Nicanor Bolet Peraza 1838-1906 |
Nicanor era el segundo de "los ocho tomos" que formaban parte de su familia. Uno de sus hermanos fue un afamado pintor (Ramón Bolet Peraza) que militaba en campo político opuesto y otro era sacerdote.
El Diccionario de Historia de Venezuela (Fundación Polar, Caracas, 1997) nos dice: Escritor costumbrista, periodista y político. Opositor del gobierno de Antonio Guzmán Blanco y fundador de la Revista Las Tres Américas, órgano difusor de la corriente literaria del modernismo.
Los hermanos Bolet editaron la revista El Oasis (1856), pero al estallar la Guerra Federal, Nicanor Bolet Peraza, según sus propias palabras, cambió "el plomo de los tipos por el plomo de las balas" e intervino de lleno en aquella contienda, llegando al grado de General. En 1863 fundó con su hermano Ramón la revista El Museo Venezolano (1865-1866). Ministro del Interior en 1868, senador por Caracas (1872-1874). Casó con Perfecta Monagas, hija del Presidente José Gregorio Monagas. Fue factor importante en la reacción contra el gobierno autocrático de Antonio Guzmán Blanco a través de periódico Tribuna Liberal (1878). Durante su exilio en Nueva York fue redactor de la Revista Ilustrada de Nueva York (1885). Presidió varias sociedades literarias. Fue representante de Venezuela en la I Reunión de Naciones Americanas (Washington, 1890). Fue el escritor venezolano viviente más conocido y reconocido en el mundo hispanoparlante.
Transcribo un texto de sátira política de Nicanor Bolet Peraza (¿Serían de Plata?), con notas al pie para quienes requieran una aclaratoria. Leer a Bolet Peraza es todo un placer por su fino humor y mejor pluma. Volveremos a él.
¿SERÍAN DE PLATA?
Si el
desocupado lector no le parece cosa de mucha molestia una jornadita
retrospectiva de 36 años[i], puede su merced dejarse
correr por sobre los rieles de estos pareados renglones, y en un credo le
empujará nuestra pluma para ponerlo en aquel aciago año, que no llamaremos del
Señor, sino del 58, y en el que, con la chistosa pérdida de la chinela de Peoli
en la desbandada del Puente del Algarrobo, se dio comienzo al más largo y
sangriento de nuestros retozos democráticos[ii].
Nos
referimos a aquella revolución llamada de Marzo[iii], porque todavía las
bautizábamos con los nombres de los meses en que estallaban; pero más bien
debió llamarse a la susodicha “la revolución de la Salve”, por cuanto entró con
vida y dulzura y acabó gimiendo y llorando.
Entre los
briosos paladines que durante los Idus de Marzo se botaron a las calles de
Caracas a dar al moro muerto gran
lanzada, o sea a amenazar al Presidente Monagas, ya retirado del mando,
figuraba un guapo chico, a quien, para seguir la moda romana en cundió en tan
clásica ocasión, le nombraremos Casio Delio[iv], con apellido de Flaco.
Antonio Guzmán Blanco (Casio Delio Flaco) |
De carnes
también lo era; y por añadidura tenía la color aceitunada[v], picoteado el rostro por
las viruelas, y de resultas de éstas, la mirada torva, sin poderlo remediar.
Tales artificiales prendas y las naturales de hombros muy alzados y un vocerrón[vi] de traidor de melodrama,
le inclinaron a esto mismo en una compañía de aficionados que por aquellos
tiempos hacía furor (y otros adefesios) ejecutando (como suena) los dramas de
Zorrilla, Buchardy, Ducange, y otros varios truculentos autores en nuestra
culta capital e islas adyacentes[vii].
