martes, 17 de diciembre de 2013

Dos poemas de Elías David Curiel

Judith decapitando a Holofernes, por Caravaggio


JUDITH
a Aurora Tinoco

Contra tu ley ¡oh, Dios! el inhumano
ultrajó de Betulia el santo fuero,
y en orgullo empinándose altanero,
granito imaginó su empeño vano.

Por mi diestra armó tu soberano
poder. Tu ira tronó contra el Artero:
templé en el propio corazón mi acero
y por tu amor decapité al Tirano.

¡Salve, Elegido de Israel!¡Victoria!
Siempre que nuble la impiedad la gloria
de la justicia con que el Orbe llenas,

troncha y barre, Señor, tus enemigos,
como la hoz del segador los trigos
y el soplo del desierto las arenas.



Elías David Curiel
Apéndice lírico (1904)



Jepthé encuentra a su hija, por Peeter van Lint


JEPTHÉ


- "Jehováh, si me concedes sobre Ammonitas gloria
de mi casa el primero a quien mire, tu holocausto
será", -dijo Jepthé. De Jacob para Fausto,
le dio fulmínea diestra la fe de la victoria!

Coro virgen saluda del regreso la palma.
Avanza su hija única, la primera en el coro.
Él rasga sus vestidos y prorrumpe en un lloro:
-"Jehováh exaltó mi orgullo, para abatirme el alma"-.

La espantosa verdad las trocó en plañideras.
Por dos meses la virgen va a llorar en las eras
y viñas, ebrias de sol, su virginidad.

Entonces en cada nido piaba un huevo roto.
Jepthé violó su alma; pero cumplió su voto.
¡Y llenó su conciencia la Divina Piedad!



Elías David Curiel
Apéndice lírico


Elías David Curiel

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