viernes, 1 de agosto de 2014

Matasiete

Cerro de Matasiete, Margarita, estado Nueva Esparta


MATASIETE


En medio del camino por donde cruza el sol
cuando viene del mar hacia el oeste
y remojado en el celeste azul,
se empina entre los flancos de rocío,
estalla la mañana, aurora y canto,
se desparrama desde la copa blanca
para caer en la ciudad dormida
que amanece despierta entre su flama.

Sus laderas nacieron de la ola
que salpica de espumas sus peñascos
en la marina sal rebautizados
de Guacuco hasta el linde de Guarame, 
raíces que se hunden en el agua
y florecen zafiros en las nubes
que empenachan las cumbres.

Desde la explanada del castillo lo diviso
fincado a la distancia junto al cielo,
unido con la mar en una mole
incendiada en el pleno mediodía,
mecido en el cocal de sus laderas
metidas en el río.
Montaña, mar y cielo en la distancia quieta
dan la visión ignota de la unidad fraterna
mediante el istmo de la empinada cresta.

De tarde con el sol de los venados
la claridad se tiñe en Matasiete
de violetas y claros tornasoles
que van difuminándose en la sobra
hasta que todo queda de ceniza
en la mortal agonía del crepúsculo
y vienen con la noche las estrellas
y la luna empavona en lumbre nueva
sus morriones de nubes volanderas,
palomas con las alas desplegadas
para formar un nido
de arrullos con rocío estremecido
en la fragancia pura
de la flor entreabierta con la noche.

Matasiete, de muerte tiene el nombre,
su adjetivo es de gloria resonante,
los muertos que murieron en sus flancos
lapidados de piedra arrojadiza
fueron soldados bruscos
que empeñaron batalla entre Los Cocos
para hacer sobrevivir la tiranía.

Tu nombre de montaña, ¡Matasiete!
es viva libertad, gallarda brega
de los hombres sencillos del terruño
para hacer restallar resplandeciente
en amoroso abrazo compañero
la independencia de la Isla.

Por Luis Beltrán Prieto Figueroa
Fuente: Cien + 20 poetas orientales
Fondo Editorial del Caribe, Barcelona, 2010

Matasiete bajo el sol de los venados
Imagen tomada de www.margaritamimadre.blogspot.com
¿Quien no conoce la vida y obra del Maestro Prieto? Recuerdo que cuando me inicié en la Administración Pública en el viejo edificio del Ministerio de Educación, en la esquina El Conde, el Profesor Gerardo Cedeño Fermín, a la sazón Director General de ese Despacho, me asignó como tarea llegar a las 7 am y preparar una carpeta diaria con quejas, reclamos, denuncias, artículos de opinión, que le sirvieran para controlar de alguna manera el díscolo personal bajo su mando. Un día se me salta un artículo firmado por el Negro Prieto. A las 8:05 me llama a mi extensión y me dice: "Te saltaste un artículo importante que salió en El Nacional". Reviso el periódico y le digo: "¿un artículo del Maestro Prieto?"  y me responde: "Sí, ese mismo. Para mí todo lo que él diga tiene que ver con educación, aunque no lo parezca".

Menciono esta breve anécdota para señalar la importancia del Maestro Prieto en el desarrollo de la educación en Venezuela, que a mi juicio, ocupa primera línea. Nació en La Asunción en 1904 y murió en Caracas en 1993. Entre su obra poética destacan: Mural de mi ciudad (1975); Del hombre al hombre (1977); Porlamar en el viento (1978); Verba mínima (1978).

El poema al cerro de Matasiete, presentado con tan bellas imágenes por don Luis Beltrán, fue escenario para una importante batalla de los neoespartanos por su libertad. El hecho ocurrió el 31 de julio de 1817. Lo publico aquí como un homenaje a los caídos en esa gesta, y al Maestro Prieto uno de los hijos más ilustres de Margarita.

Luis Beltrán Prieto Figueroa en una librería de su propiedad cerca de la esquina de La Torre (años 40)
Foto cortesía de Luis Barragán, propietario del Blog www.lbarragan.blospot.com (Apuntística)


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