jueves, 30 de agosto de 2012

La diablocracia


Vuelvan Caras
Arturo Michelena

Como ofrecí al tratar el tema de la guerra social en Venezuela, ahora averiguaremos cómo la República convirtió a una horda infernal en un ejército de libertadores.

Mariscal de Campo
Francisco Tomás Morales,
pulpero y militar
1781-1845
Boves muere a lanzazos en Urica; sea que Pedro Zaraza "acabó con la bovera", o que Francisco Tomás Morales aprovechó para deshacerse del jefe incómodo. Al igual que Boves, era  pulpero, oficio que parece engendraba gente mala y feroz. El canario se hace proclamar jefe de las hordas realistas. Me imagino lo orgullosa que se sentiría su esposa, la barcelonesa Josefa Bermúdez, ante el progreso de su maridito.

No era Morales un militar disciplinado (Miguel de la Torre y Pando experimentó su indisciplina en plena Batalla de Carabobo en 1821). Fue efectivo por su crueldad y llegará a ostentar el grado de Mariscal de Campo y Capitán General de Venezuela hasta el 3 de agosto de 1823. Estaba en Carúpano cuando, el 7 de abril de 1815, llega la expedición de pacificación y reconquista de Costa Firme al mando de don Pablo Morillo, "El Pacificador". Mala noticia para Francisco Tomás, digo yo, porque llegaba un poco de orden en medio del caos. No es lo mismo comandar las fuerzas realistas en una Capitanía General sede vacante, que presentarse ante una fuerza expedicionaria experimentada y disciplinada como cabecilla de una partida de bandoleros.

Don Pablo Morillo, El Pacificador
I Conde de Cartagena, I Marqués
de La Puerta
 La expedición partió de Cádiz en febrero de 1815, dirigida a las Provincias del Río de la Plata, aunque su fin último eran Venezuela y Nueva Granada. Constaba de unos sesenta y cinco buques principales, de los cuales dieciocho eran de batalla incluyendo al San Pedro Alcántara, nave capitana, de setenta y cuatro cañones. El total de la expedición entre la marinería, servicios logísticos y fuerza de combate sumaban unos 15.000 hombres, aunque el ejército destinado a combatir estaba formado por 10.642 hombres, organizados en seis batallones de infantería, dos regimientos de caballería, dos compañías de artilleros, un escuadrón a caballo, y un piquete de ingenieros militares, además de pertrechos y víveres. Fue el mayor esfuerzo que saldría de España en el curso de la contienda. Veamos qué nos dice un realista, que he encontrado citado por Salvador de Madariaga en su  Bolívar (Editorial Hermes, México, 1951):
El 6 de abril, la flota pasaba frente a Carúpano, "que parecía una taza de oro desde el mar, arbolaron en el fuerte el pabellón español, tiraron algunos cañonazos en señal de salva, y vino a bordo una balandra con el brigadier Morales". Dice Sevilla que convinieron en tomar la Isla de Margarita, pero ya el proyecto venía en las instrucciones de Morillo. Morales pidió permiso para embarcar un batallón de negros zambos, que eran, dice Sevilla, "el terror del enemigo".
Más adelante, Madariaga nos da la clave para responder nuestra pregunta; se encuentra en la instrucciones redactadas por el Ministro Universal de Indias, un mexicano de apellido Lardizábal:

