jueves, 10 de abril de 2014

Tulia, la parricida

Bajorrelieve que muestra a Tulia arrollando el cadáver de su padre 

Cuando cursaba la primaria, había una asignatura que llamaban Historia Universal que incluía muchos hechos de la historia clásica, con las mismas enseñanzas moralizantes de los historiadores helenos y latinos. Creo que el fin último de la materia era educar a los niños sobre lo que es honroso y digno y contraponerlo a los deshonroso e indigno, de tal manera que ni se piense en hacer el mal. Una de esas historias, que me llamaba mucho la atención era la de la pérfida Tulia, que arrolló con su carro el cadáver de su padre Servio Tulio, rey de Roma.

Además de los hechos feos y cruentos, me atraía la historia porque dos buenos amigos y compañeros de escuela llevaban nombres clásico. Uno de ellos se llamaba Servio Tulio y el otro Tulio. Mi imaginación de muchacho hasta le ponía caras a los protagonistas de esta historia. En estos días, releyendo a Tito Livio, me topé con Tulia y con su marido Tarquino el Soberbio. Luego del asesinato de Tarquino Prisco (o el Viejo) comienza a gobernar Servio Tulio su yerno. Tarquino moribundo, lo instruye su suegra Tanaquil:
"Si eres hombre -añadió-, el trono es tuyo y no de aquellos que han recurrido a manos extrañas para cometer el crimen más espantoso. Levanta y obedece a los dioses que te destinaron al poder real, cuando anunciaron tu alta fortuna por medio de la llama celestial, que en otro tiempo brilló en derredor de tu cabeza. Que aquella llama te caliente hoy; que sea hoy  cuando despiertes en realidad. ¿No hemos reinado también nosotros aunque seamos extranjeros? Piensa en quien eres y no de dónde vienes. Si lo repentino del caso te aturde, al menos permíteme que te guíe".
L. Tarquino Prisco y su señora Tanaquil. Grabado de Guillaume Rouillé
La llama celestial a la que se refiere  Tanaquil fue un prodigio que se manifestó en forma de corona de fuego sobre la cabeza del infante Servio Tulio y que causó se le educara con esmero en la casa real, a pesar de su ínfimo origen, incluso sobre sus propios hijos.

¿Quién asesinó a Tarquino? Dos aguerridos pastores que, a sueldo de los hijos de Anco Marcio, se presentaron en el palacio con una supuesta querella y terminando matando al rey de un hachazo en la cabeza "dejando el hierro en la herida". Los asesinos fueron apresados de inmediato y los instigadores se fueron voluntariamente al exilio. Las causas del regicidio incluían, entre otros factores, el favor que gozaba Tulio en casa de Tarquino, en desmedro de personajes más encumbrados.  Guiado por su buena suegra Tanaquil, que lo preparó todo, Tulio comenzó a gobernar y a juzgar en nombre del difunto hasta que, una vez establecido en el poder, se anunció públicamente la muerte de Tarquino Prisco.
Apolo de Veyes.
Escultura etrusca. Museo de la Villa Giulia, Roma

Habiendo puesto su poder al abrigo de toda oposición popular, Servio quiso hacer lo propio en lo referente a las asechanzas domésticas; y para que los hijos de Tarquino no le tratasen como éste había sido tratado por los Anco, casó a sus dos hijas con Lucio y Armino, que eran hijos de Tarquino. Pero la prudencia de un hombre no pudo desbaratar los designios de los hados, y la ambición de reinar produjo por todas partes, especialmente entre los miembros de la familia real, enemigos y traidores. Afortunadamente para la tranquilidad de Servio, había expirado la tregua con los veyos y demás pueblos de Etruria, y la guerra volvió a reanudarse; guerra en la que brilló tanto la fortuna de Servio como su valor...
Pero Servio Tulio no fue sólo un buen militar, sino que se dedicó a las organización del Estado. La posteridad -nos dice Tito Livio- atribuye a Servio la gloria de haber introducido en el Estado el orden que distingue las categorías, las fortunas y las dignidades, estableciendo el censo, institución especialmente provechosa para un pueblo destinado a tanta grandeza.  Este reglamento imponía a cada uno la obligación de contribuir  a las necesidades del Estado, lo mismo en la paz que en la guerra, no por tasas individuales y comunes como antes, sino en proporción a sus rentas. Estas reforma impositiva será una de las causas de su derrocamiento por Tarquino el Soberbio, pero no nos adelantemos. También este rey, ante el incremento de la población, amplió el Pomoerium de la Urbe, incluyendo primero al Palatino y Viminal, y después las Esquilias (Esquilino) donde construyó un palacio. Aún existen restos de las murallas Servias en el tramo que va del Monte Celio al Esquilino.

