domingo, 27 de mayo de 2012

El rapto de Europa

Texto tomado de Hesíodo. Idilios de Mosco (II Europa; del libro Teogonía, Editorial Porrúa, Ciudad de México, 1976)
Sólo un fragmento para pasar el rato.
Los griegos sabían decir las cosas.


Me gusta la mirada romanticona de este
divino toro y su lengua lasciva.



Sentada sobre el lomo del toro Zeus, la virgen se cogía con una mano a uno de los largos cuernos, y con la otra sujetaba los pliegues flotantes de su traje purpúreo; y la onda abundante del blanco mar mojaba el borde de la ropa. Flotaba el amplio peplo de Europa sobre sus hombros, cual la vela de una nave, y transportaba a la virgen. Pero, como estaba lejos de su patria, no veía ya ella la orilla,  ni las altas montañas, sino abajo el inmenso mar. Entonces, mirando a su alrededor habló así:
- ¿Adónde me llevas, divino toro? ¿Quién eres? ¿Cómo puedes hacer esta caminata con tus pesadas pezuñas, y no temes al mar? El mar es el camino de las naves rápidas; pero a los toros les asusta el camino de las olas. ¿Qué dulce brebaje, qué alimento vas a encontrar en el mar? ¿Acaso eres algún Dios? Pues ¿por qué haces lo que no es propio de los Dioses? Los delfines no andan por la tierra, ni los toros por el mar; pero tú te lanzas por tierra y por mar, y tus patas sirven de remos. ¡Si te elevaras por la altura del aire, quizá también volarías, semejante a los pájaros ligeros! ¡Ay, desdichada de mí! ¡He abandonado las moradas de mi padre, y he seguido a este toro, y voy errante y solitaria en tan extraña navegación! ¡Oh tú que conmocionas la tierra y mandas en el blanco mar, ven en mi ayuda! Deseo ver quién guía mi carrera y me lleva.  Porque no sin ayuda de un Dios atravieso las rutas húmedas.


Está demasiado gorda esta Europa de Rubens.
Tal vez la confundieron con una vaca


Habló así, y el Toro de grandes cuernos le respondió:
-Tranquilízate, virgen, y no temas a las olas marinas. Soy el propio Zeus, aunque parezca un toro, pues puedo tomar la forma que me plazca. El amor que por ti siento me ha impulsado a surcar un mar tan largo, bajo la forma de un toro, y pronto va a recibirte la Creta. De mí concebirás ilustres hijos que entre los hombres han de ser reyes portadores de cetros.
Habló así y fue cumpliéndose lo que dijo. Y apareció Creta, y recobrando Zeus su forma, desató el cinturón de Europa, y las Horas le erigieron lecho. Y la virgen se tornó al punto esposa del Cronida, y concibió hijos de él y fue madre.



Ya estos deben estar llegando a Creta.


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