Mapa de la Expedición de Morillo
Con una sola, aunque grave, excepción, las instrucciones son bastante razonables. "Ocupada la Isla de Margarita se emplearán para su sosiego y buen orden todos los medios de dulzura, apoderándose tan sólo de las personas encontradas con las armas en la mano, y de los buques o efectos que no pertenezcan a vasallos de S.M., por lo que el Gobernador que allí quede debe ser de buen juicio, activo y vigilante". Se encarece la importacia de la Isla de Margarita "por la proximidad a Cumaná y porque estando a Barlovento es la guarida de los cosarios y el asilo de los insurgentes arrojados del continente". En cuanto a la actitud para con los insurrectos, los párrafos 4 a 8 son a la vez generosos y sagaces: habrá amnistía general, pero dentro de ciertos límites de tiempo; pasado este límite (aquí viene la grave excepción) "podrá a precio las cabezas de aquellos que más influencia tengan"; cláusula que iba a ser simiente de grandes males. Se declaraban libres los negros armados por el adversario, pero quedaban alistados como reclutas, y sus dueños acreedores a indemnización. Se mandaban a España los caudillos desterrados y las personas de dudosa conducta "con pretextos lisonjeros para ellos". Y viene por último un párrafo, evidente alusión al tipo de guerrillero sangriento y cruel como Boves, Zuazola y el propio Morales, que conviene citar por entero: "En un país donde desgraciadamente está el asesinato y el pillaje organizado, conviene sacar las tropas y gefes que hayan hecho allí la guerra, y aquellos que como algunas de nuestras partidas han aprovechado el nombre del Rey y Patria para sus fines particulares cometiendo horrores, debe ir separándoselos con marcas muy lisongeras, destinándoles al Nuevo Reyno de Granada y bloqueo de Cartagena."
Se les acabó el pan de piquito... Ahora el objeto de la lucha dejaría de ser la rapiña, el robo de haciendas y la violación de blanquitas, sino servir disciplinadamente a la causa del "Rey y Patria". Lo demostraron en la toma de Cartagena, donde acuchillaron, bajo las órdenes de Morales (o tal vez del Indio Pacheco), a 400 civiles indefensos. La apropiación de bienes y los abusos corresponderán a las juntas de secuestro y a tipejos como Salvador de Moxó. Otra fuente nos menciona que, en el afán de poner orden en las tropas que fueron de Boves, Cervériz y Zuazola, algunos fueron pasados por las armas, otros enviados como guarnición a Puerto Rico, e incluso a España, donde tuvieron que disciplinarse o perecer. Llegó el momento de saltar la talanquera.... Preferible una disciplina horizontal a la criolla que una disciplina vertical peninsular. El mono sabe en qué palo trepa.

Volveremos a Pablo Morillo y su expedición cuando hablemos de la Virgen del Valle y varias leyendas caraqueñas que lo involucran.

José Antonio Páez
El Catire Páez, en su Autobiografía (Ediciones Antártida, 1960), nos menciona a dos de estos personajes que tomaron las armas contra la Patria y la Libertad. Uno de ellos fue Manuelote, el esclavo capataz del Hato La Calzada, quien mucho humilló al joven José Antonio, y el otro es Pedro Camejo, o Negro Primero, valiente soldado hasta la muerte. Negro Primero tuvo una conversación muy interesante con Simón Bolívar en un campamento, y nos la narra Páez:
Cuando yo bajé a Achaguas después de la acción del Yagual, se me presentó este negro, que mis soldados de Apure me aconsejaron incorporase al ejército, pues les constaba a ellos que era un hombre de gran valor y sobre todo muy buena lanza. Su robusta constitución me lo recomendaba mucho, y a poco hablar con él, advertí que poseía la candidez del hombre en su estado primitivo y uno de esos caracteres simpáticos que atraen bien pronto el afecto de los que los tratan.

Llamábase Pedro Camejo y había sido esclavo del propietario vecino de Apure, don Vicente Alfonzo, quien le había puesto al servicio del rey porque el carácter del negro, sobrado celoso de su dignidad, le inspiraba algunos temores.
Después de la acción de Araure quedó tan disgustado del servicio militar que se fue al Apure, y allí permaneció oculto un tiempo hasta que vino a presentárseme, como he dicho, después de la acción del Yagual. 
Pedro Camejo (a)
Negro Primero
Pedro Centeno Vallenilla

Admitíle en mis filas y siempre a mi lado fue para mí preciosa adquisición. Tales pruebas de valor dio en todos los reñidos encuentros que tuvimos con el enemigo, que sus mismos compañeros le dieron el título de Negro Primero.

Estos se divertían mucho con él, y sus chistes naturales y observaciones sobre todos los hechos que veía o había presenciado, mantenía la alegría de sus compañeros que siempre le buscaban para darle materia de conversación.
Sabiendo que Bolívar debía venir a reunirse conmigo en el Apure, recomendó a todos muy vivamente que no fueran a decirle al Libertador que él había servido en el ejército realista.

