡Bueno!
Qué Adán no vino de América? No importa!
Pero fue él, y Misia Eva, absorta,
lo acompañó al estreno.
(Ella no quedó comiendo torta).

La deducción del yanqui es elocuente:
a Adán le agradó mucho la manzana,
por lo que muy ufana
de haber interpretado a la Serpiente,
lo invitó a repetir su bella esposa.
¡Oh, manzana...! ¡Manzana es muy sabrosa!

Como fuera pecado
original, bastante original,
haberse tal fruta merendado, 
semejante a la mona del nogal
que cogió la nuez verde,
la pasaron muy mal;
pues cuando el pobre Adán la fruta muerde,
la halló un tantico desabrida y vana,
con cierta densidad de mantequilla,
y murmuró como de mala gana:
Eva: ¿eso no será más bien patilla?
Y su dulce costilla
dijo convencidísima y sencilla:
¡Cómetela, mijito, sí es manzana!
Fíjate en la semilla.

No obstante, dirigieron la mirada
al árbol de la poma mencionada...
Y, ¡oh, sorpresa! inquietante maravilla,
vieron las ramas llenas
de unas frutas verdosas,
extrañas, periformes y hermosas,
muy parecidas a las berengenas.

Nuestros primeros padres, pensativos,
comprendieron los mágicos motivos
de aquella metempsicosis frutal:
era la eterna pena prometida
¡a quien tocara el Árbol de la Vida
y del Bien y del Mal!

Sin embargo, pasado el primer susto,
a la poma, por fin, le hallaron gusto,
y su nombre quisieron conocer.
Más curiosa que el hombre, la mujer
preguntó a la Serpiente...
y ésta dijo: comadre, francamente
no lo sé, porque en Francia es abogado,
y según el PRIMARIO lo asegura,
es palta en El Perú tan renombrado,
y allá en Colombia, cura.
Y Adán, mortificado,
exclamó:¡qué diablura
esa nomenclatura que has mentado!

En tanto Eva, que lo consolaba,
vio un lorito llanero,
que muy conocedor y picotero
una fruta de aquella picoteaba.
Y preguntóle así: lorito lindo,
¿será eso lo que llaman tamarindo?
Y el ave, toda llena de malicias,
contestó, pero qué escasa de noticias!
Esto como se llama es aguacate.


Por Humberto Guevara
Reminiscencias (1954)



 Tengo pocas noticias de Humberto Guevara, poeta cumanés, autor del la fábula del lorito que acabamos de leer. Nació en Cumaná en 1892, ciudad en la que falleció en 1954. Fue autor de Canto a Sucre (1945), Voces de primavera y una Antología poética publicada en 1995.

Humberto Guevara (1892-1954)
Foto tomada del blog Esteban Cecilio López Rosal

2 comentarios:

  1. Decia mi abuela que aquello de "tiene mas valor que el que se comió el primer aguacate", derivaba del hecho
    que, normalmente, el animal humano observaba las frutas desconocidas y las probaba luego de ver como iba cambiando su color a medida que maduraban, como su olor se hacia agradable y como los animales, sobre todo las aves, la comían sin que les sucediera nada malo.

    Pero se da el caso que el aguacate es verde hasta que pasa a ser amarronado, ya en proceso de descomposición. Su olor, sin ser desagradable, tampoco tiene nada de particular, no lo hace apetecible. Y se da el curioso caso de que los pájaros no lo comen. Asi que las tres pruebas que utilizaba el hombre primitivo para identificar las frutas cmestibles, fallaban.

    Asi que según mi abuela, le primera persona que se comió una aguacate, o se estaba muriendo de hambre o tenia un gran valor pare hacer de conejillo de indias. Y quien de ustedes hubiera sido el pimero en comerse un aguacate? Agua pasa por mi casa, cate de mi corazón.

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    1. Eso mismo he escuchado yo. No es una conseja, sino realidad. El primer indio que comió aguacate fue muy valiente. Quien sabe si en un momento de apuro se lo dieron a un viejo o a un enfermo a ver qué pasaba.

      En el agua está mi nombre/ en el agua lo dejé/ para que nadie acate/ ¿Cómo me llamaré?

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