Servio Tulio. Grabado de Frans Huys (S. XVI)
Pero volvamos a los problemas domésticos. Esa familia real era un tanto disfuncional y el joven Tarquino lo acusaba de reinar en contra del consentimiento del pueblo:
El palacio romano vino a ser entonces el centro de terribles horrores, como si se propusieran acelerar el advenimiento de la libertad en contraposición a la monarquía, y que aquél fuese el último  reinado que comenzase con el crimen. Este L. Tarquino, hijo o nieto de Tarquino el Viejo (detalle que no está completamente averiguado, pero que le supongo hijo de éste último, ateniéndome a la versión de la mayoría de los escritores), tenía otro hermano llamado Arunto Tarquino, que era un joven de carácter apacible. Las dos Tulias, tan diferentes en sus costumbres como los mismos Tarquinos, según dijimos ya, estaban casadas con los dos príncipes. Mas la realidad, y según creo también la fortuna de Roma, no quiso que el matrimonio reuniese  en un mismo destino los dos caracteres violentos; quizá sucediera esto para prolongar el reinado de Servio y dar lugar a que se robusteciesen las costumbres romanas. La altiva Tulia se indignaba al no ver en su esposo la ambición ni el valor, demostrando todas sus preferencias por el otro Tarquino, que excitaba su entusiasmo, considerándole como un varón verdadero, nacido de regia estirpe; y despreciaba a su hermana, que era la esposa de aquel hombre, cuyos sentimientos y generosos pensamientos entorpecía con sus torcidos consejos. La afinidad de sus gustos atrajo en seguida a los dos cuñados, puesto que el mal constantemente está llamando al mal. Pero en este caso fue la mujer la que provocó el conflicto:  en las secretas entrevistas que de antemano tenía preparadas con aquel hombre, que no era su esposo, no perdonó injuria contra su marido ni contra su propia hermana, añadiendo que mejor le sería ser viuda y que él continuase en el celibato, antes que encontrase unidos el uno y la otra con personas tan diferentes a ellos mismos, permaneciendo sujetos a envejecer bajo la influencia vergonzosa y cobarde del otro. "Si los dioses -decía- me hubieran deparado el esposo que merezco, empuñaría muy pronto el cetro que todavía estoy viendo en las manos de mi padre". No tardó mucho tiempo en comunicar al joven su audacia con esas insidias, y por fin la muerte casi simultánea de Arunto y de su hermana Tulia le permitieron contraer matrimonio con su cómplice; matrimonio que no fue aprobado por Servio, pero que tampoco se atrevió a impedir.
Después de este adulterio incestuoso y asesino, vino el golpe de Estado y el asesinato de Servio Tulio, instigado por la pérfida Tulia. Para ello, a la par que le recordaba su origen regio, insistía con frecuencia ante su nuevo marido:
Tarquino el Soberbio. Grabado Guillaume de Rouillé
"Si verdaderamente  fueras tú ese hombre que yo buscaba -añadía-, ese hombre que pensaba haber encontrado, te reconocería por esposo y por rey; si no lo eres, en ese caso mi suerte es ahora peor que la de antes, porque al crimen se añade la cobardía. ¿Qué te detiene? Tú no has necesitado venir desde Corinto o de Tarquinia para apoderarte de un trono extranjero por medio de intrigas como hizo tu padre. Tus dioses penates, los de tu patria, la imagen de tu padre, ese palacio que habita, ese solio que ocupa, el mismo nombre de Tarquino, todo señala que tú eres rey, todo te invita a serlo. Si tu espíritu no se revela en la presencia de tan elevados destinos ¿a qué seguir engañando por más tiempo a Roma? ¿Por qué consentir que se te considere como al hijo de un rey? Marcha a Tarquinia o a Corinto; vuelve al oscuro estado del que saliste, porque eres más digno de ser hermano de Arunto que el hijo de tu padre". Estas y otras reconvenciones inflamaron al joven: Tulia no podía contenerse ante la idea de que Tanaquil, aquella extranjera, hubiera podido conseguir por dos veces, en virtud del ascendiente de su valor, elevar al trono a dos reyes: su esposo y su yerno; en cambio ella, que procedía de estirpe real, se consideraba impotente tanto para proporcionar una corona como para quitarla. Dominado muy pronto por la ambición desenfrenada de la esposa, Tarquino comenzó a insinuarse poco a poco a los senadores, especialmente a los más modernos; les adulaba y al mismo tiempo les recordaba los favores de su padre y terminó pidiéndoles correspondencia...
Llegó el momento oportuno y Tarquino procede en consecuencia y acompañado de un grupo armado:
