When flowers return, por Sir Lawrence Alma-Tadema (1911) |
Hace un par de semanas me paseé por una librería que hacía tiempo no visitaba. U[na de las libreras, al verme, salió a saludarme con cariño y a conversar sobre libros. Los precios no estaban mal y el establecimiento es de aquellos que son amistosos con el cliente y puedes revisar con calma y sin presiones. Pues bien, entre las adquisiciones de ese día me encontré con un poemario que jamás pensé encontrar. Se trata de la edición íntegra de Las canciones de Bilitiis (Edicomunicación, Barcelona, 1999) del poeta belga Pierre Louys (1870-1925), traducido y prologado por Fracesc LL. Cardona. Le comenté a la amable librera que esos poemas habían inspirado algunas piezas notables de Claude Debussy y me decidí a comprarlo. Ya en casa comencé a leerlo y, mientras revisaba la historia de la ficticia Bilitis, se me ocurrió colocar algo de ella en esta bitácora.
Friné ante el Areópago, por Jean-Leon Gérome (1861) |
Cuando ella sintió que nada la retenía en Mitilene, sino los recuerdos dolorosos, Bilitis hizo un segundo viaje; se instaló en Chipre, isla griega y fenicia como la misma Panfilia y que frecuentemente le recordaba el aspecto de su país natal.
Allí fue donde Bilitis volvió a empezar por tercera vez su vida, y de una forma que me será más difícil de admitir sin evocar hasta qué punto el amor era una cosa santa entre los pueblos antiguos. Las cortesanas de Amatonta no eran como las nuestras, criaturas decadentes exiliadas de toda sociedad mundana; eran jóvenes salidas de las mejores familias de la ciudad.. Afrodita les había concedido la hermosura y ellas se lo agradecían a la diosa consagrando al servicio de su culto su belleza reconocida. Todas las ciudades que poseían como las de Chipre un templo rico en cortesanas, tenían a la atención de estas mujeres los mismos cuidados respetuosos.
La incomparable historia de Friné, tal como Atenea nos la ha transmitido, dará alguna idea de aquella veneración. No es verdad que Hipérides tuviera necesidad de colocarla desnuda para doblegar el Areópago y no obstante el crimen fuera grande: pues había asesinado. El orador no desgarró más que la parte alta de su túnica y descubrió solamente los senos. Y él suplicó a los jueces "no condenar a la muerte a la sacerdotisa y la inspirada de Afrodita". Al contrario de otras cortesanas que salían vestidas con telas transparentes a través de las cuales aparecían todos los detalles de su cuerpo, Friné tenía la costumbre de recogerse incluso los cabellos en uno de estos grandes vestidos plisados de los que las figuritas de Tanagra nos han conservado e recuerdo.Nadie que no fueran sus amigos había visto sus brazos, ni sus espaldas, y jamás apareció en la piscina de los baños públicos.Pero un día sucedió una cosa extraordinaria. Era el día de las fiestas de Eleusis; veinte mil personas, llegadas de todos los países de Grecia, estaban reunidas sobre la playa cuando Friné se adelantó junto a las olas; se quitó su vestido, deshizo su cinturón y se quitó la túnica interior, "extendió su cabellera al aire y entró en el mar". Y en esa multitud estaba Praxíteles que, inspirado en esta diosa viviente, diseñó la Afrodita de Cnido y Apeles que entrevió la forma de su Anadyomena. ¡Admirable pueblo al que la Belleza desnuda podía aparecer sin excitar la risa ni la falsa vergüenza!
Afrodita Cnidia. Copia romana de la
obra de Praxíteles, denominada Altemps
o Ludovisi. Roma.
Las canciones de Bilitis, "pequeño libro de amor antiguo está dedicado respetuosamente a las jóvenes de la sociedad futura", es una colección de poemas creados por Pierre Louys y presentados como obra de Bilitis, una joven poeta de Panfilia, radicada primero en Lesbos y luego en Chipre. Relatan una serie de sentimientos del gusto del impresionismo francés: sentimientos íntimos, nostalgia por la ausencia del ser amado y la belleza perdida. En 1901 Pierre Louys quiso presentar un recital de doce se sus poemas y su amigo Claude Debussy compuso la música apropiada para la ocasión. Ésta tiene un carácter bucólico que no desentona con la obra literaria. Escuchemos Musique por accompagner la récitation de douze Chansons de Bilitis (1901), mientras leemos uno de los poemas:
LA MUERTE VERDADERA
que sobre mí también la juventud feliz con
los bellos cabellos se desvanezca en algunos
días ¡Ya estoy muerta de hecho!
Me he mirado en mi espejo: no tengo más
ni sonrisa ni lágrimas. El dulce rostro
que amaba Mnasidika, ¡no puedo creer que aquél
fuera el mío!
Se puede decir que todo se ha acabado. ¡yo no
he vivido cinco veces ocho años y me parece que
nací ayer y ya he aquí lo que me falta decir:
Nadie me amará más!
Toda mi cabellera cortada, la he trenzado con
mi cinturón y te la ofrezco, Chipriota eterna. No
cesaré de adorarte. Éste es el último verso de la
piadosa Bilitis.
Sublime, nuevamente un post totalmente sublime...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Naiffer. El tema se presta.
EliminarHit Parade o Desfile de éxitos...buenabuenabuena pero viejavieja vieja...pensé que me saldría algo que se conoce por la radio desde hace mucho tiempo y cuyo autor en Venezuela murió el año pasado pero que los domingos cuando puedo y me acuerdo no me pierdo por las tardes un HIt Parade de éxitos y recuerdos no sé en que emisora si es 99,9 FM y modulada por cierto famoso locutor perseguido por esta dictadura atroz.
ResponderEliminarEa cachorro verga compay y que me decís de estas bilitis al son de un twist, chachachá o melodía beatlemaníaca. Una aberración dirá.-
Algún nombre tenía que poner a la etiqueta de mi música favorita y le puse "Hit parade" en recuerdo de mis años mozos. Si entras por allí no vas a ver twist, ni beatlemanía.
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