miércoles, 11 de julio de 2012

El Diablo suelto en Caracas

En Venezuela existe la expresión "El Diablo Suelto en Carora", que corresponde a hechos históricos violentos ocurridos en la ciudad de Carora en el siglo XVIII. La expresión aún permanece vigente para significar, como nos dice el filólogo Ángel Rosenblat, que: "pasan cosas extraordinarias, que todo sale mal, que hay desbarajuste, desorden, revueltas, en los pueblos o en las familias".

Hoy traigo una historia popular ocurrida en Caracas en la segunda mitad del siglo XVIII, en un área entonces suburbana al norte de la ciudad. La fuente es Caracas de mil y pico (Centro Simón Bolívar, Caracas, 1974), del autor costumbrista Lucas Manzano:

Caracas antes del terremoto de 1812
El dibujo está basado en un cuadro de
Nuestra Señora de Caracas
Desde el Padre Romero, a quien los miembros de la cofradía de San Pedro habían designado para Capellán del Cementerio de los Canónigos, hasta los viejos sepultureros que por una miserable ración que ni para comer alcanzaba, estaban obligados a sufrir la neurosis del Prefecto de la Congregación, habíanse alistado en la comparsa de los incrédulos que, pavorizados por la noticia circulante, fueron en auxilio de Dolores Oropeza, quien presa de una espantosa desesperación y con la mirada fija en el cielo, pedía perdón a Dios por la tremenda maldición que le echara a su hija Romelia, sin darse cuenta de que existe quien oye las quejas de una madre irrespetada.
Corría el mes de abril  de 1771 y la ciudad lucía endomingada porque había llegado a la capital de Provincia investido con el cargo de gobernador y Capitán General, Su Excelencia el Marqués de la Torre, Don Felipe Fondesviale (aquí hay un error de los que pululan en la obra del Hermano Lucas; el gobernador se llamaba Felipe de Fondeviela y Ondeano, remplazó en su cargo a José Solano y Bote; luego de haber sido Gobernador de Caracas, fue trasladado a La Habana con el cargo de Capitán General).

Puente de Ña Romualda a mediados del siglo XIX
por Camille Pissaro (hoy Esq. de Romualda)
El Cementerio de Canónigos quedaba unas cuadras
hacia el noroeste de este punto.
Su Señoría Ilustrísima Don Mariano Martí, Arzobispo de Venezuela (otra imprecisión: Mariano Martí fue Obispo de Caracas y Venezuela. Caracas fue elevada a Sede arzobispal en 1803, siendo el primer Arzobispo Francisco de Ibarra, aristócrata caraqueño), que entrara a ejercer el cargo sin las bulas, por la premura con que vino de Puerto Rico, prestábale su concurso al Ayuntamiento, a fin de que la fecha consagrada a recibir al representante del Rey.
Todo transcurría de alegría en alegría cuando el cura del Camposanto anunció a la clerecía que en el cerro del ángulo noroeste entre el actual Puente Abanico y El Socorro, el diablo había cargado con una mujer, y no obstante cuanto hiciera él para arrebatarle la presa a Lucifer, no quedaba en el cerrito otra cosa que un penetrante olor de azufre. Fuéronse las autoridades así eclesiásticas como civiles al punto de la cuestión y refirieron los vecinos que Dolores Oropeza, criaba con el mayor esmero a una hija, a quien el Padre cura la puso el nombre de Romelia.
Todo cuanto en el comercio de granjerías ganaba la madre, era para satisfacer las malacrianzas de la chica, quien a tal punto llegaba en sus majaderías que cierto día asaltó un jurungo que saqueaba la gente mediante ventas a plazos.
Como eran vísperas de carnestolendas, empeñóse la chica en comprar avalorios que, la madre no estaba en situación de pagar.
Mercado de la Plaza Mayor de Caracas
por Camille Pissarro
Dolores Oropeza sería como estas
"marchantas", pardas pobres que
vivían de hacer dulces o granjerías.
- Cómpreme esto, madre, suplicaba la nerviosa muchacha a su progenitora, quien con los mimos con que la criara, agotaba el vocabulario de las ternuras para significarle la imposibilidad en que estaba de complacerla.
Y en un ataque de brusquedad asió fuertemente a su madre a quien lanzó contra una verja contra la cual se hirió la vieja infortunada. Exasperada ésta por el irrespeto recibido, se arrodilló en el suelo y fijos sus ojos en la cruz que protegía la puerta de su vivienda en ruinas, habló de esta suerte:
- "Que te maldiga Dios, como te maldigo yo..."
Fue entonces cuando las comadres de la vecindad vieron a la hija dando carreras de un lugar hacia el otro, suplicando que le quitasen una visión diabólica que la perseguía.
No obstante la presencia del Padre Cura que la bendijo y la exhortó cuantas veces pudo, la muchacha murió minutos después clamando que la librasen del fantasma que la estrangulaba.
¡GUÁ.. Mandinga te va a llevá!
Lo más hórrido del caso fue que cuando los cófrades de Candelaria trataron de conducir el féretro al Cementerio, huyeron despavoridos porque el cuerpo inanimado había desaparecido del ataúd.
Desde entonces, aquel sitio ahora embellecido por elegantes residencias, tomó el nombre de "El Cerrito del Diablo" con que la conocieron los abuelos.
Independientemente de las imprecisiones de Lucas Manzano y de su arbitrario uso de los signos de puntuación, la historia tiene el encanto de la Caracas de ayer, de la que poco queda, y eso es lo que realmente importa.

