miércoles, 3 de octubre de 2012

El oso hormiguero y las hormigas (fábula criolla)




El oso hormiguero y las hormigas

A una cueva de hormigas
Vino un oso hormiguero,
Extenuado del hambre
Y flaco por extremo.
La cueva estaba llena,
Mas en aquel momento
Ni una sola se veía;
Todas estaban dentro.
El oso se paseaba,
Se detenía perplejo,
Gruñía, se rascaba,
Y se aclaraba el pecho,
Hasta que al fin la reina,
Gorda y de buen aspecto,
Sacó la nariz fuera
Para observar el tiempo,
Y el oso aprovechando
El lance, con respeto,
Así dijo á la hormiga
Del modo más atento:

El oso

Bella señora mía,
Mi encanto, mi embeleso,
De mi bosque nativo
Muy fatigado vengo,
Para ofrecer á ustedes
En prueba de mi afecto,
Un manjar delicioso,
El mejor alimento
Que puede á las hormigas
Proporcionar el cielo;
Vedlo! (y sacó la lengua).
Ese gluten que tengo
Abundante y sabroso,
Lo elaboro en mi pecho
A costa de fatigas
Y sudores sin cuento;
Mas por mi patriotismo
Y por mi amor intenso,
A vuestras reales plantas
He venido á ponerlo.

La hormiga

Mil gracias, señor mío,
Le doy por sus deseos:
Con gusto aceptaría
Tan rico ofrecimiento
Si al menos yo supiese
A qué atribuirlo debo.

El oso

Yo os lo diré, señora.
Há tiempo que en mi pueblo
Supe las excelencias
De vuestro buen gobierno,
Y siempre decidido,
Amante de lo bello,
Vengo á sacrificarme
Por el reposo vuestro.

La hormiga

No tengo qué decir,
Si, es que lo hacéis por eso;
Pero... no miro el modo
De sacaros de adentro
El néctar que decía
Es tan rico sustento.

El oso

Oh, no tengáis cuidado:
Marcháos allá dentro
Que yo meto la lengua
Hasta el fondo, si quiero,
Y todas os pegáis,
Y yo me estaré quieto
Hasta que satisfechas
Abandonéis el puésto.
Fuese dentro la hormiga,
Y el oso muy contento
Media vara de lengua
Soltó en el agujero,
Y al punto estuvo toda
Cubierta á tal extremo,
Que parecía forrada
En terciopelo negro;
Y como estaban presas
En el licor espeso
Que su lengua segrega,
Sólo para el efecto,
Sacóla al punto el oso,
Limpióla en el gargüero,
Dándose una panzada
Que lo dejó repleto.

Cuando un patriota guarda
Tantos comedimientos,
Y sin que se los pidan,
Ofrece sus esfuerzos
Para aliviar las penas
A pueblos ó gobiernos,
Saber primero importa
Cómo está de alimento,
Después mirar su lengua
Con precaución, de lejos,
Y al observar que pega,
Mandarlo á los infiernos.


Que sirva esta fábula para que no seamos como esta colonia de hormigas que se dejó encantar con cantos de sirena. La historia de Venezuela está llena de aventuras como la descrita por el Dr. Jesús María Sistiaga, por andar creyendo que "alguien" nos resolverá los problemas, sin esfuerzo de nuestra parte. Allí quien "coronó" fue el oso hormiguero, como siempre. Recordemos que el zorro prefiere perder el cuero antes que cambiar de hábitos.
¡Ojo 'e garza con las ofertas engañosas! 
Fuente:
Primer libro venezolano; Literatura, Ciencia y Bellas Artes (Tipografía El Cojo, Caracas, 1895). Encontré esta fábula en un antiguo libro que compré en el mercado de usados. Fue una edición fascicular coleccionable, en conmemoración al centenario del natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. Esta pieza bibliográfica es una verdadera mina de información, que permite conocer a toda la intelectualidad venezolana del siglo XIX. Volveremos a él.

Sobre el autor:
Jesús María Sistiaga Lovera (1823-1889) La biblioteca de escritores venezolanos contemporáneos (1875) da una breve semblanza del autor, un personaje casi olvidado por sus compatriotas:

Fueron sus padres el Dr. José de Sistiaga, magistrado integérrimo, y la señora Carmen Lovera Otáñez.
Hizo sus estudios en la Universidad Central de Venezuela, recibiéndsose en Filosofía y Jurisprudencia a la edad de 22 años. Fue Ministro de Estado en el Ministerio de Relaciones Exteriores, miembro de la Corte Suprema de Justicia y Presidente de la Corte Superior en distintas épocas.
Sistiaga -nos dice J. M. de Rojas, compilador de la Biblioteca-, ha sido colaborador de diversas publicaciones políticas y literarias y sus escritos, llenos de chiste y de sátiras, indican el género de literatura que ha preferido y en el cual sobresale cada vez que, poniendo á un lado sus habituales quehaceres, se dedica á las letras.

Felipe Tejera en sus  Perfiles venezolanos nos dice de él:
Es el Señor Sistiaga de carácter puntilloso y descontentadizo, algo vehemente además. Tiene porte interesante, maneras cultas y verbosidad chistosa en la conversación. De frente amplia y pobladas cejas, abundante mostacho, color encendido y blanco; su ancha calva contribuye al despejo de su fisonomía, que denota una inteligencia clara y perspicaz. Viceversa de otros que en su trato no muestran lo que saben. Sistiaga aparece en la conversación más talentoso que en sus obras.

2 comentarios:

  1. deberian publicar mas cuentos y poemas de jesus maria sistiaga son muy buenos el gato y el raton, el zamuro catedsratico tambien

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    1. No te preocupes, que ya he pensado en el "zamuro catedrático". Otro día podré algo de él. Y coincido contigo; "deberían" (las prensas del Estado).

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