martes, 25 de septiembre de 2012

El soldado y la Virgen del Rosario (leyenda)

Nuestra Señora del Rosario, protagonista de la leyenda
Colección Museo Sacro, Caracas
Foto de Brisa del Mar 72
http://www.flickriver.com/photos/fotobrisa/tags/museo/
La imagen de Nuestra Señora del Rosario que vemos tras la vitrina del Museo Sacro de Caracas perteneció al convento y templo de San Jacinto. Ante ella muchas generaciones de caraqueños se acercaron a implorar alguna gracia, o agradecer favores concedidos. Es una pieza de valor histórico y de indudable mérito artístico. La imagen luce un elegante traje de diseñador, está colocada bajo un dosel antiguo con varas de plata labrada y lleva una corona sobredorada.


Carmen Clemente Travieso
Escritora
Esta histórica pieza es también protagonista de una vieja leyenda caraqueña, ya desaparecida de la memoria popular, que encontré en el libro Anécdotas y leyendas de la vieja Caracas (Concejo Municipal del Distrito Federal, Caracas, 1971), escrito por Carmen Clemente Travieso. Se titula El soldado de Morillo y la Virgen del Rosario y me llevó a hacerle una visita al museo, anexo a la Catedral. Aprovecharé la ocasión para incluir las fotos que tomé en el edificio.

