domingo, 30 de junio de 2013

Filón, el primer teólogo

Filón de Alejandría
20 a. C - 55 d C.
Hace unos meses compré un ejemplar de Escritos selectos (Selected writings. Dover Publications, Nueva York, 2004), de Filón de Alejandría, filósofo judeo-helenístico de primer orden, el primero en intentar reconciliar las enseñanzas de la revelación sobrenatural con la conclusiones del pensamiento especulativo. Eso hace de Filón el primer teólogo, así como "el primer psicólogo de la fe, el primer místico entre los monoteístas y el primer sistematizador de la alegoría bíblica". Es, pues, un personaje de primera importancia en la historia del pensamiento religioso.

Este libro, a pesar de lo breve de la selección de textos, no tiene desperdicio y nos permite atisbar, a dos milenios de distancia, el pensamiento monoteísta en un mundo gentil bajo el imperio de Roma. Los extractos contenidos en este volumen versan sobre: Dios y el mundo; Dios y el hombre; el hombre y el mundo; el conocimiento de Dios; el camino místico; el alma y su Dios; de la humildad, esperanza, fe y alegría del hombre; vicios y virtudes, e Israel y las naciones.

Su larga vida le permitió formarse y crecer en sabiduría en los períodos de Augusto y Tiberio (quienes respetaban la religión de los judíos) hasta la loca tiranía de Calígula. Veamos qué nos dice el editor:
El nuevo emperador Calígula, instigado por sus amigos egipcios, concibió un rencor contra los judíos, quienes solos resistieron su plan megalómano de auto-deificación. La turba alejandrina, rápida en percibir el mal humor imperial y enojada por los esfuerzos de sus vecinos judíos por incrementar sus privilegios especiales hasta la ciudadanía completa, encontraron en este insignificante accidente la largamente busca oportunidad para revueltas anti-judías y siguió una verdadera guerra civil (38 d.C). Cuando, poco después, Calígula ordenó colocar su propia efigie en el templo de Jerusalem, parecía inevitable una revuelta general de todas las juderías dentro del imperio romano. En este momento crítico (incluso antes de que las noticias del decreto imperial fueran recibidas), los judíos de Alejandría decidieron enviar una embajada de notables a Roma (40 d.C) y nombraron a Filón para que la encabezara -una prueba de la reputación que éste había ganado en su comunidad y de las esperanzas basadas en las relaciones de su familia con notables romanos.
Por supuesto que la embajada fracasó, pero lo llevó a escribir Legado a Gayo (uno de sus libros históricos) en el cual se muestra claramente la estatura moral de Filón, así como su realismo:
...muestra que Filón no sólo estaría presto a mantenerse firme en la creencia de sus padres en la hora difícil, sino que tenía el talento para eludir las trampas de la intriga cortesana, y el valor para enfrentar sin cejar al loco imperial. (...) Claudio entonces ascendió al trono y se restauró la paz en Alejandría y en Palestina. El dramático giro de los eventos le parecieron como obra de la Providencia...



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