Hay pocas mujeres taxistas en Caracas. Recuerdo una en especial que, toda enjoyada ella, conversaba conmigo mientras me hacía la carrera de Carmelitas hasta Colinas de Bello Monte y me tocaba el tópico de la Ilíada y la mitología griega. La señora se veía educada y hablaba con propiedad. Otra, en cambio, me confesaba que era analfabeta por desuso y agregaba que si bien entendía las palabras escritas, no podía leer un párrafo. Me dió lástima y le aconsejé que comenzara leyendo cosas ligeras hasta que se sintiese segura; que seguro le cogería el gusto.
La tercera fue una carrera que tomé el viernes en Chacao, bajo la canícula de las 13:00hrs caraqueñas. El sol esta que parte piedras y tomé el taxi sin reparar que la taxista era del sexo femenino. Pensando que era una persona sensata como los dos casos de párrafo anterior, le digo que tomando diuréticos y con ese calor con sol de playa tropical no provocaba caminar ni una cuadra. Con cortesía me preguntó cuál era mi mal y yo le respondí que retención de líquidos, pero que ya estaba mejor. Eso bastó para que la señora me dijera: "Seguro que le hicieron un daño ¿Ya fue a leerse el tabaco? En Los Teques hay alguien que sabe hacerlo y lo cura rapidito.... Mire que hay gente mala. A ese consultorio va mucho chino y los chinos saben.... También van ministros, militares y hasta curas..."
Luego de un minuto ya me tenía mal y a punto de bajarme y seguir a pie. Mas de solo pensar en el calor me limité a decir: "Yo creo en la Ciencia". Perno no le bastó. Volvió al ataque y agregó que ella creía en Dios y que José Gregorio Hernández la operó una vez detrás de la puerta de su cuarto y que una vez tenía una neuralgia tan intensa que quedó dormida en su cama y la picó un bicho que la curó para siempre. Allí no aguanté más y le repliqué que el Primer Mandamiento de la Ley de Dios prohíbe el trato con brujos y hechiceros, pues cuando esto sucedía le estábamos diciendo a Dios: Tú no puedes, el otro sí.
No bastó con mi respuesta y siguió con su perorata que pasó de la lectura del tabaco y la azotaina con ramas a su vida íntima: Que la habían casado a los 15 con un viejo de 60; que si el tipo la abandonó y cayó en las manos de una colombiana que le quitó todo (lo dejó pelao, fue la expresión); que todas las colombianas son unas dañeras, y que ellas acostumbran robarle a los hombres para dárselo todo a sus queridos... Y yo deseando llegar a casa.
Al final me cobra su cara tarifa y me pregunta:
-¿Usted juega lotería?
-No, porque el que juega por necesidad pierde por obligación...
-Pues yo si he ganado. Es que le vi un recibo allí (de una compra en una librería) y podría jugar los números.
Se lo regalé gustoso porque ya estaba en casa. ¿Será posible tamaña superchería?
DE QUE VUELAN, VUELAN.
Bruja de Los Caprichos por Francisco de Goya y Lucientes |
Jajajajaja mi estimado y como siempre te tenía que tocar a ti montarte en ese taxi...
ResponderEliminarMe persiguen, pero me dan material para algún artículo.
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