La leyenda incluye al Pacificador don Pablo Morillo, Conde de Cartagena y Marqués de La Puerta, quien es además objeto de muchas consejas caraqueñas sobre entierros de tesoros y otras minucias. Ahora nuestra leyenda:
Iglesia y Convento de San Jacinto
a mediados del siglo XIX
Cada vez que se celebraba la fiesta de la Virgen del Rosario en la extinta Capilla de San Jacinto, perteneciente al antiguo convento de los dominicos, la imagen era adornada con los más vistosos trajes y sus más costosas joyas. Se prendía a sus hombros un espléndido manto de tisú bordado de oro y tachonado de pequeñas estrellas de plata y una hermosa túnica de raso fino ricamente galoneada; y sobre sus cabellos se colocaba la corona de plata sobredorada en que lucían piedras preciosas de gran precio, entre las manos el largo rosario de cuentas de oro y en las orejas se prendían los pendientes cuajados de diamantes, Así, entre flores y luces aparecía la Virgen ante los ojos del público fervoroso, montada en alto trono de macizas columnas de plata labrada, se destacaba la imagen con todo su esplendor desde la nave central de la iglesia.
Soldado expedicionario español
La leyenda comienza cuando un veterano militar, robusto y de gruesos músculos, se sintió atraído por aquel lujo de joyas que lucía la imagen. El joven formaba parte de uno de los regimientos que componía el cuerpo de tropas que comandaba el futuro Conde de Cartagena.
Y refiere la tradición, -no precisa fecha- que el asombro del Prior del convento llegó al extremo cuando se dio cuenta, al día siguiente de la fiesta celebrada en honor de la Virgen del Rosario, que ésta había sido despojada de sus más ricos y notables ornamentos y joyas: la corona, el anillo, el rosario y los pendientes habían desaparecido como por encanto.
Llamado a declarar el guardián del templo, dijo que él había cerrado y atrancado bien las puertas después de la minuciosa requisa que acostumbraba generalmente hacer; y que durante la noche no había percibido ningún ruido extraño, ni en lo interior ni en la parte exterior del edificio.
Cundió la alarma entre los vecinos y los feligreses; y pocos días después comenzó a regarse el rumor de que a un platero de la ciudad se le había presentado un desconocido proponiéndole la venta de varios objetos de arte muy valiosos por un precio ínfimo. El platero entró en sospechas, por lo que dio parte a la autoridad para que persiguieran al presunto ladrón sacrílego. Y no pasó una semana sin que se propalase la noticia de que el autor del hurto había sido un soldado de los que ses hallaban de guarnición en la capital, y al que se le seguía ya por ello el correspondiente juicio criminal.
El joven militar fue llevado al Consejo de Guerra ordinario que las Reales Ordenanzas españolas establecían para estos casos. Seguido el proceso en todos sus trámites hasta su conclusión, fue condenado como "reo de sacrilegio", a ser ahorcado según lo estatuía la ordenanza del Ejército entonces vigente en España y sus dominios (art. 3 y 4, título 10, trat.8).
La imagen de la Virgen del Rosario en su vitrina.
La foto es mía y se nota la vitrina sucia
No obstante que el mismo reo acusado hizo su original defensa, no fue absuelto. Comenzó por decir que no necesitaba un defensor, sosteniendo que él era completamente inculpable del hecho que se le imputaba y que él francamente había confesado. Y refirió lo siguiente:
"Aquel día yo fui a visitar la Virgen del Rosario por la que siento especial devoción porque me recordaba las glorias de Lepanto. Hallándome de hinojos ante ella, rogándole fervorosamente me protegiera en mi carrera y me remediara en mi penuria, oí una suave, celestial, dulce voz, que me decía: - Buen cristiano, acojo benigna tu petición; levántate, toma estas prendas de que no tengo necesidad y dispón de ellas como quieras: mas no olvides nunca a la madre del Rosario".
"Lleno de santo temor y alborozado de júbilo al mismo tiempo, y sin cuidarme de que alguien me viese, tomé buenamente del cuello de la efigie el magnífico rosario que ostentaba y la despojé también del anillo y los pendientes y de la corona, que en mi concepto, de nada servían al simulacro, y sí habrían de servirme a mí de mucho para salir de la pobreza en que me hallaba".
Los militares que oyeron este relato supusieron que algo insólito había sucedido a aquel veterano, cuyo valor era proverbial entre sus camaradas, por lo que no lo creyeron capaz de recurrir a una mentira para salvar su vida. Y todos se sintieron inclinados a votar por su absolución; pero al mismo tiempo les contuvo el temor de infringir la letra de la ley que prescribía para el caso la pena de la horca. Por ello, y con el debido respeto hablaron con el Capitán General, quien ya había sido informado del caso, logrando que el mismo Morillo oyese de boca misma del reo la relación del suceso que ya algunos oficiales consideraban sobrenatural.
Pablo Morillo
El joven, dueño de una gran serenidad y calma, repitió lo que ya había declarado ante el Consejo y expuso su convicción de su inocencia y de no haber hecho otra cosa que cumplir un mandato superior, aceptando el regalo que la Virgen buenamente quiso hacerle. Él era cristiano que tenía fe en Dios y en sus santos y como militar estaba obligado a la obediencia.
Morillo se dejó impresionar por las declaraciones, lo mismo que los oficiales que lo habían juzgado, quienes comenzaron a pensar que seguramente este hombre estaba refiriendo un "milagro". Influyeron sobre él para que lo absolviera y llegaron a persuadir a Morillo de la conveniencia "que bajo el doble aspecto de la religión y la política habría de no aplicarle al asunto militar la pena en que justamente había incurrido".
(... En este punto, Carmen Clemente repite los lugares comunes de los historiadores venezolanos del siglo XIX contra don Pablo Morillo...)
.... nuestra leyenda dice que el General Morillo desoyendo el dictamen del auditor de guerra, suspendió la ejecución de la sentencia librada contra el sacrílego soldado. Mandó que se revisara el proceso en la forma dispuesta por las Reales Ordenanzas que para entonces regían en los dominios de las Indias.
Al mismo tiempo el terrible caudillo, temiendo que se relajara la disciplina militar, hizo publicar un Bando en el que dispuso que "en lo adelante ningún individuo del ejército, cualquiera que fuese su empleo o graduación, pudiese recibir regalos de Dios, de María o de los Santos sin permiso especial otorgado previamente y con conocimiento de causa, por el Rey de España o por el Capitán General".
Y fue así como el mentiroso soldado salvó su vida.
Patio del Museo Sacro (ala sur). Se aprecia en la base de las
columnas la diferencia de nivel entre el Colegio Episcopal
del Siglo XIX y el pavimento del siglo XVII, con la acequia,
que se ve a la izquierda. Se nota el deterioro; las tejas
cayeron hace tiempo y no han recogido los cascajos.
Historia extraña la relatada. De ser cierta, la decisión de don Pablo Morillo de absolver al culpable obedecería a la consideración del valor del soldado y a mantener la moral de las tropas expedicionarias. Para comprender mejor su actitud frente a la disciplina militar y el soldado español, en vez de recurrir a Felipe Larrazábal, historiador de la mitología criolla, mejor buscamos a Salvador de Madariaga, quien en su biografía de Simón Bolívar, se refiere a Pablo Morillo:
...Escribía (Morillo) a su colega inglés Winpfen (19.XII.13): "Vuelvo a a reiterar a V.S. que esta tropa (se refería a las tropas españolas en Francia) ha observado una disciplina más rigurosa que en su propio país; y habiendo sido hasta esta época el modelo de subordinación por su buen comportamiento en todas ocasiones, no creo que se pueda ya exigir más de estos oficiales y soldados, cuando todo lo compran, hasta la luz y sal en sus propios alojamientos, llegando ya al extremo de que los paisanos franceses se encuentran con un orgullo superior al del soldado español, que además de haber vencido, no puede distraer de su memoria el triste estado en que dejan a su desgraciada patria, destruida y arruinada por las tropas del Tirano".
Este episodio revela la actitud de Morillo en cuanto a la disciplina y conducta militar. Soldado salido del pueblo, comprendía los sentimientos y las flaquezas de la naturaleza humana que brotaban de los amargos recuerdos que la soldadesca francesa había dejado en España o del hambre crónica que padecían los ejércitos anglo-españoles en Francia; pero "sufría lo indecible" ante la mera idea de que sus soldados se condujeran mal...
Ala norte del Museo. La estructura que sobresale (se ve sobre
el techo), corresponde a la cúpula de la Capilla del Pópolo,
contruída por el Obispo Diego de Baños y Sotomayor.
Por otro lado, sólo habría que averiguar el itinerario del Pacificador para al menos tratar de ubicar la supuesta fecha del evento y otros que se le atribuyen:

