Cristo yacente, por Gregorio Fernández (1576-1636) Iglesia de San Miguel y San Julián, Valladolid |
ANHELO
Es mi gloria mi esperanza,
es mi vida mi tormento,
pues muero de lo que vivo
y vivo de lo que espero.
Espero gozar mi vida
en la muerte que padezco,
y en cada instante que vivo
un siglo forma de deseos.
Deseo morirme y, cuando
efecto juzgo mi afecto,
la muerte traidora huye
para dejarme muriendo.
Muriendo vivo y me aqueja
el dolor de no haber muerto,
que, ausente del bien que adoro,
ni salud ni vida quiero
Quiero en las aras del amor
sacrificar mis alientos,
y como el vital no rindo,
por rendirlo desfallezco.
Desfallezco, gimo, lloro,
y, triste como tórtola, peno,
siendo tristes mis arrullos
índices de mi tormento.
Tormento que me reduce
a llegar a tal extremo,
que, sin admitir alivio,
lágrimas son mi sustento.
Por Sor Juana María de los Ángeles, en el mundo María Josefa Paz del Castillo
Fuente: Antología de la poesía hispano y americana, Tomo tercero
Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1958
Hay pocas noticias sobre la poesía venezolana anterior a la Independencia, a pesar de la activa vida cultural que experimentaron las provincias que hoy conforman a Venezuela. Casi todas las antologías comienzan con Andrés Bello, como si nada hubiese existido con anterioridad. Pocos ejemplos surgen aquí y allá, pero no dan un cuadro completo. Las editores de esta antología hacen una breve semblanza:
María Josefa Paz del Castillo nace en Coro a mediados del 700 (El P. Pedro Pasblo Barnola SJ , asegura que en 1770), e ingresa en el Convento de Santa Ana de su ciudad natal con el nombre de Sor María de los Ángeles. Su juventud encantadora, de extraordinario ingenio y gran belleza, fue lujo y gozo en los salones de la colonia. Recibió unas formación literaria nutrida de clásicos castellanos del Siglo de Oro, que asimiló con inteligente sensibilidad. El único poema que ha llegado hasta nosotros -Anhelo- tiene un fragante eco teresiano pasado por aires gongorinos (...)Sor María de los Ángeles es, sin duda alguna, una vez lírica transida de ardor místico, suave y delicada y la iniciación de la poesía femenina venezolana.El P. Barnola ubica su fallecimiento hacia 1817