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Para el album de la Sra. N...
Et vera incessu patuit Dea...
Virgil. Aeneid. Lib 1. V 405
Allá en la edad pasada,
cuando incienso divino
en perfumados pomos
y rosa, nardo y mirto
se tributaba a Venus
en el templo de Gnido,
sucedió un hecho grande,
hecho asaz peregrino,
que la memoria guarda
en su secreto archivo,
y que el tiempo hará eterno
en su girar continuo.
No súpolo el de Teos
que Apolo así lo quiso,
ni la que en Lesbos era
prez, honra y regocijo,
no Teócrito, ni el claro
poeta venusino,
el cantador del Anio
y el Tívoli sombrío:
si no, a sus versos dieran
asunto muy más dino,
y fuera ahora su fama
de precio más subido.
"De Amatonta en el bosque,
con siniestro desinio,
las muchachas provoca
el ceguezuelo Niño.
De aljaba estaba, y arco,
y flechas, bien provisto,
y de ambos sus ojuelos
lanzaba fuego vivo.
El bosque estaba todo
de fiesta y regocijo;
las fuentecillas claras;
el arbolado umbrío;
en trisca por las hojas
pintados pajarillos,
y de violeta y grama
el suelo entretejido.
El burlador muchacho,
esta vez compasivo,
no quiere traspasarlas
con sus seguros tiros:
las apunta y las yerra,
juguetón y festivo;
y risas y retozos
y carreras y brincos,
a todas las halaga
en alegre bullicio.
Luego en cerco pone,
y enamorado él mismo,
traslada sus bellezas
en un delgado lino:
de la una la alba nieve,
de otra el color subido
de púrpura, y de todas
toma lo que es más fino,
y hace de una belleza
un trasunto cumplido.
No es más linda Citeres
cuando del Ericino
llega al celeste alcázar
cercada de amorcillos.
Las doncellas curiosas
pídenle el retratico,
y el retozón rapaz
lo niega fementido.
Van en busca de Juno,
y llámanla en su auxilio.
La Diva corre, vuela,
viene, y desoja al niño:
mira cien y cien veces
el milagro divino,
y concibe en su pecho
un placer vengativo.
Entonces en presto vuelo
remonta el alto Olimpo,
y a Jove en tono alegre
le dice: Ya el destino
me concedió el vengarme
de Venus y su hijo:
sabes que ella en mi daño
sedujo al pastor frigio;
después contra mi reino
alzó el orbe Latino,
y entre las diosas siempre
de hermosura se ha engreído.
¿Tú ves este retrato
donde es todo divino?
pues siguiéndole a él,
como a hermano te pido,
que hagas una beldad
cual nunca se haya visto;
que Idalia sea su nombre,
su hablar dulce y melifluo,
su gentileza rara,
su ingenio peregrino:
que así que el tiempo venga
de nacer este hechizo,
a Venus y su orgullo
poner logre en olvido,
y que la vana muera
de ira y furor canino.
Dijo, y el dios Saturnio,
plácido y sonreído,
abrazando a la hermana
le otorga cuanto quiso".
Esta es tu historia, IDALIA,
que acaso no has oído,
la cual en letras de oro,
y en viejo pergamino,
escrita encontré un día
de manos del dios Cintio,
y así cual le encontré
así te la consino.
El poema está fechado en julio de 1848. Hay una nota de Acosta que dice: "Para la medida del verso puede ponerse Idalia". Se incluyó en Obras (1909) El texto está tomado de las obras completas de Cecilio Acosta, publicadas por la Casa de Bello con motivo del centenario del fallecimieno del insigne humanista.
Ceciclio Acosta 1818- 1881 |
Precede la recopilación de la obra de don Cecilio, una Introducción por Oscar Sambrano Urdaneta, presidente de la Comisión Editora, y la "elegía en prosa de José Martí por se la presentación insuperable de un personaje que el Apóstol de Cuba conoció, trató y admiró. Difícilmente podrá hallarse otro testimonio de un contemporáneo de Acosta que igual en altura, profundidad, perspicacia y simpatía la página inmortal en la que Martí condensa genialmente la personalidad del venezolano". Más adelante revisitaremos a Cecilio Acosta y su obra.