El 7 de abril de 1815 llegó a Margarita. De allí pasó a Caracas de donde partió en julio hacia Puerto Cabello, donde recluta personal, para seguir luego a poner sitio a Cartagena a la que toma el 6 de diciembre del mismo año. Permanece en Nueva Granada durante 1816 y regresa a Venezuela a principios de 1817, cuando se dirige desde Guasdualito a Margarita y envía a Miguel de la Torre a Guayana. Lo vemos de nuevo en 1818 en los llanos; es derrotado en Calabozo y vence a Bolívar en Semén, donde recibe una herida grave. Siguió en campaña por los llanos hasta junio de 1820, cuando se hace la jura de la Constitución de Cádiz, y envía comisionados a Angostura para iniciar las negociaciones para la suspensión de hostilidades. El Armisticio se firma en noviembre de 1820 y un mes después abandona Venezuela por siempre.

Desde 1815 a 1817 la Capitanía General estuvo bajo el mando de Salvador de Moxó, quien es destituído por Morillo por inepto, "cruel, injusto y corrupto" y le enrostra  el hecho de haber construido en Caracas una casa a prueba de terremotos para su compañero y socio Jaime Bolet; lo acusa también de vender perdones y lo califica de cobarde. Lo despacha para Puerto Rico en agosto de 1817. Ese Jaime Bolet, catalán con quien Moxó tenía su jujú, era pariente de Nicanor y Ramón Bolet Peraza. Me pregunto si la casa antisísmica es la misma donde nació Nicanor. Calculen ahora la posible fecha de la manifestación generosa de la Virgen hacia el soldado ladrón.

Lápida de mármol conmemorativa del
primer centenario de la independencia. Recuerda
el vínculo de la familia Bolívar con la
Catedral y su devoción por la
Santísima Trinidad
Me gustan las leyendas que incluyen a Morillo (la mayoría falsas), y que excluyen a don Salvador de Moxó, quien si era muy ladrón y sinvergüenza, pero los venezolanos parecen perdonale todo. Estoy en deuda con el amigo Sergio Guzmán para referirle una recopilación de ellas.

Una nota sobre el Museo Sacro:

Como en muchos museos, no se permite la toma de fotografías, sino en las áreas abiertas y en el espacio que existe entre las paredes exteriores de la Catedral y el Museo. Como no vi un vigilante ni un guía, tomé la foto sin el flash. El Museo podría tener un ingreso adicional publicando y vendiendo fotos de de las piezas más interesantes y hasta publicar un catálogo para la venta al público.

Me llamó la atención cierto descuido en el aseo del lugar, que se nota principalmente en las vitrinas. Los vidrios están sucios y polvorientos. Así mismo noté, como se ve en una de las fotos, que ha habido un desprendimiento de tejas y no han sido repuestas y se han dejado los cascotes en el suelo. Eso da mala impresión.

Sin embargo, aún vale la pena visitar el lugar, admirar la muestra que es muy buena y conocer la cárcel canónica y el osario del cementerio.

Uno de los respiraderos de la cripta de la
Capilla de la Santísima Trinidad. Me asomé
y vi latas de refresco y basura.
Pasillo entre los muros de la Catedral y el Museo.
Al fondo, el busto de Francisco Ibarra, primer
Arzobispo de Caracas.
Otro aspecto del patio del Museo

4 comentarios:

  1. bueno yo creo que eso fue verdad ya que ay personas que logran comunicarse con dios o maria lo unico que quiero decir es que esa leyenda es muy bonita

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    1. Sí, es bonita. Tal vez el soldado era andaluz dado a la mentira. Fíjate que la Virgen, según él, le dio las joyas, pero no le pidió ser bueno... Jajaja

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  2. Cuando se podía entrar a los edificios que tomaron el lugar del Pasaje Ramella de Las Gradillas a San Jacinto pude tomar algunas buenas fotos del conjunto de los techos de La Catedral y la antigua sede de La Religión que para entonces no se había rescatado como museo. Hoy me es imposible siquiera acercarme a los expropiados edificios y el Museo Sacro, tu sabes, lo de todos y no se le pueden pedir peras al olmo a unos techos que literalmente no se han reparado en un siglo casi. Y rasguñando deben de mantener hasta donde pueden el sacro lugar con su gran patrimonio que más nunca visité pero que vuelvo a recorrer aunque en parte con tus fotos.

    Mil Gracias

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    1. A veces, cuando voy al centro, trato de visitarlo. Hay muchas cosas expuestas que no corresponden a la calidad de un museo sino a tiendas de artesanía; son cosas nuevas que han agregado. Hay también dos cuadros, creo que de Herrera Toro, expuestos casi a la intemperie y a las cagarrutas de los murciélagos. No todo es falta de presupuesto, sino de conocimiento y sentido común.

      Anímate y lo visitas.La parte colonial vale la pena.

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