Don Lucas nos señala ciertas esquinas, que en Caracas tienen nombre. En el Cerrito del Diablo está hoy la esquina de Plaza España (una cuadra al sur de la esq. de Socorro); Canónigos lleva el nombre del cementerio que existió allí en la colonia; Puente Abanico, o Abanico como se la conoce ahora, y El Socorro o Socorro están en la zona. Esos eran lugares lejanos y casi descampados cuando el diablo se llevó a Romelia. A ver si me animo a hacer un tour fotográfico de la zona y apreciar lo que hay por allí.

Abanico a Socorro en los años 40. Lugar de los hechos.

2 comentarios:

  1. Curiosa coincidencia con lo del Diablo de Carora. Ayer le envie a una amiga, via chat, la historia del Diablo de Carora como me la contaron a mi :
    ..
    ."Hola! Hace un rato estaba recordando aquella vez que estuvimos hablando de historias de aparecidos, fantasmas y creencias en nuestros países. Y me acordè de algo que en esa oportunidad no dije. Como supongo sabes entre los católicos existe una muy difundida creencia que cuando se acerque el final del mundo durante siete años no nacerà ningún niño, para evitar que sean juzgadas criaturas inocentes. Bien, en una región de Venezuela, Carora (si tienes curiosidad, està en el estado Lara) se dice que el diablo està amarrado a un árbol. Cuando por ahí pasa algún viajero el diablo le pregunta si las mujeres aùn paren. Y, ante la respuesta afirmativa, se enfurece, maldice y grita: "y seguirán pariendo" que repite una y otra vez mientras en viajero huye al darse cuenta de quien es aquel al que ha encontrado. Y existe un vals titulado "El diablo suelto" que canta la alegría del diablo cuando al fin se vea suelto. Si lo quieres oír, aca lo tienes https://www.youtube.com/watch?v=jDQXmMqLBxs Yo querìa que lo tocaran como primer valse en mi fiesta de quince años pero al final la cambien por un televisor. Costaban lo mismo y la TV perduraba"

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    1. Algo había escuchado sobre este diablo de Carora. La leyenda proviene de un hecho histórico real que implicó a contrabandistas y funcionarios de la Compañía Guipuzcoana. Las cosas se pusieron tan feas que hasta violentaron, armas en mano, la capilla de un convento. Un día de estos pongo la versión histórica acompañada de esta leyenda.

      Aquí el diablo siempre anda suelto.

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