sábado, 18 de agosto de 2012

La confesión


LA CONFESIÓN

La regia capilla silente y oscura...
Susurro de sedas... olor femenil;
la real penitente, de altiva hermosura;
el confesor blando, discreto y gentil.

Con rostro apacible, sin una sorpresa
escucha en silencio el padre Araoz
las suaves arrullos con que la princesa,
llorando sus culpas, enmiela la voz.

- Acúsome, padre, de un mal pensamiento
que en las Ursulinas me inspiró Satán,
al ver en el vasto jardín del convento
pasearse una monja con el capellán.

Padre, en el espejo miro con orgullo
de virgen intacta mi piel de satín,
el mórbido seno de erecto capullo,
los hombros torneados color de jazmín.

Al lúbrico enano, con goce furtivo
enseño mi cuerpo desnudo por ver
del mísero tántalo, grotesco y lascivo,
cual dos llamaradas los ojos arder.

¡Ay, padre! leyendo la Santa Escritura
suspiro en el Cántico del Rey Salomón;
David me enamora con tanta bravura
y a Dalila envidio su fuerte Sansón.

Me agita un extraño impulso violento,
conjunto indecible de amor y crueldad:
cuando miro sangre, no sé lo que siento,
si horror o delicia, placer o piedad.

De mis palafrenes desgarro las ancas
a golpes de fusta...; cegué a un ruiseñor.
Y con inocentes palomitas blancas
de puro capricho mantengo mi azor.

Ardiendo en lujuria, con raros antojos
las frescas mejillas de un paje mordí,
y como sonriera llorando, en los ojos
por cada mordisco cien besos le di.

Miré a una gitana morir en la hoguera
por obra y justicia de la Inquisición,
y me causó gracia la linda hechicera
de carnes morenas tornarse en carbón.

A un bravo hugonote le daban tortura
tendido en el potro no quiso abjurar;
y yo le miraba con honda ternura,
¡tan joven, tan bello!... me puse a llorar.

Acúsome, padre, que un príncipe rubio
de mí enamorado, al Rey me pidió;
lo herí con desdenes y roto el connubio,
por mi en las batallas la muerte buscó.

Ya tengo un pecado muy grande, un delirio
de amor que al infierno me conducirá...
él es mi tortura, mi gloria y martirio...

... la erótica dama con melifluo acento
aguza, cual silbo de sierpe, su voz,
y en cálido soplo, su vívido aliento
abrasa la frente del padre Araoz.

Acúsome, padre, que mi vida llena
un amor sacrílego, soberbio y fatal...
idolatro a un hombre que Roma encadena
y en mí ve la fruta del Bien y del Mal.

Por él despreciara mi origen augusto,
él solo domina mi regia altivez,
si él lo quisiera... daríale con gusto
mi sangre, mi vida... mi real doncellez!

Perdóneme, padre... - ¿Quién es ese hombre?
- murmura el levita con trémula voz;
Decidme, Princesa... decidme su nombre...
¿Su nombre?... ¡Dios mío!... ¡El padre Araoz!





La Confesión es quizá el poema más popular del padre Carlos Borges. Varias generaciones de venezolanos lo recitaron y se puede decir que forma parte del hit parade lírico criollo. Tal vez su éxito se deba a haber sido escrito por un sacerdote y estar cargado de morboso erotismo. Esa penitente seguro que causó desazón al pobre padre Araoz, quien tal vez salió corriendo del confesionario por miedo a esta súcubo, Lilith en persona. Siempre me recordó a una joven de buena familia de Maracaibo que deseaba de esa manera a un sacerdote. Fue a finales del siglo XIX... ¡De los muertos no se habla!

Dediqué un buen rato a buscar las ilustraciones que reflejaran bien el estado del alma de la famosa princesa. Al final me decidí por el pintor surrealista francés Claude Verlinde, nacido en 1927. Me gusta su arte, que me recuerda un poco al Bosco.

3 comentarios:

  1. Conocía el poema, solo que prácticamente lo había olvidado. Tal vez el padre Araoz haya salido huyendo del confesionario pero mucho mas probable es que haya descorrido la cortina para luego haberla vuelto a correr una vez la hubiera hecho entrar en el mismo. Era jugar con fuego, pero....... Me recuerda cuando en Naguanagua, en los años 40, la mitad de los niños eran "ahijados" del cura párroco.

    En cuanto a las ilustraciones, muy bellas, no se me asemejan al Bosco. Mas bien me hacen pensar en un Dalí al que le hubiera dado por ese lado, cosa que creo no hizo. Parece que hubiesen sido pintadas después de leer el poema.

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    1. Un poema que fue muy popular en Venezuela, tal vez por su morbosidad, que no es de esperar de un sacerdote, pero Borges fue un personaje que estaba entre su sincera vocación sacerdotal y sus deseos de bohemia.

      Me costó conseguir las ilustraciones. Hasta ese momento desconocía totalmente al pintor.

      Feliz semana.

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