sábado, 9 de junio de 2012

Tan tonto como Creso I

Creso, Rey de Lidia
Creso, rey de Lidia era reputado como el hombre más rico de la tierra. De allí viene una expresión que se ha mantenido casi inalterable por unos 2600 años: "Tan rico como Creso" o esta otra "Más rico que Creso", y hay gente que lo dice con naturalidad aún sin saber quién fue el tal rey lidio. Este señor lo perdió todo al interpretar mal un oráculo y después, luego de ganar el favor de Ciro El Grande, Rey de Reyes y fundador del Imperio Persa, cometió otra gaffe política -Heródoto dixit.

Las fuentes griegas (Heródoto) no coinciden con la crónica de Nabónido, según la cual en 547 aC Ciro conquistó Lidia y mató a su rey. Desde la antigüedad se viene diciendo que Heródoto no fue el Padre de la Historia, sino el Padre de la Mentira, pero la historia es lo de menos cuando leemos con detenimiento sus nueve libros. Como nos decía en clase de catecismo un jesuita, con fuerte acento vizcaíno: "...Lo importante son las enseñanzas". Y enseñanzas nos sobran cuando se lee a Heródoto, que  para mí es el padre de la etnología. Disgrego...

El pobre Creso era pagado de sí mismo. Ese es el tema. Nadie parece notarlo hoy, pero es así. Varias fuentes griegas, no sólo Heródoto lo hacen notar, pero sin señalar con el dedo. Eran muy discretos en sus juicios hasta cuando se referían a las cosas de los bárbaros. El asunto de Creso no era su fortuna, sino otra cosa. Su oro seguro que era herencia de su padre Aliates, aunque Heródoto nos diga que amplió el reino de su padre. Una persona tan tonta y vana difícilmentre podía hacer fortuna y mucho menos mantenerla.
El mundo de Heródoto

Revisando en mi biblioteca saltó el libro Los siete sabios (y tres más) por Carlos García Gual (alianza Editorial, Madrid, 2007) que recoge de diversas fuentes las anécdotas y sentencias atribuidas a  los siete sabios de Grecia. El libro es muy bueno, como lo es el encuentro de Creso con algunos de estos sabios a quienes invitó a Sardes, capital de su reino, para restregarles en la cara su riqueza ¡Qué mal gusto! Uno no invita a la gente para faltarles el respeto. Cito a don Carlos García Gual, que es un erudito:

(El texto que traduzco ahora, de Diódoro 9, 26-27, quien lo tomó de Éforo, combina este juego de preguntas con la visita a Creso de varios sabios, reminiscencia de la vieja leyenda sobre el encuentro del riquísimo rey lidio y Solón)
Anacarsis el escita
Creso invitaba a los más destacados en sabiduría de los griegos, para mostrarles lo imponente de su felicidad, y a los que celebraban con elogios su fortuna los agasajaba con grandes regalos... Y acudieron a verle Anacarsis el escita, Bías, Solón y Pítaco, a los que llamó para albergarlos en su palacio con la mayor pompa. Teniendo a su lado a estos, educados en la entonces afamada brevilocuencia lacónica, Creso, que les había mostrado la prosperidad de su monarquía y la multitud de pueblos subyugados, preguntó a Anacarsis, que era el mayor en edad de los sabios, que a quién consideraba el más valiente de los vivos. Y él contestó: "A los animales salvajes, pues son los únicos dispuestos a morir por su libertad". Creso pensó que se había equivocado, pero sospechando que en su segunda respuesta le daría gusto, le preguntó: "A quién consideras el más justo de los vivos?. Y él de nuevo le contestó que "a los animales salvajes, pues son los únicos en vivir de acuerdo con la naturaleza, y no con leyes; ya que la naturaleza es creación de dios, pero la ley una convención humana, y es más justo servirse de los preceptos de dios que de los inventos de los hombres". Queriendo el rey burlarse preguntó a Anacarsis si también las fieras son muy sabias. Asintió él y se lo explicó diciendo que lo más propio de la sabiduría es preferir la verdad de la naturaleza a la convención de la ley. Creso se mofó de que él le hubiera contestado según el saber escita y una cultura proclive a las fieras.
Además de bobo y vanidoso, es grosero nuestro Creso-hijo-de-Aliates... Falta el respeto a las canas y sabiduría de su invitado, y se cree valiente y justo. Con un discurso como el de Anacarsis al menos ha debido vestirlo con púrpura real (de Tiro, por supuesto) y pasearlo por Sardes montado en el mejor de los caballos de las cuadras reales, tal vez llevando el mismo rey las bridas. Sigamos la lectura:
Solón de Atenas
Le preguntó a Solón cuál era el ser más feliz que había visto, pensando que al menos eso se lo concedería a él. Pero éste respondió que a nadie podía en justicia llamárselo  hasta que hubiera contemplado el final de su vida; sin eso nadie podía ser considerado correctamente feliz, pues muchas veces los que antes tenían fama de felices al final de su vida se precipitan en grandísimas desgracias. Entonces el rey dijo: "¿Ni siquiera, pues, me consideras riquísimo?". Y Solón, respondiéndole de nuevo negativamente, le enseñó que no había que considerar riquísimos a los que tienen muchísimo, sino a los que consideran digna de muchísimo la inteligencia; la inteligencia no encuentra rival en ninguna de las otras cosas y ofrece a quienes la atesoran la más grande y firme riqueza.
Por andar haciendo preguntas fatuas, Creso perdió la oportunidad de darle a Lidia una buena constitución democrática como la que Solón dio a Atenas. Tal vez la compañía de Sardanapalo IV lo hubiera satisfecho con sus respuestas, pero ya éste era polvo. Pero Creso no escarmienta, ni capta el mensaje de Solón, que le dice que sea inteligente:
Bías de Priene
Le preguntó entonces el rey a Bías si Solón había dado una respuesta correctamente o si se había equivocado. Y éste respondió: "Correctamente. Pues él quiere ver y reconocer lo bueno que hay en ti, pero sólo ha visto lo que hay en tu palacio. Y son ésas y no éstas las cosas que hacen felices a los humanos".
Dijo el rey: "Bien, si no estimas ante todo la riqueza de mis dominios, al menos ves que tengo una multitud de amigos, más que ningún otro". Pero él le contestó que el número de los amigos de los amigos es incierto cuando depende de la buena fortuna.


El pobre Creso aún no cae en cuenta de las cosas. Tal vez los únicos amigos sinceros eran estos sabios, pero, en su mente materialista, no puede captar lo que le dice Bías. Ovidio lo dirá más claro unos siglos más tarde: Donec eris felix, multos numerabis amicos: Tempora si fuerint nubila, solus eris. La cosa se pone intensa para Creso.
Pítaco de Mitilene
Le preguntó a Pítaco, dicen: "Cuál es el poder más fuerte que has visto?" y él respondió: "El de la tabla pintada", aludiendo a las leyes.

Estos sabios estaban perdiendo tiempo con quien no quería aprovechar la sabiduría que se le ofrecía gratuitamente. Prefería más bien comprar amigos y alabanzas. Por hoy basta. Continuaremos luego con lo que nos cuenta Heródoto sobre Creso. ¡Pobre diablo, mucha plata y poco seso!

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