En medio del terror de todos ocupó el asiento real, delante del Senado, y por medio de un heraldo ordenó convocar a todos los senadores para que acudiesen a la presencia del rey Tarquino. Todos llegaron enseguida; loas unos porque estaban advertidos de antemano para este golpe de audacia, y los otros por temor de que se les imputase su ausencia como un crimen y asombrados además por aquel extraño acontecimiento y persuadidos de que todo había terminado para Servio. Tarquino comenzó por atacar la baja estirpe de Servio, diciendo: "Ese esclavo, hijo de una esclava, después del indigno asesinato del rey, sin interregno alguno, según era la costumbre, y sin que para su elección se reuniesen  los comicios ni se pidiesen los votos del pueblo, recibió de manos de una mujer el reino como un regalo. Las consecuencias de su usurpación corresponden a la bajeza de su origen. Su predilección por la clase ínfima, de la que salió, y su odio a todos los hombres importantes le han inspirado la idea de arrebatar a los grandes las tierras que ha repartido entre los más despreciables. Lasw cargas públñicas, anteriormente comunes a todos, las hace pesar ahora solamente sobre las clases elevadas, y tan sólo ha establecido el censo para poner en manifiesto el caudal de los ricos ante la avidez de los pobres, y para conocer de dónde puede sacar el dinero cuando quiera, para sus generosidades con los desgraciados".
Mapa de Roma que muestra la muralla de Servio Tulio. 
Allí está el anzuelo para atraer a su lado a la case senatorial, rica y terrateniente, en su conflicto con un rey dedicado al pueblo. El dinero hace sensible a cualquiera. Cuando llega Servio, se encuentra con el hecho consumado. Sin embargo, increpa al golpista y se queja:
Tarquino le contestó con altivez que estaba ocupando el puesto de su padre; asiento más digno del hijo de un rey, de un heredero del trono, que de un esclavo; que desde mucho tiempo atrás Servio venía insultado a sus amos y prescindía de su intervención...
Hubo tumulto público y reacciones de ambos bandos:
Arrastrado Tarquino por lo crítico de la situación, se atrevió ya a todo; más joven y más robusto que Servio, agarró al rey por la cintura, y, sacándolo del Senado, lo arrojó desde lo alto de la escalinata. Con toda rapidez volvió a entrar al Senado para retener a los senadores; los aparitores y acompañantes del rey huyeron, y el mismo Servio, medio muerto, cuando se retiraba hacia su palacio en compañía de algunos partidarios suyos aterrados, al llegar a lo alto de la calle Cypria, fue alcanzado y muerto por unos asesinos que Tarquino había enviado en su persecución. Se afirma que Tulia aconsejó este crimen, siendo verosímil esta afirmación si se tienen en cuenta los crímenes cometidos por ella con anterioridad. Pero es un hecho comprobado sin lugar a duda que montada en su carro, se presentó en el centro del Foro, y allí mismo, sin perder la serenidad en medio de tanta gente reunida, llamó a su marido, siendo la primera en saludarle con el título de rey; y después que Tarquino le ordenó retirarse de aquellas tumultuosas manifestaciones, marchó de nuevo hacia su casa. Cuando llegó a lo alto de la calle Cypria, el auriga, al intentar la vuelta por la calle Virbia para pasar al barrio de las Esquilias, paró los caballos y, pálido de terror, le mostró el cadáver de Servio tendido en el suelo, en el mismo lugar en que se alzaba  en otros tiempos un pequeño templo dedicado a Diana; se cuenta que ella entonces cometió un acto infame y espantosamente cruel. El nombre de la calle, que desde entonces se llamó Malvada, ha perpetuado hasta nuestros días su horrible recuerdo. Aquella mujer, dominada por todas las furias de la venganza que la perseguían desde la muerte de su hermana y la de su esposo, hizo pasar, según se dice, las ruedas de su carro sobre el cadáver de su padre; a continuación horriblemente manchada con la sangre paterna, llevó aquellas ruedas ensangrentadas y repugnantes hasta los pies de los dioses penates que le eran comunes con su marido. Pero la ira de aquellos dioses tenía preparada para aquel reinado otra catástrofe digna de sus comienzos.
El lugar de esta profanación se conserva en la prodigiosa memoria del pueblo romano. Estando en Roma leí en una guía turística que Tulia atropelló el cadáver de su padre en un lugar muy cercano a la Piazza di San Pietro in Vincoli (ubicada frente a la basílica del mismo nombre, donde está el Moisés de Miguel Ángel), y a la Scala Borgia, sobre la vía Cavour. Eso queda en el Rione Monti, subiendo de los foros imperiales hacia el Esquilino. Hay algunos restaurantes indostanos en la zona, para aprovechar el paseo.

