martes, 2 de octubre de 2012

Don Tulio y el modernismo

El garrafón de absintio
Apolo
Cansado de esperar Apolo que llegase algún poeta original entre la turba que a diario tocaban las puertas del Parnaso, procedentes del Nuevo Mundo, tomó la capa, se ciñó loa espada y fuese de incógnito a ver con sus propios ojos lo que pasaba en aquellas comarcas, y dónde diablos se ocultaban los buenos poetas, porque era fama que sí los había.
Llegó a una República de Hispano-América (el cronista olímpico no dice cuál), y allí un alma caritativa le indicó los sitios donde podría hallar algo de lo que buscaba.
Todo estaba lleno de libros, opúsculos y periódicos, que formaban grandes montones de trecho en trecho; y como notase que se movían, metióse en medio de ellos y empezó a revolver con la espada uno de aquellos montones de papel impreso para saber qué había dentro.
Tomada de www.achoblogs.com
No bien lo hubo entreabierto, cuando apareció la cabeza desgreñada y el rostro pálido de un poeta decadente.
- ¡Cáspita, muchacho! ¿Qué haces allí sepultado entre esos papeles?
- Son mis amigos, mis maestros, los mentores de mi carrera.
Con gran curiosidad calzóse los anteojos el célico viajero y se puso a examinar toda aquella baraúnda de papeles, en que estaban las obras ede Zolá, Musset, Verlaine, Baudelaire, etc.; los últimos folletines del Petit Journal y una cifra incalculable de revistas cómicas y sensacionales del París alegre: todo, todo francés, sin mezcla de español alguno.
Hallábase en esto Apolo, cuando vio de improviso una cosa sólida y voluminosa que el poeta tenía abrazada contra el pecho.
- ¿Qué diablos es eso?
El bebedor de absenta
Pablo Picasso
- ¿No lo véis? Un garrafón de absintio, de ajenjo puro, del cual saco una copa para derramarla en cada verso. Es el néctar de las Musas, el jugo de la moderna inspiración.
Al oir Apolo que mentaba tan en mala parte a las Musas, sus hermosas compañeras, a quienes trataba y quería como hijas, no pudo reprimir la cólera que ya encendía su pecho y soltando la capa del incógnito, se le presentó tal como era, con la clámide resplandeciente del monarca olímpico. rey de literatos y poetas.
El desdichado poetastro se restregó los ojos, aterrado ante aquella súbita aparición; y quiso recitarle, para contentarlo, unos versos neuróticos, pasionales y psíquicos, en señal de homenaje; pero el divino Apolo no esperó la descarga poética, sino que, levantando la flamígera espada, lo sacó a planazos del montó de papeles, y del primer golpe le partió en dos el garrafón de absintio, diciéndole con voz de trueno:
- ¡Pedazo de alcornoque! ¿Acaso he venido yo a Hispano-América para saber lo que dicen y piensan los escritores franceses? Mejor lo oiré de labios de ellos mismos, y no de los tuyos, que mal los imitas y peor los traduces. ¿Eres tú francés por ventura?
- No, divino Apolo: soy más criollo que la tusa de maíz.
- Pues come y viste de lo tuyo, imbécil y no vayas como perro mostrenco a lamer platos y roer huesos en casa extraña. Aquí tienes - le dijo mostrándole el cielo y la tierra que los rodeaba - aquí tienes el brillante mundo tropical, nuevo por el espíritu y nuevo por la forma; ese es el gran libro que debes consultar, el libro de la naturaleza, en el cual estudia el sabio, y debe inspirarse el verdadero poeta.
Dicho esto, Apolo lo dejó confuso y deslumbrado en la mitad del campo, y se volvió de mal humor a referir a las Musas lo que pasaba, que no era bicoca.
- Pues, mis adorables hijas, mal estamos en Hispano-América.
- ¿Por qué, divino Apolo?
- Porque los nuevos poetas de allá tienen otro Parnaso, otro Apolo, y otras Musas.

Apolo y las Musas
Salón de los Espejos
Gran Teatre del Liceu, Barcelona
- ¿De modo que nos han suplantado?
- Sí, pero no ha sido con mitos americanos, sino con Francia, que es su Parnaso, con Zolá, que es su Apolo y ...
- A nosotras, padre querido, ¿con quién nos han suplantado? -preguntaron temblando las nueve Musas.
Apolo se echó a llorar como un niño y les dijo lleno de cólera y de pesadumbre:
- ¡Con un garrafón de absintio, hijas mías, que ahora es el numen verde de los poetas azules!...
1903

Fuente: Tulio Febres Cordero. Cuentos (Universidad de Los Andes, Mérida, 2008)








La Musa Verde
Albert Maignan
En este breve cuento escrito en 1903, don Tulio Febres Cordero critica a una generación de poetas latinoamericanos que, desligados y evadidos de su realidad cultural y social, y dejando de lado los modelos del romanticismo español, escribían sus obras guiados por dos corrientes francesas: el parnasianismo y el simbolismo. El modernismo fue un movimiento literario surgido en América Latina que tuvo su auge entre 1880 y 1916 que daba mayor importancia a la belleza formal sobre el sentimiento, y al cultivo del arte por el arte. Su principal exponente es el nicaragüense Rubén Darío (de quien ya publicamos algunos versos), acompañado por José Martí, José Asunción Silva, Manuel Gutiérrez Nájera, Ricardo Jaimes Freyre, José Santos Chocano, Salvador Díaz Mirón, y tantos otros. Se considera como pieza fundacional del movimiento la colección "Azul", de Rubén Darío, en la que se fijan las directrices de este movimiento estético.

A Venezuela el Modernismo llegó tarde -quizá por ello el rechazo de don Tulio-, pero tenemos importantes ejemplos, como el padre Carlos Borges,  Rufino Blanco Fombona, Alfredo Arvelo Larriva, Elías David Curiel, José Tadeo Arreaza Calatrava, a quienes iremos conociendo en este Blog. Un buen artículo sobre el Modernismo en Venezuela se encuentra en la página de Pedro Díaz Seijas.


El uso deliberado de Absintio por Absenta por parte de Febres Cordero es parte del mensaje. Fue una bebida escapista, que en el contexto latinoamericano se veía fuera de lugar. Es la famosa Hada Verde, cuya producción fue prohibida en 1915 por sus propiedades psicoactivas y alucinógenas. Hace unos años salió al mercado una absenta en versión light para los snobs que se creen poetas malditos; no es adictiva y se presta al ritual. Prefiero tomar Pastis para refrescarme en una tarde de calor.


2 comentarios:

  1. Excelente cuento el de Tulio Febres Cordero. Me recordó la actitud de Manuel Díaz Rodríguez con sus Ídolos Rotos, aunque sea prosa.

    Creo que siempre en América tenemos esa tensión entre ser y no ser occidentales, entre Europa y América.

    Ese estado pendular, espiritual y emocional, muchas veces nos desenfoca, nos resta energías vitales tan necesarias para construirnos como sociedad.

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    1. Así es. Es un problema de identidad que no hemos resuelto. En la época de Tulio Febres era aún más notorio que ahora.

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