Cojugada común (Galerida cristata) Tomada de www.avesdesierramorena.sierramorena.com |
Cargada de familia una industriosa Cojugada, y teniendo necesidad de vivir, como todas las de su especie, en medio de los sembrados, no se apartaba nunca de su nido sin recomendar a los hijos que no se movieran y que escuchasen las conversaciones de los campesinos.
Cierta mañana oyeron, en efecto, que el dueño del sembrado le decía a un hijo suyo:
-Estas mieses están doradas y hay que segarlas: avisa a los amigos que vengan mañana a ayudarnos.
Los hijuelos de la Cojugada refirieron temblorosos aquella conversación a su madre; pero ésta les tranquilizó diciéndoles:
-Perded cuidado, que no vendrán.
Y así sucedió, pues los únicos que llegaron fueron el padre y el hijo de la víspera.
Polluelos de cogujada, por M. A. Bueno www.foto-natura-huesca.blogspot.com |
-Las mieses se pasan -murmuró el labrador con pena-, y los amigos no vienen a ayudarnos. Avisa, hijo mío, a los parientes, que ellos acudirán sin duda.
Nuevo sobresalto de los pajarillos y nuevas súplicas a la madre para huir de allí. Pero la Cojugada volvió a tranquilizarles con sus palabras de antes:
-No tengáis miedo, que no vendrán.
Al día siguiente oyeron que el campesino decía con resolución:
-Ni los parientes ni los amigos nos amparan, hijo mío. Vengamos mañana nosotros al salir el sol, y aun cuando sucumbamos en la tarea, seguemos esas mieses que se nos pierden.
Enterada de esto la Cojugada, gritó a sus hijuelos:
-Hijos míos: a hacer un lío con la ropa y a marcharnos; que cuando los dueños son los que se deciden a venir, mañana se siega el trigo.
Aulo Gelio, el polígrafo del siglo II d.C. conservó entre sus papeles la fábula que acabamos de leer. La transcribí del libro Las mejores fábulas (Bruguera, Barcelona, 1974), compiladas por José Repollés.
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