lunes, 19 de mayo de 2014

Carlo Gesualdo, príncipe de Venosa

Carlo Gesualdo da Venosa a los 30 años de edad

Hace días que no subo a esta bitácora algo de mi música favorita. Hoy quiero compartir una pieza de Carlo Gesualdo da Venosa (1566-1613), noble renacentista italiano, intérprete del laúd y compositor de música sacra y madrigales de primera línea. Si el azar no lo hubiera llevado a cometer un asesinato, estuviéramos privados de su música. Lo conocí en Canadá a través de un álbum titulado Tenebrae y luego me puse a explorar su repertorio: cinco libros de madrigales a capella; uno de madricales a seis voces, otro de Sacrae Cantiones, Oficio de Tinieblas para Semana Santa y cuatro motetes a María. Hay incluso interpretaciones modernas que no le quedan nada mal.

El perdón de Gesualdo, por Giovanni Balducci (fragmento)
Es un cuadro sobre el Juicio final comisionado por el príncipe
para la Capilla de Santa Maria delle Grazie
Cuando leí que la causa de su retiro de la vida mundana había sido el asesinato doble de su esposa y del amante de ésta encontrados in flagrante delicto fragante, me lo imaginaba clavándolos al tálamo mancillado como un entomólogo lo hubiera hecho con unas mariposas o unas cucarachas. La cosa fue más sanguinaria.

Carlo no era cualquier noble era sobrino de los cardenales (San) Carlos Borromeo y Alfonso Gesualdo (arzobispo de Nápoles), así como sobrino nieto del Papa Pío IV.  Al morir su hermano, queda con el mayorazgo, títulos y derechos familiares. En 1586 contrajo nupcias con su prima María de Ávalos, hija del duque de Pescara, cuatro años mayor que el novio. María pronto se enamora del Duque de Andria y Conde de Ruvo, Fabrizio Carafa, también casado. Como buen napolitano, Carlo sospecha algo y decide montarles una trampa. Le dice a la prima María que iría de caza por dos días, pero en vez de lanzarse a la cinegética, se quedó en casa y esperó hasta que los encontró en plena faena. Carlo mató a la feliz pareja y luego descuartizó lo cadáveres. Esto sucedió el 17 de octubre de 1590.

El mismo Carlo se presenta ante el Virrey de Nápoles, Juan de Zúñiga Avellaneda y Bazán y le refiere lo sucedido. De acuerdo a la ley y la costumbre, este crimen de honor no era punible. Sin embargo el Virrey le aconseja que, para evitar la vedetta de los familiares de las víctimas. Toma nota Carlo de este sano consejo y se retira a su castillo de Gesualdo y con eso se cierra el caso.

Tres años después contrae nupcias con Leonor D'Este, hija del Duque de Ferrara. Las infidelidades de Carlo hicieropn fracasar este segundo matrimonio. Tuvo dos hijos uno de los cuales murió asfixiado (se rumoraba que él era responsable) y luego se dedicó a sacarse el diablo del cuerpo a través de la flagelación con muchachos. Luego de una de estas sesiones, se le encontró muerto y desnudo, tal vez asesinado por alguno de estos muchachos.

Escogí para mostrar algo de su música, el Miserere mei Deus, a cinco voces, en  interpretación de la Oxford Camerata, bajo la dirección de Jeremy Summerly. Espero sea del agrado.



LETRA

Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam.
Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam.

Amplius lava me ab iniquitate mea: et a peccato meo munda me.
Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: et peccatum meum contra me est semper.
Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris.
Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.
Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi.
Asperges me hysopo, et mundabor: lavabis me, et super nivem dealbabor.
Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata.
Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitates meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: et spiritum rectum innova in visceribus meis.
Ne proiicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.
Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur.
Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae: et exsultabit lingua mea justitiam tuam.
Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam.
Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis.
Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum, et humiliatum, Deus, non despicies.
Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion: ut aedificentur muri Ierusalem.
Tunc acceptabis sacrificium justitiae, oblationes, et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos.

TRADUCCIÓN


Ten piedad de mí, oh Dios, por tu gran bondad
De acuerdo con la multitud de tus piedades, elimina todas mis ofensas.

Lávame más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos: que seas reconocido justo en tu palabra, y claro cuando sea juzgado.
He aquí, yo nací en iniquidad, y en el pecado de mi madre fui concebido.
Pero he aquí, que requieres la verdad en lo íntimo, y me haces entender la sabiduría secretamente.
Tú purifícame con hisopo, y seré limpio: Tú lávame y quedaré más blanco que la nieve.
Tú me haces oir hablar de gozo y alegría: como los huesos que han abatido mi regocijo.
No vuelvas tu rostro hacia mis pecados, y saca todas mis maldades.
Házme de un corazón limpio, oh Dios, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me alejes de tu presencia, y no tomes tu Espíritu Santo de mí.
O dame la alegría de tu ayuda nuevamente: Y afírmame con tu espíritu libre.
Entonces voy a enseñar tus caminos a los malos, y los pecadores se convertirán a ti.
Líbrame del pecado sanguíneo, oh Dios, Tú que eres el Dios de mi bienestar: Y cantará mi lengua tu justicia.
Tú me abrirás los labios, oh Señor, y mi boca mostrará tu alabanza.
Pues si hubiérais querido un sacrificio, yo os lo hubiera dado: pero no os deleitéis en los holocaustos.
El sacrificio de Dios es un espíritu quebrantado: un corazón contrito y roto, oh Dios, no lo desprecies.
Que seas favorable y benigno para con Sion: para que se edifiquen los muros de Jerusalén.
Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, con los holocaustos y oblaciones: entonces se ofrecen becerros sobre tu altar.

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