miércoles, 13 de agosto de 2014

Clitemnestra: una mujer mala

Clitemnestra y Agamenón, por Pierre Narcisse Guerin

Desde la antigüedad, la cultura occidental distingue a Penélope, esposa de Ulises, como una mujer virtuosa, y presenta varios ejemplos de mujeres malas o corrompidas. Entre las malas está Medea, la bárbara hechicera y filicida, y Clitemnestra, la espartana que, con furia asesina, le cae a hachazos al su marido al salir del baño, o durante un sacrificio. ¿Sería en verdad tan mala Clitemnestra? ¿O sería más bien un instrumento de los dioses? Tal vez sea simplemente una esposa vengativa cansada de ofensas.

Veamos el caso revisando lo que nos dice Higinio en sus Fábulas mitológicas (Alianza Editorial, Madrid, 2009):
Júpiter, transformado en cisne, se unió a Leda junto al río Eurotas y de él engendró a Pólux y a Helena; de Tindáreo engendró a Cástor y a Clitemnestra. 
... (Tindáreo) entregó a Clitemnestra por esposa a Agamenón, hijo de Atreo. Llegados desde las ciudades, muchos pretendientes pedían en matrimonio a Helena por su espléndida belleza.
Helena, por Dante Gabriel Rossetti
Tindáreo recelaba que Agamenón repudiara a su hija Clitemnestra y temía que, por ese motivo, surgiera alguna discordia. Aconsejado por Ulises, se obligó por medio de un juramento y dejó a Helena la decisión de poner una corona a aquel con quien quisiera casarse.
Ella la puso sobre Menelao, Tindáreo se la dio por esposa y, a su muerte, entregó el trono a Menelao.
A simple vista, parece un buen arreglo matrimonial; Agamenón era rey hegemón de la poderosa Micenas, y Helena, siempre coqueta, escogió un marido a su gusto. Lo que no sabían Leda y Tindáreo es que con el arreglo matrimonial llegaba un vicio oculto. Los Pelópidas eran mal vistos de los dioses por crímenes tales como canibalismo, violación e incesto y llevaban una maldición a cuestas. Pero al principio todo fue felicidad. Clitemnestra, mujer de carácter fuerte, congeniaba bien con Agamenón, mientras que el suave Menelao disfrutaba de una esposa bella y sin mucho talento, pero que le dio el trono de Esparta. Todo bien hasta que Alejandro Paris llega a Esparta en misión oficial desde la lejana Troya y se lleva a la casquivana Helena.

Menelao, desolado, recurre a su hermano Agamenón para hacer cumplir a los aqueos el juramento de asistencia mutua que se acordó a intancias de Ulises el día del compromiso y comienza la guerra de Troya. Las guerras nunca resultan tan fáciles como desean los beligerantes y esta no fue excepción. Una torpeza de Agamenón causó la ira de Diana:
Agamenón y Menelao, en compañía de caudillos escogidos de Acaya, marchaban a Troya en busca de Helena, la esposa de Menelao, a la que Alejandro Paris se había llevado; pero una tempestad, desatada por la cólera de Diana, los retenía en Áulide, porque Agamenón había alcanzado a una de sus ciervas en una cacería y había hablado con mucha arrogancia contra Diana.
Ifigenia en Áulide, fresco romano. La joven es llevada al sacrificio, su madre,
Clitemnestra gime en un rincón, y desde los cielos baja Diana con una cierva para
el intercambio.
Tras convocar a los arúspices, Calcante respondió que la única de aplacar a la diosa era sacrificar a Ifigenia, la hija de Agamenón. Ésta, al oírlo, al principio se negó.
Entonces Ulises con sus consejos lo convenció para llevar a cabo un espléndido plan. El propio Ulises fue enviado con Diomedes para llevar a Ifigenia. Cuando llegaron en presencia de Clitemnestra, Ulises fingió que la iban a entregar a Aquiles en matrimonio.
Cuando la condujo a Áulide y su padre estaba a punto de sacrificarla, Diana se apiadó de la doncella, los envolvió en una oscuridad y puso una cierva en su lugar, la llevó por las nubes a la tierra Táurica y allí la hizo sacerdotisa de su templo.
La tierra Táurica es Crimea, donde los nativos acostumbraban sacrificar extranjeros a sus dioses. Más adelante a la sacerdotisa Ifigenia le tocará la difícil tarea de sacrificar a su hermano Orestes, mas lo reconoce y lo salva. Otro día trataremos el tema. Bástenos con saber que Clitemnestra jamás perdonó a su marido este cruel engaño. Tal vez no era tan mala ¿No?

Termina la guerra con la destrucción de Troya. Los Aqueos regresan a la patria, pero los dioses, disgustados por las atrocidades cometidas, les deparan sorpresas. Cada uno tuvo su justo castigo y al final llegan los dorios con armas de hierro que causan el fin de la edad de bronce. La sorpresa para Agamenón fue brutal. Su mujer había tomado como amante al primo Egisto y juntos se preparan para recibir al héroe triunfante:
Clitemnestra mata a Casandra, hija de Príamo de Troya
Clitemnestra, hija de Tindáreo y esposa de Agamenón, oyó decir a Éax, hermano de Palamedes, que Agamenón llevaba a Casandra como concubina, una mentira con la que pretendía vengar las injurias de su hermano. Entonces Clitemnestra, en compañía de Egisto, hijo de Tiestes, concibió el plan de asesinar a Agamenón y a Casandra. Lo asesinaron con un hacha mientras realizaba un sacrificio con Casandra.
 Egisto, hijo de Tiestes y criado por una cabra (de allí su nombre) era primo hermano de Agamenón, por cuando su padre era hermano de Atreo. Era de la casta maldita de los Pelópidas. El cuento es largo y próximamente hablaremos de ellos con su torva historia de canibalismo, violación e incesto. POr ahora, sirva esta breve reseña para presentar la ópera Elektra Op. 58, de Richard Strauss, en ella vemos a la familia de Agamenón y Clitemnestra después del asesinato. No deja de ser interesante y terrífica. La duracióin es de 103 minutos de buena música postromántica


Espero les guste.

2 comentarios:

  1. Siempre le he dado la razón a Clitemnestra, aunque pienso hubiera podido actuar en una forma menos escandalosamente sangrienta

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    1. Tienes razón. Agamenón no era ninguna buena pieza. Ya estaba harta de tantos abusos. Lo malo es que también mataron a la pobre Casandra.

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