Cepillaos bajo el amante sol de Maracaibo Foto tomada de www.siemprefeliz.com |
En esta semana, hasta el 28 de enero, se celebra la Semana de la Zulianidad y, en consecuencia, compartiremos en esta bitácora algunos artículos conmemorativos. Ya hay algunos que hemos colocado en el curso del tiempo bajo la Etiquela Zulianidad (por aquí). Hoy subiremos un poema del más ilustre de los maracaiberos: Rafael Maía Baralt.
ADIÓS A LA PATRIA
Tierra del sol amada,
donde inundado de su faz fecunda,
en hora malhadada
y con la faz airada
me vio el lago nacer que te circunda.
Campo alegre y ameno,
de mi primer amor fácil testigo,
cuando virgen, sereno,
de traiciones ajeno,
era mi amor de la esperanza amigo,
adiós, adiós te queda.
Ya tu mar no veré cuando amorosa
mansa te ciñe y leda,
como joyante seda
talle opulento de mujer hermosa.
Ni tu cielo esplendente
de purísimo azul y oro vestido,
do sospecha la mente
si en mar de luz candente
la gran mole del sol se ha convertido.
Ni tus campos herbosos,
do en perfumado ambiente me embriagaba,
en juegos amorosos,
de nardos olorosos
la frente de mi madre coronaba.
Ni la altiva palmera,
cuando en tus apartados horizontes
con majestad severa
sacude su cimera,
gigante de las selvas y los montes.
Ni tus montes erguidos
que en impío reto hasta los cielos subes,
en vano combatidos
de rayo, y circuidos
de canas nieves y sulfúreas nubes.
Adiós. El dulce acento
de tus hijas hermosas: la armonía
y suave concento
de la mar y el viento,
que el eco de tus bosques repetía;
de la fuente el ruido,
del hilo de agua el plácido murmullo,
mucho más grato a mi oído
que en su cuna mecido
es grato al niño el maternal arrullo;
y el mugido horroroso
del huracán, cuando a los pies postrado
del Ande poderoso,
se detiene sañoso
y a la mar de Colón revuelve airado;
y del cóndor el vuelo,
cuando desde las nubes señorea
tu frutecido suelo,
y en el campo del cielo
con los rayos del sol se colorea;
y de mi dulce hermano,
y de mi tierna hermana las caricias,
y las que vuestra mano
en el albor temprano
de mi vida sembró, gratas delicias,
¡oh, madre, oh, padre mío!
Y aquella en que pedísteis, mansión santa
con alborozo pío
el celestial rocío
para mí, débil niño, frágil planta;
y tantos, ¡aymé!, tantos
caros objetos que en mi triste historia
de miserias y llantos,
marcan a mis quebrantos
breve tregua tal vez en su memoria;
presentes a la mía
en el vasto palacio o la cabaña,
hasta el postrero día
serán mi compañía
consuelo y solo amor en tierra extraña.
Puedas grande y dichosa
subir, ¡oh, patria, del saber al templo,
y en carrera gloriosa
al orbe, majestosa,
dar de valor y de virtud ejemplo.
Yo a los cielos en tanto
mi oración llevaré por ti devota,
como eleva su llanto
el esclavo, y su canto,
por la patria perdida, en triste nota.
Duélete de mi suerte;
no maldigas mi nombre, no me olvides;
que aun cercano a la muerte
pediré con voz fuerte
victoria a Dios en tus fatales lides.
¡Dichoso yo si un día
a ti me vuelve compasivo el cielo;
dulce muerte me envía,
y me da, patria mía,
digno sepulcro en tu sagrado suelo!
Rafael Martía Baralt (1810-1860) |
Su poema más recordado, y con razón, es Adiós a la patria. Allí nuestro hombre público rememora el escenario lacustre de su nacimiento y reconstruye en sí mismo la formación de su amor patrio. Esta urgencia por reafirmar lo nacional quizás tenga asidero en el hecho de haber transcurrido su infancia en Santo Domingo, la tierra de su madre ¿No será su obra toda una reafirmación de la nacionalidad venezolana? En cualquier caso, Baralt encarnó el modelo del hombre de acción y el estudioso. El campo de batalla y la biblioteca fueron suyos, así como la errancia característica de los hombres de su época, comprometidos con la revolución.Destacan otras obras de Baralt, entre otros un excelente diccionario de galicismos y el Resumen de Historia de Venezuela José Antonio Rámos Sucre lo ponía como un buen ejemplo de prosa.
Van ya muchos años cuando viajaba como marinero en un barco carguero alquilado por Venezolana de Navegación durante la presidencia de Pérez Jiménez.
Maracaibo era nuestro primer puerto, después visitábamos todos los puertos Venezolanos.
Conocí varios inmigrantes de origen griego, más nosotros como marinos nos interesaba más la vida nocturna del puerto, saboreando la cerveza Zulia, y demás placeres…
Unos años inolvidables
Gabriel
Gracias, Gabriel. Sabía que te traería recuerdos.
EliminarUn abrazo.