miércoles, 9 de octubre de 2013

El convite

Cherries, por Sir Lawrence Alma-Tadema (1873)

EL CONVITE

Thais era una cortesana de la antigüedad. Su nombre constaba en la obra perdida de Menandro. El tiempo respetaba su juventud y yo no he encontrado en los residuos de la era clásica ninguna señal de su muerte.
 He leído una hazaña de su perfidia en un documento reconstituído. Si yo no revelara a los hombres este episodio, faltaría a los consejos de Plutarco.
Thais atrajo a sus amantes a una celada, después de reconciliarlos mutuamente. Se acomodaron en unas curules de marfil, dignas de un senado de reyes. La mujer los dejó maravillados y suspensos con la bizarría de su imaginación y les ciñó una corona de adormideras, mientras arrojaba al fuego un laurel seco. Ese laurel había bastado para defender la vida de un héroe en la empresa de visitar los infiernos.
Los invitados quedaron embelesados y perdidos en la incetidumbre.
Thais había abolido su entendimiento y les había inspirado la ilusión de estar siempre en medio de los preludios del alba. Oían a veces un himno desvanecido en la bruma cándida. Los entonaban unas jóvenes coronadas de jacintos.
Las arpías y las quimeras tejían un vuelo circular y bajaban a colgarse de los brazos de un árbol insociable.

José Antonio Ramos Sucre
1890-1930

De: Las Formas del fuego (1929)
José Antonio Ramos Sucre


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