Inmaculada Concepción Juan Pedro López Colección Museo de la Quinta de Anauco |
Era febrero de 1814 y las hordas infernales del feroz astur José Tomás Boves amenazaban dar al traste con la precaria libertad de los venezolanos. Como siempre, los soldados patriotas, niños casi, reclutados del Seminario y la Unversidad de Caracas, se acogieron bajo la protección de la Inmaculada Concepción, quien inspiró episodios de fe y heroísmo sin par. Veamos lo que nos dice el padre Pedro Pablo Barnola SJ:
El año 1814, durante lo más crudo de la guerra, un sector del ejército patriota se halla asediado dentro de la ciudad de La Victoria. El jefe de las tropas es el joven y valiente general José F. Ribas. Y atacando con irresistible ímpetu viene el feroz jefe realista Boves con sus escuadrones de llaneros medio salvajes. Ribas sólo cuenta con unas tropas juveniles, poco entrenadas y agotadas por el esfuerzo de la lucha desigual. Comprendiendo la gravedad del momento, Ribas, lleno de fe, pone sus tropas y la defensa de la ciudad bajo la protección de María Inmaculada, y hace promesa de, si obtiene el triunfo, mandar celebrar a perpetuidad una misa de acción de gracias en su honor. El 12 de febrero, tras duras horas de combate, el enemigo se sintió impotente par rendir la ciudad, y se retiró en franca derrota. Pocos días más tarde, el Ayuntamiento de Caracas recibió una nota oficial del Gral. Ribas, en la que se leen estas palabras: "La sangre generosa de los ilustres caraqueños derramada en La Victoria y la protección visible de María santísima de la Concepción, fueron los que salvaron la Patria en aquel memorable día; yo suplico encarecidamente a USS. que todo el premio que debía asignárseme recaiga en beneficio de tantas viudas y huérfanos que justamente merecen el recuerdo de la Patria; y espero de la Municipalidad marque este día para bendecir a la Madre de Dios con el título de la Concepción, jurándole una fiesta solemne anual en la santa Iglesia Metropolitana a que deben asistir todas las corporaciones, y exhortando a las demás ciudades y villas para que en gratitud ejecuten lo mismo. Yo protesto a USS. que estos son mis deseos y que llegándolos a conseguir, grabarán en mi pecho eterno reconocimiento, y aseguro de la mejor fe que no es la moderación la que me hace explicar en estos términos, sino la justicia."
José Félix Ribas 1775-1815 |
No era esta la primera vez que el Gral. Ribas, nos dice el padre Barnola, mostraba sus sinceros sentimientos marianos. Cuando el 22 de julio de 1813 obtuvo con un reducido ejército la importante batalla de Los Horcones, pasó luego a la cercana ciudad de Barquisimeto, y entrando en la iglesia se postró ante el altar de Nuestra Señora de la Paz y depositó a los pies de su imagen la espada victoriosa, mientras pronunciaba fervorosamente frases de acción de gracias por un triunfo que atribuía a la protección de aquella celestial patrona.
Triste fue el fin de este gran militar caraqueño. Ribas fue capturado por los realistas en los alrededores de Valle de la Pascua. El Justicia Mayor de Tucupido, Lorenzo Figueroa Barrajola, quien reclamó al prisionero como suyo, ordenó su muerte el 31 de enero de 1815. Con grandes vejaciones fue trasladado a la Plaza Mayor de Tucupido, donde fue fusilado. Al pie de un árbol a escasos metros de la mencionada plaza su cuerpo fue desmembrado, la cabeza frita en aceite fue enviada a Caracas, donde, cubierta con el gorro frigio que solía usar, la colocaron en la Puerta de Caracas dentro de una jaula en La Puerta de Caracas, en el camino a La Guaira, donde hay un monumento en su memoria. Sus brazos y piernas colocadas en los cuatro puntos cardinales del pueblo en represalia a los patriotas de la zona. Su viuda, Josefa Palacios, tía materna de Simón Bolívar, se negó a salir de su casa hasta que Caracas fue recuperada por los patriotas en 1821. Esa era gente de convicciones firmes, sin duda.
Nuestra historia, así sin más.
ResponderEliminarGracias Don Abraham.
Ajá, la historia con mucho protagonistaves más rica y gloriosa que la historia mitológica unipersonal. Terminó mayo y no agoté el tema mariano. Seguiré poco a poco hasta agotar el inventario.
EliminarFeliz fin de semana, don Silverio.