Al
formidaloso grito de ¡Abajo los ladrones! salióse, como queda ya constancia en
los autos, nuestro romano Casio Delio, llevando capa española montada hasta los
ojos y sujeta por la siniestra mano, en tanto que en la diestra empuñaba un
chafarote de teatro; y juntándose a los demás valientes que vociferaban frente
a la Legación francesa[viii], en donde se había
asilado el ex - Presidente, dióse también a pedir que muriera aquel señor y que
vivieran los que le querían mal; mas pareciéndole cursis y vulgares las voces
que allí se daban, las sustituía él con otras melodramáticas y bien sonantes, y
así gritaba:
-
¡Al
campo Don Nuño voy, donde probaros espero!
-
¡Muera
Eustrance! ¡Viva Burkenstaf! ¡Tiembla Faliero!...[ix]
Luego,
dirigiéndose a los hombres armados que guardaban las avenidas, así les
arengaba:
-
¡Arqueros
de palacio! ¡Alerta! ¡Alerta!
O al ver
que de la Legación salían algunos amigos del Presidente caído, se desgañitaba
azuzando contra ellos al pueblo menudo y vago en estos términos:
-
¡A
dar muerte nos juntemos, a estos villanos! ¡Mirad!
Y blandía
el chafarote.
Pocos días
después, hicieron al mozo capitán de una compañía, no de la legua, sino de
bravos voluntarios. El hecho de contar con una tizona, buenos pulmones y una
capa, le ayudó grandemente para ese ascenso persaltum.
Delio
Flaco, cual otro Mambrú, se fut en guerre[x].
Antonio Leocadio Guzmán Don Valerio, el excelente padre de Casio Delio El Padre de la Mentira |
El
excelente padre[xi]
se alegró mucho de que el heredero de su nombre tomase al fin carrera de más
viso y provecho que aquella de la improductiva comiquería, y dicen que lo
celebró también por otras razones, tocante a ciertas travesuras del joven
romano, que daban ocasión a las gentes para decir de él, parodiando a Rodolfo
en el famoso recitado de Luisa Miller[xii]: Ben lo conobbe il padre![xiii]
Por la
calle iba una mañana el bueno del viejecito, cuando sintió que le abrazaban por
detrás y una vez amiga y alborozada le decía:
-
¡Albricias,
don Valerio, albricias!
Volvióse
el aludido, y dijo:
-
Habías
de ser tú, Quoque Bruto[xiv]!
Vamos a ver, ¿de qué me pides albricias? Ni siquiera juego a la lotería.
-
¡Válgame
la Casa Santa! ¿Con que a estas horas no sabe usted la gran noticia?
-
Pues
si no hablas, continuaré en ayunas.
-
Seré
breve, telegráfico. “Acción reñida, victoria completa; facciosos escapados
dejando en nuestro poder una mochila y dos yeguas”, como dicen en el teatro.
-
¿Y
bien?
-
Sigue
así el parte oficial, que he visto con estos ojos: “Briosa carga, persecución
activa, valiente capitán”. ¿No se llama su hijo de usted Casio Delio?
-
La
propia persona ¿Le habrán hecho pelear?
-
¡Vaya
una ocurrencia! ¡que lo han hecho pelear! Que ha batido a los facciosos, que
los ha vuelto un fleco. Lo digo a usted que he leído el parte oficial.
-
Acabáramos,
hombre. Tú eres de los que comulgan con esas pamplinas de los partes oficiales.
¿Y qué es lo que dice? Vamos.
-
Eso,
que tu hijo se ha cubierto de…
-
¿De
qué? Háblame la verdad, que a todo estoy preparado.
-
De
gloria, amigo mío, de gloria inmarcesible.
-
¿De
veras, hombre?
-
Y
no fuera nada lo de haber derrotado a los enemigos del orden, sino que habiendo
éstos saqueado la iglesia del Gredal[xv], llevándose la custodia,
cálices, patenas, incensarios y demás alhajas del culto, llegó su hijo de
usted, los alcanzó y se las quitó…
-
¿Se
las quitó? ¿Casio Delio? Pues ahora si estoy creyendo lo del parte oficial.
-
Sí señor; y sin faltar una vinajera, se las
devolvió al cura del pueblo.
-
¿Se
las devolvió al cura? ¿Casio Delio?[xvi]
-
Completicas.
