Un retrato en la geografía Novela de Arturo Uslar Pietri Edit. Losada, Buenos Aires, 1962 |
Tengo en mis manos un ejemplar de la novela de Arturo Uslar Pietri titulada UN RETRATO EN LA GEOGRAFÍA, laberinto de fortuna (Losada S. A., Buenos Aires, 1962), cuya situación corresponde a la última categoría: Libro-Niña-Vieja. En cincuenta años nadie había intentado siquiera leer las primeras páginas. No tenía sellos de biblioteca alguna, ni el nombre del feliz propietario. En la parte inferior de su lomo quedan escasos restos de una etiqueta de papel que lo más probable indicara la cota para ubicarlo en una biblioteca, que presumo nunca estuvo destinada a la lectura. Ni siquiera el nombre de don Arturo Uslar Pietri incitó a tomar un abrecartas y empezar a leerlo para poder decidir si valía la pena conservarlo o no, o qué quería decirnos el autor. Hay libros que pierden la oportunidad. Por suerte éste no es uno de ellos.
En mis manos casi corre con la misma mala suerte. Lo compré en el mercadillo de libros usados que queda bajo el puente de la Av. Fuerzas Armadas, entre Ña Romualda y Plaza España, cerca del Callejón de Manduca (Caracas), a un precio muy módico, junto con otros. Al fin y al cabo, es un libro viejo, en rústica, pero en buen estado para su edad. Al llegar a casa lo puse en la fila de PENDIENTES, hasta que, en una organización de la biblioteca, lo metí en la sección de Autores Venezolanos. Allí quedó, durmiendo y esperando pacientemente su turno. Los libros tienen vida propia y saben esperar. A este le llegó su oportunidad esta semana. Estaba buscando un libro que creí tener (pero no lo tengo) cuando salta a mis manos como diciéndome: Ahora sí ¿no? Leí la solapa... "En Un retrato en la geografía, su última novela, reconstrucción histórica de un tipo libre, encontrarán los lectores elementos de poderoso interés, pues se trata de una apasionante evocación de la dramática vida política venezolana de los últimos años." Una verdadera invitación a la lectura.
Libro abierto, con calma, página por página |
Esa misma noche me senté cómodamente con mi abrecartas sudafricano (casi una escultura), frente al escritorio y comencé a leer y a abrir páginas... lentamente, una por una... con calma. Es una forma distinta de leer. Lo que el autor quiso decirnos, lo dice así, con parsimonia. La prisa por abrir un folio podría dañar el libro, por lo que la hoja de la cuchilla debe deslizarse horizontalmente con una suave presión hacia afuera. Una vez abierto, se pasa la página... y así sucesivamente hasta haber concluido. Me ha dado largas horas de placer, del que se privaron quienes no se atrevieron a abrirlo.
Otro día hablaremos de Arturo Uslar y de su obra.
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