viernes, 23 de agosto de 2013

El último día de Pompeya

Erupción del Vesubio, 1817

El 24 de agosto del año 79 d C el monte Vesubio, luego de 1500 años de letargo, despertó y arrasó con las ciudades de Pompeya, Herculano, Oplontis y Stabia, situadas a sus faldas. Para los pobladores de esas ciudades de Campania fue el fin del mundo. Recuerdo que cuando en la escuela nos hablaban de la destrucción causada por el Vesubio, el maestro nos contaba que Plinio el Viejo murió observando el fenómeno. Yo me imaginaba a un general romano subiendo las faldas del volcán y luego morir asfixiado al llegar a la cumbre. Cosas de muchacho, digo yo.

Plinio el Viejo
Lo sucedido en ese fatídico día de agosto se preservó para la posteridad gracias al sobrino del almirante, Plinio el Joven, que describió con lujo de detalles lo sucedido. En verdad, Plinio el Viejo había acudido voluntariamente a rescatar personas y para ello zarpó desde Miseno al frente de varios navíos. Pudo más la curiosidad científica que su instinto de conservación. Para él, era tan importante salvar vidas como estudiar los fenómenos naturales.

Otro personaje que hizo gala de desprendimiento y nobleza fue el Emperador Tito, conocido también como "el adorno de la humanidad". Veamos qué nos dice Suetonio sobre Tito y el desastre de Campania:
... Ocurrieron algunos accidentes fortuitos y fatales bajo su principado, como la erupción del monte Vesubio en Campania, un incendio en Roma durante tres días y otras tantas noches y la epidemia más grande conocida hasta entonces. En medio de tantas y tan graves adversidades mostró no sólo la solicitud propia de un príncipe, sino también el afecto incomparable de un padre, ora consolando al pueblo por medio de edictos, ora ayudándole en la medida de sus posibilidades. Eligió por sorteo entre los ex-cónsules a los encargados de la restauración de Campania; destinó a la reconstrucción de las ciudades destruidas los bienes de los que perecieron en la erupción del Vesubio sin haber dejado herederos....
De hecho, Tito visitó el lugar de la tragedia y envió ayuda, pero el desastre era tan grande que la asistencia oficial no se dio abasto. Las ciudades permanecieron sepultadas hasta el siglo XVIII, pero seguían vivas en la fantasía de los humanistas gracias a la descripción de Plinio el Joven (leer la carta aquí). Las erupciones como la descrita reciben el nombre de "plínicas".

Mapa del Golfo de Nápoles mostrando los lugares más afectados.
Tomado de www.gustoporlahistoria.com

Mientras escribía este artículo, recordé un himno órfico a Hefesto/Vulcano, incluido en la edición de la Teogonía y otras obras de Hesíodo, por Editorial Porrúa (México, 1976). Los pobres pompeyanos tratarían de apaciguar a sus dioses en medio del terror, la lluvia de cenizas y piedras, la oscuridad y los flujos piroclásticos. He aquí el himno:


Fragua de Vulcano, mármol romano
PERFUME DE HEFESTO
El maná
¡Hefesto, que tienes un corazón firme; oh robusto, llama infatigable; tú que traes la luz a los hombres; el de manos vigorosas, eterno obrero, señor de las artes, parte integrante del Cosmos, elemento irreprochable, que lo devoras todo, que lo domeñas todo; poderoso dueño de todo, porque el Éter, Helios, Selene y la pura luz de los astros que lucen para los hombres son miembros de Hefesto; tú que frecuentas todas las moradas, todas la ciudades, todas las razas y los cuerpos de todos los mortales, riquísimo, robustísimo, óyeme, oh Bienaventurado! Te invoco con las libaciones sagradas, a fin de que vengas en ayuda de nuestros trabajos. Aplaca el furor del fuego infatigable, conservando a la vez en nosotros la luz natural.

Paseando por la red, conseguí este interesante video producido por la BBC titulado El último día de Pompeya, que espero sea del agrado.



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