Semejante recomendación bastó para que a su llegada le hablaran a Bolívar del negro, con gran entusiasmo, refiriéndole el empeño que tenía en que no supiera que él había estado al servicio del rey.


Así, pues, cuando Bolívar le vio por primera vez, se le acercó con mucho afecto, y después de congratularse con él por su valor le dijo:

-¿Pero que le motivó a usted a servir en las filas de nuestros enemigos?
Miró el negro a los circundantes como si quisiera enrostrarles la indiscreción que habían cometido, y dijo después:

-Señor, la codicia.
Simón Bolívar
-¿Cómo así? preguntó Bolívar.
- Yo había notado, continuó el negro, que todo el mundo iba a la guerra sin camisa y sin una peseta y volvía después vestido con un uniforme muy bonito y con dinero en el bolsillo. Entonces yo quise ir también a buscar fortuna y más que nada a conseguir tres aperos de plata, uno para el negro Mindola, otro para Juan Rafael y otro para mí. La primera batalla que tuvimos con los patriotas fue la de Araure: ellos tenían más de mil hombres, como yo se lo decía a mi compadre José Félix; nosotros teníamos mucha más gente y yo gritaba que me dieran cualquier arma con que pelear, porque yo estaba seguro de que nosotros íbamos a vencer. Cuando creí que se había acabado la pelea, me apeé de mi caballo y fui a quitarle una casaca muy bonita a un blanco que estaba tendido y muerto en el suelo. En ese momento vino el comandante gritando “a caballo”. ¿Cómo es eso, dije yo, pues no se acabó esta guerra?

-Acabarse nada de eso, venía tanta gente que parecía una zamurada.
-¿Qué decía usted entonces? dijo Bolívar.
-Deseaba que fuéramos a tomar paces. No hubo más remedio que huir, y yo eché a correr en mi mula, pero el maldito animal se me cansó y tuve que coger monte a pié.
El día siguiente yo y José y Félix fuimos a un hato a ver si nos daban que comer; pero su dueño cuando supo que yo era de las tropas de Ñañá (Yáñez) me miró con tan malos ojos, que me pareció mejor huir e irme al Apure.
-Dicen, le interrumpió Bolívar, que allí mataba usted las vacas que no le pertenecían.
-Por supuesto, replicó, y si no ¿Qué comía? En fin vino el mayordomo (Páez) al Apure, y nos enseñó lo que era la Patria y que la diablocracia no era ninguna cosa mala, y desde entonces yo estoy sirviendo a los patriotas.
Conversaciones por este estilo, sostenidas en un lenguaje sui generis divertían mucho a Bolívar, y en nuestras marchas el Negro Primero nos servía de gran distracción y entretenimiento

Batalla de Araure
Tito Salas


7 comentarios:

  1. Tengo una duda, ¿qué fue lo que ocurrió en verdad con el Ejército Pacificador de la Costa Firme, iban realmente al Río de la Plata pero al perderse esa región cambiaron los planes o era una coartada ir para allá y siempre fue la verdadera intención ir a Venezuela y la Nueva Granada?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El fin de la expedición era Venezuela y Nueva Granada. En alta mar se abren las instrucciones y se cambia la ruta. La fama de la guerra en Venezuela era tan mala que los solfdados no se hubieran alistado.

      Eliminar
  2. Caray, la historia de Venezuela se va repitiendo en el transcurso del tiempo!!!
    Interesante la reseña al Negro Primero; es hasta tierno!!!

    Marga

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, no aprendemos de la historia.

      Negro Primero era un ser inocente y puro. No así Manuelote, que era un hijueputa descarado. Después te echo el cuento que es largo.

      Eliminar
    2. Cuenta, cuenta, esto está interesante... jejejejeje

      Eliminar
    3. Prontico, prontico... Ya tengo un chisme que contar. Jajaja!

      Eliminar
  3. Vine aquí buscando la definición de diablocracia pero no me ha quedado claro.

    ResponderEliminar