Zamuro caraqueño |
EL SAMURO CATEDRÁTICO
En un valle que riega el Amazonas
Existe un grande imperio de animales,
Que han visitado ya muchas personas,
Por cierto mui veraces y formales.
Hai allí de notable un buen Liceo
Dotado de escelentes profesores,
Que han llevado la ciencia á su apogeo
Y poblado la tierra de doctores.
No sé cuál de las aulas presidia
Un soberbio magnífico samuro,
Cuyo talento y gran sabiduría
Son circunstancias deque estoi seguro.
Sus discípulas eran las palomas,
Y escuchaban atentas las lecciones
Que amenizaba el maestro con sus bromas
Y anécdotas de muertos á millones.
Narrando con facundia encantadora
Mil historias de espléndidos banquetes,
Recuerdos de una guerra asoladora
En que se hartó de potros y ginetes.
Mostraban las alumnas repugnancia
Cuando escuchaban tanto desatino;
Pero ved lo que puede la constancia
Y machacar y darle de continuo:
Iban tomando amor las mui tunantes
Y más de aficionaban cada dia
A lo que tanto detestaban ántes
Y que tan solo horror les infundia,
Cambiando de tal suerte sus ideas,
Que enviaron al maestro una persona,
Pidiéndole, por premio á sus tareas,
Acompañarle á alguna comilona.
Accedió el profesor, y una mañana
Con todas las palomas se encamina
Á los confines deb una gran savana,
Donde encontraron carne mortecina.
Yo no quiero contar (por puro aseo)
Lo que hicieron aquellos animales:
Hubo paloma que en aquel bureo
Aventajó las hienas y chacales,
Mostrándose el samuro mui ufano
De ver que las palomas sin empacho
Picoteaban con ansia, en vez de grano,
Un sucio y asqueroso carapacho;
Y cuando del banquete, entusiasmadas,
Saboreaban lo opíparo y lo bueno,
Marchándose á sus casas estropeadas,
Mui sucio el pico y con el vientre lleno,
Esclamaba el samuro en tono enfático
Y con cierto airecillo doctoral:
¡Es mucho lo que puede un catedrático
Para inspirar á un niño la moral!
Por Jesús María Sistiaga.
Las alumnas |
Fuente:
Biblioteca de escritores venezolanos contemporáneos
Jouby et Roger, París, 1875.
Compilador: José María de Rojas
Edición facsimilar del Concejo Municipal del Distrito Federal, Caracas, 1975
Me gusta la moraleja. Mi única objeción es meramente fisiológica. ¿No debería ser "y con el buche lleno"?
ResponderEliminarDebería, pero tal vez Sistisaga trató de humanizar a las palomas. Jajaja.
EliminarHacen falta mas cuentos aqui tengo ese tomo el cual herede hace 40 años y lo conservo como un tesoro no dejo que nadie lo toque este libro pertenecio a la Bibiolteca publica del Distrito Federal existen pocas copias soy un afortunado en poseerla
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