Scala Borgia sobre la Via Cavour, en Roma.
Por ella se sube hacia la Piazza di San Pietro in Vincoli, lugar donde la tradición romana ubica el
atropello de Tulia al cadáver de su padre.
Servio Tulio reinó -dice Tito Livio- durante cuarenta y cuatro años con tal sabiduría, que hubiera sido difícil, hasta para un sucesor bueno y moderado, el poder competir a esta gloria. La misma circunstancia  de con él se extinguió la monarquía legítima sirve de aumento a esta gloria. También se afirma que proyectaba abdicar aquella autoridad suya tan suave y prudente tan solo porque estaba en las manos de un hombre solo, y este generoso proyecto lo hubiera realizado, si aquel crimen no le hubiera impedido dar la libertad a su patria.
Con este largo artículo espero haber satisfecho la curiosidad de un amable lector anónimo de esta bitácora, quien manifestó no conocer a la pérfida Tulia y ahora cumplo con presentar a la famosa joyita.


3 comentarios:

  1. Esto, a mi nunca me lo enseñaron o contaron. Los nombres de los siete reyes de Roma, si, por supuesto. A la fecha, solo me acuerdo de seis de ellos. Pero la intervención de Tulia en el asesinato de Serrvio Tulio me resulta algo nuevo. Y creo también el que el asesino haya sido Tarquinio el Soberbio. Gracias por ilustrarme al respecto.

    Que bueno es leer historia! Algo que ya pasò y de lo cual se conoce el final! La maldición china, aquello de : "que puedas vivir en tiempos interesantes" es realmente una maldición.

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    1. Vivir "tiempos interesantes" puede ser peligroso y hasta triste. Tal vez los pueblos con poca historia accidentada sean más felices.

      Tal vez la historia de Tulia era algo de valor agregado que ponía el maestro en clase. Lo recuerdo muy bien porque siempre nos tenía una sorpresa.

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    2. "Vivir "tiempos interesantes" puede ser peligroso y hasta triste. Tal vez los pueblos con poca historia accidentada sean más felices"

      Q.E.D..

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