Mapa de Guayana entre el Río de las Amazonas y el Río de Yuiapari u Orinoco. (1625) |
ROMANCE DE
AGUIRRE
Ribera del Marañón
do gran mal se ha congelado,
se levantó un vizcaíno
muy peor que andaluzado.
La muerte de muchos buenos
el gran traidor ha causado,
usando de muchas mañas,
cautelas, como malvado:
matando a Pedro de Ursúa
gobernador del Dorado
y a su teniente don Juan
que de Vargas es llamado,
y después a don Fernando,
su príncipe, ya jurado,
con más de cien caballeros
y toda la flor del campo,
matándolos a garrote
sin poder nadie evitarlo.
Hasta un clérigo de misa
las entrañas le ha sacado,
y la linda doña Inés,
que a Policena ha imitado.
Dio muerte a un Comendador
de Rodas, viejo y honrado,
porque le ordenó la muerte
por servir al rey su amo.
Llegado a la Margarita,
do fue bien agasajado,
con su dañada intención
a todos los ha engañado.
No queda hombre ni mujer
que mal no fuese tratado
deste cruel matador
que de Aguirre era nombrado.
Pasados algunos días,
a gran mal determinado,
mató a todas las justicias
y a don Juan de Villandrando,
con muchos de los vecinos
más principales y honrados.
Y como perro rabioso
quedó tan encarnizado,
que de sus propios amigos
a más de veinte ha matado
y entrellos los más queridos
hasta su Maestre de Campo.
Y también mató a mujeres,
y a frailes no ha perdonado
porque ha hecho juramento
de no perdonar prelado,
pues mató a su confesor
habiéndolo confesado,
de garrote por las boca
por ser más martirizado.
A nadie da confesión,
porque no lo ha acostumbrado,
y así se tiene por cierto
Ser él tan endemoniado.
Gonzalo de Zúñiga (1561)
Lope de Aguirre |
El capitán Gonzalo de Zúñiga era un sevillano “que hizo
armas y letras en Venezuela, y compuso, en la Isla de Margarita, el famoso
romance a Lope de Aguirre, a cuyas órdenes había estado”. El
autor de este Romance, fue uno de
los miembros de la malhadada expedición de Pedro de Ursúa al Amazonas y testigo
presencial de los horrores de ese viaje que concluyó con la muerte del Tirano (el Azote de Dios, o
Príncipe de Libertad, según como se le mire) de manos de Diego García de
Paredes, hijo del Sansón de Extremadura. Era Zúñiga, pues, uno de los Marañones
que se acogieron al perdón real, como lo hizo también Pedro Alonso Galeas, fundador
de ilustres familias venezolanas.
Poco queda de la poesía venezolana del período
colonial. A excepción de la obra de Juan
de castellanos. De hecho, las antologías poéticas comienzan con Andrés Bello,
como si los trescientos años previos hubieran sido un erial. Hace uno días tuve la grata sorpresa de
conseguir en el mercadillo de libros usados de Romualda a Plaza España un
volumen titulado Antología de la poesía hispanoamericana –Venezuela- (Biblioteca
Nueva, Madrid, 1958, que comienza en el período de la conquista hasta la
primera mitad del siglo XX y una sección dedicada a las mujeres poetas. De allí tomé el texto
que acabamos de leer.
Los autores del estudio preliminar, Ginés de Albareda y
Francisco Garfias, al referirse a la
poesía colonial venezolana nos dicen:
De todo este período, pocos, muy pocos son los poemas salvados o despertados en los archivos y en los conventos; pero es indudable que hubo muchos versificadores y que jamás faltaron versos para “celebrar las fiestas reales, los grandes días de los Gobernadores o de los Obispos, la inauguración de una obra pública o un suceso feliz en la Península”, como certeramente señala García Chuecos en su “Historia Intelectual de Venezuela desde su Descubrimiento hasta 1810”.