Un dineral en alhajas. ¿Qué dice usted, don Valerio? ¿No lo cree usted?
-
¡Hombre,
yo sí lo creo… pero serían de hojalata!
Antonio Guzmán Blanco en pose |
[i] El
texto de sátira política fue escrito en 1894 luego de la autocracia
guzmancista. Nicanor Bolet Peraza fue constante opositor al gobierno del
General Antonio Guzmán Blanco, déspota ilustrado.
[ii]
Se refiere a la Guerra Federal o Guerra Larga (1859-1865)
[iii]
La Revolución de Marzo (1858) fue producto de la alianza de conservadores y
liberales que aunaron esfuerzos para derrocar a la dinastía de los hermanos
José Tadeo y José Gregorio Monagas (1847-1858). Se valieron para ello del
gobernador de la Provincia de Carabobo, General Julián Castro, quien llegó a
ser uno de los más ineptos presidentes que ha tenido Venezuela.
[iv]
Casio Delio: es Antonio Guzmán Blanco. El autor usa un nombre romano, Casio
Delio Flaco, para referirse a él por el gusto que tenía su padre, Antonio
Leocadio Guzmán, por las citas y personajes greco-latinos.
[v]
Piel aceitunada: Los Guzmán gustaban presumir su blancura y pureza de sangre;
hasta llegaron a correr la voz de que ese apellido los emparentaba con los
Grandes de España. Toda Caracas sabía el origen orillero de los Guzmán. Antonio
Leocadio era hijo de un sargentón realista y de una marchanta que apodaban La
Tiñosa. Al referirse al color oliváceo de la piel, les recordaba su origen.
[vi]
Sic.
[vii]
Se refiere a la afición de Antonio Guzmán Blanco por las artes y las bellas
letras.
[viii]
El presidente Monagas prefirió renunciar y asilarse en la Legación de Francia
antes de llevar el país a una guerra civil y hacer correr sangre de sus
conciudadanos.
[ix]
Los Guzmán gustaban de actitudes y expresiones teatrales.
[x]
Vieja cancioncilla revolucionaria francesa. En castellano se canta aún en
juegos infantiles: Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena…
[xi]
Antonio Leocadio Guzmán, conocido entre los conservadores como El Padre de la
Mentira y Tragalibras, entre otros. Aquí Bolet Peraza le da un nombre romano:
Valerio.
[xii]
Luisa Miller, ópera en tres actos de Giuseppe Verdi.
[xiii]
Traducción: “Bien lo conoce el padre”.
[xiv]
Última frase de Julio César cuando fue asesinado y reconoce a Junio Bruto entre
sus asesinos.
[xv]
Gredal: nombre ficticio que Bolet usa para referirse a una Venezuela aldeana.
Uno de los clásicos de la literatura venezolana del siglo XIX lo constituyen
las Cartas Gredalenses, obra de Nicanor Bolet Peraza.
[xvi]
Su padre bien lo conoce, como en recitativo de Luisa Miller. Antonio Guzmán
Blanco era incapaz de devolver una cosa de valor. También se refiere al robo
descarado que hizo Guzmán Blanco de las alhajas de los conventos caraqueños que
él había clausurado durante la persecución religiosa. Es un hecho histórico que
en su último viaje a Europa como Ministro Plenipotenciario de Venezuela en
Francia y otras cortes europeas, fue destituido en el camino y al llegar a St.
Nazaire y abrirle el equipaje, el interventor de aduanas le preguntó si viajaba
a Francia para abrir un convento. Con el dinero robado al Fisco y a la Iglesia
vivió en Francia como un Pachá y casó a una de sus hijas con el Conde de Morny.
Saludos Abraham, definitivamente eres una biblioteca parlante. Gracias por la información.
ResponderEliminarGracias Ceremoniero por tu comentario. El libro de Nicanor Bolet es una maravilla de cosas gratas. Dudé cuál transcribir, hasta que encontré el cuento de Casio Delio... Una oportunidad para señalar al pillo de Guzmán.
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