miércoles, 6 de junio de 2012

Una devoción se desvanece

Retablo del siglo XVIII con la imagen
de Nuestra Señora del Sagrado Corazón
Entre las advocaciones marianas que menciona el P. Pedro Pablo Barnola SJ, como veneradas en Caracas, está la imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón que se encuentra en la Catedral metropolitana. Me sorprendí al leerlo porque nunca imaginé que esa imagen que me era tan familiar fuera objeto de devoción ferviente de los caraqueños. Muchas veces he pasado por Catedral y conozco muy bien dónde se encuentra. Lo que no veo es fieles orando, llevando flores a María, o encendiendo velas. ¡NADA!

La referencia que nos da Alfredo Armas Alfonzo es muy escueta:
El culto de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús en Venezuela se le debe al Pbro. Jesús María Hurtado, nacido y ordenado en Barquisimeto, trasladado a Caracas en tiempo del Arzobispo Críspulo Uzcátegui, quien le asignó el Curato del Sagrario, esto es la Parroquia de la Catedral. La primera imagen del Sagrado Corazón la trajo él de España, en 1896. Durante algún tiempo, la misa que se le rezaba los primeros jueves de cada mes, se aplicaba a las intenciones del hermano de la señorita Elisa Rodríguez España, sobrina en tercer grado del gran patricio D. José María España.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón
Imagen tradicional
No nos dicen más Barnola, ni Armas. Cuando fui el domingo a misa en Catedral, la busqué. Está en un retablo rococó del siglo XVIII de madera de cedro dorado a la hojilla, en la capilla dedicada a San Pedro Apóstol, que corresponde a la Parroquia del Sagrario. Perteneció a la Cofradía de San José y las Ánimas Benditas, obra de Pedro Gutiérrez (1777), modificado. Albergó en sus mejores tiempos la imagen de San José con el Niño, obra de Juan Pedro López, abuelo de Andrés Bello. Está tras las rejas, protegida del polvo con un vidrio que, con el reflejo de las luces eléctricas, impide ver la imagen. Tampoco los fieles se pueden acercar; no hay flores, ni velas, ni muestra alguna de devoción. Para empeorar las cosas, un vulgar letrero de plástico azul con letras blancas, a los pies de la imagen, la identifica.

¿A qué se deberá esta decadencia? ¿Será porque es un culto importado? No. La imagen de Lourdes, en Maiquetía, traída de Francia en la misma época, mantiene un culto fervoroso e ininterrumpido, con una concurrida procesión-peregrinaje anual el 11 de febrero. ¿Será que ya los caraqueños no creen en la Virgen? Tampoco. La Soledad y Nuestra Señora de las Mercedes, mantienen fiestas concurridas y sus imágenes siempre tienen fieles en oración. Hay nuevas devociones marianas que han llegado a Venezuela en el último siglo, como por ejemplo María Auxiliadora, Fátima o Rosa Mística, que reciben muestras frecuentes de fervor popular. Como en otros aspectos, las costumbres y preferencias cambian.


5 comentarios:

  1. Gracias por recordarnos Nuestra Señora del sagrado Corazón de Jesús, es una imagen hermosa y una advocación muy especial.

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  2. Gracias por recordarnos Nuestra Señora del sagrado Corazón de Jesús, es una imagen hermosa y una advocación muy especial.

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  3. El venezolano es escasamente religioso. Uno lo nota clarísimo y sin necesidad de hacer comparaciones con otros pueblos. Ya ésto sucedía el siglo antepasado y en la Colonia también, como está suficientemente atestiguado
    Como los santos son simplemente fieles difuntos que se consideran en bienaventuranza y ejemplos a imitar para un católico o cristiano en general, entonces si somos un país pagano, y el Vaticano lo sabe muy bien, el Dr José Gregorio Hernández no llegará a la canonización,porque ¿Para que quiere un guante, bate y pelota un niño que no juega beisbol? ¿Para que quiere ejemplos a imitar en cristiandad un país pagano?

    ¿Será por la indiferencia o la superficialidad religiosa que estamos como estamos?

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    1. Estás en lo cierto. El venezolano es más supersticioso que religioso. Para ser religioso se requiere la práctica, la participación en la vida sacramental y en las actividades comunitarias (grupos laicos, parroquias, etc). Esa superstición es lo que hace difícil la canonización de José Gregorio Hernández, que muchos creen aquí que es soplar y hacer botellas.

      Fue una religión mal enseñada (y practicada) desde un principio. Por eso estamos como estamos.

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